miércoles, 20 de noviembre de 2024

A PABLO BELTRAN, DEL ELN, LE QUEDÓ GRANDE LA VIDA CIVIL Y LA PAZ

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En el argot militar solía escucharse, por allá en los años 80, la frase “te quedó grande la civil” para indicar con ella que dentro del Ejército había suboficiales y oficiales que seguían portando el uniforme más por miedo o incapacidad de enfrentarse y sobrevivir en la vida civil, que por mística y complacencia de mantenerse dentro de las filas. La sentencia tiene sentido si se revisan las garantías y beneficios laborales con los que cuentan oficiales y suboficiales de las instituciones armadas. Debe haber muchos que permanecen en el mundo castrense convencidos de que están aportando al país a través de su incondicional amor a la Patria.

Esa misma locución podría aplicarse a los señores del ELN y a los de las disidencias farianas. A estos les quedó grande la vida civil porque solo aprendieron a echar bala, a “traquetiar” con droga y a sentirse importantes cada que se instalan mesas de diálogo o la prensa registra atentados y secuestros de los que son protagonistas y responsables. Hacer la paz también les quedó grande justamente por la comodidad que les asegura a sus comandantes dar órdenes, convencidos de que están haciendo patria asesinando soldados y maltratando a la población civil. A los guerrilleros rasos también les debió asustar enfrentarse a la vida civil al crecer en condiciones de pobreza y marginalidad. Quizás el enunciado no se pueda aplicar a quienes llegaron al ELN por vía del reclutamiento forzado.

A Pablo Beltrán, el envejecido líder del Comando Central (Coce) del ELN, le quedó grande la vida civil y hacer la paz por su megalomanía y por creerse el cuento de que su organización tiene la capacidad, pero sobre todo la legitimidad de “liberar” a los colombianos del “yugo capitalista”. Después de aplazar la firma del armisticio hasta el próximo gobierno o hasta dentro de 10 mil muertos, el presidente Petro le contestó: “La verdad, no creo que haya próximo gobierno que haga la paz con el ELN. La historia es un flujo permanente y no se repite. Todos y todos los combatientes del ELN saben hoy, precisamente porque la historia es un río con muchas derivas, que deben escoger el camino del padre Camilo Torres, quien ofreció su vida por los demás, o el camino de Pablo Escobar. El pueblo colombiano los quiere en el camino del padre. Esto mismo me lo dijo personalmente Pablo Beltrán y lo escuché también del comandante Pizarro”.

Beltrán envejeció y lo más seguro es que morirá al frente del ELN sin haber firmado la paz y sin haberse tomado el poder a tiros. Qué manera de desperdiciar la vida por unos ideales que sus mismas órdenes y camaradas se encargaron de deslegitimar y manchar con sus ignominiosas acciones militares y prepolíticas.  Lo único que habrá logrado en su desperdiciada vida en la guerra es un lugar en la historia política del conflicto armado interno. Una historia que solo leen académicos y uno que otro ciudadano. A Pablo Beltrán y a Antonio García, entre otros, les quedó grande la vida civil y la paz por las garantías económicas que siempre les ofrecieron las economías ilegales en las que metieron a toda la organización. 



pablo beltran y los dialogos de paz con Petro - Búsqueda Imágenes

martes, 19 de noviembre de 2024

ANIMALES DOMÉSTICOS: ¿MASCOTAS, HIJOS O CACHORROS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En ocasiones y sin que percatarse, cientos de miles de ciudadanos asumen la defensa de la cultura dominante, cuyas expresiones más visibles están atadas al antropocentrismo, al sistema patriarcal y a su correlato el machismo. De un tiempo para acá la relación con las mascotas (perros y gatos) viene siendo cuestionada en redes sociales y en reuniones familiares por lo que consideran sus críticos y detractores una dañina o enfermiza “humanización” de esos animales. A lo mejor lo que están haciendo las personas que conviven con perros y gatos, para hablar de los más comunes animales de compañía, es dar pasos hacia un proceso de “animalización”, que nos haga recordar que nosotros también somos animales, lo que implicaría empezar a cuestionar esa odiosa visión antropocéntrica que asume como insignificantes e insustanciales las vidas de las mascotas y como lo mejor que se posó en la Tierra a la dañina y asombrosa especie humana.

Les parece ridículo, por ejemplo, que hombres y mujeres paseen en coches diseñados para bebés humanos, a perros y gatos. Les molesta que los tenedores de perros y gatos los asuman como sus “hijos”, vocablo que a pesar de venir asociado a la condición de mamíferos que los seres humanos comparten con ballenas, perros y gatos, animales no humanos, parece destinada a ser aplicada exclusivamente a los seres paridos por una mujer.

El lenguaje humano y la capacidad de crear cultura nos permiten diferenciarnos de los animales no humanos. Y justamente, esa capacidad para nombrar cosas, seres y fenómenos es usada para llamar cachorros, pichones o polluelos, entre otros más, a los “hijos” de perras, pájaras, águilas y gallinas. La férrea defensa y cuidado que suelen hacer de sus crías las perras, gatas, águilas y gallinas, entre otros animales, se parece mucho al actuar de las madres humanas cuando se ven forzadas a defender a sus hijos o hijas de depredadores sexuales o en otras circunstancias en las que sus vidas o bienestar están en peligro. Por todo lo anterior, no entiendo la molestia y hasta la rabia de aquellos que, ubicados en el siempre odioso y jactancioso antropocentrismo, invalidan y descalifican las relaciones entre tenedores y animales porque los primeros se atreven a llamar “hijos o hijas” a gatas y perros.

A lo mejor y sin darnos cuenta lo que realmente hay detrás de esos procesos de “humanización” de animales domésticos es la aceptación de la crisis de la familia humana de la que se tratan de huir los tenedores, estableciendo relaciones afectuosas y amorosas con perros y gatos. No es gratuito escuchar que los “perros adoptados son muy agradecidos”, idea a la que se contrapone la queja de cientos de padres de familia porque sus hijos, además de malagradecidos, son groseros y ejercen todo tipo de violencias en la sacralizada relación padre-hijos o madre-hijos.

Sería recomendable bajarnos de ese estadio de superioridad en el que nos ubicamos por cuenta del siempre presuntuoso antropocentrismo, para empezar a comprender a quienes hoy decidieron reconectarse con aquellos maravillosos seres sintientes que no merecen ser llamados mascotas. Quizás si desde pequeños nos hubieran dicho que los perros y los gatos eran nuestros primos, o hermanas, muy seguramente pocos se atreverían a cuestionar a quienes los asumen como hijos o simplemente como un miembro más de la familia. La familia multiespecie existe, así se opongan la iglesia católica, que odia a los animales no humanos y defiende a curas pedófilos y pederastas, y los ciegos defensores de la cultura dominante.

Adenda: hasta el momento no se registró la reunión de tres o más perros o de tres o más gatos, para perpetrar una masacre o atacar en gavilla un centro comercial. Dirán que los perros ferales o los lobos son ejemplos de “violencia colectiva”. Aquí la única peligrosa y dañina especie es la humana.




 

lunes, 18 de noviembre de 2024

PLEBISCITO POR LA PAZ Y EL TRATADO DE LA HABANA, OCHO AÑOS DESPUÉS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Se conmemoran por estos días los 8 años de la firma del tratado de paz que le puso fin al conflicto armado entre el Estado y la entonces guerrilla de las Farc-Ep. No haré un balance del proceso de implementación de lo acordado en La Habana. Dedicaré esta columna al plebiscito por la paz convocado de manera innecesaria por el presidente Juan Manuel Santos con el objetivo aparente de que el “pueblo” fuera a las urnas a refrendar lo firmado entre las partes.

El proceso de paz, pero específicamente el contenido de ese tratado de paz fue una concesión que específicos agentes del establecimiento le hicieron a Juan Manuel Santos de cara a dos objetivos estratégicos: el primero, consolidar la narrativa alrededor de la idea de que el país por fin viviría en las mieles de la paz, lo que atraería inversión extranjera, turismo y la reconciliación nacional después de 50 años de guerra interna; también, la posibilidad de que después de que las Farc abandonaran los territorios selváticos en los que permanecieron por largo tiempo, esas tierras quedaran en manos de ganaderos, terratenientes y narcotraficantes; y el segundo, facilitarle el camino diplomático y político para que en virtud de esa paz firmada, Santos se hiciera merecedor  del Nobel de Paz, tal como finalmente aconteció.

