POR GERMÁN AYALA OSORIO
PRESENTACIÓN
La búsqueda del desarrollo[1],
basado en acciones agro extractivas fundamentalmente, deja evidentes efectos
negativos y positivos en los ecosistemas: desde evidentes transformaciones de
las estructuras ecológicas (rizomáticas) de estos, el componente paisajístico
que determina relaciones ético- estéticas que las comunidades cercanas o
lejanas establecen con dichos ecosistemas.
Con este tutorial se apunta a complementar la enseñanza en
asuntos o materias relacionadas con el ambiente, el periodismo ambiental y la
ecología política. Se propone, a partir de la lectura de este tutorial, que los
estudiantes aporten a su mejoramiento como instrumento analítico. Y lo podrán
hacer, aplicando los conocimientos adquiridos en sus carreras e incluso,
aquellos alcanzados en sus experiencias de vida.
Asumida la Sostenibilidad Sistémica[2]
(SS) como un discurso y una práctica evaluativa de las actividades económicas
y/o de acciones y decisiones humanas tomadas en el marco del Antropoceno[3],
resulta importante, pedagógicamente, diseñar un material que, a manera de Guía,
sirva a los propósitos de evaluar aquellas actividades humanas que generan
efectos, negativos y positivos, en los ecosistemas naturales-históricos y en
disímiles comunidades. Dentro de los efectos negativos está la generación,
posible o no, de conflictos socio ambientales.
Así, el tutorial que tiene en sus manos pretende ser una
herramienta importante para la evaluación sistémica de actividades humanas y de
los conflictos socio ambientales generados por actividades antrópicas ancladas
a la ejecución de obras o la implementación de planes de desarrollo bajo el
paradigma moderno del desarrollo sostenible. Los ejercicios evaluativos que se
decidan emprender deberán sostenerse y partir de dos perspectivas a saber:
el de la complejidad y la sistémica.
Las dimensiones social, económica, política y cultural están presentes, lo que no es óbice para que aparezcan otras o se propongan nuevas, con el fin último de poner en la balanza los efectos positivos y negativos que siempre acompañan la implementación de actividades humanas y/o proyectos productivos y/o de infraestructura, como obras civiles de especial envergadura. Para el caso de la identificación de posibles conflictos socio ambientales el ámbito del estético, en términos de goce del paisaje y el étnico-territorial-ontológico, juegan un papel importante a la hora de evaluar desde la perspectiva de la sostenibilidad sistémica.
DESARROLLO SOSTENIBLE Y
SOSTENIBILIDAD: UNA DISCUSIÓN CANDENTE
El concepto de desarrollo sostenible deviene problemático por
dos razones fundamentales: de un lado, sirvió de advertencia, desde los tiempos
del Informe Brundtland, de los efectos que ya dejaba el sistema económico
sostenido en la explotación de los combustibles fósiles; y del otro, como
instrumento conceptual con el que se validaron todas las actividades
antropocéntricas. Es decir, mientras se exhortaba a tomar conciencia sobre los
efectos climáticos del modelo de desarrollo agro extractivo, al mismo tiempo se
insistía en mantener el esfuerzo y el interés de los países en vías de
desarrollo, en alcanzar el desarrollo que habían alcanzado las potencias del
Norte opulento.
Sachs (2015) sostiene que la aplicación a los ecosistemas del
término <<sostenible>> se viene dando desde hace varios años.
Advierte el autor que dicho concepto se viene asociando, sinonímicamente, al
mantenimiento de condiciones de permanencia, crecimiento permanente y sostenido
en el tiempo. “Los gestores pesqueros,
por ejemplo, usan desde hace tiempo el concepto de la <<máxima producción
sostenible>> para referirse a la máxima captura pesquera anual compatible con el
mantenimiento de una población piscícola estable” (p. 21).
El sentido dado y naturalizado a lo sostenible o a la sostenibilidad
(mantenimiento de condiciones de operación de una actividad
económica-viabilidad-y el funcionamiento de un ecosistema constituye un
reduccionismo a la capacidad que se le puede reconocer a la sostenibilidad así
a secas. Por ello, en este texto se propone darle un lugar más preponderante a
la sostenibilidad. Y ese lugar tiene que ver con su capacidad evaluativa de
todas las actividades antrópicas, en particular las más disruptivas, eso sí,
bajo un enfoque sistémico.
