domingo, 5 de mayo de 2024

CORRUPCIÓN EN LA UNGRD: EN RIESGO LA NARRATIVA DEL CAMBIO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Desde su nacimiento como República, Colombia arrastra el insuperable problema de la corrupción público-privada, que es consecuencia del enraizado ethos mafioso que guía desde esos tiempos la vida de selectos clanes políticos que operan en regiones y miembros de la clase política y dirigente (empresarial) que, apostada en Bogotá, se asegura de que en el resto del territorio opere el Estado en la misma lógica mafiosa, sucia, indebida y criminal.

El escándalo de corrupción en la UNGRD, primero con la compra de los carrotanques de agua llevados a La Guajira y ahora por las coimas millonarias entregadas a los presidentes de la Cámara de Representantes y Senado salpican al gobierno de Petro y al Congreso de la República.

Lo más doloroso del asunto es que en la compra irregular de los carrotanques participaron funcionarios elegidos por el mismo presidente y en la entrega de los 3 mil millones de pesos a Iván Name, presidente del Senado y mil millones al presidente de la Cámara, Andrés Calle, altos funcionarios que muy seguramente llegaron a altas consejerías y demás cargos, por cuenta de los sempiternos acuerdos burocráticos. En este caso, los establecidos con la Alianza Verde;

Lo informado a los medios por Sneyder Pinilla, exfuncionario corrupto, constituye una mancha más para el  Congreso, una de las instituciones más desprestigiadas del país, usada por clanes y políticos profesionales para mantener la captura del Estado y por ese camino,  acceder a billonarios recursos del erario para hacer grandes negociados como los ocurridos, hace muchos años, con la construcción de la hidroeléctrica de El Guavio; también en otros emblemáticos torcidos como Chambacú, la quiebra de Granahorrar con Michelsen Uribe y la construcción de la refinería de Reficar; entre los más recientes están los casos de Las Marionetas y el de Centros Poblados, con este último  se robaron 70 mil millones de pesos que jamás aparecieron. Hay que recordar que el entonces presidente-títere, Iván Duque, “sorprendido” por el escándalo mantuvo a la ministra del Min Tic, Karen Abudinen, a pesar de su responsabilidad política en los hechos; además, Duque dijo públicamente que pediría ayuda al FBI para recuperar la millonaria suma. Sobre lo segundo, el fatuo mintió.

Pero volvamos al caso que ensucia la imagen del gobierno Petro. No basta con pedir la renuncia de los comprometidos en el escándalo que apenas empieza la Fiscalía a tratar de decantar sus alcances y dimensiones. Ya está claro que en términos de “atacar la corrupción” no habrá cambio. Se aplaude la decisión del presidente de pedirles la renuncia a los funcionarios comprometidos en los hechos narrados por Sneyder Pinilla, exfuncionario corrupto que hoy delata a sus superiores jerárquicos porque él mismo lo dijo “no quiere ser el único guevón que caiga” en semejante entramado de corrupción. Insisto: no es suficiente. Lo que tiene que hacer Petro es convocar ya la Comisión Internacional que prometió en campaña, para que, de la mano de la ONU, se sacudan todas las instituciones estatales, incluidas por supuesto, las FFAA, las altas cortes y su propio gobierno.

Está en mora el gobierno del cambio en convocar esa comisión internacional si de verdad quiere contrarrestar los efectos negativos que la prensa opositora está generando en la opinión pública. Incluso, columnistas que votaron por el proyecto político que encarna Petro, ya replican la narrativa que indica que “cambio no hubo” y que este gobierno es tan corrupto como los demás.  Ana Bejarano, en Cambio, sostiene lo siguiente en reciente columna: “Eso es lo más decepcionante del gobierno del cambio: que se ejerce como cualquier otro de los que se hacen elegir para repartirse las arcas del Estado entre amigos y mafiosos. No son casos aislados ni funcionarios desviados: la evidencia que se acumula no puede entenderse por fuera del copamiento y abuso estructural y sistemático de lo público que conocemos a la perfección. Casi que la improvisación y mediocridad en el ejercicio del poder serían pasables si no estuvieran dedicados a llenarse los bolsillos con nuestra plata. Petro lo sabe y se hace el de la vista gorda en franca complicidad con la numerosa cantidad de ladrones a quienes les abrió las puertas de la función pública. La pantomima del cambio para hacer lo de siempre: apoderarse del botín”.

Esos nuevos hechos de corrupción alimentarán la vergonzosa e incompleta lista que aparece en esta columna. Pinilla se adelantó a lo que muy seguramente sucederá: pagarán los más “guevones” porque los sistemas judicial, político y cultural están diseñados para que los corruptos con apellidos de afamados clanes políticos hagan uso de lo que se conoce como la economía del crimen o del delito.

El ethos mafioso está tan naturalizado en estos tres sistemas, que lo que la prensa y los ciudadanos del común llaman corrupción, para la élite política que está detrás de todos los escándalos de pago de coimas y tramoyas simplemente es el “derecho preferente a robar al Estado” porque sin ellos como alimentadores de los tres sistemas, el país colapsaría.



Imagen tomada de Youtube.com

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