Está claro que la entrega de ese galardón constituye un acto político alejado de consideraciones y criterios humanitarios capaces de evaluar con rigor las circunstancias bajo las cuales el premio se “solicita”, se ofrece y se entrega. En los casos de Kissinger (1973), la Madre Teresa de Calcuta (1979) y Obama (2009), por ejemplo, quedó claro que no se examinaron a fondo las decisiones políticas adoptadas y las responsabilidades que debieron asumir los dos americanos durante las administraciones bajo las cuales el primero fue secretario de Estado y el segundo, presidente de la Unión Americana; y en el caso de la religiosa, las versiones que daban cuenta de un lado oscuro en la vida de la famosa monja.

Aceptarle a Santos la idea del plebiscito a pesar de los riesgos que implicaba que terceros civiles (empresarios ricos) pudieran ser procesados por apoyar o financiar a grupos paramilitares, tal y como quedó escrito en el primer acuerdo de paz, fue una decisión política precipitada que solo podía ser revertida permitiendo que los voceros del No, con el concurso de los medios masivos, hicieran una campaña sucia y mentirosa, pero eficaz, frente a la deficiente campaña por el Sí.

La desaprobación de la gestión de Santos para el 2016 era de un 72%, elemento que resultó decisivo para millones de colombianos al momento de votar en el plebiscito. Aunque se aceptó la idea de que hubo una excesiva confianza de Santos alrededor de que  la victoria del Sí estaba prácticamente garantizada por tratarse de  un bien moral y ético como la paz, en perspectiva histórica creo que la pedagogía academicista que se desarrolló en universidades privadas y públicas, a lo que se sumó la falta de creatividad del gobierno para usar códigos cívicos en la televisión nacional y otras maneras discursivas para contrarrestar la andanada de mentiras que construyó el uribismo alrededor de lo firmado en La Habana, obedecieron a una consciente y muy bien pensada decisión política de Santos de facilitarle las cosas a los del No y de esa manera garantizarle a sus amigos del establecimiento la renegociación de ese primer Acuerdo de Paz. El país sabe que la segunda versión de dicho tratado de paz eliminó la posibilidad de que terceros civiles terminarán compareciendo ante la JEP por haber financiado o cohonestado con los grupos paramilitares.

Tenga o no asidero la anterior hipótesis, lo cierto es que el tratado de paz de La Habana, pero en particular el plebiscito por la paz fracturó y escindió aún más a la sociedad colombiana. O como canta Morat, en su canción Las cometas siempre vuelan en agosto, El Sí y el No partieron a las víctimas en dos



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domingo, 17 de noviembre de 2024

OCHO AÑOS DE LA FIRMA DEL TRATADO DE PAZ DE LA HABANA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Se cumplen 8 años de la firma del Acuerdo Final de Paz de La Habana, en su versión postplebiscito. Más allá de los problemas que afronta el proceso de implementación y la reincorporación a la vida social, económica y política de buena parte de los exguerrilleros que hicieron dejación de las armas, el asesinato de más de 400 firmantes de paz y la aparición de las disidencias farianas, esa firma deja múltiples enseñanzas y retos para la sociedad y el propio Estado. Estas pueden ser vistas desde las formas discursivas y persuasivas que rodearon el proceso de paz y las que circularon en las redes sociales y los medios masivos. Aludiré en esta columna al ethos, pathos y logos para describir las disputas retóricas que se dieron entre los amigos de la paz y aquellos que asumieron la firma del acuerdo y la noción de paz derivada como un agravio imperdonable.  

El factor ético fue un elemento clave para la aceptación social de lo acordado entre el Estado y las entonces Farc-Ep, en la medida en que apoyar las negociaciones, apagar la máquina de producir más víctimas por cuenta de los enfrentamientos entre esa guerrilla y la fuerza pública y aceptar, así fuera a regañadientes el modelo de justicia restaurativa, fue dándole visibilidad al rostro de un ethos que la sociedad colombiana apenas estaba experimentando bajo las condiciones que poco a poco iban imponiendo las nuevas formas de asumir la civilidad y los conflictos.

Las actividades académicas desplegadas en varias universidades privadas y públicas encaminadas a hacer pedagogía de cada uno de los puntos acordados bajo la premisa “nada está acordado, hasta que todo esté acordado”, dieron vida a procesos sociales de sensibilización que permitieron el florecimiento de sentimientos (pathos) con los que fue posible que una parte importante de la sociedad se abriera al perdón individual y colectivo, en particular los sectores societales víctimas de las acciones criminales de las Farc-Ep.

Pero así como la firma del acuerdo de paz en su versión final liberó un ethos y un pathos cercanos a la defensa de la vida, lo firmado en el teatro Colón de Bogotá también dejó salir un ethos y un pathos atados a la muerte y a la exaltación de la justicia vindicativa. Los grupos sociales que se identificaron con la venganza y la necesidad aparente de mantener encendida la máquina de producir víctimas tuvieron en el plebiscito por la paz la oportunidad de hacer un uso perverso de la información que terminó tergiversando el sentido del tratado de paz y por esa vía legitimando votar por el No. El triunfo, aunque pírrico del No, logró su cometido: desplazar el logos por la fuerza de la sinrazón, del odio y la de la inquina de unos agentes sociales, políticos y económicos que dejaron ver sus simpatías por la guerra.

La firma del acuerdo de paz con el que se puso final al conflicto armado entre el Estado y las entonces Farc-Ep sirvió para poner a prueba la credibilidad de los actores que se sentaron a negociar las condiciones de una paz imperfecta, pero también la de los propios medios de comunicación, pues varios de ellos se prestaron para validar las mentiras de quienes diseñaron la campaña por el No. De igual manera, el apretón de manos entre el presidente Santos y Rodrigo Londoño, alias Timochenko fue un gesto que desató las más disímiles emociones dentro de una sociedad que arrastra una historia de conflictos no resueltos que terminaron agitando los ánimos hasta convertir la firma de la paz en motivo de una confrontación que ocho años después, no termina. Las lógicas de la paz y de la guerra se enfrentaron durante la jornada electoral del plebiscito y persisten hoy día porque devienen contaminadas por las pasiones políticas alimentadas estas por nociones de autoridad sobre las que recaen toda suerte de desconfianzas.

Adenda: la firma del tratado de paz entre el Estado y las Farc-Ep es un hecho político que terminó por deslegitimar la lucha armada que aún mantiene el ELN. La insistencia de los elenos en la guerra los hace ver anacrónicos e incongruentes.



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POLO POLO Y LAS VÍCTIMAS DE LOS FALSOS POSITIVOS

 "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí" es el microrrelato  o micro cuento más corto del mundo. No sé si exista un caso similar para las columnas de opinión, pero el acto despreciable que protagonizó el congresista Miguel Abraham Polo Polo en contra de las víctimas de los falsos positivos amerita intentar escribir una micro columna. He aquí el texto de la que podría ser la columna de opinión más corta del mundo. Miguel Abraham Polo Polo: Sos un ser ¡MISERABLE!


Nota: el cuento lo escribió Augusto Monterroso. 


polo polo y las botas de las madres de soacha - Búsqueda Imágenes

ELN APLAZA LA PAZ: ¿HASTA DENTRO DE 10 MIL MUERTOS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Pablo Beltrán, el segundo comandante del ELN, confirmó lo que ya se advertía: no firmará la paz con el gobierno de Gustavo Petro. Eso sí, cree necesario avanzar en lo que más se pueda en los diálogos que sostienen con el actual gobierno. En los próximos días se reunirán las delegaciones del gobierno Petro y la del ELN en Venezuela para “descongelar” las conversaciones. Lo que deja claro Beltrán es que una posible firma de un armisticio que haga posible la paz territorial que demandan las comunidades afectadas por sus constantes paros armados y los enfrentamientos con otras estructuras narco mafiosas, queda aplazada hasta después del 7 de agosto de 2026. Esa advertencia de Beltrán suena a la tristemente célebre frase “nos vemos dentro de 10 mil muertos”.

