Por Germán Ayala Osorio
La unión entre Cambio Radical y el Centro Democrático da cuenta del desespero de los agentes más retardatarios del viejo Establecimiento colombiano por reconquistar la Casa de Nariño en el 2026. Para lograrlo deberán llegar con un bloque congresional que eche para atrás las medidas y reformas del gobierno Petro. Ese es el sentido de las frases de campaña de Cabal, Dávila y Luna, entre otros agentes de la derecha: "vamos a recuperar el país, a Colombia, el rumbo".
Esa casa de Gobierno simboliza mucho para la derecha y la ultraderecha local cuyos voceros se reúnen sin asco a pesar de los mutuos cuestionamientos entre Germán Vargas Lleras y Álvaro Uribe Vélez. El expresidente antioqueño y el eterno candidato presidencial son curtidos y ladinos líderes de la ética pragmática y acomodaticia con la que siempre obedecieron a los Cacaos que los sostienen como sus fichas dentro del poderoso engranaje que hay detrás de ese régimen de poder.
La cumbre que se avecina servirá para conformar y consolidar un frente político que en las elecciones de 2026 le arrebate ese objeto de deseo que es la Casa de Nariño, ocupada hoy por Gustavo Petro. El Todos Contra Petro vuelve a sonar como única alternativa política y electoral para derrotar al petrismo en cuyas huestes se vislumbran disputas y luchas intestinas muy propias de la izquierda tradicional de la que hacen parte progresistas de estos nuevos tiempos.
Ese bloque anti Petro operará como una suerte de "colador" electoral al que querrán llegar todos aquellos precandidatos presidenciales que a pesar de no tener maquinarias, propuestas claras y serias, así como carisma, se lanzaron para ver qué cargo público pueden pescar una vez Vargas Lleras y Uribe sacudan ese filtro para definir las listas al Congreso y acordar la fórmula presidencial que les garantice la repartija de los recursos públicos y el control institucional suficiente para superar la desazón que les dejó estos cuatro años de la inesperada viudez del poder a las que los sometió Petro.
Recordemos algunos hechos que dan cuenta del pragmatismo de Uribe y Vargas Lleras, dos caciques y barones electorales que representan a la vieja y tradicional formas de la política colombiana pensada para oponerse al progreso de las mayorías a través de la privatización del Estado y del sometimiento de los ecosistemas naturales y las culturas asociadas a violentos y negativos procesos de transformación mirados así desde una perspectiva sistémica de la sostenibilidad.
En el 2012, Portafolio publicó una nota en la que se lee lo siguiente: "Un fuerte choque se generó entre el ministro de Vivienda, Germán Vargas Lleras, y el expresidente Álvaro Uribe Vélez, un día después de que se conociera que la Procuraduría inició una investigación preliminar contra el primero por presuntos nexos con paramilitares".
Tres años después, cuando fungía Uribe como senador de la República y agente de la oposición, el portal La Opinión registró una denuncia del caballista antioqueño que enlodaba a Vargas Lleras: “Hay corrupción de soborno generalizada y un abuso del doctor Vargas Lleras con un control de la contratación del Estado y un manejo prevaricante”. La reacción al señalamiento de Uribe, el entonces vicepresidente de Santos dijo a "COLPRENSA precisamente Uribe busca esto para desviar todo lo de la investigación del DAS”. Se refiere al caso de las 'chuzadas' telefónicas que habría ordenado él hacer desde el desaparecido departamento de inteligencia DAS, en donde estuvo involucrada su exdirectora María del Pilar Hurtado, quien se entregó a la justicia colombiana el sábado luego de más de dos años de estar huyendo".
Los dos atentados criminales que sufrió en su momento Germán Vargas Lleras también motivaron enfrentamientos entre los dos políticos, que parecen guardarse mutuas desconfianzas en torno a sus estructuras morales. En La Nueva Prensa se lee: "Los dos atentados terroristas con bombas cometidos en Bogotá en 2002 y 2005 contra el ex vicepresidente Germán Vargas Lleras –en uno de los cuales perdió dos dedos y medio de la mano izquierda–, fueron cometidos por las FARC... Esta revelación tumba la versión, tomada como verdad histórica, en el sentido de que ambos ataques criminales fueron ordenados por el entonces presidente de la república, Álvaro Uribe Vélez, y ejecutados por la desaparecida y tenebrosa policía política DAS, la cual sí vigilaba de cerca e ilícitamente a Vargas Lleras en todos sus movimientos".
Lo cierto es que de esa unión entre los dos políticos no podrá salir nada bueno para el país. Por el contrario, si logran ponerse de acuerdo en quién será el candidato presidencial y su fórmula vicepresidencial, estaríamos ante una especie de "mini Frente Nacional" fundado en el proyecto neoliberal en el que Uribe y Vargas Lleras creen y saben muy bien ejecutar, en la imposición de un modelo de desarrollo económico alejado de consideraciones ecológicas y socioambientales, así como en el regreso a los tiempos de la seguridad democrática y la extensión social y comunitaria de la doctrina del enemigo interno.
Se trata de la unión de dos viejos enemigos que se juntan para echar para atrás lo poco que logró avanzar el gobierno Petro para dignificar la vida de millones de colombianos. Uribe y Vargas Lleras se juntan para hacer del atraso, de la pobreza, la miseria, el clasismo, la aporofobia y el racismo condiciones naturales bajo las cuales debemos acostumbrarnos a vivir.
URIBE Y VARGAS LLERAS JUNTOS - Búsqueda Imágenes
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