Por Germán Ayala Osorio
La gran prensa bogotana está cuidándole la espalda al alcalde mayor de Bogotá. Se trata de una apuesta editorial y periodística que consiste en “tratar con guantes de seda” al delfín, a pesar del carácter irresoluto que por momentos deja ver Carlos Fernando Galán (CFG) frente a temas como la inseguridad y el racionamiento del agua. Eso sí, está decidido a continuar con el sistemático proceso de sometimiento de la reserva Thomas Van Der Hammen, hecho que lo confirma como el sucesor de Peñalosa en materia de deterioro ambiental y ecológico de la sabana de Bogotá.
CFG es un político sumiso, obediente e incapaz de expresar crítica alguna contra el modelo urbanístico aplicado en la capital del país, en gran medida responsable de los problemas de abastecimiento de agua para los capitalinos. Galán no es un político brillante. Eso sí, es funcional a la élite bogotana y a quienes desde los partidos políticos le apuestan a mantener las correlaciones de fuerza al interior del establecimiento nacional que, desde Bogotá, sus más visibles agentes juegan a pensar el desarrollo del resto del país.
La ayuda mediática que le están prestando medios como La FM, Blu Radio, La W, El Tiempo y Semana tiene el claro objetivo de ir consolidando al hijo de Luis Carlos Galán Sarmiento como el candidato presidencial de la derecha bogotana. Se cree que quien sea capaz de administrar a la compleja Bogotá, puede asumir el reto de gobernar a un país como Colombia que por muchos factores se torna ingobernable. Ya veremos qué sucede con la aspiración presidencial de Galán.
El discurso de Carlos Fernando Galán
es básico. Habla un inglés fluido como Iván Duque, y al igual que el
expresidente y ex títere, el dominio de esa lengua está atado a una narrativa
insulsa y acrítica muy propia de aquellos políticos interesados en llegar a la Casa
de Nariño para cumplir un sueño personal, familiar o el de los mecenas que los
ponen en la casa de gobierno para cumplir el rol de firmones. Galán no tiene la
aspiración política de dejar una huella indeleble, resultado de haberse asumido
como un factor de cambio. Y mucho menos está interesado en convertirse en defensor de la causa ambiental y ecológica. De continuar de esa manera, será en el inmediato futuro
la versión 2.0 del nefasto Iván Duque Márquez.
Por ser hijo del inmolado líder político
del Nuevo Liberalismo, hay quienes le exigen a Carlos Fernando y a su hermano Juan Manuel que
recojan las banderas y las ideas de su padre. No lo harán justamente porque les
resulta más cómodo a los dos someterse a las lógicas del establecimiento bogotano,
que insistir en cambiar a una sociedad como la colombiana que deviene de tiempo
atrás moralmente confundida.
CFG cree que gana mucho al
graduar a Petro como un presidente “metiche” en las problemáticas de Bogotá. La
reciente inundación de la “autopista” norte es un llamado de atención para que
reoriente su proyecto de ciudad asumiendo el cuidado y la recuperación de la
reserva Thomas Van Der Hammen. Pensar en garantizarle exclusivamente los
intereses y los “derechos” adquiridos de las empresas constructoras que
aportaron dinero a su campaña por la alcaldía puede resultarle caro en su
carrera hacia la Casa de Nariño.
Hay un asunto que el alcalde
Galán debería de entender: frente a los efectos socioambientales que viene
dejando en Bogotá el cambio climático no habrá defensa mediática que, al final
del mandato, salve su imagen. No les deje todo el trabajo a las empresas
informativas, señor alcalde: gobierne con la responsabilidad que le exige el
momento histórico por el cual atraviesan Bogotá, Colombia y el planeta entero. Le
recomiendo que tome distancia de Enrique Peñalosa y de todos los “técnicos” que
rodearon a quien desde el Palacio Liévano desecó humedales y le negó a los
capitalinos la oportunidad de tener un metro subterráneo, por el solo hecho de
privilegiar el negocio de los buses de Transmilenio.
carlos fernando galán pachon y la thomas van der hammen - Búsqueda Imágenes
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