El longevo “revolucionario” es una figura ortodoxa que, al defender sus ideas desde ese gélido e inmodificable escenario, lo llevaron, después de 50 años de lucha armada, a instalarse en el anacronismo propio de quienes saben que jamás podrán tomarse el poder a tiros, pero insisten en permanecer en armas porque jamás estarían dispuestos a aceptar que perdieron el tiempo al dedicar sus vidas a una lucha armada infructuosa.

Aquello de “firmar la paz con el próximo gobierno” suena más a estratagema política y militar para “ganar tiempo” y recuperar el liderazgo perdido y re adoctrinar a los jóvenes que recién entraron al ELN más con el afán de enriquecerse, que con la claridad ideológica de lo que significa en estos tiempos mantenerse levantados en armas contra el Estado. El mismo presidente Gustavo Petro ató la reciente lucha armada del ELN a las economías ilegales, circunstancia que por supuesto mina el carácter revolucionario con el que insisten permanecer. El apelativo de Grupo Armado Organizado (GAO) con el que los militares llaman al ELN se va ajustando a la realidad que soporta esa guerrilla hoy y que la aleja de esa condición “revolucionaria”.

En su retórica barata e insulsa Pablo Beltrán vuelve a jugar con la paz. En viejos titulares de prensa se puede constatar. El 24 de noviembre de 2021, en Colombia +20, se lee el siguiente titular: “Vamos a negociar con cualquiera que sea el próximo gobierno”: Pablo Beltrán.

Para el mes de abril de 2024, el titular del diario EL PAÍS de España tituló lo que bien se debió entender como una premonición: Pablo Beltrán, jefe del ELN: “La negociación con Petro es peor que con Uribe, Santos y Duque”. Más allá de si la presencia y negociación con los “Comuneros del Sur” responde a una treta del gobierno que a una escisión que socaba la estructura elena, lo cierto es que no se firmará la paz en lo que le resta de tiempo al gobierno de Petro.

Y más atrás, en el 2020, el mismo Beltrán, en su ya insustancial narrativa señaló que “el momento que vive la sociedad colombiana es de una decisión irreversible de pasar la página de la guerra, ese es el punto que la sociedad colombiana ve». Es posible que una parte de la sociedad colombiana esté dispuesta a pasar las páginas de la guerra fratricida en la que estamos inmersos por la megalomanía de los anacrónicos “revolucionarios” y por los intereses económicos de los agentes, civiles y militares, que se lucran del negocio de la guerra.

Sería recomendable a partir de hoy poner varios contadores en las principales plazas de Bolívar con el objetivo de ir sumando los muertos, civiles y guerrilleros, que se vayan presentando en el país por cuenta de las acciones criminales del ELN. Quizás estemos condenados a ver mesas de diálogo cada 10 mil muertos. Así las cosas, desde el casino de oficiales del cantón norte alguien ya gritó ¡Ajúa!




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sábado, 16 de noviembre de 2024

FORO DEL CENTRO DEMOCRÁTICO: ¿UN DESFILE DE IDEAS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Pasó el primer foro del Centro Democrático (CD) en el que cinco congresistas de esa colectividad desfilaron frente a su dueño, el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Como si de tratara de una feria equina, cada precandidato expuso sus ideas con el único objetivo de agradar a Uribe. Convertido el caballista y expresidiario en una especie de “Raimundo Angulo” de la política, este primer encuentro confirma al exmandatario antioqueño como el gran elector, así como el caudillo y el mandamás de la derecha y la ultraderecha. La senadora María Fernanda Cabal reconoció que se sentía como en un reinado.

Por la pasarela desfilaron Paloma Valencia, Paola Holguín, María Fernanda Cabal, Miguel Uribe Turbay y Andrés Guerra. Al final del encuentro, Uribe le dijo a El Espectador que “le dan “miedo” los candidatos sin doctrina, porque son un “peligro y una incertidumbre”. En este punto aseguró que los cinco senadores del Centro Democrático que buscan la candidatura son “líderes extraordinarios”, pero que deben seguir preparándose y saber cuándo deben tomar decisiones cruciales para el país”. También dijo que "necesitamos alguien que llegue no a aprender, sino a ejecutar". 

Lo dicho por Uribe Vélez confirma que los foros no son otra cosa que ejercicios públicos en los que cada precandidato será examinado en su capacidad de repetir sin cambiarle una coma al discurso y a las ideas doctrinales que aparecieron originalmente en el Manifiesto Democrático, los 100 puntos de Uribe. Quien las repita con mayor seguridad, sin titubeos y vehemencia estará cerca de ganarse el guiño del caballista. Ideas como “reducir el tamaño y la operación austera del Estado, luchar contra la corrupción y el recurrente tema de la seguridad democrática”, serán claves a la hora de elegir de los cinco el candidato que agitará la raída bandera del uribismo. Llegado el momento preciso, la narrativa de los “tres huevitos” volverá a hacerse presente en los siguientes foros en los que el hijo de Salgar (Antioquia) seguirá tomándole la lección a sus aventajados y adoctrinados mandaderos. Lo que tienen que hacer Cabal, Valencia, Guerra, Uribe Turbay y Holguín es aprenderse de memoria ese Manifiesto, sonreír cuando miren al patrón y eso sí, gritar varias veces que a “Colombia la vamos a recuperar" y que jamás volverá el "socialismo". 

Cuando Uribe dice que deben “seguir preparándose”, quizás les esté mandando un mensaje claro a los cinco precandidatos y a otros que por fuera de la colectividad estén dispuestos a declinar sus aspiraciones individuales para sumarse al proyecto político que el expresidente diseñe para el 2026, en el que no necesariamente el candidato presidencial del uribismo saldrá de los cinco precandidatos mencionados. Es posible que desde ya el ladino hacendado esté pensando en Juan Daniel Oviedo, exdirector del DANE, quien ya se mostró cercano al ideario uribista y quien tiene ganado un lugar en la política bogotana como un "técnico", hecho que juega a su favor. 

Cuando el chocarrero hacendado dice que se necesita a alguien que no vaya a aprender sino a ejecutar, parece dirigirse a Iván Duque, el mismo que él puso en la Casa de Nari y manejó como un títere. La entonces portada de Semana dio cuenta de lo que quizás hoy le preocupa al patán antioqueño: "un año de aprendizaje", acompañado ese titular de la foto de Duque. 

La senadora Holguín sabe que no pasará el examen. Por su grotesca figura y debilidad conceptual será descalificada. Paloma Valencia le sirve más a Uribe como agitadora, que como candidata presidencial. Es también básica discursivamente hablando. El expresidente también parece tener dudas sobre las capacidades de Cabal para tomar las banderas del uribismo. A las tres las podría descalificar por ser mujeres. Al caballista le gusta más tratar con machos cabríos. Guerra es un antiqueño altanero y malhablado que le sirve a Uribe más como escudero, que como candidato presidencial. Queda el obsecuente Miguel Uribe Turbay, por quien Uribe parece tener simpatías más por agradecimiento con su abuelo el expresidente Turbay Ayala, que por estar convencido de sus habilidades para  gobernar. Eso sí, lo debe estar viendo como en su momento miró a Iván Duque: como una marioneta. 



Primer foro de precandidatos del Centro Democrático inició en medio de tensiones

PATRIARCADO, MACHISMO, PATRIOTERISMO Y FÚTBOL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La derrota de la Selección de Fútbol de Mayores frente a su similar del Uruguay tiene al periodismo deportivo buscando explicaciones de lo qué pasó en el accidentado partido en el Centenario. Más allá de la falta de pundonor y jerarquía de los jugadores colombianos frente a la tradicional garra charrúa, resulta llamativo lo que hace la prensa deportiva cada que juega la selección: durante cinco o más días se dan a la tarea de ilusionar a las audiencias con expectativas de un empate o de una victoria. Entonces, hablan de hazañas y gestas para luego “graduar” a 11 jugadores de “héroes” en un país en el que, por cuenta del conflicto armado interno, paramilitares, guerrilleros y militares usaron el mismo apelativo para exaltar a sus miembros (hombres), a pesar de haber violado los derechos humanos.

Esos cubrimientos periodísticos a todas luces exagerados y con fines patrioteros están atados inexorablemente al patriarcado y a su correlato el machismo que tienen en el fútbol a su mejor aliado y exponente en la tarea cultural de mantener en el tiempo la supremacía masculina.

