jueves, 30 de enero de 2025

DARCY QUINN CONFIRMA QUE LA FM TIENE AGENDA POLÍTICA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La objetividad, la búsqueda de la verdad, ser la voz de lo que no tienen voz, controlar al poder y no tener agenda política siempre fueron los argumentos que medios y periodistas esgrimieron para defenderse de las críticas y de las conclusiones que arrojaban los análisis discursivos hechos dentro de la academia. Quienes dedicamos varios años a confrontar a las empresas mediáticas a través de los análisis de los tratamientos periodístico-noticiosos logramos demostrar que los medios de comunicación siempre estuvieron y están aún al servicio de los poderosos, que la verdad y la objetividad periodística son una quimera, que es mentira que son la voz de las mayorías y que siempre tienen agenda política.

Eso sí, mientras que los estudios académicos les quitaron la máscara a las empresas mediáticas, las audiencias seguían creyendo que los hechos publicados por esos medios masivos constituían la realidad. No. Los medios construyen realidades a partir de unos hechos que ellos interpretan e incluso reconstruyen de la mano de analistas y fuentes “autorizadas” que les sirven a sus propósitos políticos y electorales.  Quizás por ello, al escuchar a los mismos periodistas-estafetas del establecimiento colombiano decir que tienen preferencias políticas, como académico y analista de medios siento un “fresquito” al constatar que esa verdad encontrada en los análisis tiene asidero en la realidad mediática.

Darcy Quinn, de La FM de RCN, dijo al aire que “en las encuestas que publican RCN, nuestros candidatos no ganan, no ganan los que nosotros quisiéramos”. Lo dicho por la señora periodista, casada con Alberto Ríos Velilla, hasta hace poco propietario de la empresa Air-e no constituye una revelación, pero sí da cuenta del nivel de descaro al que llegó la prensa hegemónica del país al reconocer que efectivamente sus micrófonos están al servicio de los candidatos que los dueños de RCN les dicen que deben apoyar y dar visibilidad. Lo curioso es que todos los días critican al presidente Petro por ideologizar y politizar la discusión de los asuntos públicos, cuando en La FM hace lo mismo, pero desde la derecha, orilla en la que están inscritos todos los periodistas de la mesa de trabajo: el exministro uribista Juan Lozano, Ricardo Calderón, Santiago Ángel, Fernando Quijano y por supuesto la señora Quinn.

Lo que hace Quinn, llamada por el periodista Gonzalo Guillén “traficante de estiércol”, es confirmar que La FM funge como un actor político que usa el periodismo y la información para persuadir, a través de engaños e interpretaciones amañadas de los hechos, a aquellas audiencias que aún creen que RCN como cadena y La FM como programa radial están al servicio de los que no tienen voz, o que informan con objetividad, que le apuestan denodadamente a encontrar la verdad y que controlan al poder.

Bajo las circunstancias en las que La FM y sus periodistas hacen periodismo la deontología periodística queda proscrita o reducida a los caprichos e intereses políticos y personales de cada de uno de los miembros de la mesa de trabajo. La crisis ética en el ejercicio del oficio es evidente. 



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CONDENADA DANEIDY BARRERA: ¿EPA, PARA CUÁNDO LA CAPTURA DE…

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La sentencia de cinco años de prisión contra Daneidy Barrera Rojas generó diversas reacciones que confirman la negativa percepción colectiva que pueden tener los colombianos del aparato de justicia.

El sentido de la sentencia como en el operativo mismo de captura de Barrera Rojas, más conocida como “Epa Colombia” permiten establecer asociaciones con una frase de uso común que culturalmente dice mucho del funcionamiento de la justicia colombiana. La frase “la justicia es para los de ruana” recoge tanto a las personas de bajo recursos que no tienen cómo pagar un costoso abogado, como a quienes no ostentan ninguna dignidad política.

Aunque la señora Barrera Rojas parece poseer una fortuna fruto de la venta de sus queratinas, su origen socioeconómico hace encajar su caso dentro del sentido de aquella sentencia que con enorme precisión da cuenta de cómo opera en el país la justicia.

Al no pertenecer “Epa Colombia” a la clase política su caso fue manejado con la dureza y la espectacularidad que los jueces suelen negarse a dar cuando se trata de contratistas corruptos como Emilio Tapia, exministros como Andrés Felipe Arias, o el emblemático caso del reconocido pistolero Andrés Escobar, concejal del Centro Democrático que está pendiente de ser llamado a juicio; o de congresistas a quienes se les evita en muchos casos el escarmiento público y se les otorgan beneficios de casa por cárcel para que cumplan sus penas cómodamente en sus mansiones, casas de veraneo e incluso en instalaciones militares y de policía. Ese carácter selectivo en la aplicación de las normas y en los sentidos mismos de las condenas le dan a la frase una amplia validez, veracidad y legitimidad.

Así entonces, la condena contra Barrera Rojas y su captura confirman el sentido de la señalada y manida frase con dos elementos nuevos que no se pueden dejar pasar por alto. El primero, su exposición mediática está íntimamente atada a su condición de mujer en un país machista y misógino como Colombia. Y el segundo elemento tiene que ver con una valoración política e ideológica de uno de los delitos por los que fue hallada culpable “Epa Colombia”: incitación al terrorismo.

La magistrada Myriam Ávila Roldán salvó su voto argumentando que la condenada “sí incurrió en la instigación a delinquir, pero sin embargo no existen elementos que permitan concluir, más allá de la duda, que la instigación de ella tuvo fines terroristas”.

Así las cosas, la condena contra “Epa Colombia” deviene además de ejemplarizante, peligrosa en la medida que los actos vandálicos que protagonizó los tipificó la Corte Suprema de Justicia como propios del terrorismo urbano. El alto tribunal encontró culpable a “Epa Colombia” del “delito de instigación a delinquir con fines terroristas”.

Por esa vía, la justicia colombiana crea una jurisprudencia con la que se espera poner límites a quienes en revueltas, mítines o estallidos sociales opten por vandalizar infraestructura privada de uso público como las de Transmilenio en Bogotá y Cali, para nombrar apenas dos ciudades.

Los magistrados que hallaron culpable a Barrera Rojas se alinearon con la tesis ideologizada que lanzó en su momento el gobierno de Iván Duque Márquez al asumir las movilizaciones sociales y los actos vandálicos acaecidos en el marco del estallido social como parte de acciones de terrorismo urbano.

Después de este mediático caso bien podría cobrar vida una nueva frase a manera de pregunta: ¿Epa, y para cuándo la captura del violador de la periodista Claudia Morales? Hay tantos procesos judiciales que duermen en los anaqueles de la Fiscalía y la propia Corte Suprema de Justicia que la frase-pregunta puede ser usada en cualquier momento.



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miércoles, 29 de enero de 2025

LA DEFENSA DE LA DIGNIDAD, PRÓXIMA NARRATIVA ELECTORAL

 

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Como consecuencia de la tensión diplomática y política entre Trump y Petro, al ya caliente escenario electoral de 2026 se suma un ingrediente que con dos  narrativas opuestas aumentará la crispación ideológica que ya se vive en el país desde el 7 de agosto de 2022.

Del lado de la derecha, sus más visibles voceros insistirán en la idea de que Colombia debe elegir a un presidente “responsable con las relaciones con los Estados Unidos y que en lo posible no esté conectado todo el tiempo a la red X”. Más claro: un candidato presidencial al que no le importe “ponerse de las rodilleras” e hincarse ante su majestad Donald Trump.

Entre tanto, del lado de la izquierda y el progresismo sus figuras más descollantes insistirán en el relato antiyanqui fundado especialmente en las indignas posturas proyanquis asumidas por Sergio Fajardo, David Luna, Vicky Dávila de Gnecco, Iván Duque Márquez, Andrés Pastrana, Claudia López Hernández, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Federico Gutiérrez, Alex Char y Alejandro Eder, entre otros más miembros de la derecha nacional. De ese selecto grupo, las y los candidatos presidenciales buscarán ganarse la simpatía de los millonarios mecenas expresando públicamente su respaldo al protervo presidente norteamericano, a pesar del endurecimiento de los controles migratorios a los colombianos que viajan a la tierra del Tío Sam y del congelamiento de la ayuda militar y de otros rubros como los destinados a la JEP.

