Por Germán Ayala Osorio
Después del execrable atentado
terrorista ocurrido en Cali y la acción militar en Amalfi (Antioquia) que
terminó con el derribamiento de un helicóptero militar, el noticiero Caracol
Noticias abrió sus micrófonos a los precandidatos presidenciales de la derecha
uribizada para que sacaran provecho electoral de los nefastos hechos de orden
público. Y la mejor forma de sacarle ventaja a la tragedia, en particular a la
acción prepolítica que afectó a la capital del Valle del Cauca, es responsabilizar
al gobierno Petro de lo ocurrido. Aquí
lo de menos son las víctimas. Es más, los muertos y heridos serán de gran ayuda
para posicionar el miedo y asegurar la venta de la seguridad como lema de
campaña.
Como actor político, Noticias
Caracol convierte el hecho prepolítico ocurrido en Cali, en una oportunidad
electoral para que la derecha y el uribismo activen su acostumbrada narrativa
de “meterle miedo a la ciudadanía, para venderle seguridad
democrática”. En el 2002
les funcionó a la perfección.
No creo que se trate de simples y
desafortunadas coincidencias que ambos hechos criminales se hayan producido en
dos territorios que electoralmente recogen la disputa ideológica que acompaña
el enfrentamiento entre el uribismo y el petrismo: Cali, como epicentro del
estallido social y ciudad con una importante base petrista y Amalfi, pueblo ubicado
en el departamento de Antioquia, lugar en el que el condenado
expresidente Uribe Vélez aún sigue siendo idolatrado a pesar del despertar de
cientos de miles de antioqueños que ya no se sienten representados por el salgareño
que recién recuperó su libertad gracias a la cuestionada decisión del Tribunal
Superior de Bogotá.
Concomitantes o no, el atentado
terrorista en Cali y la acción militar en Amalfi serán usadas y aprovechadas
por la prensa hegemónica durante varias semanas para favorecer la narrativa de
la derecha con la que Uribe Vélez ganó las elecciones en 2002, ofreciendo
seguridad democrática para “acabar con el terrorismo”. En
la misma emisión de Noticias
Caracol el condenado exmandatario antioqueño en tono catastrofista ya
empezó a posicionar el miedo como estrategia electoral para vender, como buen enredador
paisa, su producto estrella: la seguridad… democrática, de la mano del engañoso
lema, “Mano Firme, Corazón
Grande”.
Lo curioso es que mientras el
presidente Petro hizo un llamado al Estado colombiano en su conjunto e incluso
a otros Estados nacionales para afrontar el desafío criminal de las
organizaciones al margen de la ley que están detrás de los violentos hechos,
los precandidatos uribistas dejaron ver que no tienen una visión de Estado, en
buena medida porque lo único que les interesa es deslegitimar al gobierno Petro
sacándole en cara su política de Paz
Total. El jefe del Estado cometió dos errores al concebir dicha política de
pacificación dialogado: el primero, su visión maximalista y el segundo, quitarles
el ropaje político a las guerrillas, mientras las invitaba a negociar.
Declarar la conmoción interior es
una medida que, aunque desesperada, sirve para contrarrestar en algo la negativa
y catastrofista narrativa periodística. La respuesta militar y policial que ordene
Petro como comandante supremo de las fuerzas armadas inexorablemente deberá
apuntar a tres objetivos: dar con los responsables, en especial con los que
ordenaron y perpetraron el atentado terrorista en Cali, golpear con fiereza y contundencia a esas
estructuras y, finalmente, erosionar la narrativa de la seguridad con la que el
uribismo buscará
regresar a la Casa de Nari, para “salvar al país del terrorismo”.
camion bomba en cali en la base aérea - Búsqueda Imágenes
Señor Germán Ayala:
ResponderEliminarLe escribo con respeto, pero también con profunda preocupación por el tono y las afirmaciones que usted y otros voceros de una corriente ideológica —que actúa más como una secta que como un grupo de análisis serio— vienen promoviendo en el debate público. Me refiero, en particular, a la acusación reiterada y sin pruebas de que el uribismo, o incluso el expresidente Uribe directamente, estaría detrás de los atentados que hoy enlutan a tantas familias colombianas.
¿De dónde sacan semejante afirmación? ¿Dónde están las evidencias? Porque hasta ahora, lo único que hemos visto son señalamientos temerarios que, lejos de esclarecer, contribuyen a polarizar aún más a una sociedad ya herida por la violencia.
Le recuerdo que el presidente Gustavo Petro tiene bajo su control las Fuerzas Armadas, la Fiscalía, la Procuraduría, los entes de control y buena parte del aparato judicial. Si de verdad existiera una conspiración uribista detrás de estos hechos, ¿por qué no se ha capturado a nadie? ¿Por qué no se han presentado pruebas concretas? ¿Por qué no se ha judicializado a los supuestos responsables?
La respuesta parece evidente: porque no las hay.
Lo invito, señor Ayala, a reflexionar con honestidad intelectual. El país atraviesa una crisis profunda en seguridad, salud, educación y gobernabilidad. Y en lugar de asumir responsabilidades, desde ciertos sectores se insiste en culpar al pasado, al uribismo, a una supuesta estrategia del miedo, como si eso bastara para explicar el desorden actual.
No se puede seguir incendiando el debate público con narrativas que, lejos de construir, destruyen. Colombia necesita análisis serios, no consignas ideológicas disfrazadas de opinión.
Atentamente,
JULIÁN SALINAS