Por Germán Ayala Osorio
El caso Pegasus va camino a
convertirse, de cara a las elecciones de 2026, en el factor de discordia y odio
más grande entre el uribismo y el petrismo y de división interna entre los
sectores que configuran la derecha colombiana.
La sorpresa que significó para la
derecha uribizada que el jefe del Estado se atreviera a develar el oscuro entramado
delictivo que arrastra la compra legal-ilegal del malicioso software, terminó
por desatar la más agria reacción en las huestes uribistas. Al interior de esa
mesnada nadie esperaba que Petro fuera capaz de exponer públicamente lo que
bien se pudo manejar de acuerdo con la tradición política y los quehaceres
presidenciales: de manera silenciosa para no afectar la dignidad presidencial comprometida
en este caso por la figura del expresidente Iván Duque Márquez.
Una vez convertida la sorpresa en
una inocultable molestia del uribismo con el presidente Petro por haber
destapado semejante caja de pandora, sus más visibles agentes se vieron obligados
a activar la estrategia política, institucional y mediática de negar la compra
de Pegasus y el uso criminal que el presidente de la República ha señalado que
le dieron a ese instrumento informático.
El expresidente Iván Duque se vio
empujado a negar la transacción y por esa vía el uso delictuoso del software. Al
tiempo, varios medios de comunicación afectos al círculo de poder que rodea aún
a Uribe Vélez se apropiaron de la tesis negacionista para ridiculizar al
presidente Petro y bajarle el tono al escándalo. Una periodista que gusta de
exponer públicamente bochinches presentados como hechos noticiosos relevantes,
lideró la tarea periodística de negar la compra de Pegasus. Se sumaron a su
perniciosa tarea conductores de programas radiales que en el pasado fungieron
como defensores de oficio de la nefasta administración de Duque.
A la estrategia de defensa del
honor presidencial de Duque se sumó la procuradora Margarita Cabello Blanco
quien negó la existencia oficial de Pegasus, resultado, según la ladina jefa
del Ministerio Público, fruto de sendas investigaciones. Ad portas de entregar
el cargo, Cabello Blanco estaba obligada a demostrar una vez más su lealtad y
sumisión al uribismo. La reacción de Petro no se hizo esperar: “la Procuradora,
miente”.
Eso sí, el enfrentamiento no es
solo político, sino mediático. La revista Raya y RTVC fungen como medios
alternativos y canales a través de los cuales el presidente Petro ha logrado
darle visibilidad a semejante caso cargado de impudicia y odio hacia su figura
y a todo lo que huela a izquierda. Así las cosas, los ejercicios periodísticos
de Raya y RTVC se oponen ética, moral y políticamente a las propias actividades
editoriales y periodísticas adelantadas por los medios que, afectos al
uribismo, se la jugaron toda por la autocensura para minimizar el escándalo y
ocultar la realidad de unos hechos que son tozudos: la compra de Pegasus si se
produjo. Lo de su uso criminal le corresponde demostrarlo a la Fiscalía.
Entre tanto, el presidente Petro
insiste en que la compra sí se hizo, hecho que NSO Group confirmó aludiendo que
la operación se dio bajo el ordenamiento jurídico. A pesar de la contundencia
de lo expresado por la empresa israelí que le vendió al Estado colombiano el software,
Duque, sus amigos periodistas y ahora Cabello Blanco insistirán en la
estrategia negacionista hasta tanto la fiscalía general de la Nación (FGN) no abra
un expediente e inicie la vinculación y la imputación de cargos contra aquellos
que de manera directa tuvieron que ver con la adquisición de Pegasus y el uso
criminal que señala Petro. Urge que la FGN actúe con celeridad para que este
caso de espionaje alcance el nivel de importancia política y mediática que en
su momento alcanzaron los hechos y las circunstancias del Proceso 8.000 y el de
las chuzadas del DAS.
PEGASUS Y DUQUE - Búsqueda Imágenes
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