Así las cosas, el enfrentamiento político y electoral de 2026 se dará entre los vasallos de la derecha que prefieren continuar hincados a Trump y los defensores de la dignidad nacional que estén o no de acuerdo con lo hecho por Petro, quedaron convencidos de que la postura asumida por el presidente de la República devino cargada de la dignidad y del orgullo de ser colombiano que jamás ningún nacional experimentó por lo menos durante los 20 años de uribismo. Quizás el movimiento pendular en ese escenario electoral se dé entre quienes les interesa seguir siendo vasallos y los que sueñan con “liberarse de las garras del águila imperial".

Lo más probable es que la actitud anti colombiana y progringa del cipayo Berni Moreno, congresista republicano de origen colombiano, sea asumida por los candidatos presidenciales del establecimiento como una bandera legítima para ganarse el respaldo de la administración Trump con un objetivo evidente: en caso de alcanzar la presidencia, regresar a la política antinarcóticos que criminaliza a los campesinos cocaleros, mientras se protegen las fortunas de los capos invisibles. De igual manera, desconocer cualquier llamado de atención sobre los efectos del cambio climático y la pluricrisis climática.

Nuevamente las figuras del espectral centro tendrán la oportunidad de construir su nicho ideológico y político al que puedan llegar los colombianos que no se sienten representados ni por el progresismo, ni por el uribismo. Eso sí, Sergio Fajardo y Claudia López Hernández, auto proclamados políticos de centro, dejaron ver que están más interesados en mantener las condiciones de sumisión al golfo magnate, que acercarse al pueblo colombiano para garantizarles una vida en condiciones de dignidad que al final generen la identidad nacional suficiente para no tener que dejar todo para ir tras el manido "sueño americano". 



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martes, 28 de enero de 2025

REPATRIADOS NO TIENEN ANTECEDENTES PENALES; TRUMP, SI

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En la tensión diplomática vivida entre USA y Colombia hay de fondo por los menos tres fenómenos:  1. La bancarización o empresarización de la democracia. 2. La lumpenización de la política y 3. La supremacía anglosajona. Los tres fenómenos han de servir para explicar o entender una situación que podría calificarse como curiosa: ninguno de los colombianos deportados tiene antecedentes penales; Trump, si los tiene.

El octogenario golfo y presidente de los EE. UU. dijo que se trataba de jefes de carteles de la droga y peligrosos delincuentes que deberían ir encadenados porque representaban un peligro para la seguridad del avión que los traería de regreso. Entre los 201 ilegales deportados llegaron 26 menores de edad. Recordemos que Trump en su calidad de expresidente y candidato presidencial fue declarado culpable de 34 cargos penales graves. En términos coloquiales y simples, la actitud criminal de Trump ya fue probada por la corte de Manhattan, presidida por el juez de origen colombiano, Juan Manuel Merchán, mientras que los repatriados no tienen mancha alguna y mucho menos deudas penales con los sistemas de justicia de USA y Colombia.

Hablemos de la bancarización de la democracia. El primero de los tres fenómenos señalados da cuenta de la captura empresarial de las instituciones democráticas y de las institucionalidades derivadas, lo que valida la histórica participación de ricos empresarios americanos en la política electoral. Trump es un magnate cuyo poder económico le alcanzó para llegar a la Casa Blanca, con el apoyo de otros millonarios mecenas como Elon Musk, con el claro objetivo de naturalizar la empresarización de la democracia americana y por esa vía, la lumpenización de la política.

Su enorme fortuna y el sistema político le permitieron posesionarse como el presidente número 47 de los Estados Unidos a pesar de haber sido condenado por haber cometido graves delitos. Trump, entonces, representa a la bancarización de la democracia y a la evidente lumpenización de la política americana. Trump es un hombre violento, puto, evasor de impuestos y falsificador de documentos privados y públicos.

La “curiosa” situación pone de presente que en el ejercicio de la política los antecedentes penales de presidentes, expresidentes, políticos y empresarios no configuran una inmoralidad y mucho menos se asumen como  un obstáculo para gobernar por cuanto el presidente Trump cuenta con la aprobación social de una parte importante de la sociedad americana que votó masivamente por él, a pesar de los graves cargos penales por los que finalmente fue condenado; por ser el presidente de la poderosa potencia militar, los demás gobiernos del mundo están obligados a legitimar su mandato y por esa vía los tres fenómenos que poco a poco se vuelven universales pues Estados Unidos no es el único país gobernado por un convicto.

En Colombia se vive algo parecido. El expresidente Álvaro Uribe Vélez es la figura pública que mejor representa a los tres fenómenos aquí señalados. Sus dos periodos presidenciales, más los ochos años de Santos y los cuatro de su títere Iván Duque Márquez naturalizaron la captura empresarial (mafiosa) del Estado y de la democracia. Al igual que Trump, Uribe Vélez tiene antecedentes penales. Recordemos que bajo el número del INPEC 1087985 el político antioqueño estuvo preso por un proceso penal que le inició la Corte Suprema de Justicia por los graves delitos de fraude procesal y manipulación de testigos. Ese proceso está hoy en manos de la Fiscalía y está en etapa de juicio.

El caso Uribe Vélez confirma la presencia de los tres fenómenos en Colombia: al político paisa lo pusieron los banqueros en la Casa de Nariño para que gobernara a favor de sus mezquinos intereses. El mismo expresidente y expresidiario representa la lumpenización de la política. El entonces presidente Juan Manuel Santos lo llamó “rufián de esquina”. Uribe es un macho violento, poco leído como Trump, vulgar y capaz de “dar en la cara marica”. Desde otros ámbitos sociales, políticos y periodísticos lo llaman el “Matarife”, “Paraco” y “asesino”. El realizador de la serie Matarife, Daniel Mendoza Leal lo llama “genocida despiadado” y lo califica de “sociópata”. Trump y Uribe son de derecha. Nada más que agregar. 

 


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lunes, 27 de enero de 2025

DAVID LUNA: EL MANZANILLO QUE QUIERE SER PRESIDENTE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

David Luna Sánchez será candidato presidencial. De manera engañosa se está presentando como un político independiente, cuando su vida política dice lo contrario. Fue peñalosista durante su paso por el Concejo de Bogotá. Luego pasó al liberalismo para ser gerente de la campaña Pardo presidente y posteriormente candidato a la alcaldía de Bogotá. Durante el gobierno de Juan Manuel Santos fue ministro. Desde el 2018 es el fiel escudero de Germán Vargas Lleras y miembro de Cambio Radical, uno de los partidos con más políticos procesados y condenados por corrupción.

Desde el Congreso de la República viene oponiéndose a todas las iniciativas legislativas presentadas por el gobierno Petro. Sin lugar a duda, Luna Sánchez es un manzanillo que medra entre pasillos, cócteles y reuniones de grupos de poder buscando el mejor lugar para ir escalando posiciones, para desde aquellas, cumplir las órdenes y directrices que le formulen sus patrocinadores o el jefe político de turno. Y por supuesto, para sacar ventajas personales.

Su renuncia al Congreso, pero sobre todo a Cambio Radical hace parte de la estratagema con la que busca engañar al electorado presentándose como “independiente” cuando todo el país sabe que su jefe, mentor y dueño de sus ideas es el simpático exvicepresidente y eterno candidato presidencial Germán Vargas Lleras.

Un eventual triunfo de David Luna se deberá leer como la llegada a la Casa de Nariño de Vargas Lleras en las “carnitas y huesitos” de este abogado de la Universidad del Rosario de 50 años. Luna Sánchez cree que el haberle hecho oposición política a Petro es suficiente experiencia y autoridad moral para llegar a la casa de gobierno de la mano de conservadores, liberales, uribistas y de toda la godarria que confluye en la derecha colombiana.

Si el uribismo pudo poner a Iván Duque Márquez en el solio de Bolívar para que durante cuatro años fungiera como el títere del expresidente Uribe, el sector de la derecha neoliberal que representa Vargas Lleras asume que podrá poner en la Casa de Nariño a Luna Sánchez para que sea el muñeco del cariñoso exvicepresidente. El jefe natural de Cambio Radical quiere aprovechar la decadencia del uribismo como fuerza política generada por los líos judiciales que enfrenta el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez, para impulsar la candidatura de su joven monigote. Vargas Lleras lanza a Luna porque es consciente de que su imagen negativa le impedirá llegar a la presidencia de la República.




