Por Germán Ayala
Osorio
La condena por corrupción que un
juez acaba de proferir contra el excandidato presidencial, Rodolfo Hernández
Suárez expone no solo la inmoralidad del procesado, sino la ética acomodaticia
de los políticos y demás ciudadanos que en el 2022 votaron por el ingeniero
Hernández, a sabiendas de que para la época ya estaba imputado por el delito de
corrupción.
Mientras en las redes sociales
fustigan a quienes votaron por Hernández Suárez y se espera un arrepentimiento
de políticos como Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo, Juan Manuel Galán, el
alcalde de Cali, Alejandro Eder y Enrique Peñalosa, entre otros más, incluidos
periodistas, la condena tendrá un impacto electoral y político sobre la bandera
de la lucha contra la corrupción, en las elecciones de 2026.
Sin duda alguna, la campaña del
ingeniero y el propio Hernández se burlaron de los colombianos al lanzar el
movimiento Liga de Gobernantes contra la Corrupción, fachada que le sirvió para
cautivar a millones de incautos que creyeron que Rodolfo Hernández iba a luchar
contra el ethos mafioso que se naturalizó en el país, el mismo que guio al
político santandereano en la entrega del millonario contrato a la unión
temporal Vitalogic para el manejo de las basuras en Bucaramanga.
El hecho de que Hernández haya
agitado la bandera de la lucha contra la corrupción, estando imputado, le quitó
credibilidad y hará que en la próxima contienda electoral los candidatos que se
lancen en procura de llegar a la Casa de Nariño lo piensen dos veces antes de
insistir en acoger esa consigna. Además, la condena contra el exalcalde de Bucaramanga
le quitó sentido ético-político y social a esa proclama para aquellos
ciudadanos que genuinamente creen que el gran cáncer del país es la corrupción
público-privada. Por el contrario, para los más de 10 millones que votaron por
Hernández, esa bandera social y política seguirá siendo una simple artimaña
electoral, pues de antemano saben que, para que siga operando el régimen de
poder, se necesita mantener los históricos niveles de corrupción a los que el
país se acostumbró.
Aunque es poco probable que los
políticos aquí reseñados salgan a los medios a reconocer que se equivocaron al
subirse a la “Rodolfoneta”, la exposición mediática de semejante engaño debe
permitir que varios millones de colombianos se arrepientan de haber votado por
el mañoso octogenario. Solo así, la bandera de la lucha contra los corruptos
recuperará el sentido, la dignidad y la seriedad que Hernández y sus áulicos le
quitaron.
Imagen tomada de Minuto 30
No hay comentarios:
Publicar un comentario