Por Germán Ayala Osorio
Amparo Cerón está tratando de
construir una leguleyada, para torpedear la elección del nuevo fiscal. Insiste la
señora, cercana a Néstor Humberto Martínez Neira, en que, al haber sido ternada
por el presidente, ese hecho político y de simple carácter administrativo, le
otorga el derecho a ser elegida, razón por la que debe ser la Corte Suprema de
Justicia (CSJ) la que asuma la decisión final de su suerte y no el presidente Petro,
quien envió hace unos días la nueva terna, de la que, por supuesto, ya no
aparece el nombre de la abogada, quien fungiera como la fiscal que llevó el
caso de Odebrecht. En lugar de Cerón, el gobierno puso el nombre de Adriana
Camargo.
En ejercicio de la potestad
presidencial de enviar a la Corte Suprema de Justicia la terna para que este
alto tribunal elija a quien remplazará al inefable y controvertido fiscal
general, Francisco Barbosa, ahora, Amparo Cerón quiere no solo restarle legitimidad
y legalidad al poder que tiene el jefe del Estado de ternar a quienes él cree
que tienen la altura moral y ética, así como la formación y capacidad para
dirigir la fiscalía general de la Nación, entidad de tiempo atrás capturada por
mafias de cuello blanco y uniformes camuflados.
Justamente, el infantil reclamo o
la pataleta de la señora Cerón dejan ver su minúscula dignidad al no reconocer
que su nombre genera dudas en el gobierno y en sectores políticos y periodísticos,
lo que debería de impulsarla a declinar a hacer parte de la exclusiva terna.
Pero no. Cerón quiere construir un caso jurídico donde no lo hay, por el solo
hecho de extender en el tiempo la elección que deben hacer los magistrados de
la Corte Suprema de Justicia.
Es sencillo: para qué insistir en
hacer parte de una lista cuando el propio gobierno ya revisó a fondo su
trayectoria, la misma que le generó dudas tardías al presidente sobre la
independencia de la señora Cerón. Lo que sí hay que reconocer es que el gobierno
se equivocó al ternar a la abogada Cerón, pero ese yerro no puede usarse para reclamar
un inexistente derecho adquirido.
La lógica sentimental y proto
jurídica de Amparo Cerón se desvanece y entra en crisis justamente al momento
en el que el presidente Petro envió la nueva terna, potestad que Cerón quiere
arrebatarle, cuando dicho poder está garantizado por la Constitución.
Ya veremos en qué queda esta ridícula
novela de una abogada que, golpeada en el ego, quiere convertir ese dolor en un
hecho jurídico que termine afectando el proceso de elección del nuevo fiscal
general de la Nación. Se espera que la CSJ no se deje enredar por quien cree, sí o sí, que
merece ser fiscal general de la Nación, cuando ya no hace parte del exclusivo
listado. Lo mejor es que se resigne y guarde el recuerdo de haber sido ternada,
por error.
En un país como Colombia, no es
raro encontrar ternas de uno o de cuatro. Las de uno funcionan, cuando de
antemano ya está elegido uno de los tres. Ahora, por cuenta de la abogada
Cerón, parece que veremos una terna de cuatro.
Imagen tomada de Infobae.
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