Así entonces, será importante y definitivo asumir la
sostenibilidad con un carácter evaluativo y crítico, con el propósito de romper
los lazos con la idea de desarrollo sostenible (Informe Brundtland), en la que
sobresalen exclusivamente las variables económica y política, por encima de consideraciones
ontológicas diversas y disímiles a las que exhiben quienes desde el Estado
diseñan e implementan políticas desarrollistas con bajos niveles de
sostenibilidad sistémica, en particular cuando dichas políticas no consideran y
evalúan los impactos negativos que se pueden generar en comunidades ancestrales
diversas y complejas. Entre tanto, para Lovelock (2007) no es posible continuar
pensando en clave del desarrollo sostenible, desde el sentido universalmente
dado a partir del Informe Brundtland[4],
pues el error es creer que el desarrollo todavía es posible y que la Tierra
continuará más o menos igual. Considera que es demasiado tarde, pues el daño ya
está hecho. (p. 20)
Se suma a lo anterior, una circunstancia poco tenida en
cuenta por los agentes del desarrollo y grupos de científicos en Colombia,
América Latina y en el mundo: la Tierra se autorregula y su capacidad de auto
regulación está fallando y como sistema abierto, el sistema de la Tierra avanza
hacia un estado crítico que pone y pondrá en lo consecutivo en riesgo a todas
las formas de vida que hoy alberga (Lovelock, 2007, p. 23)
En ese camino, se propone hablar de Sostenibilidad Sistémica
(SS) como una categoría que emerge de las dificultades que afronta el
desarrollo sostenible para mantener su vigencia como concepto y como
instrumento evaluativo de un desarrollo soportado exclusivamente en las dos
dimensiones que lograron imponerse: la económica y la política, en ese estricto
orden.
Al proponer la SS como un paradigma evaluativo del desarrollo
se propone abandonar la mirada antropocéntrica y acercarse cada vez más al
ecocentrismo o al biocentrismo. Por esa vía, las dimensiones propuestas en el
Esquema 1 (véase línea abajo) buscan no solamente exponer el carácter sistémico
de la Sostenibilidad, sino la importancia de incluir en las evaluaciones de las
intervenciones y acciones humanas en los territorios, aspectos subvalorados por
el desarrollo sostenible. Hablo en particular de la cultura, de las
cosmovisiones y de las relaciones
consustanciales establecidas por comunidades campesinas y ancestrales con los
territorios en los que habitan. Así, nacen 5 dimensiones de las SS: la
sostenibilidad ambiental, la social, la cultural, la política y la económica.
PASOS PARA DARLE VIDA A
LA SOSTENIBILIDAD SISTÉMICA COMO APUESTA EVALUATIVA
Cuando se escucha el vocablo sostenibilidad, de inmediato se
asume que deviene sistémica per sé. Y no es así, porque existen actividades
económicas que, aplicadas en el ámbito de la agricultura, las valoraciones se
hacen casi exclusivamente desde ámbitos económicos y políticos, y se dejan por
fuera dimensiones culturales, étnico-territoriales, ética y estéticas, entre
otras, tradicionalmente subvaloradas por el discurso economicista.
Por ese camino, lo primero que se propone con este tutorial
es la discusión alrededor del carácter de la Sostenibilidad así, a secas. Para
efectos de este documento, la Sostenibilidad no se asume de forma natural como
sistémica. Por el contrario, se propone la categoría Sostenibilidad Sistémica
(SS) con toda su capacidad analítica y evaluativa de actividades antrópicas
cuyos impactos, negativos o positivos, afecten los ecosistemas y a las
comunidades asociadas a estos y en general a los grupos humanos que de manera
directa o indirecta se benefician de sus “servicios ambientales”.
Primeros pasos
Para iniciar cualquier proceso evaluativo, desde la
Sostenibilidad Sistémica (SS) se requiere dar los siguientes pasos: 1.