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FICO GUTIÉRREZ: LACAYO E IGNORANTE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Se da por descontado que los funcionarios elegidos por voto popular están preparados para ejercer esos cargos, esto es, que conocen las funciones a desempeñar y tienen claras sus competencias y los límites de sus jurisdicciones territoriales. Pero no es así. Muchos llegan a aprender y en el mejor de los casos, a cumplir las órdenes que les dan los que financiaron sus campañas.

El reciente rifirrafe entre los presidentes Petro y Trump que provocó la tensión diplomática superada horas después, sirvió para que expresidentes de la República, exministros, alcaldes en ejercicio, periodistas de los medios hegemónicos y tuiteros dejaran ver que sus posturas políticas pronorteamericanas están atadas a sus niveles de sumisión al “imperio” como dirían los mamertos que jamás leyeron el libro de Michael Hardt y Toni Negri, titulado Imperio.

Entre los alcaldes en ejercicio que rechazaron con vehemencia la decisión del presidente Petro de no permitir el aterrizaje de dos aviones militares con 160 colombianos deportados bajo el estigma de ser delincuentes, están el alcalde de Cali, Alejandro Eder y de Medellín, Federico Gutiérrez.

El alcalde de la capital de Antioquia aprovechó la tensión diplomática para proponer la conformación de una “delegación de alcaldes de Colombia para viajar a Washington y procurar que el gobierno de Estados Unidos en cabeza de @realDonaldTrump entienda que Petro no nos representa”. Semejante estupidez solo se le puede ocurrir a un político que ignora que el manejo de las relaciones internacionales es del resorte exclusivo del presidente de la República. Quizás la incontrastable animadversión que Fico siente hacia Petro, sumado a su desconocimiento de la Constitución política, lo llevaron a proponer semejante pendejada.

No sé qué se imaginó el ignaro burgomaestre antioqueño al llegar a Washington y decirles a funcionarios americanos que “Petro no los representa”, cuando la Casa Blanca solo se entiende con quien ejerce la presidencia de la República. En inglés sería algo así como: “President Trump, we come to tell you that Petro does not represent us. Sorry for the inconvenience”.

No es la primera vez que Gutiérrez deja ver que desconoce la operación del Estado. Durante un debate entre candidatos presidenciales el flamante alcalde de Medellín demostró su completa ignorancia en el manejo de las regalías que llegan a las regiones. Al final, el vergonzoso episodio quedó reducido a la frase “no, pero plata es plata”.

Así entonces, Federico Gutiérrez, el indocto y lacayo terminó siendo el hazmerreír de este episodio diplomático. Fico olvidó que a su ciudad llegan cientos de gringos puteros a violar niñas y niños y a consumir cocaína y afectar el mercado inmobiliario.

Al alcalde de Medellín parece que le encanta que Petro le llame la atención o como se dice en el argot popular, “lo peine”. Esto le dijo el jefe del Estado: “No me extraña que se arrodillen, pero prefiero que usted se arrodille antes las madres de las víctimas de la escombrera. Lo invito a hacerlo juntos y pedir perdón”.



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domingo, 26 de enero de 2025

SUPERADA LA CRISIS USA-COLOMBIA: HORA DE HACER EL BALANCE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con los anuncios de ambos gobiernos, la crisis diplomática entre USA y Colombia se dio por superada. Esas tensas horas vividas por el cruce de trinos entre Trump y Petro dejaron lecciones, pero sobre todo evidencias de que en Colombia hay colombianos dispuestos a exigir respeto y un trato digno, mientras que otros disfrutan siendo cipayos dispuestos a abandonar cualquier asomo de dignidad al momento de reclamar respeto por los derechos humanos.

Las posturas asumidas por políticos de la derecha colombiana como Federico Gutiérrez, Alejandro Eder, Iván Duque, Claudia López,  Juan Manuel Santos, Alex Char; periodistas como Ricardo Ospina de Blu radio y el propio Daniel Coronell, voceros empresariales como Bruce Mac master y la actitud del senador republicano de origen colombiano, Berny Moreno, explican con claridad que ellos hacen parte de ese selecto grupo de lacayos dispuestos a mantener puestas las rodilleras frente al arbitrario presidente americano. Y no se trata de enarbolar aquí el discurso antiyanqui o antiimperialista para reconocer que efectivamente, en semejante crisis diplomática le demostraron al país que disfrutan siendo los pajecitos del Departamento de Estado y del anacrónico y condenado presidente estadounidense.

Las actitudes asumidas por unos y otros resultan a todas luces vergonzosas e indignas. Si bien hay que llamarle la atención al presidente Petro para que controle sus impulsos y morigere un tanto su discurso antiyanqui, también urge que los colombianos comprendan que las amenazas proferidas por Donald Trump son, además de inaceptables, humillantes y arbitrarias.

Trump pisoteó la dignidad de los migrantes ilegales que quiso devolver en dos aviones militares como si fueran reos y por esa vía, la de todos los colombianos y latinoamericanos. Petro salió en defensa de los derechos humanos de los compatriotas que regresarán al país en condición de deportados porque entiende muy bien que esos derechos, junto al honor, la libertad, la honra y el orgullo confluyen en el concepto de dignidad.

Hasta el momento es el primer presidente colombiano, en la historia reciente, que se les planta duro a los americanos en su intención de exhibir una supremacía étnica e identitaria que los señalados cipayos aceptan sin chistar. Comete un error el presidente Trump al creer que podrá “devolverle la grandeza a su país” pisoteando los derechos y las identidades de los pueblos que sobreviven en su patio trasero.

Eso sí, después de este primer pulso político, la molestia en ambos lados se mantendrá hasta que nuevamente el gobierno del Norte intente pisotear la dignidad de los colombianos y de los latinoamericanos. Trump reculó y eso es innegable. Petro, sin bajar la moña, recibirá a los deportados en las condiciones dignas exigidas. En términos futbolísticos se puede hablar de un empate con sabor a victoria para Petro y la de los colombianos que entienden los alcances de aquello que se llama dignidad.

Es tiempo de acelerar la búsqueda de nuevos mercados y socios dispuestos a establecer relaciones diplomáticas bajo condiciones de dignidad, decoro, pero, sobre todo, civilizadas. Trump, por varias horas, le dio a Colombia un trato de enemigo político, como si se tratara de Irán, Cuba o Irak.




CRISIS USA-COLOMBIA: DE LA SAMPERIZACIÓN A LA PETRORIZACIÓN

 

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La negativa del presidente Petro de recibir dos aviones militares procedentes de USA con 160 colombianos deportados fue la disculpa perfecta para que  el gobierno de Trump decidiera adelantar contra Colombia el aumento de aranceles a los productos importados procedentes del “País de la Belleza”. Eso sí, con una agravante:  con castigos financieros y diplomáticos asociados a la cancelación de visas a familiares de Petro, funcionarios gubernamentales y simpatizantes del Pacto Histórico.

Aunque existen convenios para afrontar asuntos relacionados con la deportación de nacionales de ambas naciones, lo que ha trascendido es que el gobierno de Trump no activó los protocolos que garantizarían el regreso de los 160 connacionales en condiciones de dignidad y respeto. Equiparar migrantes ilegales con delincuentes como lo viene haciendo el gobierno de los Estados Unidos constituye una actitud hostil contra Colombia, considerado históricamente como un “importante socio comercial y aliado político” de USA.

Sin duda alguna, Trump está superando con creces la crisis diplomática de los años 90 durante el gobierno de Ernesto Samper, a quien le cancelaron la visa por la probada penetración de los dineros del Cartel de Cali a su campaña presidencial. En pocas horas, pasamos de la “samperización” de las relaciones entre USA y Colombia, a la “petrorización” de las mismas, con un elemento adicional: el gobierno Petro es el nuevo enemigo de los Estados Unidos. Detrás de esa implícita declaración de USA está la mano del cubanoamericano, Marco Rubio, Secretario de Estado.

