viernes, 6 de diciembre de 2024

MEDIOS CORPORATIVOS Y REDES SOCIALES: ¿NOS ODIAMOS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Durante muchos años los medios hegemónicos colombianos pudieron informar sin que ningún actor social pudiera confrontar sus siempre interesadas versiones de los hechos noticiosos. Bajo esas condiciones, “los ciudadanos son espectadores, con poca capacidad de interacción y cambio de aquello que los medios de comunicación les ofrecen” (Flavia Freidenberg).

Por fortuna para las audiencias y el funcionamiento de las democracias esa situación cambió con la irrupción de las redes sociales y la llegada de los “influencers, youtubers” y blogueros. Los efectos de esa nueva situación comunicativa son evidentes: sus procesos de generación de opinión pública vienen siendo cuestionados de tal manera que ya no son tan efectivos y eficientes a la hora de manipular y convencer a las audiencias. Les queda, eso sí, la facultad y la necesidad de ser efectistas al momento de dar exclusivas o cubrir en vivo un evento relevante. No se puede negar que aún conservan el poder de penetración, aunque la pérdida de legitimidad y credibilidad vaya en aumento todos los días.

La decisión política de los medios corporativos de hacerle oposición política al gobierno de Gustavo Petro confirma que efectivamente dichas empresas mediáticas fungen como actores políticos tal y como se había asegurado desde el campo académico de la comunicación de masas. Solo el tiempo dirá si fue un error social y político haberse atrevido a dejarse ver como actores políticos, con el agravante de hacerlo desde la animadversión ideológica y el odio personal hacia el presidente de la República. Flavia Freidenberg segura que son actores políticos “que expresan o articulan intereses de diversos sectores económicos y sociales ligados a los mismos”.

Es en este punto en el que está el problema sociocultural y político que vienen generando los medios corporativos desde los tiempos del plebiscito por la paz de 2016: dividir la sociedad colombiana entre “buenos” y “malos”, en donde los primeros son la “gente de bien” (de derecha) y los segundos son “los otros”, “esos otros” que producen vergüenza porque piensan distinto (son de izquierda). Asumir a la Otredad bajo el principio aquel que dice “que quien no está conmigo, está contra mí” llevó al país a vivir desde el 2016 en medio de una peligrosa polarización y crispación ideológica en una sociedad que como la colombiana deviene, además de intolerante y reticente a la autocrítica, clasista, racista, arribista, homofóbica, misógina y miedosa al cambio.

En la red X todo el tiempo son confrontados los periodistas-estafetas de RCN, Caracol y Blu radio que ocultan información o que de manera flagrante mienten o tergiversan los hechos que convirtieron en noticia. Se entiende que siguen órdenes y directrices editoriales de los propietarios que previamente ya se asumieron como parte de los “buenos”, es decir, dentro del selecto grupo de la “gente de bien”.

Por cuenta de esta coyuntura mediática y política se va naturalizando el odio entre “buenos” y “malos”, escenario que impide cualquier posibilidad de diálogo entre diferentes y diversos en una sociedad vista como intolerante y violenta que contradice el imaginario colectivo aquel que nos muestra como un pueblo afable y alegre a pesar de las históricas vicisitudes que le tocó y le toca enfrentar aún.

El asunto se torna más complejo y difícil de abordar cuando no se observa que desde la sociedad civil emerja un actor social que llame la atención a todos los agentes involucrados en este escenario de confrontación ideológica. Tampoco aparece la academia como un actor que entre a explicar el fenómeno y a proponer salidas o procesos de intervención. En particular el papel de las facultades de comunicación social y periodismo es nulo en la medida en que se abstienen de criticar a las empresas mediáticas por aquello de ser fuentes de trabajo para sus egresados. Es curioso que los estudios del lenguaje no hayan prendido las alarmas y llamado la atención de la academia para asumir como objeto de investigación las confrontaciones entre medios corporativos y los agentes sociales que los confrontan a diario. Incluso, ir más allá y jugar un papel de mediación.

Las iglesias, entre tanto, también le vienen dando la espalda al evidente problema social que rodea el ejercicio de opinar bien en las redes sociales o en la calle, por cuenta de unas empresas mediáticas dedicadas a expandir odio o a aprovecharse de viejas animadversiones que emergieron cuando el país se vio abocado a decidir entre la paz o la continuidad de la guerra, y asumir la posibilidad y necesidad de perdonar abandonando los valores punitivos  y vindicativos con los que siempre se asumió la idea de justicia. No sé si sea tarde para intervenir este escenario belicoso de las redes sociales en el que las empresas mediáticas son actores responsables. Por ahora ese ambiente de crispación ideológica solo trascendió a los eventos electorales.



