Por Germán Ayala Osorio
En Colombia no existe en estos
momentos un partido político que tenga como propósito afrontar la pluricrisis
ambiental que en el marco del cambio climático ya se manifiesta en la escasez
de agua en varias zonas del país, fruto de un desarrollo económico insostenible.
La Alianza
Verde, por ejemplo, jamás pudo madurar un discurso
ambiental.
En plena campaña electoral de
cara a las elecciones de 2026 el ganadero, latifundista y propietario del
partido Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez hizo un llamado a sus precandidatos
presidenciales para que le pongan cuidado
a la selva amazónica, ecosistema natural amenazado por actividades económicas
como la ganadería extensiva de baja producción, la siembra de coca y la apertura de carreteables sin consideraciones
técnicas y ecológicas, entre otras que ponen en riesgo los servicios
ambientales que le presta al país y al planeta dicho frágil y valioso ecosistema.
La revista Semana, medio oficial
del uribismo, titula así una nota en la que se advierte de la pose ambiental
que el expresidente y expresidiario antiqueño con la que quiere engañar al
electorado: “El expresidente Álvaro Uribe Vélez hizo un llamado a los
cinco precandidatos del Centro Democrático para que atiendan la crisis en la
Amazonía”.
Queda claro que Uribe quiere apropiarse
de la discusión ambiental y la preocupación que el presidente Petro viene exponiendo
sobre el futuro del ecosistema selvático y la conexión que tienen las negativas
actividades antrópicas implementadas en la Amazonia con la crisis de agua que
vivió Bogotá durante varios meses, por aquello de los “ríos voladores” que
desaparecen por cuenta de la deforestación.
Entre el 2002 y el 2010, el
entonces presidente Uribe Vélez jamás mostró interés por conservar, restaurar y
cuidar ecosistemas selváticos. Por su condición de ganadero y latifundista apoyó
el desarrollo de monocultivos como la caña
de azúcar y palma africana, sectores económicos y políticos que reclaman su
regreso al poder así sea en cuerpo ajeno con el claro interés de copar la
Orinoquia con esos dos “ecosistemas emergentes” como los llaman los defensores
de esos disruptivos monocultivos.
Baste con recordar algunas de las
decisiones tomadas por Uribe para entender que su “preocupación”
por el futuro de la Amazonia no es genuina. Como suele hacerlo, el expresidente
antioqueño, miente. “En sus ocho
años de gobierno, entre el 2002 y el 2010, Uribe entregó 8.53 millones de
hectáreas a empresas mineras. Muchas de esas hectáreas incluso estaban en
páramos y en lugares de reserva natural. En su momento esto se conoció como “La
piñata de títulos mineros. Uribe fue un desastre entregando
títulos mineros a diestra y siniestra”. Se estima que en los
ocho años que duró su gobierno se concedieron 7.869 títulos mineros, casi 984
anuales. Muchos de estos títulos se dieron en el suroeste antioqueño, en donde
Uribe sigue siendo admirado con fervor”.
A lo que hay que sumar el
debilitamiento de la institucionalidad ambiental, la politización de la ANLA y
la fusión del Ministerio de Ambiente con la cartera de Vivienda. Los daños
que en materia ecológica y ambiental dejaron los ocho años de Uribe son inocultables.
Así las cosas, la derecha uribizada posará de aquí a las próximas elecciones de
tener la solución no solo a la pobreza y al desempleo, sino al cambio climático
y las crisis que ya manifiesta la selva amazónica.
Tanto en materia de defensa de
los derechos humanos y el cuidado de ecosistemas naturales estratégicos para la
vida el uribismo vende la imagen de ser ecologistas y democráticos, pero los
ocho años de Uribe demuestran lo contrario. Con su seguridad democrática violó
los derechos humanos, fueron asesinados 6402 jóvenes y vulneró y persiguió a
quienes se atrevieron a pensar diferente en uso de sus libertades de prensa y expresión;
y con su nula comprensión sistémica de los efectos de particulares actividades antrópicas como la ganadería y los
monocultivos de caña y palma africana, el uribismo representa el modelo
económico depredador de ecosistemas naturales y de las relaciones étnico-ecológicas
e inmanentes establecidas por comunidades negras e indígenas. ¿Uribe ambientalista?
Da risa el condenado.
durante el gobierno de uribe se entregaron más licencias mineras en las selvas - Búsqueda Imágenes
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