miércoles, 9 de agosto de 2023

PERIODISMO EN LA ERA PETRO: ENTRE VEDETTES Y ESTAFETAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las acciones mediáticas que los colombianos han podidos apreciar desde el 7 de agosto de 2022 ameritan una reflexión en torno al bello oficio del periodismo, hoy contaminado, como nunca antes se hizo visible, de mezquinos intereses de clase, del desprecio por la Verdad y de la sumisión a los mecenas que patrocinan a las empresas periodísticas. Esta especial coyuntura amerita unas disquisiciones. Esta columna comparte las reflexiones de un periodista que ve con preocupación lo que viene sucediendo con el oficio de informar en Colombia.

En la formación de los periodistas y en el ejercicio cotidiano del oficio suelen confluir ideas maximalistas en torno a la verdad, la propia deontología, el tipo de relaciones con las fuentes y la aplicación de los criterios de noticiabilidad. En lo que corresponde a la verdad, hay periodistas que actúan con tal rigor en su búsqueda, que sus cercanías o militancia en la izquierda o en la derecha se desvanecen rápidamente. A los que llegan a tener ese nivel de conciencia poco les importa renunciar a las empresas mediáticas cuyos propietarios o editores les impiden cumplir el objetivo de alcanzar esa Verdad periodística que los guía éticamente. Nacen, entonces, los periodistas independientes que en particulares escenarios, resultan incómodos para figuras de poder político y económico de regímenes tradicionalmente corruptos como el colombiano.  

La comprensión de la deontología del oficio depende de la idea que cada periodista tenga de lo que es el éxito, el reconocimiento y la credibilidad. Hay colegas a los que solo les interesa escalar económica y socialmente, así ello suponga acercarse a las fuentes para intercambiar favores, lo que hace posible que aparezca la figura del periodista-estafeta o el correveidiles con el que suelen contar gremios económicos y fuerzas políticas en precisas coyunturas en las que necesitan afectar la gobernabilidad de un presidente de la República. 

El vedetismo, por ejemplo, es un fenómeno en el que los periodistas que alcanzan ese nivel de exposición, lo hacen porque el objetivo de buscar la verdad lo cambiaron por la comodidad económica alcanzada, sin que importe mucho que esa condición de éxito y reconocimiento esté soportada en la defensa de un régimen corrupto. Los periodistas-vedettes les deben  esa condición privilegiada a políticos y empresarios que en algún momento de sus carreras les sirvieron de fuentes. Estos periodistas-estrellas de los micrófonos y de las cámaras de televisión suelen acomodarse al régimen político que le permitió llegar hasta esa especie de podio del que es muy difícil que decida bajarse de forma voluntaria. Por el contrario, una vez se auto reconoce como vedette, sus compromisos ya no son con la búsqueda de la verdad, sino con quienes coadyuvan a mantenerlos en esa artificiosa cima.

Al jugársela por la defensa del régimen que les permitió llegar a  esa cúspide, cualquier cambio que se proponga a las co-relaciones de fuerza que operan y aseguran la legitimidad de ese régimen de poder, en particular en términos éticos y morales, los periodistas estafetas están obligados a atacar a esas figuras políticas que insisten en hacer ajustes al modelo económico y político vigente. El miedo al cambio no los paraliza, por el contrario, es lo que los impulsa a actuar exclusivamente, para defender la tradición y por esa conservar todo lo que está mal.

Colombia es hoy un buen ejemplo de lo que descrito líneas arriba en la medida en que llegó al poder del Estado un presidente de la República que de manera clara quiere cambiar las co-relaciones de fuerza que por más de 30 años le aseguraron viabilidad al “viejo” régimen político que sufrió derrota en junio de 2022. A pesar de la inmoralidad y de la eticidad acomodaticia con la que operó históricamente ese régimen de poder y con la que insisten aún en actuar desde poderes públicos que aún mantienen bajo su control, los periodistas vedettes están obligados a defender a dentelladas todo lo que les ha dado reconocimiento social y económico. Cualquier parecido con lo que está sucediendo hoy con específicos periodistas que viven el sueño cumplido de ser estafetas de un viejo régimen mafioso.

Las clases de ética recibidas durante su formación universitaria se tornan insulsas y en muchas ocasiones, en obstáculos para adoptar la defensa de las circunstancias contextuales y del modelo de sociedad y de Estado bajo las cuales consiguieron el reconocimiento y su llegada a la cima mediática.

A la utópica búsqueda de la Verdad periodística hay que agregarle una pregunta clave y definitiva: ¿Qué es lo que como periodista te parece legítimo defender?  Si la respuesta es  defender el actual régimen de poder, a pesar de su inmoralidad, entonces el periodista está listo para ser estafeta, mandadero, amanuense y vedette. Si por el contrario, la respuesta está dirigida a intentar, desde el oficio, a develar inmoralidades, entonces ese colega está listo para ser independiente o para ganarse el respeto de las fuentes, del régimen de poder y de sus compañeros.

Los daños que al oficio le producen los periodistas vedettes y estafetas son inconmensurables. Lo cierto es que los regímenes corruptos necesitan de este tipo de personajes para sobrevivir y sobre todo, para resistir los embates de aquel presidente de la República que, de un momento a otro, quiere cambiar lo que siempre les funcionó a unos pocos, en detrimento de los intereses de las grandes mayorías.



Imagen tomada de Notiamérica

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