miércoles, 13 de diciembre de 2023

ARTURO CHAR Y LA INPECNIZACIÓN DE LOS MILITARES

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Por orden la Corte Suprema de Justicia, el INPEC dispuso el traslado del procesado por corrupción electoral, Arturo Char a la ciudad de Barranquilla, para que sea recluido en el batallón de la capital del Atlántico.

No tengo presente desde cuándo las guarniciones militares y policiales se convirtieron en “cárceles de lujo” para políticos corruptos o procesados por graves delitos. Lo cierto es que los miembros de la fuerza pública, además de cumplir con lo que les ordena la constitución política y sus normas internas, de un tiempo para acá actúan como oficiales del INPEC, sin que generales hayan puesto el grito en el cielo por el sostenido proceso de Inpecnización de cuarteles y escuelas de formación.

Esa conversión misional de policías y militares no es más que la naturalización del ethos mafioso, con un agravante: los uniformados, de muchas maneras, quedan bajo las órdenes de estos “nobles” reclusos, por ser hijos, justamente, de clanes políticos con un gran poder político, para incidir, por ejemplo, en ascensos y traslados de los nuevos custodios.

Enviar a políticos corruptos a establecimientos militares o policiales constituye una falta de respeto a la institucionalidad castrense. Y pasa semejante tropelía, en medio del silencio de generales de la policía y el ejército que acatan con total obediencia la disposición del alto tribunal, con el claro objetivo de beneficiar a los perfumados reclusos.

Basta con tener el apellido Char o ser defendido por el expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez, para tener el derecho a vivir cómodamente en unidades militares y policiales de las que podrán salir a discreción, porque tienen todo el poder para intimidar a los oficiales de los que depende su seguridad. Otro caso emblemático fue el de Andrés Felipe Arias, probado corrupto y amigo de Uribe, quien gozó de las buenas atenciones que los militares le brindaron en el Cantón Norte de Bogotá.

Cuidar bandidos de cuello blanco es una afrenta al honor militar porque ello supone exponer a militares y policías al “mal ejemplo” de la clase política, lo que claramente se convierte en la patente de corso para que los uniformados operen bajo el mismo ethos mafioso que guió a políticos como Arias, entre otros perfumados que fueron condenados por la justicia por corruptos.




 Imagen tomada de EL ESPECTADOR.COM

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