Describir los pormenores de la obra ingenieril, el monocultivo a instalarse o
la acción restaurativa emprendida por las autoridades o las comunidades sobre un
ecosistema natural-histórico que ha sufrido efectos y transformaciones negativas. 2. Dar cuenta
del momento histórico en el que se toman las decisiones o se aplican las
políticas (de desarrollo y/o de intervención territorial). 3. Establecer las
conexiones políticas y conceptuales (paradigmas) entre quienes orientan los
proyectos de desarrollo y/o de intervención
en territorios o en ecosistemas específicos. 4. Examinar el papel que
las autoridades ambientales juegan o jugarán en la aprobación, seguimiento y
evaluación de las actividades antrópicas. 5. Describir los impactos ecológicos,
socio ambientales, étnico-territoriales y paisajísticos de las actividades
económicas. 6. Analizar los conflictos socio ambientales generados o los que
probablemente podrían aparecer por la puesta en marcha de las actividades
económicas de origen antrópico en un determinado territorio. 7. Sistematizar las
experiencias desde la perspectiva de la Sostenibilidad Sistémica.
A continuación se ampliarán los alcances de cada uno de los
pasos propuestos. Cuando se trata de una obra o mega obra que implica el uso de
maquinaria pesada[5],
grandes movimientos de tierra, licenciamiento ambiental[6]
por parte de autoridades ambientales como la ANLA[7]
y la transformación estética[8]
y paisajística de una parte de una determinada zona o territorio, el análisis
sistémico debe iniciarse con la descripción de la obra en sus aspectos
técnicos, institucionales, requerimientos y los estudios que dan cuenta de los
efectos, negativos y positivos que dejará. Es importante, también, tener en
cuenta las afectaciones en las comunidades aledañas o aquellas que de manera
directa recibirán los efectos de la obra.
Cuando se trata de monocultivos ya existentes, las
valoraciones que se vayan a hacer desde la perspectiva de la Sostenibilidad
Sistémica deben apoyarse en la historia y en las maneras como fue concebido el
territorio, re-ordenado y transformado. Es importante en este punto apelar a la
Historia Ambiental como campo de estudio para hallar en el pasado patrones
comportamentales tanto de las autoridades ambientales, los agentes capitalistas
que patrocinan de tiempo atrás el monocultivo, y los procesos de sometimiento
cultural y natural a los que fueron sometidas las comunidades o específicos
grupos humanos y por supuesto, ecosistemas como humedales, ríos y quebradas,
así como las fuentes subterráneas de agua.
En este punto de la Historia Ambiental se sugieren los
siguientes autores y documentos, para una mayor comprensión de lo que ha venido
pasando con el monocultivo de la caña de azúcar en el valle geográfico del río
Cauca. El caso de la caña de azúcar en ese macro territorio resulta
especialmente paradigmático por las maneras como fue concebido hace más de un
siglo, sus efectos, negativos y positivos, y claro, los conflictos socio
ambientales que generó y genera aún la instalación incontrastable de dicho
<<pasto gigante>>.
Se sugiere a los estudiantes leer los análisis publicados en
torno a este monocultivo, pues en muchos de estos aparecen las dimensiones que
normalmente quedan por fuera cuando se imponen actividades agrícolas altamente
disruptivas, pero amparadas por decisiones políticas, sostenidas estas
exclusivamente en consideraciones económicas. Algunos trabajos y autores[9]
que pueden ser consultados, son: Asceneth Perafán Cabrera, Hernando Uribe
Castro, Mario Pérez y el autor de este tutorial, en particular, su tesis
doctoral, titulada ESTADO, AGROINDUSTRIA
CAÑERA Y AFECTACIONES SOCIO-AMBIENTALES: SOSTENIBILIDAD ASISTÉMICA FUNCIONAL Y
ONTOLOGÍAS DE LA RESISTENCIA EN MUNICIPIOS DEL NORTE DEL CAUCA Y SUR DEL VALLE
DEL CAUCA.
