jueves, 9 de octubre de 2025

MARCHAS PRO-PALESTINA EN MEDELLÍN, PARAMILITARISMO Y EL BATE ANTIPETRO

 


Por Germán Ayala Osorio

 

Que funcionarios de la alcaldía de Medellín, identificados con chalecos, provocaran y agredieran con palos y patadas a manifestantes pro-palestina constituye un hecho de suma gravedad que confirma que el paramilitarismo como fenómeno sociocultural sigue siendo asumido por sectores de la derecha como una ejemplar “virtud cívica”. Incluso hay quienes los llamaron la “primerea línea” del acalde Federico Gutiérrez.  

Las agresiones de los contratistas de la alcaldía de la capital de Antioquia son acciones parapoliciales que criminalizan nuevamente las protestas y movilizaciones de quienes en esta ocasión salieron a rechazar las prácticas genocidas que viene cometiendo el ejército de Israel en contra del pueblo palestino que sobrevive en Gaza.

Por supuesto que lo acontecido en Medellín tiene un trasfondo político, cultural, electoral e ideológico ancorado al enfrentamiento entre las huestes uribistas y las mesnadas petristas. Las primeras son animadas por el alcalde Federico Gutiérrez, alias Fico y el concejal Andrés Rodríguez, alias el Gury, quienes ignoran el genocidio en la franja de Gaza siguiendo la línea ideológica de la doctrina uribista que defiende a dentelladas el ejercicio de la violencia legítima del Estado, invita a aplaudir lo hecho por Israel por ser víctima del ataque criminal y terrorista perpetrado por el grupo Hamas y a negar que se trata de un genocidio.

Fico Gutiérrez y el concejal Rodríguez son declarados enemigos de Petro, de los petristas y de todos aquellos que defiendan la paz, rechacen prácticas genocidas como las de Gaza y se declaren defensores de los derechos humanos, de comunidades vulnerables y de los ecosistemas naturales. El bate de beisbol con el que amenazó a los marchantes el concejal alias Gury representa con lujo de detalles a la doctrina uribista y en el marco del actual escenario electoral simboliza el antipetrismo con el que millones saldrán berracos a votar por el que diga Uribe.

Quienes defienden y aplauden las acciones violentas y violatorias de los derechos humanos de parte de los funcionarios de la alcaldía de Gutiérrez siguen anclados a la idea de que se trató del uso de la violencia legítima del Estado. Fue esa misma concepción la que permitió la creación y operación de los grupos paramilitares.

En las más recientes marchas uribistas en respaldo al expresidente Uribe y en rechazo al fallo condenatorio en su contra emitido por la jueza Sandra Heredia, varias banderas de Israel fueron ondeadas por manifestantes, circunstancia que reafirma la complacencia de cientos de miles de uribistas con la limpieza étnico-cultural que adelanta Netanyahu en la franja de Gaza.

Entre tanto, las mesnadas petristas devienen azuzadas por el discurso del presidente Petro con el que rechaza las prácticas genocidas. Por supuesto que hay otros que salieron a marchar por una genuina solidaridad con el pueblo palestino que sufre la violencia militar de Israel, el silencio cómplice de Europa, el debilitamiento de la ONU como organización multilateral y las ineficaces acciones logísticas desplegadas en Gaza para la entrega de alimentos en pro de mitigar la hambruna provocada por el sionista ejército de Netanyahu.

Lo ocurrido en Medellín debe entenderse y comprenderse en el marco de un escenario de polarización política y crispación ideológica en el que claramente hay expuestas disímiles formas de entender las relaciones internacionales, el papel del Estado, la seguridad ciudadana, el derecho a la protesta y en particular la convivencia al interior de un país pluriétnico como Colombia.

Al ser el paramilitarismo un fenómeno sociocultural, superarlo o proscribirlo se torna casi imposible porque ya fue asumido en Medellín, Cali y Bogotá, entre otras ciudades capitales como una “virtud cívica” que calza muy bien con la política de seguridad democrática de Uribe y las acciones estigmatizantes desplegadas entre el 2002 y el 2022 en contra de todos los que se atrevieron a confrontar a los gobiernos de Uribe, Santos y Duque.

Adenda: desde esta tribuna rechazo con vehemencia los actos vandálicos producidos durante las marchas pro-palestina. Dichos actos invisibilizan el talante humanitario de dichas movilizaciones y crean el imaginario colectivo con el que se asocia el petrismo con desorden, violencia y caos. 



Imagen tomada de El Colombiano. 

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