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martes, 12 de noviembre de 2024

PELEAS AL INTERIOR DEL CENTRO DEMOCRÁTICO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El descontento de las congresistas María Fernanda Cabal y Paloma Valencia por la encuesta que buscaba medir el “nivel de conocimiento y la percepción de la ciudadanía por Miguel Uribe Turbay” da cuenta del nivel de tensión que hay al interior del partido Centro Democrático (CD) entre quienes aspiran a convertirse en las preferidas del gran barón electoral y propietario de la señalada empresa electoral, Álvaro Uribe Vélez. Varios medios conservadores como El Colombiano registran el suceso bajo un certero titular: Estalla crisis al interior del Centro Democrático: precandidatos cuestionan encuesta contratada a favor de Miguel Uribe. (sic).

Miguel Uribe Turbay picó en punta en esa carrera por ganarse la aprobación del Señor Acusado para competir en el 2026 por la presidencia de la República y recuperar el control de la Casa de Nariño para las huestes uribistas. Según trascendió, la encuesta fue aplicada por Invamer y financiada por el empresario Carlos Mejía Berrío mediante su empresa Creadorxs SAS. Los resultados de la encuesta poco benefician a las dos congresistas: la intención de voto por María Fernanda Cabal alcanzó el 23,3 % de los encuestados (una población de 1500 personas) y por Paloma Valencia el 7,8 %). Los resultados favorecen la imagen del nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala con una intención de voto del 43,8 por ciento.

Llama la atención que en la reacción publicada en la red X, las dos congresistas evitan señalar de manera directa a Uribe Turbay, quien se perfila como el “elegido” de Uribe para las próximas elecciones presidenciales. Paloma Valencia, la “nueva encomendera”, señaló: “Me parece grotesco el despilfarro de recursos en las precampañas a la presidencia, aun en campaña. Para mí la política será siempre el ejercicio de propuestas y de conexión con la ciudadanía. Tienen tanta plata que hasta pagan encuestas en las que se nota quien las paga.

Desde su lugar de enunciación, Valencia no identifica a Migue Uribe Turbay, lo que hace pensar en que la congresista siente una fuerte animadversión hacia el “delfín” turbayista, razón que la llevó a evitar nombrarlo en la queja que hicieron pública. Lo mismo hizo la señora Cabal en su reacción, en la que recordó al asesor de la campaña presidencial de Petro, Sebastián Guanumen, personaje que se hizo famoso por haber dicho que “había que correr la línea ética”. La congresista María Fernanda Cabal señaló que “esto es actuar a lo Guanumen”. Una rara asociación para referirse a un hecho político propio del talante del uribismo.

Más allá de las pujas, rencillas y las disputas al interior del CD, los tres precandidatos saben que cualquiera que resulte ser el ungido del expresidente y expresidiario estará obligado a revisar los detalles de lo que significó para la derecha y el país la figura de Iván Duque Márquez. Y ello implica, para bien o para mal, entender que sus imágenes serán asociadas a la que acompañó a Duque durante los cuatro años: “la de ser el títere de Uribe”.

La figura de Duque Márquez está atada al vocablo títere por varias circunstancias que rodearon su administración: su inocultable y alto nivel de obsecuencia frente al expresidente antioqueño fueron determinantes para que la prensa y gran parte de la sociedad lo graduara de títere. Eso sí, quien lo coronó como el puppet de Uribe fue la reconocida periodista Ángela Patricia Janiot quien, al aire, y ante una audiencia internacional, le preguntó a Duque si él se consideraba efectivamente el títere de Uribe. El desastroso manejo que le dio a la pandemia del covid19 y el haber provocado el estallido social terminaron por consolidar la imagen negativa que, asociada a la de una marioneta, elevó al expresidente Uribe a la condición de titiritero.

Si Uribe Vélez se decide por Miguel Uribe Turbay, sabe que encontrará a un inexperto, fatuo, obsecuente e influenciable político, perfil que le encanta al expresidente antioqueño. Su condición de hombre es para Uribe un factor determinante. Dado el caso de que Uribe, tratando de conquistar el voto femenino, elija a la señora Cabal, el expresidente puede llegar a temer que en cualquier momento ella tome distancia y decida no seguir al pie de la letra el guión que le sabrá entregar para, llegado el caso, gobernar a Colombia; y si la elegida es Paloma Valencia, Uribe sabe que encuentra en ella a una mujer sumisa y fiel escudera, razón suficiente para preferirla en lugar de María Fernanda Cabal. Ya veremos qué decide el ladino barón electoral.



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miércoles, 23 de octubre de 2024

MIGUEL URIBE TURBAY: EL “DELFÍN” URIBISTA QUE QUIERE GOBERNAR A COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los delfines rosados que nadan plácidamente en el lago Tarapoto y en el lecho del río Amazonas no se parecen en nada a esos otros “delfines” que flotan en Bogotá entre los privilegios heredados de tíos, padres y abuelos que en el pasado llegaron a ser presidentes de la República. Se trata de prerrogativas cargadas de clasismo y tradición que les da el “derecho” a ser jefes del Estado sin haber hecho mucho por el país desde los cargos públicos que han ejercido.

Como país biodiverso que somos, podemos a diario escuchar al “delfín” Germán Vargas Lleras, nieto del expresidente Carlos Lleras Restrepo, exponer con singular propiedad las soluciones a los graves problemas del país. Por llevar la sangre de los Lleras, el exvicepresidente de Santos se siente con el “derecho” de aspirar a gobernar al país. Es su único “mérito”, salvo que dirigir a Cambio Radical, el partido con más políticos procesados, investigados y condenados, lo asuma como una virtud. Pero Germán Vargas Lleras no está solo.

En Copacabana (Antioquia) el “delfín” Miguel Uribe Turbay lanzó su candidatura presidencial. El nieto del expresidente liberal, Julio César Turbay Ayala, invitó a los “colombianos de bien” para que lo acompañaran en su primera aventura electoral hacia la Casa de Nariño. El senador del Centro Democrático, a sus 38 años, se cree capaz de gobernar a la compleja Colombia, ofreciendo seguridad, la misma que su patrón Álvaro Uribe Vélez prometió a los colombianos. Es decir, bala, bala y bala.

Este descendiente de Turbay Ayala, ejecutor del temido y violento Estatuto de Seguridad, invita a los “colombianos de bien” a que se unan a su proyecto de país, que es el mismo que ejecutó Uribe Vélez entre el 2002 y el 2010.

Hablemos de esa expresión. Se trata, sin duda alguna, de una locución cargada de clasismo y arrogancia que les sirvió a muchos en el pasado reciente para ocultar sus negocios ilícitos, sus relaciones con mafiosos, criminales y miembros corruptos de clanes políticos. Se asocia la idea de “colombianos de bien” a gente derechosa tratando de zafarse de una multa o con la firme intención de mostrar algún tipo de “superioridad económica o moral” frente a otros considerados previamente como “escoria, gente pobre o vaciada”. La misma frase deviene con una carga moralizante y estigmatizante en la medida en que si hay “colombianos de bien”, auto considerados así, o reconocidos como tal por específicos agentes del poder político y económico, es porque existen “colombianos del mal” o “malos colombianos”.

Una dualidad así planteada le servirá a Uribe Turbay para dar continuidad a las prácticas estigmatizantes que el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez puso de moda durante sus ocho años de la Seguridad Democrática, política pública parecida en sus logros al Estatuto de Seguridad del abuelo del senador Miguel Uribe: asesinados, perseguidos y estigmatizados por pensar diferente y atreverse a criticar al gobierno de turno.

En el video con el que se lanzó prematuramente a la contienda electoral de 2026 el senador uribista (un verdadero godo), hizo referencia a Dios. Al decir “Dios bendiga a Colombia y a los colombianos”, el retoño de la señalada familia les habla a los sectores creyentes, mostrándose como un político religioso dispuesto a desconocer el principio constitucional que reconoce como laico al Estado colombiano.

Miguel Uribe Turbay sabe que el futuro de su candidatura presidencial depende exclusivamente del guiño del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. Por ello, el ladino congresista, para ganar puntos con el patrón se fue a territorio antioqueño a lanzar su aspiración, mencionó a Dios y habló de seguridad. Su visión de país se reduce a las circunstancias que rodean a eso de ser antioqueño, creyente y adorar el uso legítimo de la fuerza. Lo cierto es que después de Iván Duque Márquez, el títere de Uribe, cualquier pelmazo, muñeco, idiota, pendejo, pusilánime, vociferante, homúnculo, pendenciero y bravucón puede aspirar a llegar a la Casa de Nariño. 