Las históricas relaciones bilaterales, atadas a la lucha contra el narcotráfico y las guerrillas pasan hoy por su peor momento por cuenta de la postura antiinmigrantes latinoamericanos que prometió Trump en su campaña y la exigencia de Petro por un trato digno a los colombianos deportados.  Bastaron seis días en el poder para que el octogenario republicano pusiera a Colombia, su histórico socio comercial y aliado político, en la condición de nación enemiga y parte de una especie de nuevo eje del mal en el que USA estaría incluyendo a países como México, Colombia y Brasil, entre otros, por ser “exportadores” de migrantes ilegales o por facilitar el paso de los indocumentados por sus fronteras.

Las decisiones adoptadas por Trump se sostienen en la ojeriza con la que miran al gobierno de Petro, al que lo ubican como de “corte socialista” para justificar las medidas adoptadas por USA, a todas luces hostiles y desproporcionadas. Cerrar las oficinas en las que se tramitan cientos de miles de visas para colombianos que desean entrar a territorio americano o buscan regularizar su estadía en ese país es una medida exagerada y arrogante.

El proteccionismo económico que prometió implementar Trump deviene asociado a una peligrosa xenofobia y supremacismo étnico e identitario de un país como Estados Unidos que, a pesar de haber sido construido por migrantes, hoy, por cuenta del putero y condenado presidente lo quiere convertir en una especie de “excelsa cuna genética” en la que solo nacen ciudadanos blancos, con pelo anaranjado y ojos azules.

Por supuesto que en el fondo de esta crisis diplomática y política aparecen los conceptos de dignidad y grandeza; el primero, incorporado por Petro a su defensa de la condición de ser colombiano; y el segundo, asumido por Trump como parte de su discurso nacionalista con el que justifica el desprecio por la gente que vive en su patio trasero. Mientras que Petro y Trump le apuestan a que "ambos conceptos se vuelvan costumbre", la derecha colombiana disfruta de la crisis y se apresta para aprovechar los efectos económicos de las sanciones americanas para revivir el fantasma que acompaña la vieja advertencia electoral: “nos íbamos a convertir en Venezuela”.

Si Petro y Trump siguen en esa tónica confrontacional, quizás el presidente colombiano termine considerando sacar las bases militares gringas del territorio. ¿Se atreverá en nombre de la dignidad y la soberanía estatal? Haber congelado la ayuda que los gringos entregan al país para su lucha contra el narcotráfico bien puede servirle a Petro como disculpa para exigir el retiro del personal civil y militar americano apostado en Tres Esquinas, Palanquero y el fuerte de Tolemaida, entre otras más.


Nota: hacia las 10 pm el gobierno colombiano informó que da por superada la crisis diplomática. Colombia recibirá a los deportados y USA recula o echa para atrás las medidas sancionatorias. Este primer pulso político entre Trump y Petro puede verse como un triunfo para el presidente colombiano pues se le plantó al poderoso gringo con dignidad, decoro y firmeza. Eso sí, la molestia en ambos lados seguirán presente por largo tiempo. Perdieron los tibios y la derecha en Colombia. Dejaron ver que la palabra dignidad no está dentro de su discurso y mucho menos dentro de sus prioridades. Así las cosas, políticos como Federico Gutiérrez, Efraín Cepeda, Alejandro Eder, Iván Duque, Juan Manuel Santos y el senador republlicano, Bernie Moreno, de origen colombiano, se comportaron como verdaderos cipayos. 


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viernes, 24 de enero de 2025

CRISIS HUMANITARIA, CIVILIZATORIA Y DE ORDEN PÚBLICO EN EL CATATUMBO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La crisis humanitaria y de orden público que explotó en el Catatumbo está íntimamente asociada al sempiterno centralismo bogotano que genera una presencia diferenciada del Estado en territorios periféricos y fronterizos alejados de los más importantes centros urbanos de poder: Cali, Medellín, Barranquilla y Bogotá.

Adicional a esa histórica circunstancia en la que viene operando el Estado colombiano se suman decisiones políticas como aquellas que confluyeron en la apuesta del uribismo de “hacer trizas ese maldito papel que llaman el Acuerdo final” y por supuesto en el sostenido proceso de lumpenización del ELN y las disidencias convertidas en estructuras narco armadas y sicariales  que operan gracias a las finas relaciones con agentes de poder legal que se lucran de los negocios de la guerra y la producción de cocaína. Dichos agentes están en Bogotá y suelen fungir como “salvadores”  y portadores de las soluciones a los problemas estructurales evidenciados en la zona del Catatumbo.

Aunque los “territorios nacionales” ya no existen como realidad político-administrativa desde la Constitución del 91, el abandono y el desprecio siguen siendo principios rectores en la operación estatal en aquellos 9 departamentos y extendido a otros como el Cauca, la zona del Catatumbo y en general en las jurisdicciones de Santander y Norte de Santander. El manejo infantil y estúpido que Iván Duque le dio a la crisis fronteriza con Venezuela es un antecedente irrefutable y un factor que debe tenerse en cuenta a la hora de explicar la realidad que hoy cubren de manera tendenciosa y amarillista los medios hegemónicos en su afán de responsabilizar al actual gobierno de esa crisis en el Catatumbo; “agravada”, según esos mismos estafetas del Establecimiento por el viaje a Haití del presidente Petro.

Así las cosas, los hechos violentos protagonizados por esas estructuras mafiosas y armadas en el Catatumbo es la constatación del fracaso del Estado como forma de dominación y estructura legítima de poder. Tiene razón el presidente Petro al decir que esa crisis humanitaria y de seguridad es la representación del fracaso de la Nación. Se trata de “soberanías en vilo y en disputa” como lo planteó María Teresa Uribe.

Igualmente, la lamentable situación en el referido territorio obedece a que el uribismo en sus 20 años al frente del Estado jamás se interesó en consolidar una visión de Estado más allá de la relación moral amigo-enemigo que naturalizó Uribe Vélez y que sirvió de guía moral a Santos y Duque que le dieron continuidad en sus gobiernos. De allí que los elenos y otras estructuras criminales igualmente lumpenizadas vienen debilitando la legitimidad social del Estado (local, regional y nacional) a partir de la conquista, el respeto y la sumisión de comunidades rurales y semiurbanas que jamás tuvieron al Estado como una forma decente de poder y orden.

Quizás por tratarse de una respuesta coyuntural la declaratoria de la Conmoción Interior no pueda arrebatarle por completo la forzosa legitimidad ganada por los ilegales, pero si podría dejar las bases ético-políticas para que esa parte de la sociedad colombiana entienda que los problemas de orden público que hoy padecen están atados a unos procesos civilizatorios que devienen truncos y debilitados. Cada ciudadano y ciudadana de esa turbulenta zona está en la obligación de reflexionar, más allá de las amenazas de sus victimarios, incluyendo al propio Estado, qué responsabilidades deberán asumir como colectivo en lo que hoy es una incontrastable crisis civilizatoria.



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jueves, 23 de enero de 2025

SEIS MUJERES QUE QUIEREN SER PRESIDENTAS DE COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Son seis las mujeres que aspiran a gobernar a Colombia, un país tradicionalmente machista, clasista y misógino. He aquí el perfil de cada una de las seis precandidatas presidenciales.

María Fernanda Cabal es una mujer derechosa que aspira a ser presidenta de Colombia para reinstalar en el país las ideas de su mentor Álvaro Uribe Vélez. Cabal tiene un carácter fuerte y no oculta su clasismo y racismo: desprecia por igual a los pueblos indígenas y afros. En términos económicos defiende el neoliberalismo y la privatización del Estado. En asuntos ecológicos y ambientales es amiga del modelo de la gran plantación y de los monocultivos de caña de azúcar y palma africana. Niega el cambio climático y menosprecia el discurso ambiental.

Con ella en la presidencia la causa feminista no saldría favorecida por cuanto considera que las feministas son “locas, feas y horrorosas”. Cabal es una mujer “machista” que cree en la preponderancia masculina, lo que anula cualquier asociación de su aspiración presidencial con la conquista del poder por parte de las mujeres cercanas al feminismo.  

