Por Germán Ayala Osorio
Horas después de la explosión de
un carro bomba en Tame (Arauca), el expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe
Vélez apareció en las redes sociales con un mensaje que debe ser leído con
cuidado. Presento aquí un ejercicio interpretativo de lo expresado por el temido
y temerario político.
“La violencia, carros
bomba, asesinato de soldados y policías, secuestro, extorsión, anula los deseos
de paz, incluso, de los más fervientes votantes del sí, en el plebiscito de
2016. La seguridad es factor determinante para la paz”.
En la referencia a la violencia y
a las muertes de soldados y policías, Uribe vuelve al falso patriotismo con el
que engañó a millones de pendejos y pendejas que creyeron que había llegado un Mesías a
salvar a Colombia del terrorismo. Uribe fue y será un falso patriota.
Con esa idea de ser el defensor
de los policías y militares conquistó a millones de colombianos y logró la
simpatía de cientos de uniformados que lo veían como líder, un macho cabrío, un
guerrero. Fue tal ese nivel de apego a las ideas de este liliputiense, que terminaron
cometiendo crímenes de lesa humanidad mal llamados falsos positivos.
Uribe es un falso patriota porque
a este inefable salgareño poco o nada le importa la vida de los uniformados.
Para este sub judice ciudadano fueron y son simples fichas e instrumentos que usó
para dar rienda suelta a su proyecto político, consistente en generar la mayor
zozobra posible, para que cientos de miles de campesinos abandonaran sus
tierras. Uribe, como latifundista, ganadero, caballista y consumado neoliberal,
odia al campesinado. Por ello, se sirvió de la existencia del conflicto armado,
para garantizar a todos sus amigos, el acceso a tierra fértil barata. Al final,
la concentración de la tierra por desposesión fue uno de sus grandes logros en
materia de contra reforma agraria.
Al referirse al plebiscito por la
paz de 2016, intenta hacer creer a simpatizantes y detractores que él está con
la salida pacífica al conflicto, cuando su talante real es el de un cruel
pacificador, un guerrerista. Como lo fue el general Rito Alejo del Río, el “pacificador
de Urabá” y su mano derecha cuando fungió como gobernador de Antioquia. Y de
contera, Uribe les recuerda a sus cándidos simpatizantes lo vivido durante las
campañas del Si y del No, y de todo el juego sucio que su partido hizo para
engañar a los votantes. Con esa alusión a la paz, vuelve a la idea de que el
país quedó en manos del “terrorismo”, narrativa que aún persiste hoy en las
huestes de la derecha y la ultraderecha.
Y termina su “inocente” mensaje
con la misma idea con la que engañó a millones de colombianos que se creyeron
el cuento de la seguridad democrática. Hábilmente, este viejo homúnculo evita nombrar
la palabra democrática, porque sabe que tiene mala recordación por los 6402 jóvenes
que resultaron asesinados por militares que previamente monetizaron sus vidas.
Es decir, las vidas de unos y de otros costaron un plato de arroz chino, un permiso, un ascenso
o la participación en un “bacanal”.
Imagen tomada de la red Twitter.
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