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lunes, 7 de julio de 2025

MIGUEL URIBE TURBAY: EL “PRESIDENTE MILAGRO” QUE NECESITA LA DERECHA

  

Por Germán Ayala Osorio

 

El atentado sicarial perpetrado contra Miguel Uribe Turbay viene siendo aprovechado política y moralmente por la derecha para culpar al gobierno Petro y consolidar la narrativa que indica que el ataque armado tiene una indiscutible connotación política asociada por supuesto a un sentimiento de “venganza” de la izquierda y el progresismo por los ataques políticos que efectuaba el senador uribista contra la figura de Petro y sus reformas sociales como la reforma laboral, pensional y a la salud.  

Con el denodado apoyo de la prensa hegemónica ese sector del espectro ideológico viene construyendo una especie “protomártir” de nuevo cuño, ambientado por la fe de cientos de miles de orantes-votantes que llegan a la clínica Fundación Santa Fe para pedir por su pronta recuperación y el regreso a la “vida política y electoral” por aquello de que el país lo necesita.

La “Carrera por la vida” convocada para pedir a Dios que Miguel Uribe Turbay supere los efectos de las heridas recibidas fue ante todo una actividad política atada a los sentimientos de la comunidad de creyentes que, camándula en mano, rechazan la violencia política y creen a pie juntillas que en este caso habrá un milagro y la consecuente consagración de Uribe Turbay como un “bendecido” por la gracia divina, condición suficiente para convertirse en presidente de la República en el 2026.

La revista Semana registró así el hecho: “La Carrera por la Vida nació como una respuesta ciudadana al atentado que dejó herido al precandidato presidencial Miguel Uribe, quien actualmente permanece en proceso de recuperación en la Fundación Santa Fe. El ataque armado generó una ola de indignación en todo el país, al tiempo que encendió las alarmas sobre el nivel de violencia política en Colombia.

Los rezos, plegarias y la Caminata por la Vida son los mecanismos políticos y morales con los que la derecha y en particular el uribismo necesitaba para despejar el camino electoral que hasta antes del atentado estaba enredado al interior de las mesnadas uribistas por cuenta de las simpatías populares que viene despertando el gobierno Petro. A dichos mecanismos se suma ahora la encuesta realizada por las firmas Guarumo y EcoAnalítica, que muestra a Uribe Turbay, del partido Centro Democrático, en el primer lugar de las preferencias de los eventuales votantes con el 13,7 %.

Lo interesante de la situación es que Uribe Turbay ya no sería el candidato o el títere de Uribe como lo fue Iván Duque Márquez, sino el enviado de Dios para “salvar al país de las garras del castrochavismo”. En las huestes uribistas aspiran a que ningún creyente-votante, de los cientos de miles que oran todos los días por la pronta recuperación del precandidato presidencial, se atreva a contradecir la voluntad divina, lo que inexorablemente se traduciría en millones de votos que asegurarían el triunfo electoral a la derecha. Los riesgos de meter a Dios en la política gravitan alrededor de la ética, de la libertad de cultos y del Estado laico por cuenta del regreso milagroso de Uribe Turbay a pesar de la gravedad de las heridas producidas por una pistola 9mm accionada a poca distancia. El riesgo es mayúsculo cuando al invocarse la protección de Dios en el Preámbulo de la Constitución Política de Colombia, la salvación de Uribe Turbay motivaría el rechazo de los agnósticos y ateos, entre otros. Sería un país distinto: más a la derecha, intolerante, de la mano de renovados fanáticos religiosos.  




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viernes, 25 de agosto de 2023

¿CON QUIÉN PENSARÁ LA DERECHA QUE VA A RECUPERAR EL PODER EN EL 2026?

Por Germán Ayala Osorio

 

De cara a las elecciones de 2026, la derecha exhibe una progresiva mala imagen de sus militantes más prominentes, por hechos ético-políticos que rodean sus actuaciones y decisiones públicas. El mejor ejemplo de esa mala imagen que arrastra ese sector de poder es el expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez, figura descollante que sufre un sistemático desvanecimiento del teflón mediático que la prensa afecta le puso. Hoy está imputado por manipulación de testigos y fraude procesal. Uribe Vélez nuevamente resulta salpicado por terceros por sus vínculos con los paramilitares. Recién, la excongresista, Zulema Jattin, en documento entregado a la JEP, hizo referencia a una reunión a la que asistieron el confeso paramilitar, Salvatore Mancuso y Álvaro Uribe.

Veamos algunos nombres de uribistas pura sangre. Empecemos con el congresista Miguel Uribe Turbay. Se trata de un malogrado joven político que intenta erigirse como un faro moral y ético. Recientemente el país conoció que recibió subsidios de gasolina en el 2022. Lo más llamativo de todo es que este vástago del uribismo denunció a compañeros congresistas por recibir ese tipo de subsidios, ocultando que él mismo los recibía. Vaya cinismo.

El 23 de agosto del año en curso, Portafolio recogió en un titular las denuncias del nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala, padre del siniestro Estatuto de Seguridad: “Los senadores que tendrían subsidio de gasolina, según Miguel Uribe”. Un día después, la revista Cambio hizo lo propio y tituló: “Miguel Uribe sí recibió subsidios para la gasolina durante seis meses”.

Esa es su más reciente salida en falso, pero en su vida pública el hecho más vergonzoso tiene que ver con la manera machista, irresponsable y misógina con la que asumió el caso de Rosa Elvira Cely. El país sabe que el Estado recibió una condena por el feminicidio de la señora Cely.

Miguel Uribe Turbay busca a toda costa agradar a Uribe Vélez, a quien ve como su patrón y quizás como su papá político, hecho que le permite actuar con cinismo, cuando él mismo tiene “rabo de paja”. Muy seguramente querrá ser presidente de la República, pues considerará que, por ser nieto de expresidente, tiene más que ganado el derecho a gobernar a Colombia. En eso guarda parecido con el inefable, Germán Vargas Lleras, otro que hace cola de tiempo atrás, bajo los mismos términos de este “ahijado” de Uribe Vélez. Muy seguramente, Uribe Turbay como presidente de la República, nos devolvería a los tiempos del Estatuto de Seguridad o la Seguridad Democrática. Sería un retroceso. 

Dejemos de lado a este “pichón” uribista y volvamos la mirada sobre otros uribistas pura sangre que buscan, con desespero, reencaucharse para insistir en el objetivo final de llegar a la Casa de Nari. Hablo de Federico Gutiérrez, quien aspira a gobernar la ciudad de Medellín, con el apoyo directo del salgareño, Álvaro Uribe. Aunque luce aún las quemaduras que le dejó la pasada campaña presidencial, Fico, a alias Fico, como lo llama el abogado Daniel Mendoza Leal, no se puede descartar que en el 2026 el uribismo nuevamente lo ponga como presidenciable. Entre tanto, en la sombra de un inminente retiro de la política, está Sergio Fajardo, un político tibio, pero fiel a las ideas del uribismo. No se puede descartar que vuelva a la contienda electoral este matemático que no aprendió a sumar.

A esta corta lista se suman Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, a pesar de las dudas que ellas les generan al machista de Uribe Vélez, acostumbrado a relacionarse con machos a los que pueda amenazar con “darles en la cara marica”.

Valencia arrastra también la mala imagen de su abuelo, la misma que le recordó Gustavo Petro en el 2019: “Guillermo Valencia, el abuelo de Paloma, con su violencia creó las Farc. Santos acabó las Farc como guerrilla. Uribe y Duque, los amigos de Paloma, volvieron a crear las Farc. Los creadores de las Farc son los mismos cavernarios de siempre", trinó el jefe de la Colombia Humana (Tomado de El Tiempo). Se le suma a lo anterior, dos expresiones que la dejan muy mal parada ante defensores de derechos humanos y la opinión pública calificada para evaluar su papel en el Congreso: la primera, cuando reconoció “que el Estado legítimo cometió atrocidades” durante el estallido social; y la segunda, más reciente que la primera, al votar un proyecto de ley con el que se busca reducir el salario de los congresistas y el “mico” que abría la posibilidad de que los legisladores, una vez reducidos los salarios, pudieran recibir dineros por actividades privadas. Esto dijo la señora Valencia: “es inconstitucional, pero lo voté por cortesía”.

Entre tanto, la congresista María Fernanda Cabal es una figura contradictoria y poco preparada para gobernar el país. Su discurso de odio hacia la izquierda y a todo lo que huela a pobreza y a reivindicación de derechos, la ubica muy cerca a las posturas de sus amigos del partido español VOX. Cabal es una defensora acérrima de Uribe y de su política de seguridad democrática. El Tiempo registró así apartes de una entrevista: “la senadora afirmó que la Justicia Especial para la Paz debe publicar la lista de 6.402 víctimas porque "por lo menos más de la mitad no tiene que ver con falsos positivos".

Las aspiraciones presidenciales de Uribe Turbay, Federico Gutiérrez (una especie de Iván Duque, pero mal hablado), Paloma Valencia y María Fernanda Cabal resultan más del desespero de la derecha por recuperar la Casa de Nari, que por la consistencia de un proyecto de país que de manera inteligente recoja las ideas que el presidente Petro no alcanzará a concretar. Por el contrario, lo más probable es que una vez se hagan con el Palacio de Nariño, intenten echar para atrás lo avanzado por el actual gobierno en materia de reforma agraria, el manejo responsable de la SAE y de la UNP, dos instituciones que, durante los gobiernos de Uribe, Santos y Duque, le sirvieron a las sempiternas mafias asociadas a ese espectro ideológico.