De igual manera, se sugiere apelar a la Ecología Política
como campo académico, con el fin de descifrar las relaciones de poder y
construir a partir de ahí, un mapa de actores. El objetivo es comprender que
las decisiones administrativas y técnicas tomadas por las autoridades
ambientales están soportadas en relaciones de poder que comprometen a su vez el
ámbito de la política y la economía, y se dejan por fuera dimensiones como la
étnico-territorial, consideradas como irrelevantes por quienes le apuestan a un
desarrollo agro extractivo sin cortapisas.
En cuanto al punto 2, es importante que usted como analista,
describa muy bien el momento histórico en el que se suceden los hechos. Como
parte de ese momento histórico están las relaciones internacionales, el papel
de la ONU al momento de sugerir políticas globales agropecuarias, ajustes macro
económicos o la adopción de protocolos formulados por órganos consultivos del
propio organismo multilateral o instancias internas como la FAO, entre otras.
En lo que concierne al punto 3, resulta clave describir la
irrupción de nuevos o viejos paradigmas del desarrollo o de la sostenibilidad
bajo los cuales se sostienen las actividades económicas sujeto del análisis.
Los enfoques sobre el desarrollo sostenible y de la sostenibilidad serán
determinantes a la hora en la que el Estado colombiano aplique una
recomendación internacional o ambiente la aplicación de medidas económicas o la implementación de proyectos de
desarrollo, en el marco de la actual crisis climática.
A propósito del desarrollo sostenible, Jeffrey Sachs (2014)
está articulado a las búsquedas y orientaciones de la ONU. En esa medida, sus
reflexiones en torno al desarrollo sostenible y la sostenibilidad
ambiental deben ser asumidas desde las
condiciones y las realidades locales de Colombia. Al carácter universal de sus
definiciones deben anteponerse realidades internas y comunitarias no
necesariamente contenidas o advertidas en las conceptualizaciones que Sachs
ofrece en su libro La era del desarrollo sostenible. Contrastar sus
definiciones con las de autores locales, incluidas las emanadas de los
ejercicios reflexivos de las comunidades ancestrales y campesinas es una tarea
inaplazable.
Sachs sostiene, por ejemplo, que “el desarrollo sostenible pretende construir un mundo donde el progreso
económico esté lo más extendido posible; la pobreza extrema sea eliminada; la
confianza social encuentre apoyo en políticas orientadas al refuerzo de las
comunidades; y el medio ambiente esté protegido frente a degradaciones incluidas por el hombre. Debe subrayarse que
el desarrollo sostenible sugiere un enfoque holístico, en el sentido en el que
la sociedad debe perseguir simultáneamente objetivos económicos, sociales y
ambientales” (2014, p, 20).
La sostenibilidad para Sachs y para otros autores es un
factor o una variable cuya vida está sujeta al sentido del desarrollo
sostenible. Por el contrario, para efectos de este documento, la Sostenibilidad
no solo deviene Sistémica sino que se asume como un discurso evaluativo de
todas las actividades antrópicas. Sachs habla de sostenibilidad ambiental como
un objetivo más dentro del sentido normativo que él mismo le da al desarrollo
sostenible. Y es así, que plantea cuatro objetivos: “la prosperidad económica; la inclusión y la cohesión social; la
sostenibilidad ambiental; y la buena gobernanza por parte de los diferentes
actores” (2014, p. 21).
Contrario a la visión que del desarrollo sostenible expone
Sachs, el autor de la Jirafa ardiendo,
Manuel Guzmán Hennessey (2015). En una línea crítica más contundente señala
que el concepto de desarrollo sostenible nació muerto (p. 137). En su
evaluación va más allá y califica como un acto de ingenuidad histórica el haber
creído que el desarrollo podría ser sostenible (p. 139) y propone cambiar el
concepto. Guzmán Hennessey (2015) plantea, a partir del desgaste del
concepto de desarrollo sostenible, la categoría “Gobernanza de la complejidad”
a la luz de una nueva economía (p. 166).
Esta discusión conceptual se ampliará en los cursos de
pregrado y posgrado que el autor de este tutorial orientará. Lo dicho en este
punto 3 hace parte de la “ruta” analítica o los pasos propuestos para hacer
ejercicios evaluativos desde la Sostenibilidad Sistémica (SS).
