Por Germán Ayala Osorio
El secuestro de la sargento
Karina Ramírez, sus dos hijos y el perro dejó al descubierto dos asuntos: el
primero, la práctica infantil y estúpida del ELN de secuestrar uniformados y
civiles para demostrarle al país que tiene dominio territorial. Insiste esa
guerrilla en retener por horas, días, semanas y meses a miembros de la fuerza
pública, para luego montar el espectáculo, con organismos internacionales y la Defensoría
del Pueblo a bordo, para la entrega de sus víctimas. Creerán que ganan mucho
los elenos con estas demostraciones, pero la verdad es que lo que generan es
repudio.
La liberación de la suboficial y
sus familiares después de cinco días de haberse producido el plagio, no se
puede ver con un gesto humanitario. El mejor gesto de paz que pueden expresar
los elenos es dejar de burlarse del gobierno y de los colombianos, parando los
secuestros y los atentados a la infraestructura económica.
Este tipo de acciones temerarias
parecen obedecer a retos que se lanzan al interior de algún frente de guerra.
Así, los guerrilleros que ejecutan los secuestros ganan puntos o cumplen con el
reto que aceptaron de sus comandantes. Sin duda, se trata de un juego de
guerrilleros que siguen jugando a ser “revolucionarios”. Y claro, también se divierten
hablando de paz.
El segundo asunto que se puso al
descubierto tiene que ver con los traslados y desplazamientos de los militares
en zonas de orden público. A juzgar por el “papayazo” que dio la unidad militar
que permitió que la sargento Ramírez saliera en su vehículo particular y con su
familia, sin ningún tipo de protección, estamos ante un error táctico que no se
puede volver a presentar, pero que es más normal de lo que se cree.
Aunque desafortunado el
comentario del ministro Velásquez al calificar como “imprudente” la salida de
la suboficial, con sus hijos y el perro, por una zona “roja”, el jefe de la
cartera de Defensa tiene la razón. Si viven en zonas como Arauca, Putumayo, Cauca
o el Catatumbo, todos los movimientos de las unidades militares deben darse tomando
todas las medidas de seguridad.
Olvidó el ministro Velásquez que
los medios de comunicación están a la espera del más mínimo error o comentario
para echar a correr la narrativa que sirva a los intereses de la Oposición. Y
así pasó. Bien pudo el minDefensa expresar su opinión en un consejo de
seguridad o exponérselo a los comandantes directos de la sargento Ramírez.
Hay soldados que viajan en buses
de servicio público sin mayor protección y monitoreo por parte de sus
superiores. De igual manera, hay
oficiales y suboficiales que salen en sus vehículos particulares, lo que los
expone a este tipo de riesgos. Justamente, esos movimientos de los militares son
la expresión clara de que los grados, las jerarquías, definen las condiciones
en las que se producen los traslados o el disfrute de días de permiso. Es eso
lo que debe atacar el ministro de la Defensa, para evitar que uniformados como
la sargento Ramírez cojan carretera como si vivieran en Dinamarca.
Nuevamente el ELN deja claro que
es una estructura armada ilegal cuyos líderes no están interesados en firmar ningún
armisticio con el gobierno actual. Lo de ellos es jugar con la paz y la
paciencia de los colombianos. Al fin y al cabo, ya entendieron que jamás se
tomarán el poder a tiros, lo que los obliga a sobrevivir y a mantener,
forzadamente, un estatus político que hace rato perdió el ELN, por estar en la
tercera etapa de las violencias en Colombia. Es decir, dedicados a la economía
ilegal, tal y como se los dijo el presidente Petro a generales y almirantes.
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