Es tan evidente la preferencia por el seleccionado de hombres (mayores) que las audiencias entienden cuando la prensa titula “hoy juega la selección”. A pesar de la existencia de seleccionados femeninos, la fiesta patriotera está asociada al fútbol masculino. Dicho favoritismo se torna peor cuando al examinar los títulos conseguidos por la Selección masculina de mayores se encuentra que poco o nada ganaron los venerados hombres del seleccionado. Si miramos a las selecciones femeninas, estas, en poco tiempo y a pesar de contar con una deficiente liga por decisión de los machos que dirigen la Federación Colombia de Fútbol, ganaron más que todas las selecciones masculinas juntas en más de 50 años.

No sé qué sentirán las jugadoras y sus familias al ver los reverenciados tratamientos periodísticos que hacen medios como Caracol y RCN, empresas que se disputan el rating cada que juega “mi selección”, frente a los tímidos cubrimientos de los juegos de los combinados femeninos. Lo cierto es que la predilección por la Selección (insisto: no es necesario decir que es la de los hombres mayores) no está pensada exclusivamente para entretener a las audiencias y despertar el manido sentimiento patriotero. No. También está dirigida a mantener la vigencia del patriarcado sin que importen mucho las derrotas y esa histórica escasez de títulos mundiales que no se compadecen con esos tratamientos de “héroes” a quienes parece que se acostumbraron a conseguir “triunfos morales” como aquel 5 a 0 contra Argentina en una eliminatoria, o el 2 a 0 contra Uruguay en el Mundial de 2014.

Eso sí, esa misma prensa hablará de la derrota frente a Uruguay hasta horas antes del próximo partido contra Ecuador en Barranquilla. Entonces, dirán sin vergüenza alguna que hay que “levantar la cabeza, recomponer el camino y recuperar la confianza”. Y nuevamente aparecerán las imágenes de hinchas furibundos apoyando a la Selección porque “es lo único que une a los colombianos”.  Esta última, una mendaz narrativa con la que se intentan tapar los graves problemas de convivencia social y política que arrastramos como Nación.



colombia perdio contra uruguay 3 a 2 - Búsqueda Imágenes

viernes, 15 de noviembre de 2024

JEP IMPUTA A SEIS EXFARC EL DELITO DE RECLUTAMIENTO FORZADO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La Justicia Especial para la Paz (JEP) acaba de imputar a seis máximos exjefes de las Farc-Ep el delito de reclutamiento forzado de 18.677 menores. En un comunicado, los firmantes de paz o exguerrilleros informaron que aceptan los cargos. Más allá del gesto de arrepentimiento, genuino o no, esa ignominiosa cifra hace parte del “inventario” que debemos hacer de la barbarie que como sociedad permitimos, por acción u omisión.

Los 18.677 niños reclutados por las Farc-Ep entre 1971 y 2016 (JEP), los 21.000 asesinatos perpetrados por estructuras paramilitares (Centro de Memoria Histórica) en 40 años y los 6402 crímenes de Estado perpetrados entre el 2002 y 2008 (JEP) dan cuenta del incontrastable dolor que dejan las dinámicas del conflicto armado interno de Colombia.

Según esas cifras, las entonces Farc-Ep durante 45 años reclutaron a por lo menos 18.677 menores de edad, lo que da un promedio de 415 niños y niñas por año. Mientras que los paramilitares masacraron civiles a cuenta de 525 por año. Sin duda alguna, ambos guarismos confirman la atrocidad de un conflicto y la degradación moral de todos sus actores armados.  Un dato no menor: el accionar criminal de esas dos estructuras ilegales se dio bajo dos constituciones: la de 1886 y la de 1991.

Quizás los hoy firmantes de paz justificaron en el pasado esos crímenes ocurridos en el marco de la carta política de 1886 por aquello  del espíritu conservador y violento de esa constitución y de las estructuras de poder que hacían gala del cumplimiento de sus preceptos jurídicos, con la ayuda de la cultura dominante; ese mismo espíritu violento se irradió a gran parte de la sociedad y guió las vidas y decisiones  de aquellos agentes del establecimiento que le apostaron a extender en el tiempo el conflicto armado para consolidar dos fenómenos complementarios: de un lado, la fragmentación del territorio entre las zonas de orden público (selvas y espacios rurales) y las urbes militar, económica y políticamente protegidas y desarrolladas. Al final, el país terminó dividido entre ciudadanos de quinta y primera categorías.  Y del otro lado, los procesos de estigmatización surgidos por la aplicación a rajatabla de la doctrina del enemigo interno a todo lo que oliera a izquierda, a defensa de los derechos humanos y a los de la propia naturaleza.

Con el cambio del orden constitucional, el reclutamiento forzado de las Farc-Ep se volvió sistemático, hecho que invalidó los alcances y el propio espíritu garantista de la carta política de 1991. La niñez en Colombia, bajo dos disímiles contextos constitucionales jamás fue protegida. Esa es una conclusión que debería de avergonzarnos como sociedad.

Y en lo que concierne a los 6402 falsos positivos o crímenes de Estado, estos fueron cometidos en un periodo de gobierno en el que operó una política de seguridad que, con el apellido “democrática”, legitimó y ocultó el desvío moral y misional del Ejército nacional. Bajo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez y amparados en la carta garantista y liberal de 1991 se violaron los derechos humanos de manera sistemática. Al final, el país que venía golpeado por las acciones criminales de Farc-Ep y paramilitares durante 40 años, terminó sumido en la confusión que produjo constatar que a agentes estatales les bastó seis años para equipararse en barbarie a las guerrillas farianas y a las AUC.






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jueves, 14 de noviembre de 2024

¿HABRÁ “VICKINETA” Y HASTA DÓNDE LLEGARÁ?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Ya es oficial: Victoria Eugenia Dávila de Gnecco, conocida como Vicky, es, a partir de este momento, precandidata presidencial. Se trata del primer golpe de opinión del sector de la derecha y la ultraderecha que representan los clanes Gnecco y Gilinski, actores económicos y políticos de la sociedad civil que financiarían la aventura electoral de la “periodista-periodista”. Recordemos que Dávila tiene vínculos familiares con el clan manejado por la cacica Cielo María Gnecco Cerchar. Varios de sus miembros, incluida la matrona Cielo, fueron investigados y acusados de paramilitarismo y corrupción pública; y con el clan Gilinski tiene   relaciones laborales y simpatías ideológicas que confirman su militancia en la derecha y sus actitudes arribistas y clasistas. Sobre esto último, baste con recordar su más reciente descache clasista: se burló del abogado Miguel Ángel del Río Malo por haber sido azafato.

Todo indica que los líderes de esos dos clanes políticos quieren competir en principio con el uribismo para ver con cuáles de los precandidatos se presentarán a la contienda electoral de 2026. De parte del Centro Democrático (CD), ya se lanzaron María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Miguel Uribe Turbay, quienes de manera temprana ya andan en disputas intestinas para ver quién de los tres logra cautivar al dueño de esa colectividad, el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez.

No se puede descartar a Claudia López Hernández quien podría ser la candidata por la que el expresidente antioqueño plante “pelea” a los dos clanes que apoyan a su adorada Vicky. Aunque López Hernández ya dejó de ser “anti uribista”, podría insistir en consolidar una fuerza política de “centroderecha”, sin que ello signifique alejarse del todo del uribismo y de los clanes Gnecco, Gilinski y el GEA. Hernández es camaleónica. También hay que contar con el vetusto delfín de Germán Vargas Lleras, quien terminará jugando con los voticos que arrastre, para que le entreguen un par de ministerios. No puede aspirar a más.

Eso sí, habrá que esperar la jugada política del GEA para completar el tablero de aspirantes con los que la derecha sí o sí llegará unida al 2026 con un propósito claro: recuperar la Casa de Nari para echar para atrás lo hecho por el gobierno progresista de Petro en materia de reformas agraria y ajustes al modelo de salud, entre otras políticas y acciones; por ejemplo, aquellas con las que se beneficiaron a las JAC que participación en la recuperación de vías terciarias.  A lo mejor los empresarios antioqueños insisten con Sergio Fajardo, el ya eterno candidato presidencial del medroso Centro político, para finalmente acercarse a Claudia López Hernández.

