Por Germán Ayala Osorio
Estos
son los mensajes que envía el presidente electo, Gustavo Petro, al
establecimiento y a los sectores que lo acompañaron en su campaña, con la
elección de los miembros de su gabinete. Por ejemplo, con la llegada de José
Antonio Ocampo al ministerio de Hacienda, Petro quiere mandar un mensaje de
tranquilidad al establecimiento y a los organismos multilaterales de crédito,
al tiempo que pone sobre sus hombros la responsabilidad de liderar los cambios
o por lo menos lograr hacer algunos ajustes que en materia de política
económica prometió cuando fungió como candidato presidencial. En ese mismo
sentido se entiende la designación del
ex rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria en el ministerio de
Educación. Su pasado como agente neoliberal bien podría determinar cuánto
valora Gustavo Petro el apoyo recibido de Fecode.
De
igual manera, la elección de Cecilia López Montalvo en la cartera de
agricultura también manda un mensaje de tranquilidad a esa parte del
establecimiento que no solo reconoce el talante político y profesional de la
designada, sino los aprendizajes alcanzados en sus anteriores pasos por las
carteras de agricultura y medio ambiente. Aunque los ganaderos y latifundistas que tienen tierras de “engorde”
(improductivas por decisión) pueden mostrarse preocupados por las intenciones
del gobierno entrante de gravar a los segundos y se controlar a los primeros,
en particular por sus acciones de acaparamiento, especulación inmobiliaria y
extensión de sus cercas en zonas de parques nacionales naturales. Por el
contrario, la elección de Carolina Corcho, como ministra de Salud, lleva un
mensaje directo no solo a los actores del sistema de salud, sino a quienes por
acción u omisión lo pervirtieron. Ya veremos a cuántos del establecimiento
Corcho podrá tocar con sus propuestas de reforma al sistema de salud. En cuanto
a la elección de la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, el mensaje que lleva está
fuertemente anclado a las preocupaciones de Petro por el cambio climático, la
creciente deforestación y la seguridad alimentaria como asunto de Estado.
Es
decir, Petro Urrego está mandando mensajes de tranquilidad a un establecimiento
renuente a los cambios y acostumbrado a que los ministros de estratégicas
carteras, terminen sirviendo a los intereses de sus agentes más poderosos.
Baste con examinar el perfil y las actuaciones de los ministros de los
gobiernos de Álvaro Uribe e Iván Duque para entender que por encima de los
criterios técnicos de cada ministerio, lo que interesa es mantener privilegios
y evitar tocar intereses corporativos, empresariales y/o personales.
Entre
tanto, las recientes designaciones, aparecen dos lideresas indígenas. De un
lado está Leonor Zalabata (indígena Arhuaca),
reconocida por su activismo en la defensa de los derechos de las mujeres y la
naturaleza, quien será la embajadora ante Naciones Unidas en Nueva York. El
mensaje es claro al mundo: en Colombia hay pueblos indígenas que requieren de
su protección y reconocimiento, lo que pone al gobierno de Petro ante el mundo
en una doble dimensión: la primera, de carácter étnico-territorial, pues reconoce
a los pueblos indígenas, sus autonomías territoriales; y la segunda, que expone
la sapiencia y las prácticas sostenibles de los pueblos indígenas, como ejemplo
para enfrentar los efectos del cambio climático.
Del otro lado, está el llamado que le hizo a Patricia Tobón
(Embera), para que se ocupe de la Unidad de Víctimas. Su nombramiento se debe
leer en términos de paz y reconciliación y en clave de un reconocimiento étnico
que deberá pasar de la retórica con la que el gobierno saliente asumió los
derechos de los pueblos indígenas. Se suma a lo anterior, el nombramiento del
líder indígena Giovanni Yule (Nasa), en la Unidad de Restitución de Tierras.
Este último nombramiento bien puede ser leído por agentes del establecimiento
como una provocación de Petro, porque los indígenas son los históricos
reclamantes de tierras, por el proceso de despojo que sufrieron y sufren aún
por las actividades agro extractivas (minería, agroindustria y ganadería
extensiva) y las presiones de narco paramilitares. La primera reacción de la
derecha uribista no se hizo esperar. El representante a la Cámara de Representantes,
por la cofradía-partido, el Centro Democrático, señaló en un comunicado público
que “…Yule tiene un conflicto de
intereses para asumir como director de la Unidad de Restitución de Tierras, por
pertenecer a una organización que ha promovido la invasión de tierras y la
ocupación violenta de tierras en el Cauca”.
El mensaje que acompaña la designación de Yule debe entenderse
en dos sentidos: el primero, en virtud de las pretensiones del nuevo
gobierno de cambiar la estructura
agraria, en particular en lo concerniente a la propiedad concentrada de la
tierra; y el segundo, en la idea de poner al Cauca en la órbita nacional de la
paz y ejemplo de la deseada transformación agraria de los municipios PDET.
Ya veremos qué mensajes traen los nombramientos que faltan y las
reacciones de la derecha y de los principales agentes económicos y políticos
del establecimiento colombiano.
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