Imagen tomada de Pulzo

sábado, 20 de julio de 2024

PERDÓN Y ODIO EN LA INSTALACIÓN DEL PERIODO LEGISLATIVO


Por Germán  Ayala Osorio 

En la instalación del nuevo periodo legislativo  el perdón y el odio se hicieron presentes en el Congreso de la República, recinto en el que conviven la avaricia, la desfachatez, la mentira, la deshonestidad, la hipocresía, el individualismo, la insensatez, la estolidez y el transfuguismo. 

El encargado de pedirle perdón al pueblo y a los congresistas que supuestamente representan los intereses de cada colombiano fue el presidente de la República, Gustavo Petro, por los hechos relacionados con la corrupción al interior de la UNGRD, de la que son responsables directos Olmedo López y Esneyder Pinilla. Los exministros y ministros nombrados por estos dos corruptos deberán demostrar ante las autoridades judiciales que no hicieron parte de semejante entramado de corrupción. Perdería sentido la petición de perdón de Petro si se comprueba que sus más cercanos funcionarios participaron del millonario desfalco al erario.  

La responsabilidad política es un bien escaso en la democracia colombiana, en particular en los jefes del Estado sobre quienes recaen las mayores responsabilidades éticas y morales de una sociedad como la colombiana que deviene confundida ética y moralmente por cuenta de la naturalización del ethos mafioso y la confluencia en este de las prácticas propias del individualismo posesivo de los congresistas  y contratistas. 

Hagamos un breve recorderis de hechos públicos graves que ameritaban sendas peticiones de perdón por parte de presidentes de la República que no tuvieron la gallardía suficiente para presentar disculpas y hacer un mea culpa. Por ejemplo, los falsos positivos, ocurridos durante la aplicación de la peligrosa política de Seguridad Democrática, exigían que Uribe Vélez asumiera la responsabilidad política por los execrables crímenes. Ni hubo perdón y mucho menos el político antioqueño asumió responsabilidad alguna a pesar de haber fungido como comandante supremo de las FFAA. Uribe no pidió  perdón por los crímenes de Estado cometidos por miembros de la fuerza pública a pesar de que él mismo los presionó con aquello de "dar más y mejores resultados operacionales", es decir, bajas, muertos. De su primitivo carácter solo salió la expresión, "esos muchachos no estarían cogiendo café", en referencia directa a los jóvenes de Soacha asesinados por militares y presentados como guerrilleros dedos de baja en combate. 

O los recientes hechos de corrupción que ocurrieron durante la administración del fatuo de Iván Duque Márquez y que tienen en la cárcel al congresista uribista, Ciro Ramírez. En su condición de expresidentes, ni Uribe y mucho menos su títere, Iván Duque, tuvieron la entereza de pedirle perdón a los colombianos por esos hechos de corrupción en los casos de las "marionetas" y los malos manejos de los recursos del ocad-Paz y los crímenes acaecidos durante sus administraciones. 

La petición de perdón del presidente Petro es genuina y constituye un acontecimiento político en la medida en que no parece haber antecedente alguno de un jefe de Estado presentando disculpas por la sempiterna corrupción. Estamos ante un actitud gallarda de Petro que debería de servir de símbolo para que la bancada de Oposición revise sus objetivos desinstitucionalizantes y macartizantes, y por esa vía posibilitar el tan cacareado acuerdo político nacional. 

Una vez terminado su discurso, vinieron las intervenciones  de Polo Polo y Miguel Uribe Turbay. El primero, Miguel Polo Polo, es un advenedizo, ignaro, fatuo y anodino político que dice representar al pueblo afro, pero que más bien funge como una especie de "capataz negro" al servicio de poderosos terratenientes mestizos, que se creen "blancos" y  que desdicen del proceso de mestizaje del que son hijos. Y Miguel Uribe Turbay, nieto de Julio César Turbay Ayala, responsable político por las violaciones a los derechos humanos que se dieron durante su mandato y la aplicación de su nefasto Estatuto de Seguridad, aplicado bajo las condiciones y limitaciones democráticas del Estado de Sitio. Miguel Uribe Turbay es un delfín político arrogante, poco leído, vociferante, y siempre dispuesto a agradar a Uribe Vélez, su patrón, mentor y su pastor. 

En sus intervenciones destempladas y llenas de lugares comunes, estos congresistas dejaron ver el profundo odio que sienten hacia el presidente Petro por haber sido guerrillero, por ser de izquierda y por no ser servil a los poderosos empresarios que en el pasado capturaron el Estado, de la mano de congresistas inescrupulosos y de presidentes de la República. Realmente, lo que los motiva ir al Congreso es la petrofobia que los atormenta y que los anima a actuar en consecuencia. 

Polo Polo, en su altisonante intervención- no se puede llamar discurso- le habló al presidente de la República en términos desobligantes e impropios de un congresista. Le alcanzó su animadversión para referirse a asuntos de la vida privada de Petro, relacionados con el estado de su relación con la primera dama, Verónica Alcocer.  Lo mismo hizo Miguel Uribe, al referirse tangencialmente a lo sucedido en Panamá y que involucró al presidente Petro. 

Con opositores de la "calidad" de Polo Polo y Uribe Turbay recorrer los caminos para la búsqueda del acuerdo nacional se torna difícil porque el odio impera y se legitima. La petrofobia se impone. Y cuando la inquina o la animadversión están por encima de los argumentos y de la posibilidad de dialogar, no hay forma para debatir y construir acuerdos. La extrema derecha le dio licencia a estos dos legisladores para agrandar la crispación ideológica y política. 

Mientras que la petición de perdón de Petro lo enaltece como mandatario, Polo Polo y Uribe Turbay se consolidaron como los bufones, estólidos y mandaderos de un sector del "viejo" establecimiento a los que la viudez del poder los está desesperando y permitiéndoles dejar salir lo peor de su condición humana. Imagino que con el cinismo que los caracteriza, seguirán insistiendo en la narrativa que señala que quien exhibe un discurso de odio es el presidente de la República. 




Imagen tomada de Youtube.com


martes, 14 de enero de 2025

URIBE VÉLEZ VICEPRESIDENTE: LA DESESPERADA PROPUESTA DE LA DERECHA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Es tal el desespero de la derecha uribizada por recuperar la Casa de Nari que el abogado Abelardo de la Espriella propuso recientemente que el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez sea la fórmula vicepresidencial del candidato que el mismo exmandatario escoja como candidato presidencial. Es decir, se superaría la negativa y grotesca experiencia vivida con Iván Duque, quien fungió como el títere de Uribe. Al abandonar el rol de titiritero, el político antioqueño gobernaría de manera directa ostentando la inservible figura vicepresidencial.

La propuesta sale de la desesperación de la derecha colombiana ante los pobres perfiles de posibles candidatos presidenciales de cara a las elecciones de 2026. Los nombres de María Fernanda Cabal, Germán Vargas Lleras,  Elsa Noguera, Sergio Fajardo, Juan Daniel Oviedo, Claudia López, Vicky Dávila de Gnecco y Miguel Uribe no logran convencer a una fanaticada y mucho menos a los más poderosos miembros del “viejo” régimen que temen que el progresismo pueda volver a ganar la presidencia de la República.

En su cuenta de X el abogado uribista dijo que “la clave para ganar en 2026, si es que hay elecciones libres, o para no perder, como bien dice el presidente Uribe, es incluirlo como vicepresidente. Esa posibilidad es jurídicamente viable y, más importante aún, estratégica.

Es apenas evidente que la intención de una eventual vicepresidencia de Uribe es burlarse de la medida constitucional consagrada en el acto legislativo 02 de 2015 que prohíbe su regreso. Cualquier candidato o candidata a la presidencia que lleve como fórmula vicepresidencial al avezado político estaría sometido a su liderazgo y al carácter dominante e irrespetuoso del expresidente. Si María Fernanda Cabal es escogida por Uribe como la candidata presidencial del CD, su fórmula vicepresidencial no saldría de una elección libre de parte de la ungida. Por el contrario, se entendería como el segundo acto de sumisión a los designios de su mentor. Pasaría lo mismo si el elegido fuese Miguel Uribe Turbay y cualquier otro político que se preste para lo que sería la más grande burla a la institucionalidad presidencial.

Un eventual triunfo electoral en el 2026 de una fórmula Cabal-Uribe o Uribe Turbay-Uribe se asumiría internacionalmente como una broma jurídico-política de gran calado, lo que despertaría todo tipo de especulaciones y preocupaciones por los riesgos que representaría el regreso de la política de seguridad democrática y la mano dura aplicada por Uribe durante sus ocho aciagos años como presidente de la República. Los organismos internacionales y nacionales de derechos humanos levantarían sus voces para exponer los peligros que correrían defensores de los DDHH y del ambiente bajo un gobierno en el que mandaría el vicepresidente sin la necesidad de la ausencia del presidente constitucionalmente elegido.

