Por Germán Ayala Osorio
En el registro de hechos catastróficos como inundaciones (avalanchas), guerras o terremotos los periodistas suelen poner el foco en el dolor y la desesperanza de las víctimas para tocar las fibras de las autoridades y del resto de la humanidad con el fin de movilizar recursos y acelerar las intervenciones estatales para paliar el sufrimiento humano. Esos mismos tratamientos periodístico-noticiosos han de darse desprovistos de lecturas politizadas, en especial cuando se cubren terremotos e inundaciones. Cuando se cubren guerras, la toma de partido de los medios y periodistas son evidentes. El caso de Gaza es claro: todos los medios colombianos apoyan las prácticas genocidas perpetradas por Israel contra el pueblo palestino.
Hay una línea muy delgada que los
periodistas suelen traspasar entre el cubrimiento de esos hechos con fines
humanitarios y el registro de los mismos hechos noticiosos con objetivos
políticos. Se trata de unos límites entre una ética periodística al servicio de
las comunidades que sufren y una con fines de explotación comercial (rating) y
de establecimiento de responsabilidades políticas de un gobierno en particular.
Desde el 7 de agosto de 2022 todas las empresas mediáticas tradicionales de Colombia fungen como actores políticos que le hacen oposición al gobierno de Gustavo Petro. El propósito es uno: generar estados de opinión pública adversa con tratamientos periodísticos tendenciosos, exagerados, mentirosos y amarillistas propios de lo que se conoce como la “porno miseria”. Pues bien, Caracol Noticias, el periodista Diego Guauque y el programa Séptimo Día decidieron abordar los problemas en la entrega de medicamentos a pacientes del sistema de salud explotando el dolor y la angustia de quienes hoy sufren las consecuencias de la corrupción al interior de las EPS, la especulación con los medicamentos y otros insumos con un propósito político: aportar a la consolidación de un ambiente negativo en el Congreso de cara a la discusión del proyecto de reforma al sistema de salud colombiano, culpando al gobierno Petro de una crisis económica y de atención que se viene gestando y dándose desde hace más de 30 años. De repente, Guauque y compañía se olvidaron de los paseos de la muerte registrados por la misma prensa en años anteriores.
El periodista Diego Guauque,
paciente que sobrevivió al cáncer, llegó a una EPS preguntando a voz en cuello
quiénes de los allí presentes no habían recibido los medicamentos esenciales
para sus tratamientos. Sin duda alguna, una puesta en escena con la que logró el
registro de testimonios dolorosos e incluso, del llanto de un adulto mayor que
expuso sus dolencias en la próstata. La elección de casos específicos de pacientes
cuyas vidas dependen de un medicamento o de un tratamiento de diálisis sirvieron al
propósito del noticiero, de Séptimo Día y del propio reportero: responsabilizar al gobierno del colapso del “mejor sistema de salud del mundo”.
Desde la perspectiva de la porno
miseria, los tres señalados agentes periodísticos usaron el dolor de los
pacientes para su cometido político y por esa vía contribuyeron a la creación
de miedo, incertidumbre y animadversión de los pacientes hacia quienes desde el
gobierno han tratado de parar el desangre financiero de las EPS, garantizado
por anteriores gobiernos cómplices de la sempiterna corrupción de las entidades
prestadoras de salud.