En cuanto al punto 4, que alude al papel de las autoridades
ambientales, será clave en la actividad evaluativa que acompaña a la
Sostenibilidad Sistémica del comportamiento institucional. Los silencios
administrativos, las decisiones técnicas, las actividades emprendidas por las
autoridades ambientales en función de garantizar condiciones de gobernanza y la
capacidad instalada para vigilar, evaluar y sancionar si es el caso, son
algunos de los elementos a tener en cuenta. También será importante examinar
los grados de sometimiento de la institucionalidad ambiental a los poderes
muchas veces incontrastables de poderosos agentes de la sociedad civil que
agencian actividades propias del desarrollo económico, en particular las del
orden agro extractivo (minería, ganadería extensiva y deforestación).
En lo que se refiere al punto 5, es decir, al objetivo de describir
los impactos ecológicos, socio ambientales, étnico-territoriales y paisajísticos
de las actividades económicas, hay que señalar que su consecución dependerá de
los estudios de impacto ambiental que acompañan a las obras civiles que
implican impactos ecológicos en frágiles y estratégicos ecosistemas naturales.
Los impactos étnico-territoriales se podrán observar de manera directa
dialogando con las comunidades afectadas. Para ello, será importante reconocer
las cosmovisiones y los planes de vida de las comunidades ancestrales y
campesinas afectadas por la siembra de un monocultivo, el trazado de un
viaducto, la construcción de una hidroeléctrica o de cualquier otra actividad u
acción antrópica calificada como altamente disruptiva.
En lo que toca a los conflictos socio ambientales (punto 6),
su reconocimiento debe permitir una doble valoración: de un lado, las
consideraciones comunitarias que permiten pensar que efectivamente se está ante
uno o varios conflictos sociales y ambientales, provocados por una actividad
económica. Describir el paso a paso del origen del conflicto socio ambiental
será importante, pues de ese temprano reconocimiento se pueden sacar patrones
comportamentales de los agentes económicos, políticos e institucionales
involucrados en la implementación de la obra civil, del monocultivo instalado o
de cualquier otra actividad económica. Y
del otro, la capacidad de las autoridades ambientales para evitar la aparición
de la situación conflictiva o de mitigar
sus efectos.
El punto 7, con el que se busca sistematizar las experiencias
desde la Sostenibilidad Sistémica (SS), apunta al establecimiento de análisis
críticos y evaluaciones de lo sucedido en un territorio determinado. Es la
oportunidad para insistir en diferenciar el desarrollo sostenible de la
Sostenibilidad Sistémica a partir de la eliminación de la sostenibilidad
ambiental como una norma más de esa apuesta que Guzmán Hennessey consideró que
nació muerta: el desarrollo sostenible.
EJERCICIO
Para un mejor aprovechamiento del tutorial, se sugiere el
siguiente ejercicio de campo:
1.
Insertarse
en un cañaduzal. Estar en este entre 15
y 30 minutos. Se recomienda llevar una libreta y un lapicero para registrar lo
que se siente.
2.
Tratar
de alzar la mirada por encima del cañaduzal (debe ser un cultivo maduro, que
supere en altura al observador).
3.
Registre
temperatura, presencia de especies de animales y de plantas.
4.
En
otro momento, observe de cerca las actividades de cosecha de la caña de azúcar
(corte en verde o después de la quema
del follaje).
5.
También,
en otra oportunidad, observe de cerca las actividades de preparación del
terreno para el nuevo ciclo (nueva siembra).
6.
Narre
todo lo que sintió durante su inmersión en el cañaduzal. Hágalo desde una perspectiva
ética-estética. Consulte trabajos académicos publicados.
[1] “La visión antropocéntrica
y ambientalmente sostenible del desarrollo de los clásicos se perdió en la
segunda mitad del segunda mitad del siglo XIX, fue remplazada en los años
treinta, siglo XX, por los modelos neoclásicos, en los que el capital físico se
convierte en la fuente esencial del crecimiento económico”. Banguero, H.
(2019). Desarrollo humano sostenible. Teoría y política económica, social,
institucional y ambiental.