Mientras el tablero se completa y se definen alianzas electorales basadas en simpatías ideológicas e intereses de clase, es preciso imaginar qué podría significar una candidatura de la ladina periodista vallecaucana y un poco más allá. Planteo el siguiente escenario: Vicky Dávila de Gnecco como candidata única de la derecha y presidenta de Colombia.

En una sociedad fragmentada y escindida ideológicamente como la colombiana que suele votar bajo los elementos que confluyen y dan vida a lo que se conoce como la “espiral del silencio”, pensar en esa posibilidad política resulta tan plausible, como aterradora. En el 2018 la derecha impuso a Iván Duque Márquez, un cuarentón sin ninguna experiencia en el manejo de asuntos públicos. Un verdadero paquete. La derecha sabe que su desastroso gobierno y el manejo equivocado que le dio a la pandemia del covid19 y al estallido social llevaron a que por primera vez la izquierda accediera a la Casa de Nariño.

Jugársela por la cincuentona de la Vicky Dávila, quien se parece mucho a Iván Duque en su inexperiencia y desconocimiento de la operación del Estado, le facilitaría las cosas a la izquierda y al progresismo en su aspiración de darle continuidad al plan de gobierno que viene ejecutando el presidente Gustavo Petro. Ya desde las huestes del petrismo se anuncian las aspiraciones de Carolina Corcho, Carlos Caicedo y Camilo Romero. Desde la perspectiva discursiva, cualquiera de esos tres políticos volvería añicos a Vicky Dávila en un debate porque la exdirectora de Semana exhibe un discurso muy pobre en materia de ideas y un débil dominio conceptual, fruto de una vida dedicada a publicar bochinches y “noticias bomba”.  Aunque esos vacíos conceptuales y la incapacidad discursiva se arreglarían como lo hicieron con Rodolfo Hernández: no aceptaron debates, justamente para que no quedara en evidencia la pobreza conceptual del entonces putero y vulgar santandereano.  

La señora Dávila es fatua, sumisa y obsecuente con los poderosos, en particular con lo que se conoce como el uribismo. Ese perfil de la “periodista-periodista” se parece mucho al de Iván Duque Márquez. Aprendida la lección que les dejó el desastroso gobierno de Duque, no creo que la derecha esté en condiciones de poner en la casa de gobierno a una mandataria que al poco tiempo la opinión pública empezará a asociar sus decisiones y posiciones a las de una “marioneta” manejada por uno de los Gilinski para los asuntos de la economía y por otros, para temas de orden público y crisis climática, entre otros.

Si la derecha entiende los riesgos que ofrece la figura de Dávila de Gnecco, su candidatura solo servirá para medir las fuerzas de Uribe Vélez y las del GEA y poner a pelear a todos por votos. Así las cosas, Vicky será un simple fusible que se quemará cuando así lo decidan las figuras más viejas del establecimiento colombiano, esto es, sus propios jefes.


Adenda 1: lanzarse por firmas es un engaño al elector cuando de todas maneras terminarán aliándose con los partidos tradicionales y con sus caciques.  

Adenda 2: horas después del anuncio de Dávila de Gnecco, el concejal uribista Juan Daniel Oviedo también hizo pública su aspiración presidencial. Oviedo es un político de derecha que simpatiza con la manera de gobernar del expresidente Uribe. 


Vicky Dávila será candidata a la Presidencia de la República



miércoles, 13 de noviembre de 2024

PETRO Y EL FALLO QUE ABSUELVE A SANTIAGO URIBE VÉLEZ

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La reacción del presidente Gustavo Petro con la que fustiga el fallo absolutorio a favor de Santiago Uribe Vélez está atada a la dignidad presidencial que representa, pero también deviene ancorada a su pasado como congresista que investigó, probó y expuso las finas relaciones políticas y el contubernio entre la clase política y los grupos paramilitares. Es decir, las críticas que lanzó Petro al fallo en primera instancia bien podrían resultar determinantes al momento en el que la controvertida sentencia de primera instancia llegue a la esperada instancia superior. Y también van a servir para terminar de afectar negativamente sus relaciones con las altas cortes.

Cuando Petro dice que “la impunidad no nos lleva sino a más violencia” no solo duda del criterio jurídico del juez Jaime Herrera Niño, sino que imagina un escenario conflictivo y violento que bien puede darse si la derecha recupera el poder en el 2026  y si Petro cumple con la “amenaza” de llevar a la justicia internacional los crímenes que la Fiscalía y otros actores le endilgan a la organización paramilitar Los 12 Apóstoles, liderada por Santiago Uribe Vélez, de acuerdo con la acusación del órgano investigador.

En su cuenta de X, Petro dijo lo siguiente: “un crimen internacional de lesa humanidad, como haber asesinado sistemáticamente los miembros de la UP, con asesinato de niños incluido, lanzar operaciones de asesinato de civiles indefensos sistemáticamente, no puede quedar en la impunidad por el temor de un juez. Las normas del mundo hablan que si la justicia de un país no es capaz de juzgar a los criminales contra la humanidad, lo hace un tribunal internacional. El presidente de Colombia si es fiel a los principios de defender la vida humana y de no permitir más impunidad contra los seres humildes en Colombia, no puede echarse para atrás en el propósito de justicia. He respetado las decisiones del expresidente Uribe en materia de justicia y paz, creo que no se equivocó. La justicia transaccional busca la verdad ante nada y no el castigo. Pero el presidente no puede estar al lado de usar la justicia para generar la impunidad y la injusticia y dejar perder la Verdad, ese camino solo lleva a más violencia. La época en que los poderosos usaban sus armas para matar bárbaramente el pueblo ha terminado”.

La primera frase en negrilla y subrayada deja ver a un presidente de la República alejado de cualquier posibilidad de guardar silencio ante unos hechos que él conoce muy bien y que podrían ser conocidos por instancias internacionales. Ello supone, entonces, un agrietamiento de las relaciones con el expresidente y expresidiario antioqueño. En la misma frase Petro sugiere que el juez recibió algún tipo de amenaza o que simplemente, por sentido común, optó por fallar a favor del hermano del expresidente para “no meterse en líos”. Ya vendrán las reacciones de jueces y magistrados por la “intromisión” del presidente de la República en la autonomía de los operadores judiciales.

En la segunda frase subrayada y puesta en negrillas vuelve el Petro presidente a aparecer para, desde esa dignidad, decirle al mundo que como jefe del Estado no guardará silencio ante crímenes de lesa humanidad cometidos en el contexto del conflicto armado interno que Uribe negó cuando dijo que lo que había en Colombia “era una amenaza terrorista”.

La última frase pintada de negro bien puede asumirse como una amenaza a todos aquellos agentes de poder económico y político de la sociedad civil que participaron, apoyaron o financiaron las innumerables masacres paramilitares y sus crímenes selectivos (individuales). Aquí vuelve a sacar la cabeza el Petro congresista que jamás ocultó sus dudas frente a la altura moral de banqueros, empresarios y políticos.

Ese movimiento pendular entre el Petro congresista y el Petro presidente de la República obligará a la derecha a revisar las relaciones con la izquierda y el progresismo. Para ello, buscarán acercamientos con aquellas vertientes o agentes que, alejados de las maneras de pensar y actuar del jefe del Estado, estén dispuestos a ponerle punto final a los procesos judiciales y políticos, lo que no es otra cosa que sepultar la verdad de una historia sistemática de violaciones a los derechos humanos.

Las críticas de Petro al fallo que absuelve en primera instancia a Santiago Uribe Vélez inauguran una nueva fase en las ya maltrechas relaciones entre Petro y el establecimiento colombiano. De igual manera sirven para insistir en la narrativa que señala que los asuntos del perdón, la búsqueda de la verdad y la memoria histórica y el reconocimiento de responsabilidades penales por crímenes de lesa humanidad están atados a la izquierda; mientras que las leyes de punto final, el ocultamiento y la negación de actuaciones y decisiones es propio de la derecha. 






