sábado, 22 de noviembre de 2025

EL EVENTUAL FRACASO DE LA CAMPAÑA DE VICKY DÁVILA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Recientes encuestas señalan que la campaña de la precandidata uribista, Vicky Dávila de Gnecco se estancó, o se puede decir que jamás arrancó a pesar de los videos en los que apareció en cafetales cantando como si fuera la “nueva” Gaviota, ordeñando a una vaca para mostrarse cercana a la causa campesina, saludando a policías y militares y comiendo empañadas en la calle. Todas, apariciones alejadas del perfil arribista y clasista de la periodista-periodista que siempre fue vista como una ficha del Establecimiento.

Explicar esos negativos resultados es relativamente fácil si el análisis se centra en decir que su discurso de odio contra el presidente Petro le negó la posibilidad de convertirse en una real alternativa política para el 2026. Creo que hay algo más. Propongo la siguiente hipótesis:

La derecha, en particular la uribizada, no valida candidaturas en las que con incontrastable vehemencia y odio se proponga “acabar con todas formas de corrupción” como tema preferente, dejando por fuera asuntos como la inseguridad, la lucha contra el terrorismo y el comunismo que vienen atados a consignas generales, engañosas y etéreas como “vamos a recuperar el país, la democracia y la libertad”. La inquina hacia Petro expresada por Dávila de Gnecco es vista por sectores políticos de aquel espectro ideológico como un asunto propio de una “mujer dolida y escandalosa”, lo que le resta credibilidad en las huestes uribistas que prefieren que quien se enfrente a Petro sea un “macho” como Abelardo de la Espriella e incluso, el tibio de Fajardo. 

Si se revisan las consignas y los discursos del expresidente Uribe no hay expresiones altisonantes referidas a dar una lucha frontal contra la corrupción. El exgobernador de Antioquia y exdirector de la Aerocivil se cuida de proponer una “guerra frontal contra los corruptos” porque sabe que no tendría mayor sentido hacerlo cuando hay un imaginario colectivo consolidado que señala a sus dos administraciones como una de las más corruptas de los últimos tiempos. Baste con examinar sus procesos penales y las condenas a varios de sus más cercanos colaboradores por la compra de su reelección y las relaciones con grupos paramilitares. Por eso prefiere hablar de “recuperar la economía, beneficiar a los jóvenes y brindarles oportunidades; de enfrentar a los terroristas y al neocomunismo”. Ni siquiera se atreve a recoger la risible propuesta de su admirado Julio César Turbay Ayala de “reducir la corrupción a sus justas proporciones”.

El mal final que se augura a la campaña presidencial de Dávila también obedece a circunstancias propias del sistema patriarcal, su correlato el machismo y por supuesto a las preferencias del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. Es claro que el Gran Capataz desconfía de las mujeres y asume que sus cuatro precandidatas, incluida Dávila, son, per se, débiles e incapaces de coger con criterio las riendas de un país casi ingobernable como Colombia.

En recientes declaraciones, casi siempre altisonantes de Dávila de Gnecco se aprecian dos frases que podrían darle validez a la hipótesis aquí propuesta: “La corrupción es la causa principal de todos nuestros males como país. “Los corruptos se han robado todo, la seguridad, la salud, y las oportunidades de los más pobres. Por eso, la consigna debe ser declararles la guerra a los corruptos y dar una lucha frontal contra todas las estructuras de la corrupción, que va desde la politiquería y las mafias, hasta los peores criminales que han unido intereses con una parte de la clase gobernante. La opción no puede ser elegir a otro Gobierno corrupto para el 26, sea del espectro político que sea. Luego lloraremos lágrimas de sangre. Tenemos la opción de tomar otro rumbo."

Así las cosas, a pesar de la explosión de precandidatos presidenciales y de una aparente división al interior de la derecha, todo parece indicar que a la final clasificarían Fajardo, De la Espriella y Juan Carlos Pinzón. Cabal, Valencia, Holguín y Vicky Dávila quedarían como fieles y obedientes animadoras pues el Gran Patrón prefiere manejar “títeres” y no tener que lidiar con “muñecas”.




Imagen tomada de: vicky davila en un cafetal cantando como La Gaviota - Búsqueda Imágenes

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