Por lo anterior, la Corte Constitucional debería de ir preparando un borrador de fallo frente a lo que sin duda alguna constituiría una guaza jurídica y política a la prohibición constitucional que le impide a Uribe volver a ser presidente de la República. Hay elementos subjetivos que aportan a la construcción jurídica de lo que sería un nuevo fallo de la Corte Constitucional que frenaría la intención de Uribe Vélez de volver a gobernar y completar los tres periodos a los que aspiró después de haber comprado en el Congreso su reelección inmediata (Yidis política). La ponencia del entonces magistrado Humberto Sierra Porto le puso freno a esa pretensión de gobernar durante 12 años.

En caso de que la CC no prepare el borrador de fallo que aquí se sugiere y ante los efectos ético-políticos y los riesgos sociales que vienen atados a ese eventual escenario, solo queda que la jueza que lleva el caso en contra de Uribe por fraude procesal y manipulación de testigos lo declare culpable. De esa manera, se impediría el regreso del exmandatario a la Casa de Nari. En la Carta Política, artículo 197, se lee que “no podrá ser elegido Presidente de la República o Vicepresidente quien hubiere incurrido en alguna de las causales de inhabilidad consagradas en los numerales 1, 4 y 7 del artículo 179: 1. Quienes hayan sido condenados en cualquier época por sentencia judicial, a pena privativa de la libertad, excepto por delitos políticos o culposos. 4. Quienes hayan perdido la investidura de congresista”.



Imagen tomada de ABELARDO DE LA ESPRIELLA Y UIRIBE - Búsqueda Imágenes

lunes, 9 de junio de 2025

¿EL ATAQUE SICARIAL CONTRA MIGUEL URIBE TURBAY ES UN ATENTADO CONTRA LA DEMOCRACIA?

 

Por Germán Ayala Osorio

Políticos y medios de comunicación coincidieron en calificar el ataque sicarial contra Miguel Uribe Turbay como un “atentado contra la democracia”. El Espectador abrió su versión impresa con ese titular, fondo negro y la imagen del congresista víctima del niño-sicario.

Sin duda alguna hay que condenar el ataque criminal del que fue víctima el congresista y precandidato presidencial del Centro Democrático (CD), pero decir que se trata de un “atentado contra la democracia” resulta a todas luces una exageración fruto quizás del deseo interior de quienes así lo consideran, de ir sumando opiniones hasta consolidar la narrativa que indique que el camino para enfrentar semejante desafío es convocar a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). O simplemente para hacer viable la propuesta de “parar” varias instituciones, entre ellas el Congreso, mientras se recupera de sus heridas el precandidato y se entra en una profunda reflexión colectiva. Ambas acciones van acompañadas de dos ideas: la primera, que “no hay quien gobierne en Colombia” y la segunda, que quien está en la Casa de Nariño es responsable del atentado por su condición de “enemigo” del congresista atacado.

También es posible indicar que el calificativo está inexorablemente atado al sector de poder tradicional que representa Uribe Turbay, lo que obliga a quienes son afines a las ideas de la derecha que él representa, a fustigar el hecho delictivo dándole esa connotación institucional superior que además de efectista, le facilita a quienes por primera vez en la historia les tocó actuar como oposición, a señalar al primer gobierno de “izquierda” como responsable político del atentado. “Le exigimos garantías al Estado y al gobierno Petro” es la consigna que acompaña a la idea de que estamos ante un “atentado contra la democracia”.  Hasta donde se sabe, el país sigue adelante, las instituciones públicas y privadas siguen operando normalmente y no se han cercenado derechos y libertades y mucho menos se declaró una emergencia que nos acerque a lo que vivió el país por cuenta de la aplicación del Estatuto de Seguridad durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala, el abuelo de Miguel Uribe.

En lo corrido del 2025 van 73 líderes asesinados en el país, pero se trataría, a la luz de la lectura hecha por medios y políticos frente al ataque contra Uribe Turbay, de hechos de violencia política poco relevantes y de una connotación institucional inferior en la medida en que no se afecta la operación de la democracia y de las instituciones que funcionan bajo los principios, protocolos y parámetros reconocidos bajo esa nomenclatura y régimen de poder. Tampoco se habla de “magnicidios” por cuanto las vidas de los líderes caídos no alcanzan el reconocimiento social y político que acompaña la existencia de Miguel Uribe Turbay. Detrás del calificativo en cuestión hay una lectura de clase que no se puede negar y que dice mucho de una sociedad que aprendió de manera temprana que hay ciudadanos de primera, segunda, tercera, cuarta y hasta de quinta categoría.

Resulta apenas “normal” que miembros de la clase política y las empresas mediáticas no se les ocurra calificar como ataques contra la democracia esos 73 crímenes, dado que el lugar político en el que gravitaron las vidas de los líderes ultimados está alejado de las vanidades del poder bogotano, asociadas por supuesto a la existencia de lo que se conoce como el Establecimiento.

Cuando el helicóptero en el que viajaba el entonces presidente Iván Duque Márquez fue atacado a tiros, El Espectador tituló así lo ocurrido: Es un atentado a la democracia”: congresistas tras ataque al presidente Duque.  Se trata de un título de cita diferente al que acompaña la imagen de Uribe Turbay en la “tapa” de la versión impresa del diario bogotano. En esta ocasión es el diario capitalino el que califica de manera directa lo ocurrido, buscando con ello efectos políticos e ideológicos que terminan siendo nocivos para la gobernabilidad y la legitimidad del actual gobierno.



Tapa de El Espectador en su versión impresa. 

viernes, 13 de junio de 2025

A PROPÓSITO DE LA MARCHA DEL SILENCIO DEL DOMINGO 15 DE JUNIO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Llamar Marcha del Silencio a las movilizaciones que el Centro Democrático convocó para este domingo 15 de junio bien puede obedecer al interés de convertir el atentado sicarial contra Miguel Uribe Turbay en un acontecimiento político atado inexorablemente a un proceso de persecución ideológica y política adelantado por la izquierda en cabeza del gobierno Petro.  Más claro: el uribismo busca equiparar su Marcha del Silencio a la ocurrida en Bogotá en 1948, cuando Jorge Eliécer Gaitán Ayala organizó y lideró una movilización bajo ese nombre, en protesta por la persecución política encabezada por el gobierno de Mariano Ospina Pérez en contra los campesinos liberales.

En su informe, la Comisión de la Verdad se refiere en estos términos a la Marcha del Silencio convocada por Gaitán Ayala: “Ante el hostigamiento que vivían los gaitanistas y su impunidad, el 11 de abril de 1947 Gaitán le remitió al presidente Mariano Ospina y al ministro de Gobierno un «Memorial de Agravios». Pero la violencia era tanta que el 7 de febrero de 1948 Gaitán convocó su famosa Marcha del Silencio, probablemente la manifestación ciudadana más multitudinaria de la historia de Bogotá, si se toma en cuenta su tamaño en ese momento”.

Sin duda alguna, dicha pretensión del uribismo es una exageración política e histórica en la medida en que hay circunstancias que hacen pensar que el atentado contra el precandidato conservador Miguel Uribe Turbay pudo ordenarse desde las mismas mesnadas de la derecha para afectar la legitimidad y la gobernabilidad del gobierno progresista que encabeza Gustavo Petro, un caudillo tan popular como lo fuera en su momento el inmolado líder del partido liberal, Jorge Eliécer Gaitán.

Convertida la Marcha del Silencio del 48 en un referente histórico de la violencia política desatada en la época, su escritura entre altas y bajas representa una forma de reconocimiento por su importancia histórica, hasta el punto de que su forma escritural se asemeja a las diferencias que hay cuando se hace referencia a la violencia como práctica sociopolítica y a la Violencia como la etapa sangrienta protagonizada por liberales y conservadores. De allí que no sea lo mismo escribir Marcha del Silencio o Marcha del silencio.

Varios titulares de prensa ayudan a que el objetivo político de esta “nueva” Marcha del Silencio se cumpla. Otros, por el contrario, reducen el sentido de las movilizaciones al hecho criminal en el que está comprometida la vida del senador del Centro Democrático. Veamos algunos ejemplos, que dan cuenta de unas lecturas ambiguas de parte de los editores. Caracol radio tituló así una nota: “Marcha del Silencio por la vida de Miguel Uribe: hora, ciudades y puntos de movilización 15 de junio”.