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jueves, 5 de diciembre de 2024

LA PETROFOBIA DE BLU RADIO Y NÉSTOR MORALES

 

Por Germán Ayala Osorio

Resulta una perogrullada decir que todos los medios de comunicación de masas tienen intereses económicos y políticos; y que por esa razón sus periodistas están obligados a seguir la línea editorial que les tracen los dueños y los editores. Eso sí, resulta menos evidente para las audiencias reconocer que a raíz de esas circunstancias medios como Blu radio, Caracol Noticias, La W, El Tiempo, La FM de RCN, Noticias RCN, El Colombiano, Semana y El País de Cali fungen como actores políticos que además de haber optado por hacerle oposición al gobierno de Gustavo Petro, decidieron apostarle a generar odio contra todo lo que huela a izquierda y progresismo, pero sobre todo, una sistemática animadversión contra Gustavo Petro que termina en el nacimiento de la petrofobia mediática.

Es tal la inquina contra la figura presidencial, que los pocos analistas serios y ponderados que algunos de esos medios tienen, terminan censurados y maltratados por conductores de programas radiales y editores para el caso de los periódicos. En esta columna haré referencia al espacio que en Blu radio conduce el periodista Néstor Morales, cuñado del expresidente y extítere, Iván Duque Márquez.

De la mesa de trabajo de ese espacio radial hacen parte, entre otros, los analistas políticos Héctor Riveros y Álvaro Forero y los periodistas Néstor Morales y Ricardo Ospina. Estos dos últimos defensores a ultranza del uribismo, esto es, de la derecha más recalcitrante del país. La petrofobia que Morales y Ospina destilan es evidente, grotesca y violenta, circunstancia esta que convierte al matutino en una bodega generadora de lecturas y tratamientos periodísticos amañados, sesgados y cargados de una inusual “mala leche” contra un presidente de la República.

A raíz de la renuncia del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, el tratamiento noticioso del suceso se hizo desde el odio que le profesan Ospina y Morales al presidente de la República. Más allá de esos sentimientos y de la mala leche de estas dos estafetas de la derecha uribizada, lo que llama la atención es la actitud irrespetuosa y los actos de censura que Néstor Morales en varias ocasiones ha tenido contra el analista Álvaro Forero. No hay duda de que los análisis ponderados, serios y rigurosos que suele hacer el columnista Forero no son del agrado de Néstor Morales justamente porque esta “vedette” del periodismo bogotano cree que sus lecturas e interpretaciones de los hechos noticiosos obedecen realmente a sesudos análisis cuando claramente obedecen a lecturas maniqueas, sesgadas y malintencionadas, fruto de la animadversión que profesa contra la izquierda, el progresismo y el rencor que siente hacia el presidente Petro.

Veamos lo que sucedió al aire recientemente en esa bodega de la derecha. Esto dijo Forero: “…pero si es muy común que los ministros hagan gestión ofreciendo a los congresistas y permitan unos cupos indicativos, todos lo sabemos y ahora no nos hagamos los tontos. Entonces, para que lo de Bonilla no sea un falso positivo de ponerle las botas de delincuente por hacer lo que han hecho muchos ministros de Hacienda con estas gestiones de los cupos indicativos…” En ese momento, el “Señor director del programa, el ladino Néstor Morales le interrumpe con el firme propósito de evitar que continúe desnudando el evidente sesgo con el que estaban tratando la renuncia del ministro Ricardo Bonilla. Morales logró imponer su condición de “jefe” para condenar al saliente ministro señalando que la adición presupuestal que hizo a la UNGRD “era para que se la robaran”.  Forero lo interpela y le dice: “… todos los ministros hacen adiciones presupuestales. No, Usted no puede acusar al ministro porque no tiene pruebas de que era para se la robaran… eso lo hacen todos lo ministros y la prensa tiene que ser responsable…pero permítame decir una frase…Entonces sigan ustedes porque no pude desarrollar la idea…

El rifirrafe entre el analista y Néstor Morales termina con la salida infantil del cuñado de Duque. Esto dijo: “le acepto la pataleta cuando uno se queda sin argumentos”. La respuesta de Forero no se hizo esperar: “no es ninguna pataleta, no es ninguna falta de argumentos, simplemente ustedes no dejan dar los argumentos”.

