domingo, 7 de diciembre de 2025

LA FETIDEZ DE LA PAZ

Por Germán Ayala Osorio

La paz, en su sentido más universal, deviene históricamente manoseada por los Señores de la Guerra, atados inexorablemente a un perverso orden internacional y a gobiernos imperiales que, como en la novela 1984 de Orwell, creen a pie juntillas en la sentencia del autor: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”.  A través de ministerios de la Verdad y de empresas mediáticas funcionales a los objetivos de manipular los hechos y las realidades se han construido y reconstruido enemigos. Al final, las guerras y los conflictos armados irregulares se eternizan de la mano de la búsqueda de una paz que jamás llegará por cuenta de las engañosas narrativas con las que unos y otros defienden las salidas armadas y otros, las negociadas, en las que lo único que logra probarse es la perversidad de la condición humana.

Recientemente, el Comité Noruego del Premio Nobel de Paz y la FIFA dejaron aún más ajada, deslucida, marchita, opaca y avejentada esa esperanza universal que se singulariza en países y regiones que soportan perennes conflictos armados en los que, como diría Orwell, la guerra es paz.

Los responsables de otorgar el perfumado Premio Nobel de Paz cometieron el garrafal error de entregárselo a la líder de la oposición venezolana, María Corina Machado; la misma que propuso en varias ocasiones que Estados Unidos, en cabeza del matoncito y convicto Donald Trump, invada a Venezuela y derroque al ilegítimo gobierno de Nicolás Maduro Moros. Se trataría de una intervención militar para hacerse con la riqueza petrolera del país suramericano, eso sí, en nombre de la fallida e hipócrita lucha o guerra contra las drogas liderada por la corrupta DEA, de la mano del deseo de los Estados Unidos de someter a sus deseos a los países que componen su patio trasero.

Entre tanto, la FIFA, en manos de su infantil y ridículo presidente, creó el Premio FIFA de la Paz y en su primera versión se lo entregó al pendenciero pederasta, Donald Trump. Sin duda alguna, un infame autogol institucional que deslegitima a la poderosa organización que controla el negocio del fútbol a nivel global.

Parece que, a Infantino, el regente de la FIFA le pareció gracioso y acertado entregarle ese espurio reconocimiento al matoncito norteamericano que amenaza con atacar a Venezuela y Colombia, mientras la ONU, la OEA y la “comunidad internacional” guardan un penoso silencio frente a las amenazas y la arbitrariedad del presidente de los Estados Unidos.

Parafraseando a Orwell, la fuerza de la ignorancia terminará por legitimar las aventuras militares del carcamal gringo, el mismo al que políticos como Bernardo Moreno (congresista republicano), Juan Carlos Pinzón, María Fernanda Cabal, Álvaro Uribe Vélez y Abelardo de la Espriella están dispuestos a hincarse e incluso a “consentirlo", como dijo Vicky Dávila de Gnecco, con tal que les permita seguir siendo sus naturalizados súbditos.

La FIFA y el Comité Noruego del Nobel de Paz golpearon con fuerza a un anhelo universal que, al venir atado a la aviesa condición humana, termina siendo un mal chiste y una burla para los millones de víctimas de guerras y conflictos irregulares. Glosando a Orwell, señalo que la paz es fútbol. Y el fútbol se juega a las patadas.





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