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COLOMBIA: ENTRE APÓSTOLES DE LA GUERRA, CONGRESISTAS GROTESCOS Y GESTORES DE ODIO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El grotesco acto público del congresista Miguel Polo Polo con el que se burló del dolor de las víctimas de los crímenes de Estado (falsos positivos), la designación descomedida de exjefes paramilitares como gestores de Paz por parte del presidente Petro y el fallo absolutorio de primera instancia a favor de Santiago Uribe Vélez, procesado por la conformación del grupo paramilitar de los 12 Apóstoles de Yarumal (Antioquia), ofrecen pistas muy claras de las dificultades o talanqueras culturales que como sociedad y Estado afrontamos para pasar las dolorosas páginas que escribieron con sangre los actores armados, legales e ilegales, y poderosos agentes económicos de la sociedad civil, durante más de 50 años de conflicto armado interno.

Esas barreras culturales están soportadas en por lo menos cuatro factores: el primero, la debilidad del aparato de justicia, permeado por la corrupción de jueces y magistrados (el Cartel de la Toga, por ejemplo), a lo que se suman las presiones de las que son objeto los operadores judiciales al momento de fallar en derecho. Bajo esas circunstancias, terminamos como sociedad viendo a jueces y magistrados que temen a poderosos bandidos de cuello blanco porque están parapetados en fueros y dignidades cargadas de ilegitimidad y en relaciones familiares que terminan por debilitar la majestad de la justicia y las de otras instituciones estatales. La carrera judicial en el país está permeada por enrarecidos intereses de clase, recomendaciones y favores que en algún momento deberán ser pagados con fallos absolutorios o condenas amañadas.

El segundo, la ideologización del dolor de las víctimas y las responsabilidades de los victimarios que le sirve a específicos agentes del establecimiento colombiano y a otros de reciente aparición pública para deslegitimar la operación de los dos modelos de justicia que hoy operan en Colombia y repudiar a las familias que reclaman justicia punitiva, o por lo menos verdad, reparación y no repetición en el marco de una justicia restaurativa. Al convertir los padecimientos de hombres y mujeres violentados por paramilitares, militares, empresarios del campo y guerrilleros en un asunto ideológico, las víctimas pasan rápidamente a ser objetivo militar, político, judicial y de burla por aquellos agentes de la derecha que siguen instalados en la doctrina extendida del enemigo interno.

Un tercer elemento tiene que ver con la construcción de la verdad y la memoria histórica. Al tratar de edificar una versión oficial, plausible y verosímil de lo acontecido durante 50 años de guerra interna, los dos anteriores factores se juntan para impedir su aceptación, lo que imposibilita las acciones de perdón, arrepentimiento y la aceptación universal de esa verdad. De esa manera, esas y otras vicisitudes por las que pasan los procesos sociales, políticos y jurídicos pensados para construir verdad y memoria histórica terminan por evitar reconciliarnos.  Y un cuarto factor tiene que ver con la consolidación de una fuerte animadversión hacia todo lo que huela a paz. Hablar de paz en Colombia es sinónimo de impunidad y debilidad estatal, lo que despierta las más airadas reacciones de aquellos sectores sociales que insisten naturalizar la ya histórica división moral entre buenos y malos, estadio de fraccionamiento que se profundizó desde el 7 de agosto de 2022 y que, por lo visto, se tornará perenne.

Mientras estos cuatro factores sigan instalados en las prácticas institucionales privadas y estatales, así como en las representaciones sociales de millones de colombianos, la construcción de una paz estable y duradera no solo seguirá siendo una quimera, sino el más fuerte obstáculo para minimizar los riesgos de vivir juntos en una democracia imperfecta, en una sociedad moralmente confundida y en un Estado que viene operando bajo criterios corporativos, en contravía de los derechos del colectivo.

El congresista Polo Polo dejó ver su estolidez en todo su esplendor. A él, gracias por dejarse ver como hijo legítimo de la Colombia premoderna, ignorante y empobrecida culturalmente que no nos deja avanzar hacia estadios civilizatorios superiores; designar a los paramilitares como gestores de Paz sin que hayan aportado verdad, justicia, reparación y no repetición constituye un acto desproporcionado de parte del presidente de la República. En particular, en el caso de Hernán Giraldo, alias Taladro, un depredador sexual que violó niñas y adolescentes mucho antes de que apareciera la canción +57 en la que se alude al frecuente deseo sexual de cientos de machos hacia las niñas de 14 años. En cuanto al fallo absolutorio proferido por el juez Jaime Herrera Niño, las dudas jurídicas y de otra índole le hacen mucho daño a la imagen de la justicia colombiana. Su fallo niega lo investigado por la JEP y otros agentes que dedicaron años a develar quiénes están detrás de los 12 Apóstoles. Lo cierto es que todos los grupos paramilitares, incluido el de Yarumal, asumieron la violación de los derechos humanos como un apostolado socialmente aceptado y admirado. 

 

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martes, 12 de noviembre de 2024

PELEAS AL INTERIOR DEL CENTRO DEMOCRÁTICO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El descontento de las congresistas María Fernanda Cabal y Paloma Valencia por la encuesta que buscaba medir el “nivel de conocimiento y la percepción de la ciudadanía por Miguel Uribe Turbay” da cuenta del nivel de tensión que hay al interior del partido Centro Democrático (CD) entre quienes aspiran a convertirse en las preferidas del gran barón electoral y propietario de la señalada empresa electoral, Álvaro Uribe Vélez. Varios medios conservadores como El Colombiano registran el suceso bajo un certero titular: Estalla crisis al interior del Centro Democrático: precandidatos cuestionan encuesta contratada a favor de Miguel Uribe. (sic).

Miguel Uribe Turbay picó en punta en esa carrera por ganarse la aprobación del Señor Acusado para competir en el 2026 por la presidencia de la República y recuperar el control de la Casa de Nariño para las huestes uribistas. Según trascendió, la encuesta fue aplicada por Invamer y financiada por el empresario Carlos Mejía Berrío mediante su empresa Creadorxs SAS. Los resultados de la encuesta poco benefician a las dos congresistas: la intención de voto por María Fernanda Cabal alcanzó el 23,3 % de los encuestados (una población de 1500 personas) y por Paloma Valencia el 7,8 %). Los resultados favorecen la imagen del nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala con una intención de voto del 43,8 por ciento.

Llama la atención que en la reacción publicada en la red X, las dos congresistas evitan señalar de manera directa a Uribe Turbay, quien se perfila como el “elegido” de Uribe para las próximas elecciones presidenciales. Paloma Valencia, la “nueva encomendera”, señaló: “Me parece grotesco el despilfarro de recursos en las precampañas a la presidencia, aun en campaña. Para mí la política será siempre el ejercicio de propuestas y de conexión con la ciudadanía. Tienen tanta plata que hasta pagan encuestas en las que se nota quien las paga.

Desde su lugar de enunciación, Valencia no identifica a Migue Uribe Turbay, lo que hace pensar en que la congresista siente una fuerte animadversión hacia el “delfín” turbayista, razón que la llevó a evitar nombrarlo en la queja que hicieron pública. Lo mismo hizo la señora Cabal en su reacción, en la que recordó al asesor de la campaña presidencial de Petro, Sebastián Guanumen, personaje que se hizo famoso por haber dicho que “había que correr la línea ética”. La congresista María Fernanda Cabal señaló que “esto es actuar a lo Guanumen”. Una rara asociación para referirse a un hecho político propio del talante del uribismo.

Más allá de las pujas, rencillas y las disputas al interior del CD, los tres precandidatos saben que cualquiera que resulte ser el ungido del expresidente y expresidiario estará obligado a revisar los detalles de lo que significó para la derecha y el país la figura de Iván Duque Márquez. Y ello implica, para bien o para mal, entender que sus imágenes serán asociadas a la que acompañó a Duque durante los cuatro años: “la de ser el títere de Uribe”.

La figura de Duque Márquez está atada al vocablo títere por varias circunstancias que rodearon su administración: su inocultable y alto nivel de obsecuencia frente al expresidente antioqueño fueron determinantes para que la prensa y gran parte de la sociedad lo graduara de títere. Eso sí, quien lo coronó como el puppet de Uribe fue la reconocida periodista Ángela Patricia Janiot quien, al aire, y ante una audiencia internacional, le preguntó a Duque si él se consideraba efectivamente el títere de Uribe. El desastroso manejo que le dio a la pandemia del covid19 y el haber provocado el estallido social terminaron por consolidar la imagen negativa que, asociada a la de una marioneta, elevó al expresidente Uribe a la condición de titiritero.