Debería el Grupo Santodomingo ponerle la lupa a lo que viene haciendo Morales en el programa matutino, pues su petrofobia es, además de evidente, aporta a la generación de odio y a la crispación ideológica que se respira en el país político e incluso en la calle.  De no hacerlo, las audiencias entenderán que las actitudes y acciones de censura y maltrato de Néstor Morales hacia Álvaro Forero hacen parte de la política editorial y de una específica directriz de un agente del conglomerado económico, lo que por extensión convierte al Grupo Santodomingo en un actor político que auspicia la petrofobia.

 



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miércoles, 4 de diciembre de 2024

CONSEJO NACIONAL ELECTORAL Y SU TURBIA INSTITUCIONALIDAD

 

Por Germán Ayala Osorio

Uno de los conceptos más manoseados por la clase política y empresarial en Colombia es el de la institucionalidad. Cada que revienta un escándalo de corrupción pública o una tensión entre los poderes públicos de inmediato congresistas, columnistas, periodistas y dirigentes gremiales, entre otros más, salen a decir que lo más importante es que se “mantenga, se fortalezca y se respete la institucionalidad”. Sin duda alguna, una frase con una gran carga eufemística y ética y moralmente turbia.

La institucionalidad puede ser un concepto ambiguo y difícil de asir porque en su concepción y representación social y política suelen confluir circunstancias contextuales que se alimentan de la ética ciudadana, la moral pública, la tradición, el poder económico, las formas regladas y las maneras como se establecen relaciones y transacciones entre sectores de poder político (partidos políticos y líderes), económico y social (élites).

La institucionalidad se hace evidente cuando las instituciones operan en sus ámbitos de acción, legal y procedimental, y en el contexto de una sociedad que moral y éticamente se alimenta de su funcionamiento, especialmente, de aquellas instituciones que se consideran faros determinantes que iluminan tanto la vida institucional interna, como la que trasciende a la vida societal.

Propongo que examinemos la aplicación del ya manido concepto a partir de dos hechos que se dieron casi de manera simultánea dentro de una de las instituciones estatales más desprestigiadas en Colombia: el Consejo Nacional Electoral (CNE). Sus niveles de ignominia superan los que arrastran históricamente el Congreso de la República y la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes. El CNE es una entidad politizada y politiquera dado que la llegada de los consejeros-no magistrados- se da por favores y simpatías políticas al interior de los partidos políticos. Ese origen politiquero le resta legitimidad a las decisiones electorales que suelen tomar. Muchos de los que llegan a esa corporación son verdaderos politicastros que los jefes de sus partidos políticos no saben en dónde poner. 

Los hechos acaecidos tienen que ver con la renuncia al CNE del consejero César Lorduy, cuota política de Germán Vargas Lleras y el clan Char de Barranquilla. La dimisión del ladino personaje se da por el proceso que le abrió la Fiscalía por acoso sexual que habría cometido contra la congresista Ingrid Aguirre. También es acusado de haber asesinado hace años atrás a una joven mujer, proceso este que a lo mejor ya prescribió. Pocas horas después de conocido el retiro “voluntario” de Lorduy, en su remplazo fue escogido Álvaro Hernán Prada, político del Centro Democrático investigado por la Corte Suprema de Justicia por el delito de manipulación de testigos. El hoy presidente del CNE fue llamado a juicio en mayo dentro del mismo caso al que están vinculados al expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez y su aboganster Diego Cadena.

Además de los procesos penales a los que están vinculados los dos políticos, sobre sus hombros reposan la acción temeraria de erosionar el fuero presidencial al ordenar investigar al presidente Petro y a su campaña presidencial por irregularidades y delitos que se habrían cometido en el manejo de millonarios recursos económicos que entraron a la campaña Petro presidente. Esa decisión la hicieron dejando conocer en las redes sociales su animadversión personal hacia el presidente Petro. 

Bajo las anteriores circunstancias, qué clase de institucionalidad es la que se deriva de la operación del CNE cuando dos de sus consejeros mantienen una condición sub júdice por los procesos penales que tienen abiertos por la comisión de graves delitos. A pesar de la tardía renuncia de Lorduy, su dimisión bien pudo entenderse como una acción ético-política conducente a no afectar más la ya maltrecha institucionalidad procedente de la autoridad electoral. Pero una vez eligieron a Prada como su remplazo, nuevamente la institucionalidad del CNE quedó en entredicho y se confirma que está capturada por un ethos pernicioso. 

