Por Germán
Ayala Osorio
Si el ataque
dinamitero contra la estación de policía del corregimiento de Potrerito
(Jamundí, Valle del Cauca) obedece a la recuperación que el Estado viene
haciendo de territorios que estuvieron por largo tiempo bajo el dominio de las
disidencias de las Farc, entonces, la tarea de reducir la operación de los
subversivos sigue presentando fallas. Y quizás se está fallando en la tarea más
importante: cerrarles las rutas de abastecimiento de armas, municiones y
material de guerra, incluido la dinamita, el C4 o indugel, usados en los
atentados como los ocurridos en los últimos días en el Cauca y el sur del Valle
del Cauca.
Se aplaude la
estrategia de golpear las finanzas ilegales de estas estructuras residuales, pero
se echa de menos acciones logísticas conducentes a quitarle a esas guerrillas la
única herramienta que les permite justificar a estas mismas y al gobierno, un
proceso de paz: la posesión de armas.
El Estado, con
sus fuerzas armadas, lleva más de 50 años combatiendo militarmente a las
guerrillas, sin consolidar mecanismos de inteligencia cuyo objetivo sea golpear
las redes de distribución de pertrechos militares, incluidas por supuesto, las
municiones, y el material con el que se hace mantenimiento a las armas. Es
apenas lógico pensar que los fusiles sin balas, no sirven para nada.
Durante los
tiempos de la tenebrosa política de seguridad democrática, el Ejército enfiló
baterías hacia las actividades logísticas de las Farc-Ep, con las que esa
guerrilla aseguraba la alimentación de sus frentes, la circulación de
medicinas, como, por ejemplo, para combatir la leishmaniasis producida por el
mosquito pito e incluso, la llegada de toallas higiénicas para las mujeres
guerrilleras. Por aquella época se logró poner en calzas prietas a las
guerrillas en lo que tiene que ver con las toallas higiénicas y en particular,
con los medicamentos para que ellos trataran a los enfermos que el pito les iba
dejando.
De la misma
manera como en aquella época se afectó la logística fariana, lo mismo hay que
hacer con las redes de distribución de municiones de las violentas disidencias. ¿Qué es lo que pasa en este
aspecto? ¿Hay acaso agentes privados e incluso estatales que le entregan con
relativa facilidad las municiones para los fusiles con los que atacan patrullas
policiales y militares? ¿Hay redes internacionales que a través de las fronteras
pasan las balas que las disidencias de necesitan? Si, muy bien por golpear las
finanzas ilegales con las disidencias insisten en su anacrónica lucha armada,
pero no se les está golpeando realmente donde es.
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