Paloma Valencia es, junto a Cabal, otra de las féminas que aspira a ser presidenta de la República. Ambas están pendientes del guiño del Gran Macho, el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. Valencia es clasista y racista como Cabal. Valencia es nieta del expresidente de Guillermo León Valencia (1962-1966). La historia lo señala como responsable de la Operación Lasso, acción militar que justificaría el nacimiento de las Farc. La Comisión de la Verdad dice que “el modelo de pacificación del segundo presidente del Frente Nacional, el conservador Guillermo León Valencia (1962-1966), se hizo con las armas. Las acciones militares contra los asentamientos comunistas de Marquetalia, El Pato, Guayabero y Riochiquito, con las que el Gobierno dio por terminadas las repúblicas independientes, son muestra de ello”. Hay que recordar que eso de los “asentamientos comunistas” fue una invención política.

Su abuelo también es recordado porque “le daba pereza leer y escribir”. Algo de esa flojera parece que sacó Paloma pues su paso por el Congreso deja ver a una mujer que solo sabe aprobar o desaprobar proyectos de acuerdo con lo que le dicten en su partido. Eso sí, gritar “viva el presidente Uribe” es su mayor logro político. El movimiento feminista tampoco estaría representado en ella. Valencia es amiga de someter a la Naturaleza, de allí que esté bastante alejada de la causa ambientalista.

Otra mujer uribista como Paloma Valencia y María Fernanda Cabal es la periodista Vicky Dávila de Gnecco. La exdirectora de Semana es arribista que durante años ejerció un periodismo pro-establecimiento.  Defiende a dentelladas a Uribe Vélez, lo que la convierte en una uribista purasangre defensora de la temida política de seguridad democrática. Dávila es derechosa y por estos días se declara “libertaria” como el presidente de la Argentina, Javier Milei. Es una mujer poco leída, arrogante y le seduce el poder político y económico.

Otra de las féminas que aspira a llegar a la Casa de Nariño es Claudia López Hernández. El ser lesbiana en un país machista le da puntos importantes dentro de la comunidad LGTBQ+. Eso sí, la defensa de esa causa en particular no es suficiente para instalar a López como progresista o una mujer de izquierda. No. López Hernández es de derecha, aunque se auto proclama de centroderecha. Otra cosa es que hábilmente se acercó a la izquierda para sacar provecho político. Claudia López Hernández es una mujer que actúa como una veleta ideológica. Su cercanía a Peñalosa, pero sobre todo su visión de ciudad la convierte en una ficha de las constructoras, responsables en gran medida del crecimiento desordenado de Bogotá y los problemas de abastecimiento de agua que soportan los capitalinos. El desastroso sistema Transmilenio es la mácula que acompaña a esta veleidosa mujer.

Recientemente el periodista pro-establecimiento Julio Sánchez Cristo lanzó la candidatura presidencial de Elsa Noguera. Aunque parece que ella negó tal aspiración, tampoco podría representar al movimiento feminista. Esta mujer es ficha del clan Char, lo que la convierte en una política de derecha, neoliberal y poco preocupada por las causas sociales y ambientales. Todas las anteriores mujeres hacen parte de lo que se conoce como el “uribismo”.

De parte del progresismo aparece la exministra de salud, Carolina Corcho Mejía. Es médica psiquiatra, perfil que hace que su aspiración presidencial resulte interesante y llamativa en los momentos en los que el sistema de aseguramiento en salud está a punto de colapsar por la corrupción al interior de las EPS y a la captura mafiosa de billonarios recursos públicos. Conoce muy bien el sistema de salud. Aunque nació en Medellín, no militó jamás en el uribismo. Corcho Mejía es defensora de lo público, aspecto que la diferencia de todas las anteriores candidatas presidenciales. De todas, es la más joven. María Fernanda Cabal tiene 60. Claudia López Hernández, 54; Elsa Noguera y Vicky Dávila, 51 y Paloma Valencia, 47.



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miércoles, 22 de enero de 2025

AMANDO A URIBE, HINCADOS A TRUMP

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con el regreso de Donald Trump, su decadente masculinidad representada en su condición de putero y criminal se vuelve ejemplo a seguir para un mundo que transita sin límites y controles visibles hacia una crisis civilizatoria atada a la ética, la política, la moral y a la responsabilidad ecológica y ambiental que nos cabe como especie dominante.

El octogenario republicano rescata el ideario fascista asociado al homo sacer que indica que hay vidas que merecen y se pueden matar sin contemplaciones. Sin exagerar, en ese grupo de “desechables” incluyó a los inmigrantes, criminales o no, en particular a los latinos y a los miembros de la comunidad LGTBIQ+ cuyo lugar en el mundo acaba de ser sepultado bajo la binaria lápida de Hombre y Mujer como los únicos géneros reconocidos bajo territorio americano.

En Colombia la derecha aplaude a rabiar el regreso de este troglodita premoderno a pesar de que muchos de ellos, periodistas y políticos son declarados homosexuales o tienen hijos que también salieron del oscuro closet al que nuevamente los mandó a encerrar el protervo político republicano.

La diputada española Irene Montero, espetó que “hay un peligroso delincuente que es ya el primer presidente de Estados Unidos… y es la mayor amenaza para la democracia y los derechos humanos y la cuestión es que Trump y esa banda de superricos que lideran la ofensiva reaccionaria internacional no son locos, son hijos sanos de un sistema neoliberal que está destruyendo la vida y el planeta…”.

Asombra el nivel de obsecuencia de varios políticos de la ultraderecha colombiana en relación con la figura masculinizante de Trump. Lo aceptan como patrón político y deidad moral a pesar del público desprecio que siente por los latinos el presidente número 47 de los Estados Unidos. Entre esos políticos están los congresistas María Fernanda Cabal y Miguel Uribe Turbay, del Centro Democrático. Para estas figuras de la ultraderecha local adorar a Trump no representa ningún esfuerzo pues llevan años hincados ante la figura patriarcal, violenta y premoderna de Álvaro Uribe Vélez, expresidente y expresidiario.

La complacencia y el amor desbordado expresado por estos dos congresistas me hizo recordar el libro de Virginia Vallejo, Amando a Pablo, odiando a Escobar. Eso sí, con una evidente diferencia: los posibles autores no odian a Uribe y mucho menos a Trump. Amando a Uribe, hincados a Trump podría ser el título más preciso de esa novela que Cabal y Miguel Uribe podrían sentarse a escribir y publicar para las próximas elecciones en Colombia. De ganar en el 2026, bastaría una directiva presidencial para declarar como de obligatoria lectura lo que sería una magnifica obra literaria.

No creo que Cabal y el nieto de Turbay Ayala tengan la capacidad para sentarse a escribir un ensayo y mucho menos una novela. De lo que sí estoy seguro es que ese título de Amando a Uribe, hincados a Trump sería el abc de las relaciones bilaterales y el fundamento de su plan de gobierno.




martes, 21 de enero de 2025

VIOLENCIA EN EL CATATUMBO Y LA CRISIS DE LA CATEGORÍA CONFLICTO ARMADO INTERNO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los hechos acaecidos en el Catatumbo deben generar, además de la ya conocida reacción político y militar del Gobierno y la indignación social, una reflexión de la academia en torno a la validez, credibilidad y la legitimidad del concepto conflicto armado interno.

La consolidación del ELN como una estructura “narco armada” y la operación espuria y también mafiosa de las disidencias farianas obligan a la academia, centros de pensamiento, ONG defensoras de DDHH y aquellas dedicadas a interpretar las disímiles expresiones de la violencia que ejercen esos grupos armados ilegales en vastos territorios, a revisar el sentido de la nomenclatura conflicto armado interno, usada históricamente para legitimar políticamente la operación de las antiguas guerrillas.

Constituye a todas luces una afrenta y un engaño insistir en el uso de una pomposa categoría cuando lo que a diario ven y soportan las comunidades es la “lumpenización” de aquellas estructuras armadas que sectores privilegiados de la sociedad siguen llamando guerrillas cuando en los territorios actúan como fuerzas de sometimiento social, económico y político alejadas de los deseos de “liberar al pueblo” de la tiranía estatal y del modelo de desarrollo económico vigente.

Vengo insistiendo en la idea de que al mutar el ELN y las disidencias farianas a organizaciones narco armadas ya no tiene mayor sentido hablar de conflicto armado interno a pesar de la permanencia en el tiempo de aquellas circunstancias objetivas que legitimaron el levantamiento armado en los años 60. Así las cosas, urge revisar la validez jurídico-política, la legitimidad y la credibilidad de la nomenclatura conflicto armado interno como concepto y categoría explicativa, pues las guerrillas de entonces dejaron de existir o simplemente mutaron a organizaciones criminales sin arraigo sociopolítico.

