Por Germán Ayala Osorio
En el argot militar solía escucharse,
por allá en los años 80, la frase “te quedó grande la civil” para
indicar con ella que dentro del Ejército había suboficiales y oficiales que
seguían portando el uniforme más por miedo o incapacidad de enfrentarse y sobrevivir
en la vida civil, que por mística y complacencia de mantenerse dentro de las filas.
La sentencia tiene sentido si se revisan las garantías y beneficios laborales
con los que cuentan oficiales y suboficiales de las instituciones armadas. Debe haber muchos que permanecen en el mundo castrense convencidos de que están
aportando al país a través de su incondicional amor a la Patria.
Esa misma locución podría
aplicarse a los señores del ELN y a los de las disidencias farianas. A estos les
quedó grande la vida civil porque solo aprendieron a echar bala, a “traquetiar”
con droga y a sentirse importantes cada que se instalan mesas de diálogo o la
prensa registra atentados y secuestros de los que son protagonistas y responsables.
Hacer la paz también les quedó grande justamente por la comodidad que les asegura
a sus comandantes dar órdenes, convencidos de que están haciendo patria
asesinando soldados y maltratando a la población civil. A los guerrilleros
rasos también les debió asustar enfrentarse a la vida civil al crecer en condiciones
de pobreza y marginalidad. Quizás el enunciado no se pueda aplicar a quienes llegaron
al ELN por vía del reclutamiento forzado.
A Pablo Beltrán, el envejecido líder
del Comando Central (Coce) del ELN, le quedó grande la vida civil y hacer la
paz por su megalomanía y por creerse el cuento de que su organización tiene la
capacidad, pero sobre todo la legitimidad de “liberar” a los colombianos del “yugo
capitalista”. Después de aplazar la firma del armisticio hasta el próximo gobierno
o hasta dentro
de 10 mil muertos, el presidente Petro le contestó: “La verdad, no
creo que haya próximo gobierno que haga la paz con el ELN. La historia es un
flujo permanente y no se repite. Todos y todos los combatientes del ELN saben
hoy, precisamente porque la historia es un río con muchas derivas, que deben
escoger el camino del padre Camilo Torres, quien ofreció su vida por los demás,
o el camino de Pablo Escobar. El pueblo colombiano los quiere en el camino
del padre. Esto mismo me lo dijo personalmente Pablo Beltrán y lo escuché
también del comandante Pizarro”.
Beltrán envejeció y lo más seguro
es que morirá al frente del ELN sin haber firmado la paz y sin haberse tomado
el poder a tiros. Qué manera de desperdiciar la vida por unos ideales que sus mismas
órdenes y camaradas se encargaron de deslegitimar y manchar con sus ignominiosas
acciones militares y prepolíticas. Lo
único que habrá logrado en su desperdiciada vida en la guerra es un lugar en la
historia política del conflicto armado interno. Una historia que solo leen
académicos y uno que otro ciudadano. A Pablo Beltrán y a Antonio García, entre
otros, les quedó grande la vida civil y la paz por las garantías económicas que
siempre les ofrecieron las economías ilegales en las que metieron a toda la
organización.