Por Germán Ayala Osorio
Votar en blanco constituye una
opción y una acción ético-política cuando los ciudadanos no encuentran o
identifican en las y los candidatos a ocupar cargos públicos de elección popular,
un proyecto político serio, consistente y en particulares circunstancias, que ofrezca
posibilidades de cambio y ejercicios administrativos de lo público, alejados de
la sempiterna corrupción público-privada (ethos mafioso) y de los escándalos
que en la administración de Jorge Iván Ospina se hicieron costumbre.
Para el caso de las elecciones locales
de la ciudad de Cali, votar en blanco es una opción ético-política que cientos
de miles de ciudadanos tomaremos este 29 de octubre, porque justamente, quienes
aparecen en contienda, están de una u otra manera imbuidos en la política
tradicional.
En mi caso particular, votaré en
blanco para la alcaldía y la gobernación del Valle del Cauca. En adelante
expongo circunstancias que me llevan a tomar dicha decisión. Para la alcaldía
de la capital del departamento, los candidatos más opcionados, Alejandro Eder y
Roberto Ortiz, conocido como “el Chontico”, representan la vieja política, el
continuismo, así en sus discursos hablen de cambio, independencia y de lucha
contra la corrupción. A sus campañas llegó gente de los partidos Liberal,
Conservador, Mira, Colombia Justa y Libres, La U, Cambio Radical y el Centro
Democrático. Bajo esas circunstancias, ninguno podrá ser garantía de cambio en
las maneras como opera el Estado local, de tiempo atrás capturado por mafias de
todo pelambre.
Eder y Ortiz aglutinan fuerzas
políticas que le apuntan a desvanecer el movimiento social que surgió en medio
del estallido social de 2021: ambos ofreciendo lo de siempre: pie de fuerza y
en particular Ortiz, exponiendo su carácter asistencialista, enmarcado en un populismo
que no garantiza el cumplimiento de derechos. Pasar esas páginas es también el
propósito de los demás candidatos que la derecha tradicional mantiene hoy en el
juego electoral. Infortunadamente, no aparecen liderazgos salidos de lo vivido
en Cali durante el estallido social.
Entre tanto, las candidaturas de Diana
Rojas y Miyerlandy Torres cumplen la función de ser los comodines electorales y
políticos que siempre aparecen en las contiendas electorales. Ejemplo claro de
una candidatura comodín fue la del exministro de Justicia del gobierno del presidente-títere,
Iván Duque, Wilson Ruiz, quien al reconocer su nula acogida y por no contar con
la maquinaria con la que sí cuentan Eder y “el Chontico”, adhirió a la campaña de
Alejandro Eder. Detrás de Diana Rojas está el empresario y exalcalde Maurice
Armitage y de Torres, Dilian Francisca Toro y su poderoso clan político. Ellas
dos tampoco son garantía de independencia.
En cuanto a opciones de poder
cercanas al ideario de la izquierda y el progresismo, la candidatura del
exmilitar Danis Rentería emerge y da cuenta de la crisis de liderazgo de la izquierda
en la ciudad. Su candidatura es el fruto de la falta de consenso entre los
movimientos y las fuerzas que confluyen en lo que se conoce como el Pacto Histórico.
El partido Comunes, el PTC, UP, Colombia Humana y sectores cercanos a la vicepresidenta
Francia Márquez apoyan a Rentería, a pesar de que en el pasado militó en el
movimiento de derecha, Colombia Justa y Libre. Igualmente, lo acompañan figuras
de las Reservas activas del Ejército, que simpatizan con el proyecto político
del presidente Gustavo Petro.
Es decir, Rentería podría dar
cuenta de una inocultable confusión ideológica, de un inusitado pragmatismo de
quienes lo acompañan o quizás de una inocultable crisis en la formación de cuadros
en los sectores de la izquierda, que hace posible plegarse a cualquier
candidatura. En el portal La Silla Vacía se lee lo siguiente sobre el
candidato: “…lleva una cruz que algunos de sus copartidarios no quieren
cargar: la de su paso por partidos de derecha, como Colombia Justa Libres y el
antiguo MIO, que lideró el parapolítico Juan Carlos Martínez. También hizo
parte del gabinete del alcalde, Jorge Iván Ospina…”.
Lo cierto es que la lucha por el
control de la alcaldía de Cali dejó de ser política e ideológica, para convertirse
en una guerra económica: el que más plata ponga, terminará haciéndose con el
poder local. Por todo lo anterior, la mejor opción para Cali este 29 de octubre
es votar en blanco. Ello no quiere decir, que no existan buenas opciones en
candidatos al Concejo y a la Asamblea.
Imagen tomada de El Espectador.com
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