Por Germán Ayala Osorio
Hace pocas horas se conoció que
los Estados Unidos desclasificó informes de inteligencia del gobierno de Jimmy
Carter, con las anotaciones del entonces presidente de la Unión Americana, en
los que se registran relaciones de políticos y militares colombianos de la época
de los años 70, con el narcotráfico. En la lista aparece Julio César Turbay
Ayala, expresidente y abuelo del congresista Miguel Uribe Turbay, uno de los “tigrillos”
que viene siendo amaestrado en El Ubérrimo para gobernar a Colombia.
Dice EL ESPECTADOR que “dentro
de los nombres mencionados en los documentos están los de del exministro de
Defensa, el general Abraham Varón Valencia; el exministro de Trabajo, Óscar
Montoya Montoya; y el coronel Humberto Cardona Orozco, entonces jefe de la
Industria Militar Colombiana (INDUMIL). Además, dentro de los presuntos
personajes relacionados con el narcotráfico aparece el nombre del expresidente
Julio César Turbay”. El personaje más
influyente reseñado en los papeles de la inteligencia estadounidense fue Julio
César Turbay, quien posteriormente ganaría las elecciones presidenciales y fue
mandatario entre 1978 y 1982. Sobre él, los papeles dicen que, a
través de su sobrino Aníbal Turbay Bernal, habrían tenido vínculos con narcos
que tenían el poder para “elegir a los jefes de los organismos encargados de
hacer cumplir la ley en Colombia si Julio César Turbay asumía la Presidencia”.
Los 70 y 80 fueron los años en
los que las mafias de contrabandistas dieron el paso para involucrarse de lleno
en el negocio del narcotráfico. La Guajira se convirtió en el territorio
preferido para sacar avionetas fletadas de marihuana, monocultivo que le fue
ganando terreno a las selvas del país, con todo y los negativos efectos ecológicos, paisajísticos y
socio ambientales que suelen dejar los monocultivos, sean estos legales o
ilegales.
Durante el gobierno de Turbay
Ayala (1978-1982) se consolidó la narrativa que daba cuenta del contubernio de
todo tipo de autoridades con la exportación de la entonces apetecida maracachafa
colombiana hacia los Estados Unidos. La bonanza marimbera duró hasta que los
gringos lograron cultivar la matica en sus pisos térmicos. Mientras lo lograron,
las relaciones entre mafiosos y políticos se naturalizó de tal manera, que
Colombia ya era visto como un narco Estado. Quizás pase lo mismo cuando logren
cultivar la coca en los Estados en los que es legal la venta de la marihuana.
Para hacerse una idea del poder económico de las mafias marimberas del norte del país, se me viene a la memoria el siguiente hecho. Recuerdo un incidente en el Batallón de Caballería Juan José Rondón, en La Guajira, cuando prestaba el servicio militar por allá en 1983 (4to contingente). A la madrugada se escucharon unos tiros de fusil. Resulta que un camión, fletado de marihuana, fue interceptado por soldados apostados a las afueras de la instalación militar. Dentro del vehículo se encontró instalado un radio Yaesu que, para la época, de acuerdo con el relato del Oficial del Servicio (OS), el Ejército de Colombia no tenía dentro de sus equipos de comunicaciones.
Si los gringos tomaran la decisión
de desclasificar todos los archivos de inteligencia que acumulan de todos los
gobiernos colombianos, entonces se confirmaría lo que sabemos de tiempo atrás:
que Colombia siempre fue y será un Estado mafioso, manejado por una élite igualmente mafiosa
y criminal; en cuanto a la sociedad, los mismos gringos saben que somos
tolerantes con la corrupción público-privada, con el contrabando y el narcotráfico.
Así las cosas, un listado más que
solo sirve para darle sentido de verosimilitud a los imaginarios colectivos y a
las narrativas que de tiempo atrás hacen referencia de lo que hemos construido,
por acción o por omisión.
Imagen tomada de Guajira Gráfica