Poner en cuestión dicha nomenclatura puede tener implicaciones en la dimensión jurídico-política de la paz, en la medida en que no tendría mayor sentido de realidad hablar de negociaciones políticas con unas organizaciones mafiosas que, como el ELN, no les interesa dejar las armas a cambio de curules y mucho menos les atrae reincorporarse a la vida social y económica del país a través de proyectos productivos como los que echaron a andar los firmantes de paz del proceso de paz de 2016. Así las cosas, no queda de otra que hablar de procesos de sometimiento a la justicia. Así entonces, la variable jurídica estaría por encima de la política y de la potestad del presidente de la República para sentarse a negociar condiciones generales y particulares de eventuales armisticios.

Si se acepta que por cuenta de la transformación de las guerrillas en narco estructuras armadas la categoría conflicto armado interno ya no tiene la validez, la legitimidad y la credibilidad suficientes para sentar en la mesa en condiciones de igualdad a los plenipotenciarios de un gobierno y a los líderes de esos ejércitos mafiosos, entonces el país político debe abandonar la idea romántica de esa paz que genera aplausos y motiva la entrega de reconocimientos internacionales como el Nobel de Paz, para empezar a pensar en que ya es tiempo de hablar de postguerrillas y de pacificación a las malas.

Pasar de la búsqueda de la Paz Total a la Guerra Total como escenario en el que ya el conflicto armado interno no existe como categoría explicativa, necesita de acciones de limpieza al interior de las fuerzas armadas, del empresariado y de la clase política. Lo anterior implica golpear con firmeza a todos los agentes sociales, político y económicos que se benefician de la comercialización de armas y pertrechos, esto es, de la guerra. Lo primero que hay que hacer es identificar y procesar penalmente a los Warlord que operan en Colombia, muchos de ellos amparados por partidos políticos y la dinámica electoral.

 

 


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lunes, 20 de enero de 2025

DONALD TRUMP, SEGUNDA PARTE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En su discurso de posesión, Donald Trump habló desde la arrogancia, la amenaza y el negacionismo de la pluricrisis ambiental planetaria. En su alocución el condenado putero prometió “recuperar la dignidad y la grandeza de América” a partir del cambio educativo, la amenaza expansionista y el proteccionismo económico. En su intervención, aplaudida a rabiar por la derecha internacional, incluida la colombiana, puso el foco en México y Panamá.

En sus relaciones con los manitos, la porosa frontera lo llevó a declarar la emergencia en seguridad en un nuevo intento por frenar la entrada de ilegales de todas partes del mundo que van tras el “sueño” americano. En el plano interno deberá acabar con las mafias que de tiempo atrás se incrustaron en las autoridades migratorias que viven del negocio de la inmigración ilegal. Trump parece ignorar que al fisco le entran millones de dólares por cuenta de cientos de miles de migrantes que obtienen permisos de trabajo “chimbos” o de aquellos que adelantan costosos procesos de regulación en la paquidérmica institucionalidad migratoria americana. Los más afectados quizás serán los abogados de migración y por supuesto aquellos inmigrantes que están pendientes de ser llamados a las cortes para definir su estatus migratorio.

En lo que toca a Panamá, asegurar que ese país está incumpliendo el principio de neutralidad acordado en los tratados Torrijos-Carter constituye una forma de presión política y económica hacia el país canalero. De esa manera le envía un mensaje a China, país que con su “nueva ruta de la seda” viene inundando al mundo de mercancías, tecnología y maquinarias. Mientras los chinos consolidaban su imperio capitalista bajo el esquema político socialista, Estados Unidos perdía el tiempo en sus aventuras militares por todo el mundo y en particular en su “patio trasero”: América Latina. ¿Se atreverá a invadir el istmo? ¿Impondrá sanciones económicas a Panamá para buscar mejores tarifas para los barcos gringos que atraviesen el canal?

Frente al cambio climático, Trump vuelve a liderar el movimiento negacionista de la crisis climática. Habló de explorar más petróleo. Quizás por ello no aludió a Venezuela, país con el que las multinacionales gringas han negociado la compra del hidrocarburo. Asume Trump la industria automotriz como la oportunidad para recuperar la “grandeza” de los productos americanos de los años 60, 70 y 80, antes de que los japoneses empezaban a golpearla con sus vehículos compactos y con bajo consumo de combustible.

En cuatro años veremos si alcanzó a devolverle la “dignidad” a los americanos. Eso sí, su discurso no deja de producir miedo y llenar de incertidumbre el multilateralismo. Estamos ante un octogenario caprichoso, violento, creyente, fatuo y putero que en cualquier momento puede tomar una decisión que ponga en riesgo la vida en el planeta. Curiosamente, su consigna de ponerle fin a la decadencia de su pueblo se tropieza con su perfil de macho premoderno y decadente masculinidad.



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domingo, 19 de enero de 2025

LAS CUCHAS QUE ASPIRAN A SER PRESIDENTAS DE COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Ahora que el término “cucha” gana visibilidad política y mediática desprovista de su acepción despectiva y de cara a las elecciones de 2026, puede resultar interesante mirar los nombres de las cuchas que quieren ser presidentas de la Colombia machista y misógina. ¿Será que es tiempo de que llegue a la Casa de Nariño una cucha, esto es, una mujer, después de más de 200 años de gobiernos presididos por cuchos? Veamos.

María Fernanda Cabal es una cucha derechosa que aspira a ser presidenta de Colombia para reinstalar en el país las ideas de su mentor Álvaro Uribe Vélez. Cabal es una mujer de carácter fuerte, clasista y racista. En términos económicos defiende el neoliberalismo y la privatización del Estado. En términos ecológicos y ambientales es amiga del modelo de la gran plantación, de los monocultivos de caña de azúcar y palma africana y de la ganadería extensiva de baja producción. Niega el cambio climático y menosprecia el discurso ambiental.

Con ella en la presidencia la causa feminista no saldría favorecida por cuanto considera que las feministas son “locas, feas y horrorosas”. Cabal es una mujer “machista” que cree en la hegemonía masculina, lo que anula cualquier asociación de su aspiración presidencial con la conquista del poder por parte de las mujeres cercanas al feminismo.  

Paloma Valencia es, junto a Cabal, otra cucha que aspira a ser presidenta de la República. Ambas están pendientes del guiño del Gran Macho, el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. La cucha Valencia es clasista y racista como Cabal. Valencia es nieta del expresidente de Guillermo León Valencia (1962-1966). La historia lo señala como responsable de la Operación Lasso, acción militar que justificaría el nacimiento de las Farc. La Comisión de la Verdad dice que “el modelo de pacificación del segundo presidente del Frente Nacional, el conservador Guillermo León Valencia (1962-1966), se hizo con las armas. Las acciones militares contra los asentamientos comunistas de Marquetalia, El Pato, Guayabero y Riochiquito, con las que el Gobierno dio por terminadas las repúblicas independientes, son muestra de ello”. Hay que recordar que eso de los “asentamientos comunistas” fue una invención política.

Su abuelo también es recordado porque “le daba pereza leer y escribir”. Algo de esa flojera parece que sacó Paloma pues su paso por el Congreso deja ver a una mujer que solo sabe aprobar o desaprobar proyectos de acuerdo con lo que le dicten en su partido. Eso sí, gritar “viva el presidente Uribe” es su mayor logro político. El movimiento feminista tampoco estaría representado en esta cucha. Valencia es amiga de someter a la Naturaleza, de allí que esté bastante alejada de la causa ambientalista.

Otra cucha uribista como Paloma Valencia y María Fernanda Cabal es la periodista Vicky Dávila de Gnecco. La exdirectora de Semana es una cucha arribista que durante años ejerció un periodismo pro-establecimiento.  Defiende a dentelladas a Uribe Vélez, lo que la convierte en una uribista purasangre defensora de la temida política de seguridad democrática. La cucha Dávila es derechosa y por estos días se declara “libertaria” como el presidente de la Argentina, Javier Milei. Es una mujer poco leída, arrogante y le seduce el poder político y económico.

