martes, 19 de septiembre de 2023

MILITARES QUE ASESINARON CIVILES, DEVUELVEN MEDALLLAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los militares que vienen reconociendo ante la JEP que se convirtieron en criminales al asesinar civiles, confirman de paso que la política de seguridad democrática fue la patente de corso de la cúpula militar y el gobierno de la época para presionar a la tropa para que entregaran más y mejores resultados operacionales, es decir, bajas y litros de sangre.

Una vez perpetrados los crímenes de lesa humanidad, muchos de los uniformados-sicarios, recibieron condecoraciones con las que sus comandantes destacaban el arrojo, la valentía y la vocación de servicio. Medallas que exhibieron con orgullo en sus henchidos pechos, pero que hoy devuelven con vergüenza por haber mancillado el honor militar.

El capitán Jaime Rivera, compareciente ante la Justicia Especial para la Paz, optó por devolver la medalla que en su momento recibió del Gaula del Ejército.  Rivera dijo: “solicito a la magistratura permiso para devolver la condecoración que me otorgó el Gaula (grupo antisecuestro), la dirección nacional de los gaulas, como premio a esas mentiras, como premio a hacer parte de ese entramado".

La decisión del excapitán Rivera se asume como un acto de reparación simbólica hacia las víctimas, pero también, como uno de contrición con el que el oficial en uso de buen retiro intenta limpiar la culpa que lo persigue por haberse prestado a semejante entramado criminal de asesinar civiles para hacerlos pasar como guerrilleros caídos en combates.  

Junto a Rivera, otros oficiales hicieron lo mismo en pasadas audiencias de reconocimiento de responsabilidades por las ejecuciones extrajudiciales perpetradas. Eso sí, sería bueno que todas aquellas medallas y condecoraciones que fueron entregadas por el comando del Ejército, Brigadas, Batallones y el propio Gaula, en pomposas ceremonias, sean devueltas en las mismas condiciones en las que fueron puestas en los pechos de los oficiales, suboficiales y soldados condecorados. Es más, si en aquellas ceremonias en las que se premiaron a los militares asesinos, hicieron presencia el presidente Uribe, Santos o Duque, o ministros de la Defensa, en un acto de reparación y petición de perdón a las víctimas de los falsos positivos, se obligue a los hoy expresidentes y exministros a recibir de manos de estos victimarios institucionales, las ilegítimas e inmerecidas medallas y galardones que se les otorgaron por entregar resultados operacionales cubiertos de perfidia y felonía.

Como el país conoce el talante de cada uno de los expresidentes arriba mencionados, lo más seguro es que se negarán a participar de las ceremonias. Ante la negativa, lo importante es que sus nombres sean leídos y expuestas las razones que motivaron la imposición de las condecoraciones. 

Es lo mínimo que se puede pedir para quienes, obrando como agentes estatales, violaron el “pacto de seguridad” del que en su momento habló Foucault y por ese camino llevaron a que las armas de la República fueran usadas para asesinar al propio pueblo.



Imagen tomada de Ángel Metropolitano.

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