Entre tanto, W radio le apostó a validar la dimensión histórica que el pretende dar el uribismo. El titular y la bajada dicen: “Marcha del silencio en Bogotá y más ciudades: Fecha, horarios y razones de la manifestación”. “El próximo domingo 15 de junio se llevarán a cabo una serie de manifestaciones en distintas ciudades del territorio colombiano como una muestra de rechazo a la violencia y el terrorismo”. Aunque W radio escribió sin mayúscula la palabra silencio, quizás en un intento por no hacer referencia a la Marcha del 48, en el resumen de la nota periodística aporta a la consolidación de una narrativa catastrofista al momento de señalar que las movilizaciones del domingo se dan en rechazo a la violencia y el terrorismo, como si estas prácticas hicieran parte de un proceso del cual el atentado contra el precandidato conservador deviene con un carácter cruelmente ejemplarizante.

Noticias Caracol y El Colombiano son dos medios que hacen parte de la cofradía mediática que le viene haciendo oposición política al gobierno Petro. Sus titulares son similares. El noticiero privado tituló así una nota: “Marcha del Silencio el domingo 15 de junio: los puntos de concentración en Bogotá y otras ciudades”. Nótese que Caracol Noticias usa la misma nomenclatura con la que históricamente los colombianos recuerdan la movilización ocurrida en Bogotá en 1948. En la “bajada o resumen” del mismo texto informativo se lee que “la marcha es convocada por el Centro Democrático, como rechazo al atentado contra el precandidato Miguel Uribe Turbay, quien permanece en estado crítico en la Fundación Santa Fe de Bogotá”. El periódico antioqueño, entre tanto, tituló así su texto informativo: “Marcha del silencio: puntos de concentración y horarios de la manifestación en solidaridad con Miguel Uribe”.

Más allá de las suspicacias que surgen del uso de las mayúsculas al momento de nombrar las movilizaciones programadas para el domingo 15 de junio, lo cierto es que llamar Marcha del Silencio a la jornada de protesta es en sí mismo un acto político cuyo carácter se pretende minimizar e incluso ocultar por las manifestaciones de pesar y las cadenas de oración en favor de la vida del senador atacado.




sábado, 16 de noviembre de 2024

FORO DEL CENTRO DEMOCRÁTICO: ¿UN DESFILE DE IDEAS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Pasó el primer foro del Centro Democrático (CD) en el que cinco congresistas de esa colectividad desfilaron frente a su dueño, el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Como si de tratara de una feria equina, cada precandidato expuso sus ideas con el único objetivo de agradar a Uribe. Convertido el caballista y expresidiario en una especie de “Raimundo Angulo” de la política, este primer encuentro confirma al exmandatario antioqueño como el gran elector, así como el caudillo y el mandamás de la derecha y la ultraderecha. La senadora María Fernanda Cabal reconoció que se sentía como en un reinado.

Por la pasarela desfilaron Paloma Valencia, Paola Holguín, María Fernanda Cabal, Miguel Uribe Turbay y Andrés Guerra. Al final del encuentro, Uribe le dijo a El Espectador que “le dan “miedo” los candidatos sin doctrina, porque son un “peligro y una incertidumbre”. En este punto aseguró que los cinco senadores del Centro Democrático que buscan la candidatura son “líderes extraordinarios”, pero que deben seguir preparándose y saber cuándo deben tomar decisiones cruciales para el país”. También dijo que "necesitamos alguien que llegue no a aprender, sino a ejecutar". 

Lo dicho por Uribe Vélez confirma que los foros no son otra cosa que ejercicios públicos en los que cada precandidato será examinado en su capacidad de repetir sin cambiarle una coma al discurso y a las ideas doctrinales que aparecieron originalmente en el Manifiesto Democrático, los 100 puntos de Uribe. Quien las repita con mayor seguridad, sin titubeos y vehemencia estará cerca de ganarse el guiño del caballista. Ideas como “reducir el tamaño y la operación austera del Estado, luchar contra la corrupción y el recurrente tema de la seguridad democrática”, serán claves a la hora de elegir de los cinco el candidato que agitará la raída bandera del uribismo. Llegado el momento preciso, la narrativa de los “tres huevitos” volverá a hacerse presente en los siguientes foros en los que el hijo de Salgar (Antioquia) seguirá tomándole la lección a sus aventajados y adoctrinados mandaderos. Lo que tienen que hacer Cabal, Valencia, Guerra, Uribe Turbay y Holguín es aprenderse de memoria ese Manifiesto, sonreír cuando miren al patrón y eso sí, gritar varias veces que a “Colombia la vamos a recuperar" y que jamás volverá el "socialismo". 

Cuando Uribe dice que deben “seguir preparándose”, quizás les esté mandando un mensaje claro a los cinco precandidatos y a otros que por fuera de la colectividad estén dispuestos a declinar sus aspiraciones individuales para sumarse al proyecto político que el expresidente diseñe para el 2026, en el que no necesariamente el candidato presidencial del uribismo saldrá de los cinco precandidatos mencionados. Es posible que desde ya el ladino hacendado esté pensando en Juan Daniel Oviedo, exdirector del DANE, quien ya se mostró cercano al ideario uribista y quien tiene ganado un lugar en la política bogotana como un "técnico", hecho que juega a su favor. 

Cuando el chocarrero hacendado dice que se necesita a alguien que no vaya a aprender sino a ejecutar, parece dirigirse a Iván Duque, el mismo que él puso en la Casa de Nari y manejó como un títere. La entonces portada de Semana dio cuenta de lo que quizás hoy le preocupa al patán antioqueño: "un año de aprendizaje", acompañado ese titular de la foto de Duque. 

La senadora Holguín sabe que no pasará el examen. Por su grotesca figura y debilidad conceptual será descalificada. Paloma Valencia le sirve más a Uribe como agitadora, que como candidata presidencial. Es también básica discursivamente hablando. El expresidente también parece tener dudas sobre las capacidades de Cabal para tomar las banderas del uribismo. A las tres las podría descalificar por ser mujeres. Al caballista le gusta más tratar con machos cabríos. Guerra es un antiqueño altanero y malhablado que le sirve a Uribe más como escudero, que como candidato presidencial. Queda el obsecuente Miguel Uribe Turbay, por quien Uribe parece tener simpatías más por agradecimiento con su abuelo el expresidente Turbay Ayala, que por estar convencido de sus habilidades para  gobernar. Eso sí, lo debe estar viendo como en su momento miró a Iván Duque: como una marioneta. 



Primer foro de precandidatos del Centro Democrático inició en medio de tensiones

domingo, 8 de junio de 2025

¿QUÉ HAY DETRÁS DEL ATENTADO CONTRA MIGUEL URIBE TURBAY?

 Por Germán Ayala Osorio

 

En el atentado criminal contra Miguel Uribe Turbay hay elementos que hacen pensar en que la planeación del ataque está atada a un grupo de poder interesado en generar caos y desestabilizar al gobierno y por esa vía condicionar las decisiones de los votantes en el 2026: el primero de esos elementos es la participación de un menor de edad como el autor material. Pasó en el crimen contra Carlos Pizarro Leóngomez: su victimario fue un joven de 18 años. Recordemos que el sicario que asesinó al ministro Lara Bonilla tenía 16. El uso de menores de edad hace parte de la estrategia. Si el Estado no cuida la vida del muchacho, quienes lo contrataron intentarán asesinarlo.

El segundo elemento, asociado al primero, tiene que ver con el equipo de seguridad. El presidente Petro en su alocución habló de la necesidad de investigar a sus miembros por los errores que se pudieron haber cometido en la tarea de proteger al precandidato presidencial. La cercanía del victimario al candidato, el arma utilizada, su origen y capacidad de daño hacen pensar en que detrás hay una estructura ilegal con íntimas relaciones políticas.

El tercer elemento está atado a la actual coyuntura política y electoral y al ambiente de polarización. Es posible que desde la extrema derecha se haya ordenado atentar contra la vida del congresista para producir efectos políticos y electorales contrarios a los intereses de la izquierda o el progresismo. ¿Por qué Miguel Uribe Turbay? La respuesta es sencilla: por ser nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala, el atentado adquiere una dimensión política superior justamente porque se trata de un hijo del Establecimiento. Además, porque el senador es un férreo defensor de Uribe, de la seguridad democrática y un fuerte contradictor de Petro. El ataque sicarial es visto como un “atentado contra la democracia”, lectura que los autores intelectuales del atentado esperaban que se diera. Aunque quizás esperaban que el país estuviera hablando de un magnicidio.  Uribe Turbay será ascendido a la condición de víctima, lo que lo pone directamente en la carrera presidencial como parte del reconocimiento político y social que recibirá por haber sobrevivido a un atentado de esa naturaleza.

En el corto plazo se afecta la consulta popular y la decisión presidencial de decretarla y en el mediano plazo se enrarecen las elecciones de 2026. Incluso, no se puede descartar que se hagan llamados desesperados a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), escenario en el que la derecha confía para modificar la Carta de 1991 para quitarle el carácter garantista y moderno que desde siempre les molestó. y regresarnos al talante de la Constitución de 1886. Para lograr esos efectos se necesita de una narrativa que con la ayuda de los medios masivos de información se consolide y naturalice: “El gobierno de Petro es responsable del atentado. No hay garantías para el debate político y al frente del Estado está un presidente que escupe odio. Recuperar la Casa de Nariño en el 2026 es el imperativo moral tanto para los que están detrás del atentado criminal, como para los agentes de la derecha tradicional que están pescando en río revuelto”.