La permanencia de Lorduy en la presidencia del CNE permitió consolidar un tipo de institucionalidad negativa, ilegítima, irreflexiva, hostil y burlesca en la medida en que al ser requerido por la Fiscalía su renuncia debió darse ipso facto para no usar el "fuero" que le provee ser miembro de esa autoridad electoral para evitar comparecer y responder por el caso de abuso sexual. El tiempo que Lorduy se mantuvo en el cargo permitió que de su permanencia se derivara un tipo de institucionalidad vulgar y sucia, que se mantiene vigente y se naturaliza con la llegada a la presidencia del CNE de Álvaro Hernán Prada. Lo curioso es que los mismos políticos, empresarios y periodistas que suelen usar la ya manida frase  “que se respete la institucionalidad”, frente a los casos aquí reseñados guardan un atronador silencio. 

Varias horas después de la llegada de Prada a la presidencia del CNE, los alcaldes de Cali y Barranquilla, Alejandro Eder y Alex Char, felicitaron al recién ascendido. El apoyo político dado por los dos mandatarios locales confirma la naturaleza ilegítima, politiquera, y perniciosa de la institucionalidad que emana esa autoridad electoral. Las felicitaciones enviadas vía X por Eder y Char, dos consagrados uribistas, se entienden porque Prada es ficha del expresidente Uribe, poderoso político al que estos dos alcaldes le deben pleitesía y total sumisión. 

Adenda: en su editorial del 6 de diciembre, EL ESPECTADOR crítica al presidente Petro por asumir una "actitud irresponsable" al insistir en que hay un golpe blando en su contra. En el caso del CNE, aunque el diario bogotano le da la razón a Petro en el caso de que esa entidad no puede investigar al presidente, es tímido al momento de cuestionar el ascenso de Prada a la presidencia de esa cuestionada corporación. Al final, el diario cae en el mismo llamado a respetar la institucionalidad. "La institucionalidad no puede estar al vaivén de peleas con lógicas tuiteras", dice El Espectador. 


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PETRO, BONILLA Y LA PLUTOCRACIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Obligado por las circunstancias políticas derivadas del escándalo de corrupción al interior de la UNGRD, el presidente Petro le pidió la renuncia a su ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla. La solicitud la hizo el jefe del Estado a través de su cuenta de X, su trinchera ideológica desde la que viene respondiendo ataques de las empresas mediáticas que optaron por juntarse y hacer coro con la oposición política en el Congreso y la desplegada desde gremios como Fenalco y Andi, actores políticos que desde el 7 de agosto de 2022 le apostaron a que al país le fuera mal económicamente para facilitarle la tarea a los candidatos presidenciales de la derecha de presentarse en el 2026 como los “salvadores”.

Desde ese particular parapeto, Petro defendió la gestión de Bonilla y describió las tensiones ideológicas, éticas y morales que están detrás de las relaciones siempre perniciosas entre el Ejecutivo y los voraces congresistas-lobistas defensores del Establecimiento colombiano. Leamos apartes del largo trino presidencial:

Espero su renuncia, no porque crea que es culpable, sino porque lo quieren despedazar por ser leal al programa de gobierno y quieren derribar inconstitucionalmente ese gobierno, porque quiero que sea un economista como Varoufakis y no como Tsipras, porque no voy a permitir que se acorrale al pueblo con extorsiones, y porque usaré la constitución si el congreso se deja llevar de quienes extorsionan y buscan el golpe inconstitucional, porque mi deber es ayudar con todo a la gente que trabaja y estudia, y no arrodillarme ante quienes sirven los más poderosos intereses de la codicia y la insensibilidad  con los humildes. Espero su renuncia porque ahora debe dedicarse a su defensa sin mancha de usar el poder en su defensa”.

