viernes, 18 de agosto de 2023

COLOMBIA, EN UNA TENSIÓN ÉTICO-POLÍTICA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Por estos días, es evidente que el “viejo” régimen se resiste a que se modifiquen las correlaciones de fuerza que le han permitido mantener el control de una parte del Estado y de la economía, en particular, aquella asociada a las actividades financieras.

A raíz de la millonaria multa que el Grupo Aval deberá pagar a las autoridades americanas por prácticas corruptas en el caso Odebrecht, el país anda por estos días en una fuerte tensión ético-política que puede terminar minando la confianza internacional en el gobierno e incluso su viabilidad si no aseguran triunfos electorales en regiones y capitales claves, en las elecciones de octubre. De hecho, alcaldes y gobernadores cercanos a las fuerzas políticas y económicas de ese “viejo” régimen (el uribismo) le están tratando de “aguar” la fiesta que Petro está armando con la sanción millonaria que Sarmiento Angulo deberá pagar en los Estados Unidos. Y lo hacen, apelando a la narrativa que señala que el gobierno central abandonó regiones como el Cauca, Nariño y Catatumbo, entre otras, lo que explicaría los problemas de orden público en esos territorios. El Registrador Nacional aporta su granito de arena, al dejar entrever que las elecciones estarían en riesgo en varias zonas, lo que obligaría a suspenderlas.

En la ya señalada tensión ético-política, el gobierno de Petro cumple el papel moralizante con el que busca sacudir los cimientos del “viejo” régimen, calificado como corrupto y criminal, pero legítimo para amplios sectores societales. Mientras el presidente de la República aprovecha la coyuntura mediática para atacar a Sarmiento Angulo, Néstor Humberto Martínez Neira y a la fiscalía de Francisco Barbosa, el bloque político-mediático-empresarial que desde el 7 de agosto le hace oposición al gobierno de Gustavo Petro, esta vez con la ayuda de los mandatarios locales y regionales. Antes de que estos mandatarios se pusieran en pie de lucha contra el gobierno de Petro, el bloque político-mediático-empresarial que montaron connotados líderes del “viejo” régimen de poder, había retrocedido unos metros, gracias al enfriamiento del escándalo que envolvió al primogénito del presidente, Nicolás Petro, en buena medida, gracias a la aparición del nombre de Alex Char en los chats que dan cuenta del manejo de millonarios recursos por parte de Daysuris Vásquez y Nicolás Petro Burgos.

Para el caso de la corrupción de Odebrecht, Petro está pasando factura pues desde que fungía como congresista, viene haciendo las denuncias, las mismas que hoy le dan la razón al presidente de la República en el caso Grupo Aval-Odebrecht y la financiación de las campañas de Santos, Zuluaga y Duque con los dineros de la multinacional brasilera, así como en otros casos como las relaciones criminales entre el Clan del Golfo y sectores castrenses, políticos y empresariales.

Huelga recordar que con ese escándalo se quiso enlodar la campaña Petro presidente, con el objetivo de deslegitimarlo y por ese camino, igualarlo con las campañas de Duque, Zuluaga y Santos, esta última la más comprometida de acuerdo con lo que voceros del Grupo Aval habrían informado a las autoridades americanas, en el marco del compromiso legal de colaborar con la justicia americana, contando pormenores de la financiación irregular de la campaña Santos presidente. Así, mientras que el gobierno fustiga con inusitada fuerza el ethos mafioso corporativo, los defensores del otoñal régimen de poder apelan por estos días a los gobernadores y alcaldes para deslegitimar al gobierno central.  

Así las cosas, vemos a un presidente de la República medianamente acorralado no por la inmoralidad de sus acciones político-electorales o administrativas, sino por la resistencia de poderes tradicionales que no están dispuestos a soltar instituciones previamente capturadas y mucho menos a proscribir el ethos mafioso que los guía de tiempo atrás.

Lo peor de todo este complejo escenario moral y ético es que millones de colombianos no sabrán separar los hechos de corrupción que enlodan al Grupo Aval y al vetusto régimen de poder, de la efectista narrativa de sus voceros que dice que el “país va mal y todo por culpa de Petro”.

Si viviera Álvaro Gómez Hurtado propondría enfrentar dicha tensión ético-política con un “acuerdo sobre lo fundamental”. Otros hablarían de hacer un “pacto político” para sacar adelante al país. Lo cierto es que no parece haber puntos medios en esa tensión que tiene de fondo una lucha muy fuerte entre un “viejo” régimen que se resiste a morir y uno “nuevo” que Petro cree que puede fundar.  


Imagen tomada de Semana.com


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