Un cuarto elemento emergerá atado a las investigaciones que adelanten las instituciones del Estado, a la hipótesis más consistente y a las primeras declaraciones que dé el joven sicario. Lo más probable es que el país no conozca la verdad, lo que supone no conocer la identidad de los autores intelectuales. Se supone que hay una larga cadena de involucrados que manejan fragmentos de la operación lo que garantiza que los autores intelectuales se mantengan en la sombra. El sector del Establecimiento que conoció del atentado desde ya estará moviendo relaciones y desarrollando acciones en las instituciones previamente infiltradas o capturadas conducentes a desviar o torpedear las investigaciones y la transparencia de estas a pesar de la orden presidencial de actuar con transparencia y diligencia. No se descarta que vengan retaliaciones y otros hechos violentos. Si la sensación de caos disminuye, es posible que se den otros hechos repudiables.

Y como quinto elemento está el trabajo efectista del periodismo bogotano. Desde anoche mismo empezaron a posicionar las intrigas y señalamientos contra el gobierno, lo que minará la confianza ciudadana en el proyecto progresista de cara a “reelegirlo” en el 2026. La polarización política y la crispación ideológica no cesará por cuenta del atentado. Por el contrario, quienes están detrás de la empresa criminal saben muy bien que pueden contar con ese periodismo que divide y que le apuesta a exacerbar los enfrentamientos políticos. Vendrán filtraciones, quizás crímenes al interior de la organización, hipótesis y se seguirá responsabilizando a Petro y al gobierno de lo sucedido. Al final de cuentas, la extrema derecha y la derecha institucional y tradicional comparten el mismo interés: hay que recuperar, como sea, la Casa de Nariño en el 2026. Y las empresas mediáticas también son hijas del Establecimiento, circunstancia que las obliga a mantener viva la polarización política e ideológica.



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sábado, 7 de junio de 2025

ATENTADO CONTRA MIGUEL URIBE TURBAY: ¿CULPA DE PETRO?

Por Germán Ayala Osorio

 

Pocas horas después del atentado del que fue víctima el precandidato presidencial del Centro Democrático (CD), Miguel Uribe Turbay, empresas mediáticas como Noticias Caracol y agentes políticos se dieron a la tarea de crear la narrativa con la que se busca responsabilizar directamente al presidente Petro del ataque sicarial que sufrió uno de sus más enconados detractores políticos.

La polarización política y la crispación ideológica por la que atraviesa el país desde el plebiscito por la paz de 2016 alcanzó el 7 de agosto de 2022, con la llegada de Petro a la Casa de Nariño, inesperados y violentos niveles de animadversión e intolerancia política, expresados desde todas las orillas ideológicas y sectores de poder. El sicariato moral ha sido la herramienta predilecta para descalificar al adversario político bien por su orientación sexual, el presunto consumo de sustancias psicoactivas, así como cuestionamientos ético-políticos por la pertenencia a poderosas familias y clanes cuestionados por hacer parte del Establecimiento o responsables de millonarios desfalcos al erario, entre otros hechos públicos calificados como inmorales.

Noticias Caracol abrió los micrófonos a Enrique Peñalosa, al expresidente Andrés Pastrana y al presidente del Senado, Efraín Cepeda, para que aportaran sus juicios de valor a la consolidación de la perversa narrativa con la que claramente se busca generar un clima de confusión y crisis de gobernabilidad y legitimidad que podría terminar en un llamado a una Asamblea Nacional Constituyente por parte de la derecha. El ataque sicarial nos devuelve al momento histórico que vivió el país a finales de los años 80 cuando fueron asesinados tres candidatos presidenciales: Pizarro, Jaramillo y Galán; así como el líder de la UP, José Antequera.

Peñalosa, Pastrana y Cepeda señalaron de manera directa al presidente Petro como responsable político del atentado contra Uribe Turbay por considerar que el jefe del Estado no brinda garantías a la Oposición, estigmatiza y descalifica a sus críticos y porque rompió el equilibrio de poderes con su decisión de decretar la consulta popular.

En lugar de intentar bajarle a la polarización y a la desazón y rabia que ya genera el atentado que sufrió el congresista del CD, el noticiero en mención apeló a un ejercicio periodístico que estimula sentimientos de odio. El lenguaje periodístico lo usó el director de Noticias Caracol para exacerbar el ambiente de crispación, para luego terminar haciendo un llamado a “bajarle” a la violencia verbal desatada entre el Gobierno y la Oposición.

Si se van a establecer responsabilidades políticas por este hecho criminal, los primeros que deberían de hacer un acto de contrición son las empresas mediáticas y sus más visibles periodistas, quienes han aportado en gran medida al intolerante clima político-electoral que se respira en el país. Titulares tendenciosos, tratamientos sesgados y fake news han hecho parte del repertorio mediático.

Personajes como Francisco Santos, María Fernanda Cabal y Efraín Cepeda no dudaron en culpar a Petro del atentado. En sus cuentas de X, la más sórdida de las redes sociales, dijeron lo siguiente, en su orden: “el atentado contra Miguel Uribe tiene nombre propio: @petrogustavo Incendió el país con sus acciones y discursos y esta es la primera consecuencia”. Entre tanto, la precandidata del CD espetó que “no nos van a silenciar ni arrebatar la democracia los violentos. Esto es consecuencia del ambiente de odio y estigmatización que ha promovido el gobierno de Gustavo Petro contra quienes pensamos distinto”. Y finalmente, el presidente del Senado, enconado enemigo de Petro señaló que “el presidente Petro ha conducido al país a un abismo que jamás imaginamos que volveríamos a enfrentar. Su manera de dividir y señalar interpretada por grupos criminales como una señal que incentiva la violencia”.

Del atentado se desprenden dos teorías: la primera, que indica que el ataque sicarial fue perfectamente planeado por un sector de poder económico y político que sabía que, una vez ocurrida la agresión, la reacción de medios y de la Oposición serviría al propósito de generar caos, una incontrolable crisis de gobernabilidad y evitar que el gobierno convoque a la consulta popular. Y la segunda y quizás la menos probable, señala que se trataría de un ataque sin motivaciones políticas y apenas justificado por razones de odio de parte del sicario.

Pronta recuperación para el precandidato y un rechazo vehemente al trabajo periodístico de Noticias Caracol y a las reacciones de los políticos que, claramente, están pescando en río revuelto.



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lunes, 17 de marzo de 2025

CRISIS DE LÍDERES CARISMÁTICOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En la historia reciente del país se reconocen dos líderes carismáticos: Álvaro Uribe Vélez y Gustavo Petro Urrego. El primero logró ese reconocimiento político y social porque le habló a la Colombia creyente, camandulera, conservadora y violenta con su tonito de seminarista y el discurso propio del culebrero antioqueño. Como hijo del Establecimiento, su liderazgo carismático fue fruto del trabajo realizado por las empresas mediáticas que lo convirtieron en un fenómeno político, a pesar de su enrarecido pasado, cuestionado hoy en el juicio al que acude en calidad de acusado de delitos no políticos.

Entre tanto, Petro Urrego es un líder carismático hecho a pulso, pero, sobre todo, por fuera del Establecimiento contra el que se levantó en armas. De regreso a la sociedad, Petro supo jugar con las reglas de la democracia y mantuvo su condición de outsider y su espíritu contestario, lo que hizo que su carisma se acercara a condiciones magnéticas propias de una sociedad que siempre esperó la llegada de un verdadero Mesías.

Las diferencias entre los liderazgos carismáticos entre Uribe y Petro parten del engañoso carácter mesiánico con el que la gran prensa vendió al político antioqueño. Después de su extendido y aciago periodo presidencial, y ante la caída del teflón y de su imagen de político probo, la irrupción y el posicionamiento de Petro como el nuevo Mesías se dio relativamente fácil en la medida en que el actual jefe del Estado le habló a esa Colombia que el neoliberalismo y la Seguridad Democrática maltrataron y victimizaron, incluida por supuesto a la naturaleza, víctima de la ganadería extensiva de baja producción, el volteo de tierras en las principales ciudades del país por cuenta de urbanizadores; y el modelo de la gran plantación y los monocultivos legales e ilegales, la gran minería. Podemos decir que Uribe fue un líder carismático negativo, mientras que Petro lo es en modo positivo porque defiende la vida.