Si Uribe Vélez se decide por Miguel Uribe Turbay, sabe que encontrará a un inexperto, fatuo, obsecuente e influenciable político, perfil que le encanta al expresidente antioqueño. Su condición de hombre es para Uribe un factor determinante. Dado el caso de que Uribe, tratando de conquistar el voto femenino, elija a la señora Cabal, el expresidente puede llegar a temer que en cualquier momento ella tome distancia y decida no seguir al pie de la letra el guión que le sabrá entregar para, llegado el caso, gobernar a Colombia; y si la elegida es Paloma Valencia, Uribe sabe que encuentra en ella a una mujer sumisa y fiel escudera, razón suficiente para preferirla en lugar de María Fernanda Cabal. Ya veremos qué decide el ladino barón electoral.



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lunes, 11 de noviembre de 2024

NEPOTISMO EN EL GOBIERNO PETRO: ¿Y EL CAMBIO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Hay consenso académico, político y social en torno a que la corrupción público-privada es el mayor problema de Colombia en la medida en que se afectan las finanzas públicas y la eficacia del Estado al momento de responder a las demandas sentidas de las comunidades que bajo su autoridad y tutela esperan que aquellas sean asumidas por las entidades estatales bajo condiciones de eficacia, eficiencia y efectividad.  La corrupción es uno de los principales obstáculos al desarrollo socioeconómico, la consolidación de un Estado eficaz y eficiente y el fortalecimiento de la democracia en Colombia” (Theodore Kahn y Víctor Saavedra, Fedesarrollo).

La corrupción resulta ser tan determinante en el país, que su permanencia en el tiempo y su naturalización se asume como parte del objetivo final de todo gobierno de alcanzar niveles aceptables de gobernabilidad, lo que supone la activación del clientelismo y el nepotismo como formas aceptadas de distribución del poder.

De allí que ofrecer combatir las prácticas corruptas y proscribir el ethos mafioso que las facilita suele servir a los propósitos electorales de los candidatos a cargos de elección popular que ofrecen erradicarlas de tajo. No hay candidato a la presidencia que en la historia del país no haya ofrecido enfrentarla y acabarla o por lo menos “reducirla a sus justas proporciones” como lo propuso el entonces presidente de la República, Julio César Turbay Ayala.

Es tal la fuerza de la corrupción público-privada en el país, que el referendo de 2018 con el que se intentó proponer cambios institucionales y operacionales conducentes a ponerle coto a las prácticas corruptas fracasó. La dificultad para acabar con la corrupción radica en que el ethos mafioso que genera las conductas dolosas o por lo menos éticamente comprometedoras en los sectores público y privado está validado política, cultural, social y económicamente. Bajo esas circunstancias, pretender eliminarla es un imposible cultural. De ahí que insistir en que es posible proscribirla constituye una gran mentira.

Con la bandera del cambio y la lucha frontal contra la corrupción, el entonces candidato Gustavo Petro logró cautivar a millones de colombianos que creyeron a pie juntillas en que era posible cambiar las maneras en las que se viene haciendo la política en el país, asociada esta a los poderes de facto ejercidos por contratistas y otros mecenas que suelen aportar millonarias sumas de dinero a las campañas a cambio de contratos multimillonarios con los que no solo recuperan la inversión electoral, sino que logran aumentar sustancialmente sus riquezas. A ese factor político y económico se suma que hacerse con la presidencia en Colombia constituye un triunfo electoral que le abre las puertas al nepotismo en la medida en que la torta burocrática queda bajo el dominio del partido vencedor o de las otras colectividades que conforman la coalición de gobierno.

El diario El Espectador reveló que ministros de la actual administración tienen a familiares trabajando en varias dependencias. Esto se lee en la referida nota del diario bogotano: “Una docena de ministros, directores de departamentos administrativos y otros altos funcionarios nombrados por el presidente Petro tienen a sus familiares contratados en diferentes entidades del poder público. Aunque muchos cumplen con los requisitos para desempeñar las funciones, la oposición y otros sectores hablan de una práctica cuestionable que el propio Petro y sus más cercanos rechazaron antes de llegar a la Presidencia”. En el texto noticioso se hace claridad en torno a nombramientos que vienen desde antes del 7 de agosto de 2022.

Lo informado por el diario El Espectador tiene dos efectos: de un lado, expone al gobierno Petro a las críticas de sus detractores y del otro, le da a la oposición, incluidas las empresas mediáticas que pactaron deslegitimarlo, elementos fácticos que en el 2026 serán usados para atacar al candidato o candidata encargada de recoger y defender las banderas del progresismo, incluida la ya manida lucha contra la corrupción.  Eso sí, hay que decir que el nepotismo es una práctica común en todos los gobiernos de derecha.

Nadie niega que este gobierno viene logrando cambios en el sector rural a través de una reforma agraria que otras administraciones evitaron hacer porque sus intereses estaban anclados a los negocios de los grandes terratenientes y ganaderos que les patrocinaron sus campañas. Hablo en particular de los gobiernos de Uribe, Santos y Duque.

La contratación de las vías terciarias con las JAC hace parte de esos cambios en las maneras en las que el Estado coadyuva a garantizarle a los campesinos que puedan sacar sus productos a las cabeceras municipales. Y hay otros asuntos en los que este gobierno viene haciendo la diferencia. Pero esas prácticas nepotistas terminan por ensuciar un proyecto político progresista que ante todo debería haberse diferenciado ética y moralmente de los propósitos de la derecha, sector de poder político responsable de haber naturalizado todas las formas de corrupción público-privada en el país.




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CLASISMO: VICKY DÁVILA Y EL "AZAFATO"

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El clasismo es, junto a la corrupción y el racismo, las mayores “taras” civilizatorias que arrastramos como sociedad moderna. Esa forma discriminante con la que se asumen las relaciones con los Otros puede estar atada a un desbordado ego que lleva al clasista a ubicarse en una atalaya para, desde ese lugar privilegiado, despreciar la vida de aquellos que por A o B motivo se cruzan en el camino de esos “seres bendecidos” por la fama que, aunque efímera, la asumen como un estadio perenne. O quizás el clasismo devenga ancorada como actitud de vida a un pasado vergonzante que alimenta esos aires de superioridad que arrastran los y las clasistas que todos los días aparecen en las redes sociales y los medios de comunicación.

El ejercicio periodístico suele servir a los propósitos clasistas de aquellas figuras públicas que por la posición de poder que ostentan y la sobreexposición pública de sus vidas “exitosas”, se sienten en todo el derecho de excluir o seleccionar quién es digno de ser reconocido como un ser humano con algún valor. De ahí, a decidir qué vida es plausible, hay un paso muy pequeño que bien sabemos en dónde puede terminar.

Dentro del gremio periodístico el clasismo aparece y se reproduce de la mano de la fama que adquieren los periodistas, presentadoras de televisión, conductoras de radio o directoras(es) de un medio de comunicación.

La señora Victoria Eugenia Dávila de Gnecco, directora de la revista Semana, en uso de facultades clasistas le recordó al reconocido abogado penalista Miguel Ángel del Río Malo que fue azafato. Esto dijo en su cuenta de X: “El azafato que se volvió abogado y no hace sino perder sus casos. ¿Ya devolvió los 50 millones de pesos que le cobró al Coronel Oscar Dávila que murió por cuenta de las chuzadas a Marelbys Meza?”

Vamos por partes, como diría Jack El Destripador. La señora en mención asume que haber sido azafato es una situación vergonzante para cualquier persona y peor aún para el penalista que lleva casos delicados desde el punto de vista de la opinión pública mediatizada. Enfrentarse al expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez convierte a Miguel Ángel del Río en un “objetivo periodístico” de aquellos que insisten en defender la honorabilidad del Señor Acusado. Y qué mejor forma de atacarlo que esculcando en su pasado y determinar que efectivamente “cayó en la más terrible indignidad”: haber sido azafato. Habrá que revisar si esa conducta está tipificada en el Código Penal.

El “error” que comete la señora de Gnecco parte de la construcción de la frase pues no se trata de un azafato que se convirtió en abogado, sino de un hombre que quería ser abogado y que encontró en ese trabajo una fuente de recursos para alcanzar la meta de estudiar derecho. Eso sí, el “error” que comete la susodicha nace de la animadversión que profesa hacia el penalista, alimentado de su inocultable e incontrastable clasismo.

