Por Germán
Ayala Osorio
Las reformas
laboral, pensional y a la salud son apuestas políticas y sociales que el presidente
Petro no abandonará fácilmente, a pesar de las evidentes acciones de sabotaje
emprendidas por congresistas de la Oposición, de la mano de otros que se hicieron
elegir con las banderas del cambio o hicieron parte, en un principio, del Pacto
Histórico. Me refiero puntualmente a congresistas del Partido Verde.
La anunciada reunión
con el expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez y el jefe del Estado para
abordar el tema de la reforma al sistema de salud constituye un hecho político que,
en lugar de resultar benéfico para la imagen del gobierno, podría afectarla aún
más. El encuentro será este 22 de noviembre.
Valentina Parada, analista de EL ESPECTADOR, considera que la reunión se explica y da cuenta del “reencauche” de Uribe Vélez, en medio de
viejos-nuevos señalamientos que hizo recién Salvatore Mancuso contra el
expresidente por sus relaciones con los grupos paramilitares y en particular,
con la masacre del Aro, de la que, según el confeso jefe de las AUC, el
entonces gobernador de Antioquia sabía que se iba a perpetrar.
La reunión
Petro-Uribe se programa en medio de un tenso ambiente político provocado en
buena medida por la apuesta moralizante que mantiene el gobierno de Petro,
ayudado por filtraciones, procesos penales vigentes e investigaciones
periodísticas que comprometen a miembros del clan Char con el cartel de Sinaloa
y corrupción electoral. De igual manera, hay miedos dentro del establecimiento
colombiano ante la posibilidad de que la nueva fiscal general de la Nación termine
por desarchivar procesos contra el banquero Sarmiento Angulo, que el ladino
fiscal Francisco Barbosa ordenó maliciosamente cerrar. Huelga recordar que los
hechos corrupción en la Ruta del Sol 2, cometidos por miembros de la familia
Sarmiento Angulo, fueron confesados a las autoridades americanas.
Alfredo Saade,
cercano al presidente Petro, le mandó el siguiente recado, a través de su
cuenta de X: “presidente Gustavo Petro la ultraderecha recalcitrante no
merece su mano extendida. En nombre del pueblo que lo Eligio LE PIDO QUE
NO SE VUELVA A REUNIR CON ÁLVARO URIBE. Le aseguro que nos vamos a
sentir humillados, mucho más de lo que humillaron a su hija hoy en el
metropolitano de Barranquilla. Ya basta. Es hora de la mano dura n contra de
los corruptos. Ellos no saben de decencia”.
Escuchar a los
detractores e incluso, a quienes se auto definen como “enemigos” del presidente
y de la izquierda, siempre será importante para la tarea de construir consensos
que le beneficien al país. En el caso del encuentro Petro-Uribe aparecen
consideraciones jurídicas, ético-políticas y morales que invalidan la
pertinencia de dicha reunión. La condición sub júdice que arrastra de tiempo
atrás el caballista y latifundista antioqueño debe asumirse como un obstáculo
para que nuevamente Petro se reúna con el expresidiario y expresidente.
Recordemos que por lo menos van dos encuentros a puerta cerrada entre Petro y
Uribe.
La vigencia política
o el “reencauche” de Uribe podría leerse como una especie de “perdón político”
en las instancias judiciales en las que reposan cientos de expedientes en los
que aparece Uribe Vélez en calidad de señalado de haber tenido relaciones con
estructuras paramilitares y responsabilidad en la comisión de masacres como la
del Aro y La Granja. Así como el crimen del defensor de DDHH, Jesús María Valle
Jaramillo. La misma lectura podría darse en diversos grupos de la sociedad y en
la propia élite que usó a Uribe como punta de lanza para beneficiarse
económicamente de la implementación de la Seguridad Democrática.
De igual manera,
a nivel internacional este nuevo encuentro entre los dos políticos podría
mandar un negativo mensaje y construir una narrativa contraria a la que el presidente
de la República venía posicionando en torno a combatir la corrupción y las
perniciosas relaciones entre políticos, empresarios y militares con las
estructuras paramilitares. Petro, como quizás nadie, tiene muy claro el mapa de
relaciones mafiosas y criminales que diversos grupos de poder establecieron con
las AUC. Sus debates en el Congreso, en sus tiempos de congresista, dan cuenta
de ello.
Qué bueno sería
que la Corte Suprema de Justicia, ante lo expresado por Mancuso Gómez, desempolvara
el expediente de las masacres del Aro y La Granja, en los que se menciona al
expresidente Álvaro Uribe. Ya es tiempo de procesar y ojalá condenar al
expresidente Uribe Vélez. La sociedad colombiana, que deviene confundida moral
y éticamente, necesita de decisiones judiciales ejemplarizantes que proscriban
de una vez por todas la narrativa que confluye en la expresión “la justicia es
para los de ruana”.
Imagen tomada de EL ESPECTADOR.COM