Miremos si hoy el país cuenta con otros líderes carismáticos de cara a la contienda electoral de 2026. El candidato que más exhibe la deficiencia de esa cualidad es Germán Vargas Lleras, eterno candidato presidencial de los sectores más retardatarios del país. El exvicepresidente de Santos ofrece un liderazgo negativo fruto del clasismo, aporofobia y el racismo que lo caracteriza y lo expone como un político sin gracia que solo puede establecer con sus seguidores y en general con los colombianos relaciones de dominación y sometimiento de acuerdo con su perfil violento, propio de dictadores o pequeños emperadorcitos.

El nieto del expresidente Carlos Lleras Restrepo no hace parte de aquellas “personas carismáticas capaces de transformar, gobernar y ordenar el mundo en que viven. Personas que, a través de su sabiduría, en las áreas de conocimiento, conectan con lo divino, con lo central de la existencia humana”. Su afán por llegar a la Casa de Nariño está fundado en la perversa tradición colombiana que por mandato natural los hijos y nietos de expresidentes de la República deben convertirse en jefes del Estado. Aunque aquello de ordenar el mundo o un país puede otorgarle algo de carisma a quienes ofrecen, proponen e incluso amenazan con “poner a marchar al país”, el clasismo, el racismo y la aporofobia se los termina anulando.

Otro de los candidatos o precandidato presidencial cuya aspiración también está atada a esa aviesa tradición familiar es Miguel Uribe Turbay, nieto de Julio César Turbay Ayala, presidente de la República que la historia política lo reconoce como un violador de los derechos humanos con su Estatuto de Seguridad. Uribe Turbay no es un líder carismático casi por las mismas razones que le impiden a Vargas Lleras ser uno de esos líderes en los que las grandes mayorías confían a pie juntillas. Eso sí, con un agravante: es un joven obsecuente y admirador de Álvaro Uribe Vélez un líder carismático creado mediáticamente y por las azarosas circunstancias contextuales de un país tomado por las guerrillas al final de los años 90. En el ocaso del expresidente antioqueño, el nieto de Turbay Ayala insiste en parecerse a quien hoy está procesado penalmente por manipulación de testigos y fraude procesal.

María Fernanda Cabal es también precandidata presidencial del uribismo, al igual que Miguel Uribe. Ambos compiten por el guiño de su Patrón, Álvaro Uribe Vélez. La senadora Cabal tampoco exhibe mayor carisma a pesar de ofrecer a las malas poner a marchar al país como lo hizo el expresidente y expresidiario antioqueño entre el 2002 y el 2010. Lo cierto es que Vargas Lleras, Uribe Turbay y la propia Cabal dejaron en el marketing político la generación del carisma que hoy nadie les reconoce. El único factor que tienen para que en los laboratorios de la publicidad política les construyan el carisma necesario para atraer seguidores es apelar a las emociones del electorado alimentadas con una gran dosis de irracionalidad, generación de miedo e incertidumbres a través de viejos fantasmas como el “comunismo y el castrochavismo”. Apelan también a las mentiras con la ayuda de la prensa hegemónica, de allí que propongan consignas como “vamos a recuperar al país o vamos a reconstruir moralmente a Colombia”.

Claudia López Hernández es una candidata presidencial cuyo carisma se fue diluyendo en gran parte por sus prácticas políticas y discursivas acomodaticias que la llevaron a que el electorado consolidara de ella una imagen negativa por su oportunismo político y lo sinuoso del proyecto de país que dice tener.

En esa misma dirección está la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco, Vicky Dávila. En su caso ocurre un fenómeno particular: se confunde liderazgo y carisma con reconocimiento público por su labor como presentadora y periodista de varias empresas mediáticas. Tan clasista, racista y aporofóbica como los anteriores, la pobreza discursiva de Dávila de Gnecco le impide desarrollar el carisma del que aquí hablo. Algunos medios intentaron lavarle la imagen de periodista del Establecimiento, calificándola como la outsider de Colombia. Exhibe, además, una evidente confusión conceptual en materia política al defender las ideas “libertarias” de Javier Milei, presidente de la Argentina.

Se suman a este listado Sergio Fajardo, quien se mueve entre la derecha neoliberal y un fantasioso Centro que aparece cada cuatro años como alternativa política e ideológica. Fajardo repta como Claudia López. Su imagen de profesor facilita la tarea a quienes creen que pueden construirle el carisma suficiente para que el electorado considere votarlo y elegirlo presidente de la República.  Dicho lo anterior, la crisis de líderes carismáticos en el país es real. ¿Terminarán los colombianos votando por el menos malo?

Adenda: mientras que la derecha pone a rodar a varios de sus posibles candidatos, el progresismo todavía no acuerda quién llevará esa bandera. 


maria fernanda cabal, sergio fajardo, vicky davila y claudia lopez - Búsqueda Imágenes

lunes, 22 de julio de 2024

LOS PROBLEMAS DE LA DEMOCRACIA ELECTORAL

 

Por Germán Ayala Osorio


La democracia  es quizás el sistema de poder que mejor da cuenta de las ambivalencias y los problemas de criterio de los ciudadanos que participan en los escenarios electorales, bien para elegir congresistas, presidentes, concejales, diputados o gobernadores. En particular hablo de la democracia electoral y sus mecanismos reglados que garantizan el voto y por esa vía la representación política. 

Cuando al Congreso de la República llegan personajes con una baja o nula capacidad deliberativa e incluso con una evidente incapacidad para articular discursos coherentes, sesudos, serios, respetuosos y argumentados, entonces empezamos a cuestionar a la democracia electoral y a quienes en ejercicio del derecho a elegir, terminan llevando a ese escenario legislativo a personajes ignaros, verdaderos homúnculos, personas malhabladas, irresponsables con aquello de "representar al pueblo colombiano o por lo menos a sus electores" y en particular poco leídos. Un elemento no menor tiene que ver con que, por lo menos, sean buenas personas, con calidad humana.  Llegar al Congreso bajo ese perfil hace que quienes ostentan la calidad de congresista no puedan sobrellevar el peso de la responsabilidad y la dignidad que deben asumir y que la sociedad les exige por ser legisladores. Al final solo les queda actuar como lobistas, mensajeros o como obedientes "mascotas" de los caciques, patrones o empresarios a los que les deben la curul.  

En el actual Congreso de Colombia hay por lo menos seis congresistas (mujeres y hombres) que hacen pensar en que la democracia electoral necesita ajustes, a juzgar por la demostrada estolidez, la ignorancia supina y la arrogancia que les impide actuar con la dignidad que debería de acompañar a quienes tienen la responsabilidad de asumir el control político al gobierno y de proponer normas de beneficio colectivo. 

La pregunta es: ¿Quiénes les dieron el voto? Por ejemplo, qué clase de ciudadanos eligieron a personajes como Miguel Polo Polo y Miguel Uribe Turbay, para nombrar solo a dos de los seis congresistas que la opinión pública identifica como verdaderos "golazos" que permite la democracia electoral. El primero de estos dos es un homúnculo, un hombrecillo básico, poco leído, vociferante, mal educado y sobre todo incapaz de articular un discurso elaborado que le dé altura al debate público. En su participación en la instalación del nuevo periodo legislativo dejó ver su pobreza discursiva, lo que sin duda alguna constituye una vergüenza para quien ostenta la dignidad de congresista. Quizás el origen "humilde y pobre" de Polo Polo le negó la posibilidad de haber disfrutado de una mejor educación y formación política. 

Entre tanto, Miguel Uribe Turbay exhibe un origen de clase diferente al de su compañero congresista. Como nieto del inefable Julio César Turbay Ayala, Miguel Uribe tuvo acceso a una mejor educación. A pesar de esa positiva circunstancia, su discurso como agente opositor fue igualmente básico y con un bajo nivel conceptual. Al igual que Polo Polo, en su participación hizo referencia a hechos de la vida privada del presidente de la República, es decir, a su posible paseo en un parque en Ciudad de Panamá.

Le haría bien al nieto del expresidente Turbay Ayala (1978-1982) revisar su papel como congresista, si de verdad aspira algún día a ser presidente de la República, pues asumo que como "delfín" tiene el "derecho" a sentarse en el solio de Bolívar. Querer ganar puntos y buscar el aplauso y la bendición del expresidente Uribe Vélez lo convierte en un obsecuente congresista que solo sirve para hacer mandados. Hacer parte de la Oposición, en un régimen democrático, obliga a los congresistas a dar debates con altura y sobre todo, soportados en hechos. En particular, siempre espero que los congresistas exhiban un sólido dominio conceptual. 

