sábado, 18 de noviembre de 2023

¿REGIONES SOSTENIBLES O REGIONES SOSTENIDAS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Después del resultado agridulce que dejó la cumbre ambiental COP26, pensar en regiones sostenibles debería de ser una apuesta ético-política que la Academia colombiana, en su conjunto, debería de asumir. Para iniciar o seguir ese camino, Universidades y colegios podrían empezar -y los que hace rato lo vienen haciendo, continuar- por dejar de lado la fragmentación del pensamiento que provoca la departamentalización de la ciencia y la educación no sistémica que por tantos años le sirvió y le sirve aún a quienes insisten en hablar del desarrollo sostenible en términos de bondades, al tiempo que reducen los graves impactos, a simples externalidades.

Quizás este momento histórico por el que atraviesa la humanidad sea la oportunidad para corregir aquel error, que insistentemente se le señala a la Universidad por haber incurrido en él: de actuar de espalda a la realidad. En particular, de espalda a los efectos sistémicos y sistemáticos que viene dejando un tipo de desarrollo extractivo, asumido como una forma moderna de dominación ecosistémica, étnico-territorial y ontológica, cuyas expresiones son claras para el caso de Colombia: persecución, exclusión, señalamientos, asesinatos y desplazamiento forzado de miembros de comunidades ancestrales y campesinas por hacer resistencia a las actividades agro extractivas,  como la megaminería, la ganadería extensiva que, además de  ineficiente, está atada a intereses asociados a la especulación inmobiliaria, así como  el modelo de la gran plantación, para producir agrocombustibles, a base de caña de azúcar y palma africana.

Si la  Academia en general se embarca en esa apuesta ético-política, los programas formativos y educativos deberán exponer las  reflexiones que ya se vienen haciendo comunes alrededor de conceptos como poshumanismo y posnaturaleza. Estos últimos asumidos como marcos explicativos y comprensivos de los caminos que la ciencia y la tecnología están trazando para enfrentar las actuales crisis climáticas y las que muy seguramente van a sobrevenir, cuando se hayan superado los límites de resiliencia de los ecosistemas naturales-históricos. La fuerza de las soluciones que la ciencia y la ingeniería vienen entregando al mundo para  enfrentar problemas climáticos, como el aumento de los niveles del mar y el calentamiento de la tierra, deben ponerse en cuestión, poniendo en crisis al antropocentrismo sobre el que está aún anclada la presencia del ser humano y su toma de distancia de la naturaleza.

El desarrollo regional en Colombia, con todo y sus errores y aciertos, es una fuente increíble de experiencias que deberían de servir para consolidar programas de formación e investigación, conducentes a revisar y evaluar con espíritu crítico, la situación económica, política, socioambiental, ecológica y étnico-territorial de regiones biodiversas, de tiempo atrás sometidas a formas de dominación sistémica y sistemática que solo dejan beneficios económicos y políticos para una minoría, la misma que se beneficia del discurso del desarrollo sostenible.

Esas regiones que han alcanzado un nivel de desarrollo sobre la base de la imposición de la racionalidad económica y política, pasando por encima de consideraciones étnico-cultural-territorial, no podrían considerarse regiones sostenibles, sino regiones sostenidas. Esto es, regiones cuyas realidades solo están siendo leídas y legitimadas bajo consideraciones económicas y políticas, en ese estricto orden, dejando por fuera o desestimando a través de diversas formas de violencia simbólica y física, factores y variables asociadas a formas sostenibles de vida ancestral y campesina, asumidas por poderosos agentes económicos y políticos, como incómodas para la cultura dominante, basada en el individualismo y el carácter corporativo del Estado.

Mientras la Academia asume semejante reto y ruta de acción, las inercias que el ser humano desató, seguirán llevándonos por los caminos que ya imaginaron la ciencia ficción y el cine: la posnaturaleza y el poshumanismo. De triunfar esa idea de estar en el planeta, la categoría de regiones sostenidas tendrá una oportunidad, ancorada, eso sí, a lo discursos que explicarán la llegada de esos dos escenarios post.


Imagen tomada de emergencia vital.



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