miércoles, 4 de septiembre de 2024

SELECTIVA SOLIDARIDAD PERIODÍSTICA

 

Por Germán Ayala Osorio 

La violenta y estigmatizante frase que lanzó el presidente Petro contra las periodistas “amigas del poder”, a las que llamó las “muñecas de la mafia”, despertó en colegas hombres y mujeres una lógica y esperada solidaridad por ser los indignados e indignadas, trabajadores y trabajadoras de empresas mediáticas que hacen parte de conglomerados económicos.

La solidaridad en una sociedad escindida y clasista como la colombiana suele devenir selectiva, en particular en un gremio como el de la prensa en el que abundan las divisiones justamente entre aquellos colegas que son derecha y defienden a dentelladas al viejo establecimiento y al uribismo; y otros que, sin ser de izquierda, le apuestan a incomodar a agentes del poder económico y político, en especial aquellos señalados de actos de corrupción.  Los amigos del viejo régimen de poder medianamente informan y tergiversan los hechos. Mientras que las y los otros se dedican a investigar los torcidos de gente poderosa.

Mientras la indignación por la infortunada frase lanzada por Petro crecía, la periodista Laura Ardila, autora del libro La Costa Nostra salía del país rumbo al exilio por las amenazas de muerte que recibió. Hay que recordar que Ardila sacudió a la opinión pública denunciando en su libro el poder corruptor del clan Char de Barranquilla. Lo curioso es que las y los colegas que salieron a defender a las periodistas que se sintieron aludidas por lo dicho por Petro, guardan silencio frente al exilio de la colega Laura Ardila.

Que una mujer periodista, corajuda y profesional, se vea obligada a abandonar su país por amenazas de muerte, debería de sacudir a la sociedad y al periodismo. Pero no. Por tratarse de una periodista incómoda al régimen de poder, los medios corporativos deben guardar silencio porque registrar el hecho noticioso, implicaría nombrar a los Char, y ello podría poner en riesgo las relaciones sociales y políticas, como también los millones en pauta que los supermercados Olímpica entregan a los medios masivos. 

Hay, entonces, una solidaridad gremial selectiva frente a hechos de violencia contra los periodistas. La frase “muñecas de la mafia” que lanzó el presidente Petro generó la solidaridad de colegas periodistas que trabajan para medios corporativos a los que poco les interesa incomodar a agentes de poder económico y político.

Si por algo se caracteriza el ejercicio del periodismo en Colombia es por la inexistencia de un gremio que represente con probada legitimidad los intereses individuales de los periodistas, incluidos, por supuesto, el bienestar laboral y las condiciones de inseguridad que soportan los comunicadores en territorios alejados de las dinámicas del poder económico y político bogotano.

Más bien, las agremiaciones de periodistas suelen ser clubes de amigos en los que el clasismo y las diferencias ideológicas impiden la consolidación de un gremio fuerte capaz de enfrentarse a los conglomerados económicos y los clanes políticos que fungen como empleadores y, por lo tanto, como órganos de control de la información.

Bajo esas circunstancias, la insolidaridad es el factor común entre los periodistas, fruto de la defensa que unos hacen del establecimiento y las distancias que otros intentan mantener de esas fuentes de poder que obligan a los primeros a autocensurarse y a los segundos, a buscar información que comprometa ética y jurídicamente a los agentes de poder más representativos de ese régimen de poder.



LAS MUÑECAS DE LA MAFIA DE PETRO - Búsqueda Imágenes (bing.com)

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