martes, 5 de septiembre de 2023

ELECCIONES: ¿ES VERDAD QUE LA ALCALDÍA DE CALI TIENE PRECIO?

 

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El candidato a la alcaldía de Cali, Deninson Mendoza dijo a un medio radial que las elecciones en la capital del Valle del Cauca “es una pelea de quién tiene más plata”. La sentencia de Mendoza hace creíble la idea de que las alcaldías, gobernaciones e incluso, la presidencia de la República en Colombia, tienen un precio establecido. Lo dicho por Mendoza aporta a la entrega de un mal diagnóstico a propósito de la salud del régimen democrático. En referencia directa al candidato Roberto Ortiz, conocido como “el Chontico”, Mendoza dijo que el Chontico “quiere comprar la Alcaldía de Cali, ha gastado más de 50 mil millones de pesos, y Cali ya le ha dicho que no. Esta es la tercera vez que se lo dirá nuevamente, porque Cali va a elegir a un alcalde popular” (Tomado de Infobae).

Por todo lo anterior y de resultar cierta la idea que circula en Cali y en otros municipios del país y la sentencia del candidato mencionado, hay que decir que el régimen democrático local goza de una muy mala salud. La enfermedad es, además de grave, incurable. Se trataría de una “enfermedad huérfana” para la que no existe tratamiento conocido o medicamento aprobado que venza el mal encarnado. De un régimen democrático que opere bajo esas condiciones solo se puede esperar que haga metástasis. Y al parecer, a juzgar por las negativas representaciones sociales que descalifican a la saliente administración local, Cali aún no entra en ese estado metastásico, aunque ya se nota el colapso moral en las maneras como se administra lo público y se gestiona lo privado desde instancias oficiales. Las jornadas electorales son termómetros que permiten examinar y determinar las condiciones de salud del régimen democrático en el que los comicios ocurren de manera permanente, de acuerdo con el calendario electoral.

La financiación privada de las campañas políticas es un factor negativo que afecta la salud del régimen democrático en tanto poco importan las ideas y los proyectos políticos de los aspirantes a ocupar los cargos públicos; la importancia radica en el dinero que cada campaña maneje para posicionar la imagen de un candidato que, además de pasajera, devendrá artificiosa, pero efectiva al momento de ocultar lo que realmente pasa: los triunfos electorales no son del todo políticos, sino económicos.

El cubrimiento de las campañas políticas y de lo prometido por los distintos candidatos a ocupar cargos públicos de elección popular, por parte de las empresas mediáticas, hace parte de la evaluación del sistema democrático. De igual manera, los costos de las campañas y el millonario gasto en posicionar a los y las candidatas permiten pensar que el trabajo no está tanto en discutir ideas y conceptos para convencer a un electorado que se mueve entre la apatía y los intereses individuales y colectivos se sectores que buscan sacar tajada. Así las cosas, poco interesa la discusión de las ideas y la viabilidad de las propuestas de campaña. Lo que prevalece es el objetivo de descrestar votantes por los costosos recursos publicitarios y la aparición en medios masivos. La visibilidad de los candidatos en vallas publicitarias, afiches y en apariciones en los medios masivos y redes sociales serían la mascarada perfecta para ocultar que llegar a una alcaldía o gobernación obedece más a una transacción económica, que a la real voluntad del electorado. Cuando coinciden la voluntad del electorado con el resultado esperado, no se puede hablar con total certeza de un triunfo político limpio.

Para el caso de las elecciones en Colombia ha hecho carrera la idea que señala que conquistar alcaldías, gobernaciones e incluso, la presidencia de la República depende del precio que a cada institución se le pone, de acuerdo con la circulación de efectivo y las millonarias inversiones que se hacen a las campañas.

En el caso de Cali, la idea que circula es que hacerse con la alcaldía de Cali tiene un costo determinado, lo que haría que la puja por conquistar la administración local deja de ser un trabajo exclusivamente político, para convertirse en una subasta con matices electorales. Trátase de una realidad objetiva, de un rumor o de un “secreto a voces”, lo cierto es que esta elección, como otras, devienen cubiertas por la macabra idea que circula en municipios, vistos estos como objetivos económicos y ya no como objetivos políticos para transformar realidades sociales y culturales.  ¿Es verdad que la Alcaldía de Cali tiene precio? Si es así, no solo está enfermo el régimen democrático, sino una buena parte del pueblo caleño.


Imagen tomada de La Silla Vacía


No hay comentarios:

Publicar un comentario

PLEBISCITO POR LA PAZ Y EL TRATADO DE LA HABANA, OCHO AÑOS DESPUÉS

  Por Germán Ayala Osorio   Se conmemoran por estos días los 8 años de la firma del tratado de paz que le puso fin al conflicto armado e...