Por Germán Ayala Osorio
Asesinar el humor hace parte de
las lógicas de una sociedad como la colombiana que se acostumbró a todo tipo de
violencias (estructural, cultural- simbólica y física). Después del homicidio
de Jaime Garzón, el país político entró en una profunda tristeza por la forzada
partida del gran humorista y crítico político. Después de ese grave episodio,
ahora emerge el “asesinato moral” como estrategia para acallar a los humoristas
críticos. Bueno, por estos días el caricaturista Matador es víctima de esa
práctica social y política.
El periódico EL TIEMPO, hoy en
manos del mezquino magnate Luis Carlos Sarmiento Angulo, decidió prescindir del
humor de Matador, por cuenta de un suceso de violencia familiar protagonizado
por el caricaturista, Julio César González. Después de 10 años de cometido el
error, enmendado al interior de su familia, un abogado cuyo nombre prefiero no
recordar, hurgó en la historia judicial y encontró el motivo para que el diario
bogotano optara por sacar de sus páginas al incómodo caricaturista.
En un rápido “juicio sumario”, el periódico EL TIEMPO,
hasta hace unos años de orientación liberal, tomó la decisión de sacar de
circulación el humor de Matador. Lo hecho por el abogado y EL TIEMPO bien entra
en la categoría “asesinato moral”. Expuesto el asunto en las redes sociales,
González fue lapidado, pero antes de ser llevado al cadalso, su imagen de Padre
y esposo fue enlodada y cubierta bajo una espesa capa de fango. Ese vergonzoso
episodio que por varios años guardó junto con su esposa, fue descubierto y
usado para asesinarlo moralmente.
Como víctima, Matador se vio
obligado a hacer una declaración pública que, si bien va dirigida a sus hijos,
la verdad es que constituye una denuncia de quien ha sido asesinado moralmente
por quienes no pudieron vencerlo en el escenario del humor y mucho menos en el
de la argumentación. Hace rato la derecha erigió al reconocido caricaturista en
el enemigo del régimen. Asesinar moralmente, por supuesto, es menos grave que
el homicidio, pero sobrellevar los
señalamientos morales resulta más doloroso, en particular cuando hay hijos de
por medio. Lo curioso de todo esto es que todos los días, en los diarios,
incluido EL TIEMPO, se registran hechos inmorales e incluso, eticidades
contaminadas por el ethos mafioso que todos, por acción u omisión, hemos
validado. En esas páginas, se registran las caídas de puentes o las coimas en
vías mal construidas y mal iluminadas por el sol (II).
Sin duda alguna, Matador cometió
un error espantoso. Quienes seguimos y disfrutamos de sus caricaturas estamos
seguros de que la ética, para él, sí tiene que ver y, mucho, con el humor.
Insisto en que una sociedad que asesina, física y moralmente, a sus humoristas
y caricaturistas, deviene enferma y hasta inviable.
Imagen tomada de Blu Radio.
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