Por Germán Ayala Osorio
La periodista y precandidata
presidencial Vicky Dávila está buscando con desespero que el expresidente y
expresidiario Álvaro Uribe Vélez la elija candidata única del Centro Democrático. Muy seguramente la comunicadora
intuye que el exmandatario desechará a sus tres “tigresas”, Cabal, Holguín y
Valencia, en las que claramente no confía como posibles huéspedes de la Casa de
Nari, pues Uribe preferiría poner en el Solio de Bolívar a un hombre con el que
pueda “dialogar” a los madrazos como le gusta al caballista y "rufián de esquina" como lo llamó Santos. Quizás por ello al ladino
político se acercaron sumisamente los precandidatos Juan Carlos Pinzón Bueno y
Abelardo de la Espriella Otero, dos chafarotes dispuestos a hincarse ante el Gran
Patrón antioqueño con tal de ser ungidos por el Mesías nacido en Salgar (Antioquia).
Y para lograr convertirse en la “muñeca”
preferida del exmandatario salió a decirle al país y al propio latifundista,
machista y domador de bestias que ella tenía “tres huevitos”. Aunque la
precandidata dijo que unos campesinos se los regalaron, no se atrevió a
relacionarlos con los temas a los que hizo referencia en su momento Uribe cuando
espetó la conocida metáfora: Seguridad Democrática, la Confianza en la
Inversión y la Cohesión Social. Esos tres huevitos, Uribe se los
entregó a Santos para que los cuidara. Como detractora y casi enemiga del
expresidente Santos, Dávila se comprometió a cuidarlos y a no “totiarlos” como lo
hizo Santos de acuerdo con la narrativa uribista.
En su desespero por mostrarse
cercana al pueblo y alejada de la élite, Dávila apareció en un video ordeñando
a una vaca; en otro, se metió a un cafetal a cantar como lo hacía Margarita
Rosa de Francisco, en su papel de la “Gaviota”;
igualmente se hizo grabar en galerías y saludando a policías y militares. Y
ahora, apareció en las redes con tres huevitos, sobre los que solo atinó a
decir que “son finos, originales y fundamentales para mi vida de ahora en
adelante”. Sin duda alguna, acciones de una campaña vacía de ideas, insulsa
y propia de una periodista farandulera.
La periodista-periodista se
atrevió a proponer que una vez se instale en la Casa de Nariño mandará
construir una mega
cárcel en la selva amazónica. Sin duda alguna un despropósito ecológico y
ambiental propio de una persona poco leída y acostumbrada, desde su rol de
periodista, a decir pendejadas y espetar exabruptos. Como es incapaz de elaborar un
discurso coherente, la periodista-periodista cada media frase solo atina a
decir Petro, Petro, Petro…
Por supuesto que estamos ante una
estrategia de marketing político pensada para ocultar su nula experiencia en el
manejo de asuntos del Estado. Dávila quiere hacerle creer a los colombianos que
sus 30 años de periodismo (farandulero, poco riguroso y pro-establecimiento)
son suficientes para gobernar a un país tan complejo como Colombia. En términos
coloquiales, Vicky Dávila jamás administró una caseta de peaje, pero se siente en
la capacidad de gobernar con “independencia y pulcritud” a pesar de ser muy
cercana al expresidente Uribe y ser la ficha de los clanes Gnecco y Gilinski.
Es una pobre idiota!
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