lunes, 18 de septiembre de 2023

“DEJAMOS IR” A PASQUINO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Hoy 18 de septiembre dejamos ir al Papo, al Niño, al Vago, al Papanatas; o también, a Pasquinai, Pasquinea o Pasquino, un labrador de 13 años. Ese “dejamos ir” es el más bello eufemismo con el que médicos veterinarios y tenedores de animales no humanos (otros los llaman mascotas) dan cuenta del procedimiento eutanásico con el que logramos que nuestro amado Pasquino descansara de sus dolencias en la columna, en su cadera. Se hizo lo humanamente posible por garantizarle calidad de vida y calmar su dolor. La médica veterinaria que lo trató puede dar fe de lo ocurrido. A ella, infinitas gracias por las palabras de aliento y ese cariño hacia Pasquino. Muy pocos y pocas doctoras veterinarias como Mireya Zamudio, de eso estoy completamente seguro. 

A pesar de la belleza de la señalada frase, irrumpe con fuerza un sentimiento de culpa no porque se hubiese tomado una decisión apresurada y equivocada, sino por el poder en el que está soportada la dolorosa decisión. La ciencia médica y veterinaria entregan ese poder a los seres humanos para disponer de la vida de seres queridos como Pasquino. Y claro que detrás del dejamos ir a Pasquino hay un acto de amor, de profundo amor por quien por 13 años acompañó, brindó sosiego, alegrías y arrancó risas en propios y extraños, cuando en momentos muy particulares fungió como “ladrón” de carne, pan o cualquier manjar “mal ubicado”. No quisiera pensar que, en otra vida, Pasquino fue un político colombiano.

Para quienes conocieron en vida a Pasquino, sabrán recordar sus pilatunas, sus robos de pan y carne; incluso, aquella vez que tomó entre sus fauces una cerveza mal ubicada debajo de un asiento. Aquella escena es inolvidable: Pasquino se acercó al asiento con suma cautela, agarró la lata y salió caminando entre risas, mientras que el dueño de la bebida mandaba su mano debajo del asiento, intentando asirla para beber un sorbo. El sorbo jamás sucedió, pero sí la risotada. Pasquino había logrado llamar la atención y de qué manera.

Dejar ir” a un perro como Pasquino debe de tener la misma trascendencia cuando el mismo procedimiento eutanásico se aplica a animales humanos. Como en la película Yo, antes de ti, la eutanasia es un acto de amor y de profundo respeto por aquel animal sintiente, humano y no humano, que sufre y que extraña correr, levantarse por sus propios medios, comer; conversar, compartir, escuchar…

Que sirva esta columna como reconocimiento público a un labrador hermoso, noble, macho alfa; dominante, travieso, pero jamás peligroso. Un eterno cachorro. Pasquino nadó en el río Jamundí y en varias piscinas a las que se lanzó sin permiso, porque nadie tan voluntarioso como él.

A eso de la 1:30, dos extraños ayudaron a cavar su tumba. Allá quedó junto a Yuco y Simón, dos labradores con los que muy seguramente se encontrará para seguir alegrando la a veces pesada vida humana. Pasqui, te dejamos ir, pero jamás te olvidaremos. Te llevó tatuado en mi brazo y en mi adolorido corazón. Adiós, bacán.




 

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