Otra cucha que aspira a llegar a la Casa de Nariño es Claudia López Hernández. El ser lesbiana en un país machista le da puntos importantes dentro de la comunidad LGTBQ+. Eso sí, la defensa de esa causa en particular no es suficiente para instalar a López como progresista o una mujer de izquierda. No. López Hernández es una cucha de centroderecha. Otra cosa es que hábilmente se acercó a la izquierda para sacar provecho político. Claudia López Hernández es una cucha que actúa como una veleta ideológica. Su cercanía a Peñalosa, pero sobre todo su visión de ciudad la convierte en una ficha de las constructoras, responsables en gran medida del crecimiento desordenado de Bogotá y los problemas de abastecimiento de agua que soportan los capitalinos. El desastroso sistema Transmilenio es la mácula que acompaña a esta veleidosa cucha.

Recientemente el cucho Julio Sánchez Cristo lanzó la candidatura presidencial de Elsa Noguera. Aunque parece que la “cuchita” (mide 1.45) negó tal aspiración, ella tampoco podría representar al movimiento feminista. Esta mujer es ficha del clan Char, lo que la convierte en una política de derecha, neoliberal y poco preocupada por las causas sociales y ambientales. Todas las anteriores cuchas hacen parte de lo que se conoce como el “uribismo”.

De parte del progresismo aparece la exministra de salud, Carolina Corcho Mejía. Esta cucha es médica psiquiatra, perfil que hace que su aspiración presidencial resulte interesante y llamativa en los momentos en los que el sistema de aseguramiento en salud está a punto de colapsar por la corrupción al interior de las EPS y a la captura mafiosa de billonarios recursos públicos. Conoce muy bien el sistema de salud. Aunque nació en Medellín, no militó jamás en el uribismo. La cucha Corcho Mejía es defensora de lo público, aspecto que la diferencia de todas las anteriores candidatas presidenciales. De todas, es la más joven, tiene 42. Aunque para los y las jóvenes de 18 años cualquiera que pase de los 30 ya es una cucha o un cucho, la ex ministra es una mujer joven. María Fernanda Cabal tiene 60. Claudia López Hernández, 54; Elsa Noguera y Vicky Dávila, 51 y Paloma Valencia, 47.



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2025: AÑO PREELECTORAL Y LA CRISPACIÓN IDEOLÓGICA

 

Por ser año preelectoral, este 2025 será el termómetro que advertirá sobre los niveles que alcanzará la “calentura” política en el 2026. La crispación ideológica entre derecha e izquierda podría exacerbar los ánimos en las calles, alentados, por supuesto, por lo que sucede en las redes sociales, los tratamientos tendenciosos de los medios de información hegemónicos y lo que trina el "agitador" presidente Petro y lo que le contestan los agentes de la Oposición.

Ya apareció el primer factor confrontacional: los cinco cuerpos que fueron exhumados de La Escombrera de la comuna 13 de Medellín y la lucha entre quienes insisten en fijar en la memoria urbana que “las cuchas tenían razón” y aquellos a los que les duele que se mancille el “buen nombre” de la operación Orión y el de Álvaro Uribe Vélez señalándolos responsables de esos crímenes. Si siguen apareciendo estructuras óseas en La Escombrera, este primer factor social y político podría resultar beneficiando al que candidato presidencial del petrismo por el  apoyo incondicional a los artistas urbanos y las madres buscadoras de sus hijos que viene expresando el presidente Petro.

Entre las acciones de borrar y volver a pintar la dolorosa proclama de las madres buscadoras de sus vástagos, emerge una realidad social y política que reduce los complejos problemas del país a la confrontación entre Uribe y Petro. El primero, quien fuera en el pasado un gran elector, camina de manera consistente hacia el declive de su ideario, lo que pone en riesgo la continuidad del uribismo como fuerza política. En lo que se refiere a Petro hay que señalar que le está apostando a convertirse en el líder absoluto del progresismo y muro de contención que evitaría el regreso de la derecha que representa Uribe, es decir, la de los falsos positivos, la de los enterrados en La Escombrera y la de la profundización del neoliberalismo y el ethos mafioso.

A la derecha uribizada le tocará por primera vez en 25 años enfrentar una elección presidencial sin el control que supone estar sentados en la Casa de Nariño. Bajo esa circunstancia, el desespero por recuperar la casa de gobierno es evidente en las huestes uribistas. Aunque la candidatura de Vicky Dávila de Gnecco hace ruido en esas mesnadas, el Gran Titiritero sabe que la exdirectora de Semana es el comodín de la derecha que representan los clanes Gilinski y Gnecco que apoyan económica y políticamente a la periodista candidata. Mientras tanto, el expresidente y expresidiario deshoja la margarita entre Miguel Uribe Turbay y María Fernanda Cabal, candidaturas que no convencen del todo al político antioqueño.

En lo que corresponde al orden público y la consecución de la paz, las “guerrillas” del ELN y las disidencias seguirán entregándole insumos a la prensa y a los opositores de Petro para que insistan en el fracaso de la Paz Total y la urgente necesidad de que regrese la seguridad democrática. Por estar cada vez más narcotizadas, esas agrupaciones armadas ilegales le apuestan al regreso de la derecha al poder porque con ello retornaría la política antidrogas gringa y la consecuente afectación del campesinado. Además, se lograría nuevamente la desviación misional al interior de las fuerzas militares y de policía. Las actividades de interdicción y el aumento de las toneladas de cocaína decomisada durante el actual gobierno y las purgas en los altos mandos de las fuerzas armadas las asumen el ELN, las disidencias y el Clan del Golfo, entre otras estructuras criminales, como hechos negativos en el control que cada grupo ejerce en sus territorios sobre la producción y comercialización del alcaloide, porque perdieron aliados dentro de la institucionalidad castrense. 

Entre tanto, el medroso centro se mueve entre las dudas éticas y morales que les produce seguir apoyando a Uribe y la necesidad de acercarse a los sectores de esa derecha no uribizada que intenta surgir porque entienden que la derrota electoral de 2022 en gran medida se debe a la mala imagen que arrastra lo que se conoce como el uribismo, por haber naturalizado el ethos mafioso y los “errores” cometidos en la aplicación a rajatabla de la política de seguridad democrática. Así las cosas, el 2026 pinta electoral y políticamente agresivo y violento. Ojalá la crispación ideológica se quede en pintar y despintar grafitis y murales y en las redes sociales y no trascienda a disputas callejeras. Ya veremos.




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sábado, 18 de enero de 2025

CRISIS EN EL CATATUMBO: ¿QUÉ HACER?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los cruentos enfrentamientos entre miembros del ELN y una de las tantas disidencias de las Farc en el Catatumbo sirven para constatar que la naturaleza política del conflicto armado interno se transformó: de aquel escenario en donde se dieron luchas y discusiones ideológicas y políticas alrededor del Estado y el modelo económico ya no queda absolutamente nada.

A lo que asiste el país es a ver por televisión que unos y otros se buscan, puerta a puerta, para asesinarse como vulgares matones. Lo único que les quedó de su pasado subversivo es el discurso de algunos de sus más viejos y táparos comandantes como Antonio García y Pablo Beltrán del ELN, su retórica barata, los brazaletes y los fusiles. Lo demás es el desespero con el que actúan por el control de las economías ilegales que convirtieron la zona del Catatumbo en un infernal polvorín. ¿Qué hacer es la pregunta recurrente que se hacen analistas, políticos, periodistas y líderes comunitarios?  Mientras aquellos buscan respuestas al interrogante, la Oposición celebra y grita alborozada que la Paz Total de Petro fracasó porque saben que en la campaña electoral de 2026 van a ofrecer bala, bala y bala, es decir, van a ofrecer el regreso de la temida seguridad democrática.

Si bien la suspensión de los diálogos con el ELN ordenada por el presidente Petro es una medida políticamente correcta, sigue siendo tímida frente al evidente desinterés de la dirigencia de esa “guerrilla” de avanzar en una negociación política cuyo objetivo final sea la desmovilización de esa estructura criminal. Se entiende y se aplaude la insistencia del jefe del Estado por mantener las conversaciones de paz en beneficio de las comunidades que en varios territorios sufren confinamientos y la violencia simbólica y física ejercida por los elenos, pero ya va siendo hora de revisar si la instalación de una mesa de diálogo nacional es la estrategia adecuada para enfrentar los desafíos que plantean la notable despolitización del ELN y su consecuente transformación en una estructura narco militar. Es más: ¿Valdrá la pena seguir dialogando cuando no les sirven curules en el Congreso y mucho menos están dispuestos a entregar las armas?