Aquellos que asumen la democracia electoral como la panacea y un escenario incuestionable, terminarán defendiendo a electores y elegidos por considerar que cualquier ciudadano que desee llegar al Congreso lo pueda hacer, a pesar del carácter infantil, de su nula capacidad argumentativa que le impide debatir con altura y sapiencia. Justamente, el Congreso de la República debe asumirse como el escenario en donde la retórica, las ideas y el dominio conceptual permiten dignificar el rol de congresista. Por el contrario, con legisladores como Polo Polo y Uribe Turbay, la democracia electoral termina por ser víctima de los graves problemas que arrastra el sistema educativo colombiano, la baja cultura política de elegidos y electores y por supuesto, de la tara civilizatoria que nos acosa como pueblo. A veces no es suficiente con egresar de las mejores universidades privadas o públicas del país o del exterior para actuar como un ciudadano moderno, civilizado y respetuoso de las otras dignidades.  Hay un factor que no se aprende necesariamente en esos centros educativos, que se llama criterio. Y es claro que a los dos congresistas aquí nombrados, les falta criterio para actuar en la vida pública (política). 



miércoles, 22 de enero de 2025

AMANDO A URIBE, HINCADOS A TRUMP

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con el regreso de Donald Trump, su decadente masculinidad representada en su condición de putero y criminal se vuelve ejemplo a seguir para un mundo que transita sin límites y controles visibles hacia una crisis civilizatoria atada a la ética, la política, la moral y a la responsabilidad ecológica y ambiental que nos cabe como especie dominante.

El octogenario republicano rescata el ideario fascista asociado al homo sacer que indica que hay vidas que merecen y se pueden matar sin contemplaciones. Sin exagerar, en ese grupo de “desechables” incluyó a los inmigrantes, criminales o no, en particular a los latinos y a los miembros de la comunidad LGTBIQ+ cuyo lugar en el mundo acaba de ser sepultado bajo la binaria lápida de Hombre y Mujer como los únicos géneros reconocidos bajo territorio americano.

En Colombia la derecha aplaude a rabiar el regreso de este troglodita premoderno a pesar de que muchos de ellos, periodistas y políticos son declarados homosexuales o tienen hijos que también salieron del oscuro closet al que nuevamente los mandó a encerrar el protervo político republicano.

La diputada española Irene Montero, espetó que “hay un peligroso delincuente que es ya el primer presidente de Estados Unidos… y es la mayor amenaza para la democracia y los derechos humanos y la cuestión es que Trump y esa banda de superricos que lideran la ofensiva reaccionaria internacional no son locos, son hijos sanos de un sistema neoliberal que está destruyendo la vida y el planeta…”.

Asombra el nivel de obsecuencia de varios políticos de la ultraderecha colombiana en relación con la figura masculinizante de Trump. Lo aceptan como patrón político y deidad moral a pesar del público desprecio que siente por los latinos el presidente número 47 de los Estados Unidos. Entre esos políticos están los congresistas María Fernanda Cabal y Miguel Uribe Turbay, del Centro Democrático. Para estas figuras de la ultraderecha local adorar a Trump no representa ningún esfuerzo pues llevan años hincados ante la figura patriarcal, violenta y premoderna de Álvaro Uribe Vélez, expresidente y expresidiario.

La complacencia y el amor desbordado expresado por estos dos congresistas me hizo recordar el libro de Virginia Vallejo, Amando a Pablo, odiando a Escobar. Eso sí, con una evidente diferencia: los posibles autores no odian a Uribe y mucho menos a Trump. Amando a Uribe, hincados a Trump podría ser el título más preciso de esa novela que Cabal y Miguel Uribe podrían sentarse a escribir y publicar para las próximas elecciones en Colombia. De ganar en el 2026, bastaría una directiva presidencial para declarar como de obligatoria lectura lo que sería una magnifica obra literaria.

No creo que Cabal y el nieto de Turbay Ayala tengan la capacidad para sentarse a escribir un ensayo y mucho menos una novela. De lo que sí estoy seguro es que ese título de Amando a Uribe, hincados a Trump sería el abc de las relaciones bilaterales y el fundamento de su plan de gobierno.




sábado, 29 de julio de 2023

ORDEN DE CAPTURA CONTRA HIJO DE PETRO: CON UN TUFILLO DE VENGANZA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La captura del hijo del presidente de la República, Nicolás Petro, deviene con un tufillo de revancha política y de espectáculo mediático con el ánimo de golpear moralmente al mandatario, elevado previamente por Francisco Barbosa a la condición de enemigo público número uno. A pesar de ese carácter, la reacción presidencial fue gallarda y respetuosa de la división de poderes. Es decir, Gustavo Petro no está usando su poder como presidente para salvar a su hijo, buscando tratamientos especiales. Por el contrario, en su cuenta de Twitter, el mandatario de los colombianos reiteró: “no intervendré ni presionaré sus decisiones; que el derecho guie libremente el proceso”.

No digo que, por ser hijo del jefe del Estado, la justicia no puede tocarlo. No. Por el contrario, nadie puede estar por encima de la ley, pero es que estamos en Colombia, país en el que por años la justicia ha sido para los de ruana. Los ejemplos pululan en una larga lista de favorecimientos a familias políticas de la derecha infame que ha gobernado al país. Y la Fiscalía, en varias administraciones, favoreció y favorece a "delfines" y a familiares de clanes políticos mafiosos. 

El reconocido penalista, Miguel Ángel del Río considera que “no había necesidad de capturar a Nicolás Petro. Si la fiscalía tiene elementos de convicción bastaba una citación a imputación de cargos o medida. A esta fiscalía sólo la motiva el show y la retaliación. Derecho penal del enemigo”. Si desde el derecho no había necesidad de mandar a capturar al vástago del presidente, entonces la conclusión es clara: Barbosa le está cobrando a Petro haberlo expuesto públicamente por los hechos de corrupción en la SAE y en la UNP y tantos otros en los que quedó comprometida la idoneidad y seriedad del fiscal.

A pocos meses de terminar su nefasto periodo como fiscal general de la nación, Barbosa, ficha del uribismo, golpea duro al presidente Petro y a su familia, situación que de inmediato los colombianos conectan con familiares de presidentes y gente del mundo de la política colombiana, tratados por la Fiscalía a lo largo de su historia, con guantes de seda.

La periodista María Jimena Duzán recuerda el caso del primo hermano del hoy expresidente y sub júdice ciudadano, Álvaro Uribe: “cuando Mario Uribe fue capturado por parapolítica, el entonces presidente Álvaro Uribe -en lugar de aceptar la decisión de la justicia, como lo ha hecho Petro-, le montó al magistrado que hizo la investigación en contra de su primo hermano, un caso por manipulación de testigos con el objetivo de desprestigiarlo e incriminarlo con pruebas falsas. Ese magistrado era Iván Velásquez”.

Vienen también a la memoria los hijos de Uribe, quienes siempre salieron limpios de varios episodios oscuros en los que aparecen mencionados. Por ejemplo, la imagen aquella en la que aparecen con el narco paramilitar, Wilmer Pérez Padilla. O cuando Tomás Uribe, el hijo más parecido en su proceder al expresidente Uribe, sirvió de puente para que Guido y Miguel Nule se reunieran con el entonces presidente de Odebrecht. Fue el periodista Gerardo Reyes quien informó de ese encuentro: “el periodista Gerardo Reyes en El Nuevo Herald de Miami en el año 2010. Según la publicación, durante el gobierno de Álvaro Uribe, su hijo Tomás Uribe medió para que se reunieran en Panamá Guido y Miguel Nule con el presidente de Odebrecht Panamá a fin de que se presentaran juntos a la licitación de la Ruta del Sol, una de las más grandes del gobierno de Álvaro Uribe”.

Se suma lo anterior el “extraño” caso del hermano de Uribe, procesado por conformar el grupo paramilitar Los 12 apóstoles. Hace más de 2 años que el juez Jaime Herrera Niño tiene archivada su decisión de condenar o de absolver a Santiago Uribe Vélez. Con todo el material probatorio, hace rato debió haber sido condenado el hermano de Uribe. ¿No será que el juez recibió presiones?

Los hijos de Uribe Vélez se enriquecieron “vendiendo manillas”, fábula que solo unos cuantos ingenuos creen. Y de acuerdo con la imputación de cargos contra Nicolás Petro, este se habría enriquecido ilícitamente. La diferencia es que para los primeros se creó la preciosa e infantil leyenda; para el hijo de Petro, no.

Hay que sumar a esos hechos, los casos de la mamá del presidente-títere, Iván Duque, conocida con el alias de La Madrina, involucrada en la entrega de bienes de la SAE, a políticos afectos a Duque y al uribismo. Igualmente, los casos del clan Char y los enredos de la exvicepresidenta, Martha Lucía Ramírez. 

Curiosamente, la orden de captura contra el hijo de Petro llega en medio del escándalo del robo de petróleo de la estatal Ecopetrol, en el que estarían involucrados empresarios y la propia guerrilla del ELN. Cortina de humo o no, si queremos dejar atrás la confusión moral en la que estamos como sociedad, debemos respetar la ley y las decisiones judiciales. Para el caso del presidente, este está obrando como estadista, al respetar la división de poderes y no como padre. Ese es un mensaje claro que Petro le manda al Innombrable y a todos sus seguidores, convertidos en niños inocentes que creen en cuentos de hadas y en manillas milagrosas.



Imagen tomada de Red Más Noticias. 

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