Por Germán Ayala Osorio
El Dinosaurio, de Augusto Monterroso, es el cuento más corto del mundo. Y por estos días, en medio del escándalo de los audios de Oscar Iván Zuluaga, en Colombia se cree que el entonces noble, preparado y probo candidato presidencial del uribismo escribió la carta más corta y lacónica de este hemisferio: su renuncia a la secta-partido en donde militó y desde donde hizo política electoral y buscó gobernar a Colombia con absoluta pulcritud. La misiva en referencia dice así: “Por medio de la presente me permito informarle de mi retiro del Partido Centro Democrático”.
Con la escueta carta de renuncia
a su partido, Zuluaga vuelve a guardar silencio, pues evita referirse a los
hechos públicos que lo obligaron a renunciar. Lacónica misiva que también da
cuenta de su soledad y ostracismo.
Las cartas, como los cuentos, suelen
definir o dar cuenta de un contexto. El cuento de Monterroso es profundo por
las dimensiones y perspectivas que sus lectores pueden atribuirle. Por el
contrario, la epístola de Zuluaga niega a sus electores la posibilidad de
comprender la decisión tomada. Creerá el político que es suficiente con lo
publicado y comentado en los medios de comunicación. Vuelve a equivocarse el
exministro de Hacienda. En su renuncia bien pudo exponer los hechos que
provocaron su renuncia, y sobre todo, pudo dejar claro que no engañó a la
colectividad al haber recibido o conocido de la entrada de dineros de Odebrecht. El excandidato
presidencial del uribismo en 2014 deja ver en su sucinta comunicación que sigue
firme en su decisión de inmolarse y de ir al cadalso en solitario porque su
único interés es salvar a su hijo David de las consecuencias penales que se le
vendrían encima por ser Representante Legal de la campaña Zuluaga presidente.
Zuluaga prefirió escribir la concisa
carta, en lugar de un oficio o memorial en el que le aclarara al país los
niveles de responsabilidad que hay en su caso, porque el país sabe que él no
pudo actuar solo.
Quizás el cuento de Monterroso les sirva a los colombianos para entender que después de los casos de Santoyo,
las chuzadas del DAS, los falsos positivos, Agro Ingreso Seguro y Odebrecht, el
más grande y depredador Dinosaurio sigue saliendo incólume y limpio a pesar de
su cercanía a los hechos de corrupción arriba expuestos.
El cuento de Monterroso dice que “Cuando
despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Quizás sea tiempo de superar lo
hecho por el escritor guatemalteco, diciendo: “Cuando los colombianos
despertaron, los corruptos, seguían ahí”.
Imagen tomada de twitter.com
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