En cada territorio las dinámicas políticas, sociales, ambientales y económicas son diferentes así compartan la presencia de elenos y disidencias disputándose el control de las economías ilegales. Quizás, entonces, sea el momento de diseñar una estrategia para el Catatumbo consistente en reordenar el territorio en función de los intereses del Estado. De esa manera se le debilitaría el discurso comunitario y popular que suelen enarbolar esos neo mafiosos de camuflado para darle algún sentido político a su lucha por el control de las economías ilegales.

En estos momentos de crisis humanitaria y de desplazamiento masivo de habitantes de las zonas en las que se enfrentan elenos y disidencias hay que pensar en soluciones “novedosas”. Refundar veredas, corregimientos y pueblos puede servir para que el Estado construya nuevas relaciones con la población civil, al tiempo que ataca con artillería pesada a esas estructuras armadas narcotizadas. Hay que llevarlos hacia zonas despobladas para ver si aún recuerdan cómo se combate bajo las condiciones de una guerra irregular.

La presencia en el tiempo de esos “ejércitos del pueblo” obedece en gran medida a que los procesos civilizatorios echados a andar en territorios como el Catatumbo jamás el Estado tuvo total control. Esa circunstancia contextual facilitó la llegada y la naturalización de formas de poder paraestatal a las que cientos de miles de ciudadanos les rendieron y rinden aún pleitesía.

De allí que las mesas regionales de paz podrían funcionar para pacificar territorios, quitándole así el carácter nacional que imaginan que tienen los del ELN. Dos objetivos deben justificar las conversaciones locales: el primero, ceses bilaterales al fuego y el segundo, iniciar los procesos de refundación de las relaciones Estado-comunidad, bien sea a través de procesos de reubicación de pueblos y metiéndole la mano a las maneras como se conciben la construcción de civilidad en regiones en las que los referentes a seguir están representados por bandidos de cuello blanco y armados.

Ya quedó claro que el ELN no firmará ningún armisticio con el Estado colombiano. No es equivocado insistir en pacificar el país por las buenas. Quizás el error original que cometió Petro fue pensar que, por su pasado en el M-19, los elenos lo verían como un camarada que logró vencer a la República oligárquica. García y Beltrán son dos fósiles que deambulan por una realidad paralela en la que ondean triunfantes la hoz y el martillo.




viernes, 17 de enero de 2025

VICKY DÁVILA NO ES UNA OUTSIDER DE LA POLÍTICA

 

Por Germán Ayala Osorio

Quienes consideran que Vicky Dávila de Gnecco es una outsider de la política pueden cometer un grave error conceptual o caer en una exageración. El columnista León Valencia cree que Dávila sí es una outsider. Valencia se equivoca.

Como se trata de un error conceptual, el vocablo outsider es polisémico y problemático. Propongo tener en cuenta los elementos que aparecen en la siguiente acepción para mirar desde ahí si realmente Dávila de Gnecco es una outsider o simplemente está vendiendo humo como candidata antisistema, de la mano de aquellos que le comen cuento a la ladina periodista.

Si se ve desde el punto de vista del origen del líder político (seminal), se refiere entonces a aquellos políticos que conquistan el poder sin experiencia previa de ningún tipo; si se analiza desde el discurso, se habla entonces de aquellos candidatos o líderes antisistema que están fuera de las convenciones tradicionales de la política y estructuran su liderazgo a partir de un discurso anti establecimiento; si se estudia desde las instituciones democráticas, un outsider es todo aquel que se enfrenta a las elecciones sin una etiqueta partidista y representa, incluso, una amenaza para el sistema de partidos; desde la teoría de las élites, el concepto puede verse como aquellos líderes que son la antítesis de la clase política”.

Vamos por partes, como diría Jack el Destripador. Lo primero que hay que señalar es que a Dávila no se le reconoce ningún liderazgo político, circunstancia que hace inaplicable la señalada categoría a su pasado como mujer periodista. Atado a esa realidad, Dávila no puede ser considerada una líder política y mucho menos como una antisistema. Por el contrario, al recibir el apoyo económico y político de los clanes Gnecco y Gilinski, Vicky Dávila se convierte en una ficha del establecimiento colombiano por cuanto los miembros de esas dos poderosas familias son en gran medida responsables de que el país haya funcionado por muchos años bajo las condiciones del viejo sistema feudal. En cuanto a su discurso, Dávila de Gnecco exhibe una reducida capacidad discursiva, muy propia de periodistas que jamás se interesaron por estudiar y comprender las dinámicas sociales, económicas y políticas asociadas a la operación del Estado. Su dominio conceptual es pobre.

Dávila llega a la arena política y electoral en medio de una crisis de los partidos políticos, convertidos de tiempo atrás en mafias burocráticas.  Por ello, la candidata no constituye ninguna amenaza al sistema de partidos. Es tal la crisis de las colectividades políticas existentes en Colombia que la democracia viene operando a pesar de su dañina presencia. Muy seguramente Dávila se presentará por firmas, estratagema muy usada por políticos que se “venden” como candidatos presidenciales “independientes” pero que durante la contienda electoral aceptan el apoyo de los partidos tradicionales y terminan negociando ministerios e institutos descentralizados. Es decir, se burlan del electorado.

El origen social, económico y político de la candidata presidencial del uribismo y de los clanes Gilinski y Gnecco no está atado a ninguna élite en particular. Los privilegios de los que hoy goza la exdirectora de Semana son el resultado de su arribismo y de haber practicado un periodismo al servicio de los poderosos.

Durante toda su vida como periodista la hoy candidata presidencial defendió a los más visibles agentes del establecimiento colombiano. Entre esos, al expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez, a quien admira y defiende a dentelladas. Por haber practicado un periodismo oficialista en defensa del statu quo, la exdirectora de Semana siempre fue una estafeta de los gremios económicos y de la élite política tradicional. Es decir, su pasado como presentadora y periodista de noticieros de radio y televisión es la mácula que le impide presentarse hoy como “independiente, enemiga del sistema y anti-política”. Dávila es la versión femenina de Néstor Morales, el insigne defensor del régimen que sufrió derrota política y electoral en el 2022. 

En el caso hipotético en el que resulte convertida en presidenta de Colombia, Dávila cumpliría el mismo papel que cumplió a cabalidad Iván Duque Márquez: ser el títere de Uribe, de la derecha y de los más retardatarios agentes del uribismo. Sería, entonces, la muñeca de Uribe, de los Gilinski y de los Gnecco.

Hace unos días dejó conocer el grupo de “expertos” que la acompañarían. Está tan segura del triunfo electoral que de manera prematura conformó un equipo de asesores. Al revisar las hojas de vida y el pasado de cada uno de sus colaboradores se encuentra que varios de ellos son defensores del neoliberalismo. Andrés Bernal es uno de esos “expertos”. Resulta que “Bernal estuvo en la junta de EPM en el periodo de Fico, y al tiempo tenía un cargo directivo en Sura una de las reaseguradoras de Hidroituango. Bernal es el eslabón clave que muestra como el informe con las pruebas de cómo se bajó la calidad de los materiales que llevó al colapso de Hidroituango fue ocultado para que no se avanzara en demandas y procesos penales”.

Así las cosas, Vicky Dávila de Gnecco jamás podrá ser considerada como una outsider de la política. Fue y será siempre la estafeta de específicos agentes del establecimiento que necesitan poner en la Casa de Nariño a la versión femenina de Iván Duque Márquez, el títere de Uribe. Su admiración por Milei confirma que Dávila quiere consagrarse como una figura neoliberal cuya apuesta es privatizar el Estado, entregándole sectores estratégicos a los hijos de la élite que dicen representar al sector privado, considerado por ellos mismos como eficaz, eficiente y probo. La corrupción de las EPS, agentes privados, son la constatación de que el sector privado puede ser tan corrupto, ineficaz e ineficiente como el Estado. 

 

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LO QUE SIGUE DESPUÉS DE LA CATARSIS MINISTERIAL

    Por Germán Ayala Osorio   Después de la peculiar y diciente catarsis en la que terminó la transmisión en vivo del consejo de minis...