lunes, 23 de octubre de 2023

CONFIRMAN REVOCATORIA DE CANDIDATURA DE RODOLFO HERNÁNDEZ

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En las demandas de revocatorias de candidaturas que el Consejo Nacional Electoral (CNE) resuelve por estos días antes de las elecciones del 29 de octubre, hay casos como el de Rodolfo Hernández que no deberían de atenderse y asumirse exclusivamente desde la perspectiva jurídico-política que se desprende del fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que señala que solo el fallo condenatorio de un juez de la República puede impedir que un ciudadano ejerza el derecho político a ser elegido. Por el contrario, deberían de primar razones morales y éticas.

Huelga recordar que ese memorable fallo nace de la sanción que el entonces Procurador General, un momio recalcitrante, Alejandro Ordóñez Maldonado, le impuso al alcalde de Bogotá de la época y hoy presidente de la República, Gustavo Petro Urrego. Ordóñez sacó del cargo a Petro y este corrió a la CIDH y al sistema interamericano para defender su derecho a ser elegido. Todos sabemos que Petro pudo terminar su mandato como alcalde mayor de la capital del país.

No podemos olvidar que sobre Rodolfo Hernández recaen sanciones de la Procuraduría General de la Nación, entidad disciplinar y administrativa que, a la luz del mencionado fallo del tribunal internacional, no podría restringir su derecho a ser elegido al cargo de elección popular al que aspira de manera obstinada: la gobernación de Santander.  Se suma a las decisiones de la PGN el hecho de que ya fue llamado a juicio por el caso de Vitalogic, proceso que no se sabe por qué no avanzó, justamente, para evitar llegar a este desgaste jurídico para las instituciones. Este elemento que es jurídico-político, recoge las razones morales y éticas que deben tenerse en cuenta por la ciudadanía y ojalá por el propio CNE, al momento de revisar y decidir sobre todas las demandas de revocatoria que han llegado. Pero sabemos que en ese organismo hay sujetos cuestionados moral y éticamente e incluso, con procesos abiertos y llamados a juicio por parte de la Corte Suprema de Justicia. Es el caso del uribista Álvaro Hernán Prada, procesado por ser cómplice en la manipulación de testigos en la que incurrió su jefe político, el expresidiario y expresidente, Álvaro Uribe Vélez, imputado por ese delito y por fraude procesal.

Constituye una burla para las instituciones y la sociedad que candidatos cuestionados y adportas de un juicio, insistan en ser elegidos por el solo hecho de tener las maquinarias y poder económico para aspirar a un cargo de elección popular. Una sociedad moralmente confundida como la colombiana necesita que los elementos jurídico-políticos, en casos específicos, sean superados por lecturas moralizantes, en aras de que los electores y el resto de la comunidad sientan que aquellos candidatos y candidatas con serios señalamientos de haber cometido actos de corrupción, no deberían resultar elegidos. Como también resulta una guaza el hecho de que el magistrado del CNE, Álvaro Prada esté en ese organismo, cuando ya fue llamado a juicio. Esas son las inmoralidades que nublan y enturbian las razones jurídicas, en el marco de una sociedad que naturalizó el ethos mafioso.

Lo mejor que puede hacer el candidato Hernández es retirarse de la política. Ya amasó una fortuna. Vaya y cuide su salud, señor Rodolfo Hernández. Dele un respiro al país. Por candidatos como Usted, millones de colombianos se abstienen de participar y votar en las jornadas electorales. Vaya, siga gozando de fiestas en yates.

Al magistrado Prada hay que decirle que su presencia en el CNE ensucia aún más la ya cuestionada imagen de la autoridad electoral. Es inmoral que adportas de un juicio por graves delitos, haya aceptado ser magistrado del Consejo Nacional Electoral.

La naturalizada legitimad del derecho y la de los factores jurídico-políticos que en un momento dado hagan posible una candidatura como la de Hernández se erosiona al momento de revisar las actuaciones públicas de los aspirantes a ser elegidos a través del voto. Ya bastante tenemos con clanes políticos cuyos miembros continúan en la carrera electoral a pesar de que comparten los mismos niveles de inmoralidad y de baja altura ética que la que exhibe Rodolfo Hernández.

La decisión en segunda instancia del CNE puede ser que jurídicamente, a la luz de la CIDH, resulte violatoria del sentido del fallo que en su momento emitió el alto tribunal internacional; pero moral y éticamente resulta ejemplarizante contra un ciudadano que no solo “se caga en las normas”, sino que ataca físicamente a sus adversarios políticos.



Imagen tomada de EL ESPECTADOR

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