La respuesta del abogado no se hizo esperar: “el trabajo de AZAFATO es tan honrado como cualquier otro y me hice abogado por mérito propio. Ahora bien, entre tantos casos exitosos le recuerdo el que le ganamos a usted y le tocó rectificar. Y el dinero fue devuelto a la viuda del Coronel porque yo sí tengo ÉTICA”.

El rifirrafe entre Del Río y la directora de Semana tiene de fondo el fallo de tutela que le ordena a la publicación de manera perentoria rectificar la información publicada que terminó por afectar el buen nombre del abogado y accionante. Quizás a la referida directora le venga bien ir a ver la obra de teatro “El bufete del zoquete”.

A las tres referidas “taras civilizatorias” deberíamos de sumar la fatuidad de aquellos que al codearse con el poder político y económico se asumen como faros morales en una sociedad como la colombiana que además de aquellas “fallas o formas degeneradas”, deviene en una profunda confusión moral.



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domingo, 10 de noviembre de 2024

LA “MALA HORA” DE LOS URIBE VÉLEZ

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Para el miércoles 13 de noviembre está programada la lectura de la sentencia del juez que llevó el caso en contra del ganadero Santiago Uribe Vélez. En las huestes de la Colombia no uribizada se espera que el sentido del fallo sea condenatorio contra quien pesan los graves señalamientos de haber creado y apoyado la operación criminal del grupo paramilitar Los 12 apóstoles en Yarumal, Antioquia. Entre tanto, en las mesnadas del uribismo se espera lo contrario, por todo lo que representa el clan Uribe Vélez para esa parte de la sociedad que deviene sumida en una profunda confusión moral. Habrá, eso sí, un grupo importante de colombianos a los que la suerte del procesado poco o nada les importe.

En cualquier caso, el largo proceso judicial que enfrenta el hermano del expresidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, da cuenta a la perfección de los problemas que arrastra la justicia colombiana, generados en buena parte por las presiones que suelen recaer sobre los jueces a la hora de emitir sentencias contra personajes asociados al poder político y económico.

El fin del dilatado proceso (más de tres años se tomó el juez) llega en el momento en el que Álvaro Uribe enfrenta las audiencias preparatorias del juicio en su contra por delitos de manipulación de testigos y fraude procesal. Sin duda alguna, los dos procesos penales sirven de termómetro para medir la estatura moral y ética de todos los agentes procesales involucrados y la talla del resto de la sociedad en esos mismos valores.

 Los líos judiciales de los Uribe hacen recordar los sucesos de la novela La Mala Hora de Gabo, en particular aquellos elementos que, asociados al ejercicio del poder político, la opresión, la aparición de los pasquines y la ambientación de un pueblo como Macondo, parecen recrear apartes del devenir histórico de la tambaleante República de Colombia.

Aunque los hechos narrados en la novela garciamarquiana se dan un momento histórico distinto al que hoy rodean las vidas de los Uribe Vélez, comparten elementos culturales que deberían de servir para empezar a revisar asuntos problemáticos de nuestra sociedad. Esos elementos son: 1. La prevalencia de valores premodernos que nos llevan a considerar  que estamos ante procesos civilizatorios fallidos que hacen que los sucesos expuestos en La Mala Hora se tornen perennes. 2. El ejercicio de la política que en función de garantizar privilegios y derechos, incluido el de determinar quién debe vivir o morir por mandato divino y de la mano de un cura, o por orden directa de un capataz, terminó borrando los límites entre políticos y criminales. 3. La insensibilidad moral de la que hablan Bauman y Donskis en el libro Ceguera moral. Frente a la operación de los grupos paramilitares, por ejemplo, gran parte de la sociedad colombiana exhibió actitudes adiafóricas que daban cuenta de que jamás habría forma de que se conectaran moralmente con las víctimas de esos grupos de “limpieza social y política” que específicos grupos de poder político y económico validan aún a pesar de sentencias condenatorias en el marco de la parapolítica.

Culpables o no los hermanos Uribe Vélez, una parte de la sociedad ya los juzgó y condenó, mientras que la otra hace rato los declaró inocentes, no por estar convencidos de su probidad, sino por la imperiosa necesidad de extender en el tiempo la debilidad de la justicia, escenario en el que suelen moverse a gusto todos aquellos que ostentan poder económico, social y político. 



Tomada de alvaro uribe y santiago uribe - Búsqueda Imágenes

sábado, 9 de noviembre de 2024

"MAMACITA DESDE LOS 14” Y LA SOCIEDAD PATRIARCAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La polémica que desató la frase “mamacita desde los 14”, de la canción lanzada por un grupo “excelso” de reguetoneros colombianos está anclada cultural, mediática e institucionalmente a una sociedad patriarcal en la que el cuerpo femenino se asume como un bien de consumo y de intercambio, así como un botín de guerra. Pedófilos, pederastas, paramilitares, militares, policías y guerrilleros, así como políticos profesionales, profesores y empresarios, entre otros, hacen parte de las manadas de machos cabríos que manosearon y violaron mujeres, niñas y niños.

Es en ese marco o sistema cultural en el que hay que entender el sentido apologético de la canción +57, en la que abiertamente se sexualiza a las menores de edad y se naturaliza el deseo masculino de “consumir vírgenes o carne fresca”.

El sistema patriarcal elevó la virginidad femenina al estadio de mayor deseo y por esa vía convirtió a las niñas y adolescentes en trofeos fácilmente alcanzables gracias a las redes de explotación infantil. Cali, Bogotá y Medellín son prostíbulos a cielo abierto en los que miles de puteros extranjeros y locales llegan a buscar el deleite que les da penetrar vaginas “cero kilómetros”, fantasía sexual que está soportada en buena medida en los miedos e inseguridades de quienes prefieren niñas y adolescentes, en lugar de mujeres adultas. La preferencia se da por dos razones: la tensión que les produce a estos machos un diálogo exigente y los miedos que se desatan antes, durante y después de las faenas sexuales cuando aparecen requerimientos y exigencias que no surgirán jamás en los encuentros con infantes.

El uso del indicativo del país (+57) no es un detalle menor en la grotesca estrategia de posicionar la insulsa canción. Por el contrario, sirve para consolidar al país como una "fábrica de mamacitas de 14 años" para el consumo de puteros que llegan sobre todo a Medellín a comprarlas por un par de noches.

La publicidad sexista y el periodismo de farándula son dos actores que en buena medida aportan a la instrumentalización del cuerpo de la Mujer, sin que ello haya llamado la atención de las voces iracundas que reaccionaron frente a la letra de una canción que bien se puede calificar como excremental en un sistema patriarcal que deviene abiertamente escatológico. Ese sistema patriarcal busca satisfacer los deseos y los más bajos instintos de cientos de miles de hombres que se asumen como herederos de aquellos que en sociedades premodernas se beneficiaron del derecho de pernada para acceder a las mujeres “ajenas”.  

La ira que desató en las redes sociales la canción interpretada por Maluma y Karol G, y otros más de los “artistas”, e incluso, la reacción del ICBF, dan cuenta de una toma de conciencia alrededor de los riesgos y amenazas y las asechanzas de pedófilos extranjeros y nacionales que andan sueltos y con sumas importantes de dinero para comprar los cuerpos de las “mamacitas de 14”.  Esto les mandó a decir a Maluma y a Karol G la directora del ICBF: “los invito a que conozcan las horrorosas historias de explotación sexual, violación y asesinato de niñas de 14 años y menos en Medellín, las historias de sobrevivientes y lo que corean en rumba las expone o las protege. No hay mercado que justifique esta letra”.

Eso sí, la irritación no alcanza para cuestionar a la publicidad sexista que a diario expone el cuerpo femenino en vitrinas y mucho menos al periodismo de farándula que sirve a los mismos propósitos de cosificar a las mujeres.



Tomado de: mamacita de 14 años +57 - Búsqueda Imágenes

A PABLO BELTRAN, DEL ELN, LE QUEDÓ GRANDE LA VIDA CIVIL Y LA PAZ

  Por Germán Ayala Osorio   En el argot militar solía escucharse, por allá en los años 80, la frase “ te quedó grande la civil ” para indica...