Por Germán Ayala Osorio
El video en el que aparece el
precandidato presidencial Sergio Fajardo contestándole a un fulano llamado Álvaro
que lo cuestionó por “no tener guevas” fue usado por los periodistas y
analistas de Blu radio para dejar claro que el exgobernador de Antioquia es del
gusto editorial y político de la cadena radial. El suceso ocurrió en una
hacienda en Galapa, Atlántico.
La respuesta de Fajardo fue también
recogida por los panelistas de Mañanas Blu radio: “que, si tengo o no guevas,
le voy a contestar al señor que está preocupado por las guevas mías. Para
ser valiente, para tener carácter hay que gritar, maltratar, hay que agredir,
atropellar al que no piensa como usted…En Colombia lo que necesitamos es todo
lo contrario: reivindicar la decencia, el respeto, la transparencia,
la condición humana, la empatía para transformar este país. Cuántos corruptos gritan, son valientes
y son unos ladrones; esos valientes no los queremos en Colombia: tengo
la valentía de la transparencia, la valentía de los principios”.
Tengo dudas de si la aparición de
ese Álvaro fue realmente espontánea o si se trató de una puesta en escena,
estrategia muy común en los actuales escenarios electorales afectados por las
dinámicas de los likes y los videos que se vuelven virales. Pero más
allá de eso, hay que reconocer que Fajardo fue hábil en voltear el sentido del
reclamo machista con el que un Álvaro le dijo que no tenía la suficiente capacidad,
berraquera, carácter y decisión para asumir la desgastante y desafiante tarea
de gobernar a un país complejo como Colombia.
Esto de “no tener guevas” para gobernar
a los colombianos se suma al señalamiento de “tibio” que acompaña a Fajardo por
haberse ido a ver ballenas en la segunda vuelta presidencial en la campaña de
2018 en la que un sector del país esperaba que asumiera una postura política
clara en momentos en los que un poderoso y bien conocido Álvaro iba a poner en
la Casa de Nariño a Iván Duque Márquez. El desastroso gobierno del “títere” de
Uribe terminó por naturalizar el mote de “tibio” con el que hoy se reconoce a
Sergio Fajardo Valderrama. Un motete que le calza muy bien.
Aquí el problema no es si el
exalcalde de Medellín tiene o no las gónadas suficientes para gobernar al país.
Lo que se le cuestiona a Fajardo es que, en dos columnas de opinión publicadas en
El Colombiano, periódico uribista, haya expresado su admiración por el entonces
gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez. El gobernador Uribe es
el título de uno de los textos de opinión en los que Fajardo le echa flores al
político, hacendado y domador de bestias.
El asunto de fondo es que Fajardo
no confronta a los agentes privados (empresariales) responsables de la
corrupción en el sistema de salud; Fajardo Valderrama se presenta como un
político conciliador y decente, pero la verdad es que su cercanía con los
agentes económicos del Establecimiento, lo convierten en una ficha e
instrumento con el que, de llegar a convertirse en presidente de la República, estará
obligado a extender en el tiempo la captura el Estado lograda de tiempo atrás
por miembros de la élite empresarial y bancaria.
Haberse reunido con Álvaro Uribe
Vélez es otra razón para dudar de su independencia y de su capacidad para gobernar,
llegado el caso, sin la injerencia del expresidente y expresidiario. Esto dijo cuando
se le confrontó por ese encuentro con el cuestionado expresidente: “Estoy
conversando con muchos líderes de distintas orillas. ¿Saben a qué me reúno? A
escuchar, a entender diferentes miradas. Este país tiene que aprender a
dialogar de verdad”.
El no tomar distancia del expresidente Uribe y el estar en su radar para aquello de un frente amplio que “va desde el doctor Abelardo de la Espriella hasta el doctor Fajardo” confirma que de resultar electo presidente en el 2026 no tendrá las guevas suficientes para gobernar sin el uribismo. Así las cosas, el Álvaro que supuestamente le cuestionó sus testículos habrá tenido la razón. Llegado ese momento, el país entero sabrá que además de tibio y falto de guevas, sería por cuatro años el segundo títere del vulgar y ladino hacendado, expresidente, expresidiario y domador de bestias que anda muy orondo con tres envejecidos huevitos.
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