Por Germán Ayala Osorio
En el enfrentamiento verbal entre
el presidente Gustavo Petro y el expresidente Iván Duque Márquez sobresalen dos
equívocas valoraciones alrededor de lo que es una dictadura y el terrorismo. Petro
cae en el error de no evaluar en su integridad al régimen cubano, exaltando solo
unos factores sociales con los que históricamente se ha defendido la violenta y
cerrada dictadura castrista. El mandatario de los colombianos dijo que “los
Castro cuidaron que los niños tuvieran comida, salud y educación”. Hay que
ver la crisis en la seguridad alimentaria, la mendicidad asociada al turismo, la
persecución política a críticos y detractores, la corrupción en las altas
esferas del poder y la operación doctrinal de un único partido y del periódico
Granma, para entender que Cuba no es precisamente un ejemplo de democracia,
como tampoco lo son Colombia, Nicaragua e incluso, los mismos Estados Unidos.
Claro, no se puede negar que el bloqueo económico y político de USA genera efectos económicos graves en la economía de la isla, pero también hay que decir que ese mismo bloqueo le ha servido al régimen cubano como disculpa ante el fracaso del modelo socialista.
Entre tanto, el mendaz expresidente
Iván Duque Márquez insiste en el uso del vocablo terrorismo, con el fin último
de cerrar toda posibilidad de alcanzar la paz en el país, haciéndole el juego a
la doctrina negacionista que del conflicto armado interno echó a andar su
mentor y dueño de su voluntad, Álvaro Uribe Vélez en 2002, cuando este último negó
la existencia del conflicto y promovió la idea de que lo que había en Colombia
era una “amenaza terrorista”. Duque solo está defendiendo sus ideas y su “obra
de gobierno”, es decir, el haberle dado continuidad al régimen de terror y el
cerramiento democrático propio de la aplicación de la temida seguridad
democrática de Uribe.
No se puede negar que tanto las
Farc como el ELN apelaron a prácticas propias del terrorismo, de la misma
manera como desde el propio Estado colombiano se activaron conductas asociadas
al terrorismo de Estado. Como tampoco se puede negar que Duque, como comandante
en jefe de las fuerzas armadas, dio la orden para que la aviación del Ejército bombardeara
campamentos guerrilleros en los que se sabía de la presencia de menores de
edad, catalogados por el entonces ministro de la guerra, Diego Molano, como “máquinas
de guerra”.
Posterior a ese primer rifirrafe,
Petro y Duque continuaron con su cruce de frases, hasta que apareció la más
popular en boca del presidente de la República: “Me importa un pito los
que se creen demócratas con la sangre de niños colombianos y cubanos en sus
manos”.
En el fondo, parece que Petro aún
sigue creyendo en la idea de la “democracia popular” que encarna al régimen
cubano; y por el lado de Duque, este sigue creyendo en la idea inmejorable de
la “democracia liberal” en la que lo más importante es la defensa del libre
mercado a través de políticas militaristas como la seguridad democrática, con
las que bombardear guerrilleros menores de edad es, además de legítimo,
necesario para la permanencia de las libertades en las que cree el infantil,
fatuo y mendaz expresidente.
Creo que el presidente Petro debe
morigerar su lenguaje. Si bien el espejo retrovisor le sirve para mostrar los
yerros económicos, políticos, socio ambientales, ecológicos y económicos del
gobierno de Duque, defender la dictadura cubana, fácilmente lo expone a que el
uribismo califique su discurso como de “doble moral”, justamente cuando viene
de conmemorar en Santiago de Chile, el infausto 11 de septiembre y rechazar así
la oprobiosa dictadura chilena a manos del criminal, Augusto Pinochet Ugarte.
Eso sí, entre “me importa un pito”
y “de qué me hablas viejo” hay enormes diferencias ético-políticas entre estos
dos políticos. En la frase de Petro hay beligerancia; por el contrario, en la de Duque hay displicencia y arrogancia. Duque jamás tendrá la altura intelectual de Petro porque su mezquino y obsecuente carácter solo le sirvió para ser el títere de Uribe Vélez y el mandadero de Sarmiento Angulo.
Imagen tomada de la BBC
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