[2] La sostenibilidad como concepto suele asociarse al
desarrollo sostenible, en particular al sentido en el que fue planteado en el
informe Brundtland. “La primera vez que
el concepto de sostenibilidad es ampliamente aceptado (al menos formalmente) en
la sociedad moderna es por medio del concepto de desarrollo sostenible
del Informe Brundtland. El concepto de desarrollo se empezó a utilizar
en el siglo XVIII en biología, para indicar la evolución de los individuos
jóvenes hacia la fase adulta. Después, se ha aplicado en múltiples campos y a
partir de la Segunda Guerra Mundial fue adoptado por la economía para indicar
el modelo de crecimiento económico de los
países industrializados que, además, para algunos integra la idea de
justicia social. Así que se define como países desarrollados los más
industrializados y los países más o menos pobres como “países en vías de
desarrollo”. El parámetro de medición de todos es la renta per cápita. Así que
se descarta cualquier opción que, sin alcanzar una renta per cápita tan alta,
sea capaz de de alcanzar la satisfacción universal las necesidades básicas (Naredo,
2006:66, 177-182). Veremos que los centros de poder aceptan formalmente este
concepto, y las Conferencias sobre Desarrollo Sostenible (DS) han dado el
respaldo político al término, pero lo vacían de contenido, al no definirlo”. https://www.upv.es/contenidos/CAMUNISO/info/U0686956.pdf
En los diarios se pueden encontrar “definiciones” en esta dirección: “Aunque existen diferentes definiciones
alrededor de la sostenibilidad, una que reúne varias de esas ideas puede ser la
que la identifica con las acciones que buscan satisfacer los requerimientos de
las generaciones de hoy, sin que estas comprometan las necesidades de las
descendencias futuras, al tiempo que permite garantizar el equilibrio entre el
crecimiento de la economía, el respeto por el medioambiente y el bienestar
social”. https://www.elespectador.com/especiales/infraestructura-sostenible-respiro-para-el-planeta/
[3] “El Antropoceno
es la era en que la Tierra sufre graves alteraciones de sus sistemas físicos y
biológicos como resultado del profundo impacto de la actividad económica
mundial de los seres humanos. Nuestra era”. (Sachs, 2015, p. 61).
[4] Antes de que apareciera el concepto de desarrollo
sostenible acuñado en el informe Brundtland, en 1980, la Unión Internacional de
la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), definió así
al desarrollo sostenible: la gestión del uso humano de la biosfera para que
pueda producir el mayor beneficio sostenible para las generaciones presentes, a
la vez que se mantenga su potencial para cubrir las necesidades y aspiraciones
de las generaciones futuras. Por tanto, la conservación en positivo incluye la
preservación, mantenimiento, uso sostenible, restauración y mejora del ambiente
natural. (IUCN, 1980)
[5] Puede resultar definitivo para las valoraciones de la
sostenibilidad sistémica, conocer el origen y las características técnicas y
operativas de la maquinaria comprometida. Saber, por ejemplo, si su operación
depende de combustibles de origen fósil, es híbrida o eléctrica. Estos detalles
son claves en el momento en que las compañías comprometidas en la ejecución de
las obras ponen en marcha sus estrategias de “marketing ambiental” en las que
sobresale el uso del concepto de la sostenibilidad y la consecuente auto
evaluación como una empresa sostenible y comprometida con el cuidado del
ambiente o del planeta.
[6] Es preciso leer con cuidado los alcances y los límites
de la licencia ambiental, así como los compromisos adquiridos por la compañía
que ejecutará las obras y dará cuenta de los planes de manejo ambiental.
[7] Agencia Nacional de Licencias Ambientales.
[8] En este punto es clave el registro fotográfico para
establecer un antes y un después de la obra civil. Apelar a archivos oficiales
y particulares resulta clave. Las valoraciones estéticas deberán hacerse a
partir de las relaciones que de tiempo atrás han construido los individuos, las
familias o comunidades ancestrales cercanas a la zona que será intervenida y
afectada. Es importante recolectar los testimonios que los medios masivos o
comunitarios hayan registrado en los que se hace referencia a las relaciones de
prendamiento con el paisaje o con todo el ecosistema intervenido.
[9] No son los únicos, por supuesto. También pueden
consultar Renán Vega Cantor y su libro Siempre juntos, nunca rendidos.