Por Germán Ayala Osorio
El departamento de Estado de la
Unión Americana le canceló la visa al general Mario Montoya Uribe por sus
responsabilidades operacionales en la comisión de crímenes de lesa humanidad
conocidos en Colombia como “falsos positivos”. Así registró la decisión política,
diplomática y administrativa El Espectador: “Estados Unidos prohibió la
entrada al país al excomandante del Ejército colombiano, Mario Montoya Uribe,
general retirado y acusado de ser uno de los autores de los llamados “falsos
positivos”, por “graves violaciones” a los derechos humanos. También, les
niega la entrada a sus familiares directos”.
La decisión constituye un
espaldarazo moral a las madres de los jóvenes asesinados por militares, maltratadas
recientemente por el anodino representante a la Cámara, Miguel Abraham Polo Polo,
uribista pura sangre. De igual manera, se entiende como un nuevo acto de
legitimación de la JEP y del proceso de paz por parte de los Estados Unidos. El
retiro de la visa a Montoya Uribe también tiene un significado político en la
medida en que el expresidente, expresidiario y hoy acusado de graves delitos, Álvaro
Uribe Vélez sigue considerando al general (R) como “héroe de la Patria”. El
país no olvida que los “falsos positivos” fueron el resultado de la aplicación
sin límites éticos y morales de la temida política de defensa y seguridad
democrática del gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010).
A otros oficiales en uso de buen
retiro se les había aplicado la misma medida restrictiva para ingresar a territorio
americano. Se trata de los generales Arias Cabrales e Iván Ramírez Quintero y a
los coroneles Publio Hernán Mejía Gutiérrez (de las entrañas del uribismo) y
Juan Carlos Figueroa Sánchez. El caso del también coronel Plazas Vega, absuelto
en Colombia por los hechos criminales en la retoma del Palacio de Justicia, las
autoridades americanas estarían revisando su residencia permanente por el caso
del asesinato del magistrado Horacio Urán.
Esas medidas llaman la atención
porque contar con la visa de entrada a los Estados Unidos está asociada a una
idea de estatus derivada de su obtención y uso, pero también al reconocimiento de funcionarios y
exfuncionarios colombianos sobre los que la DEA, el FBI y el propio
Departamento de Estado tienen información privilegiada, bien de actividades
ilegales o de pronunciamientos y posturas políticas asumidas por los gringos
como “retadoras, inaceptables, ilegales o de clara enemistad”, que les permite “castigarlos”
moral y políticamente con la cancelación de los visados. El retiro de la visa
al entonces presidente en ejercicio, Ernesto Samper Pizano resulta paradigmático
para entender la injerencia de los gringos en los asuntos internos de Colombia
y el sigilo con el que suelen usar la información que reúnen de presidentes,
congresistas, gobernadores y militares de alta graduación.
Eso sí, la cancelación de los
visados no es más que un triunfo moral para las víctimas de estos exoficiales
que hicieron parte cada uno de ellos en disímiles momentos históricos, de la
aplicación de la doctrina del enemigo interno que terminó por legitimar al interior
de las fuerzas armadas la violación de los derechos humanos.
La vida del general Montoya Uribe terminará entonces sin visa, sin honor y sin gloria, pero con el respaldo (in) moral del expresidente Uribe Vélez que enfrenta un juicio por manipulación de testigos y fraude procesal. Lo curioso es que para agentes económicos, sociales y políticos de la sociedad colombiana el expresidente y el exgeneral siguen siendo “héroes y faros morales”. De ese tamaño es la confusión moral de esos sectores de poder.
Foto tomada de EL ESPECTADOR
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