Por Germán Ayala Osorio
La objetividad, la búsqueda de la
verdad, ser la voz de lo que no tienen voz, controlar al poder y no tener
agenda política siempre fueron los argumentos que medios y periodistas esgrimieron
para defenderse de las críticas y de las conclusiones que arrojaban los
análisis discursivos hechos dentro de la academia. Quienes dedicamos varios
años a confrontar a las empresas mediáticas a través de los análisis de los
tratamientos periodístico-noticiosos logramos demostrar que los medios de
comunicación siempre estuvieron y están aún al servicio de los poderosos, que
la verdad y la objetividad periodística son una quimera, que es mentira que son
la voz de las mayorías y que siempre tienen agenda política.
Eso sí, mientras que los estudios
académicos les quitaron la máscara a las empresas mediáticas, las audiencias
seguían creyendo que los hechos publicados por esos medios masivos constituían
la realidad. No. Los medios construyen realidades a partir de unos hechos que
ellos interpretan e incluso reconstruyen de la mano de analistas y fuentes “autorizadas”
que les sirven a sus propósitos políticos y electorales. Quizás por ello, al escuchar a los mismos
periodistas-estafetas del establecimiento colombiano decir que tienen
preferencias políticas, como académico y analista de medios siento un “fresquito”
al constatar que esa verdad encontrada en los análisis tiene asidero en la
realidad mediática.
Darcy Quinn, de La FM de RCN,
dijo al aire que “en las encuestas que publican RCN, nuestros candidatos no
ganan, no ganan los que nosotros quisiéramos”. Lo dicho por la señora
periodista, casada con Alberto Ríos Velilla, hasta hace poco propietario de la
empresa Air-e no constituye una revelación, pero sí da cuenta del nivel de
descaro al que llegó la prensa hegemónica del país al reconocer que efectivamente
sus micrófonos están al servicio de los candidatos que los dueños de RCN les
dicen que deben apoyar y dar visibilidad. Lo curioso es que todos los días
critican al presidente Petro por ideologizar y politizar la discusión de los
asuntos públicos, cuando en La FM hace lo mismo, pero desde la derecha, orilla en
la que están inscritos todos los periodistas de la mesa de trabajo: el
exministro uribista Juan Lozano, Ricardo Calderón, Santiago Ángel, Fernando
Quijano y por supuesto la señora Quinn.
Lo que hace Quinn, llamada por el
periodista Gonzalo Guillén “traficante de estiércol”, es confirmar que La FM funge
como un actor político que usa el periodismo y la información para persuadir, a
través de engaños e interpretaciones amañadas de los hechos, a aquellas
audiencias que aún creen que RCN como cadena y La FM como programa radial están
al servicio de los que no tienen voz, o que informan con objetividad, que le apuestan
denodadamente a encontrar la verdad y que controlan al poder.
Bajo las circunstancias en las que La FM y sus periodistas hacen periodismo la deontología periodística queda proscrita o reducida a los caprichos e intereses políticos y personales de cada de uno de los miembros de la mesa de trabajo. La crisis ética en el ejercicio del oficio es evidente.
darcy quinn y La FM - Búsqueda Imágenes
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