Más adelante recordó al ladino ministro de Hacienda del gobierno del fatuo mandadero del Iván Duque, Alberto Carrasquilla, un “experto” economista en afectar las finanzas de las clases menos favorecidas y aumentar la riqueza de la élite plutocrática y la suya propia a través de los famosos bonos de agua. El país no olvida que por cuenta de su lesiva e impopular reforma tributaria, sobrevino el recordado estallido social. La reforma tributaria que el Congreso no le aprobará al gobierno Petro va dirigida a que los más ricos paguen más. Y contrario a lo que hizo Carrasquilla, con ese proyecto de ley de financiamiento, según el mismo Petro  “reactivaría la economía, porque le rebaja los impuestos a todas las empresas y a toda la clase media, y no le sube IVAs al pueblo. reduciría el pequeñas y medianas empresas Esto dijo Petro:

Y Bonilla y yo mismo no le gustamos al presidente del congreso, olvidando él mismo que fue testigo presencial el desastre de Carrasquilla, el ministro de Duque, que quiso ponerle impuestos al pueblo trabajador y pobre, y quiso enriquecerse con el agua potable que no llegó a los niños y murieron por desnutrición en la Guajira, Cepeda prefirió acompañar al ministro de hacienda que hizo estallar a la sociedad entera, ese mismo llamado experto por la prensa tradicional, a quien la señora Benavides sirvió, ese que si no fue denunciado”.

En el extenso trino, el presidente Petro entrega elementos sustantivos que sirven para confirmar y entender que en Colombia opera de tiempo atrás una plutocracia que en el pasado se sirvió de la preparación académica de los ministros de Hacienda, todos defensores a ultranza del neoliberalismo, para consolidar ese régimen de poder en el que los más ricos, sean banqueros o empresarios, toman las decisiones macroeconómicas e inciden en el diseño de políticas públicas con el objetivo de beneficiar a una diminuta oligarquía, en tamaño, y altura moral.

Paralelo a esas acciones conducentes a capturar el Estado para hacerlo operar bajo derroteros corporativos, alejado de sus obligaciones constitucionales con los más vulnerables, los presidentes de la República financiados por los plutócratas fueron autónomos únicamente en hacerse rodear en sus gobiernos por los más perversos funcionarios. Y para ello usaron a los partidos políticos en coalición para llevar al Estado a los más perversos y dañinos funcionarios, presentados muchos de estos por la prensa como tecnócratas o técnicos expertos en el diseño de políticas públicas o documentos Conpes. De estos últimos se escucha decir “que un Conpes no se le niega a nadie”. Al final, esa premoderna, rentista y codiciosa oligarquía consolidó un régimen de poder con características similares a las de una cacocracia y cleptocracia. Ese gobierno de los peores y de corruptos contaron siempre con las acciones legislativas de congresistas-lobistas que llegaron al Congreso para enriquecerse y aumentar la riqueza de sus mecenas.

Los miembros de esa élite plutocrática y mezquina que estaba acostumbrada a poner presidentes como sus agregados en la Casa de Nariño, se autodenominan capitalistas y creen que pueden desarrollar el país con costosos peajes, sin trenes y sin reforma agraria; y con millones de pobres y trabajadores informales. Son rentistas. No les gusta competir, les fascina concentrar el poder económico y político. Su apuesta es privatizar el Estado. Por eso somos lo que somos: un maldito platanal.



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martes, 3 de diciembre de 2024

VARGAS LLERAS Y SU LLAMADO A LLEGAR UNIDOS


Por Germán Ayala Osorio 

De manera casi simultánea se dieron dos hechos mediáticamente relevantes en el país: el primero, la confirmación de la condena contra Edmundo del Castillo y César Mauricio Velásquez, exfuncionarios del gobierno de Álvaro Uribe Vélez; y el segundo, la invitación que el exvicepresidente Germán Vargas Lleras le hizo a toda la derecha, incluido por supuesto el uribismo, de llegar unidos en una sola candidatura a las elecciones de 2026 para recuperar la Casa de Nariño, lo único que realmente les interesa.

Las condenas contra los alfiles del hoy expresidente y expresidiario confirman que la impudicia acompañó al gobierno de Uribe Vélez a juzgar por los más de 15 exfuncionarios condenados, procesados o salpicados por hechos de corrupción, paramilitarismo y las interceptaciones ilegales contra los magistrados de la entonces Corte Suprema de Justicia por las que finalmente fueron condenados Velásquez y del Catillo.

Entre tanto, la invitación de Vargas Lleras a los demás precandidatos y a los sectores organizados de la sociedad civil confirma que la derecha siempre actúa de manera pragmática cuando se trata de unir fuerzas para mantener su histórica hegemonía con la que lograron hacerse con el Estado para consolidar el modelo neoliberal y el carácter privado, elitista, racista y clasista de la función estatal. En este caso el propósito es claro: recuperar la Casa de Nariño que les arrebató la izquierda y el progresismo, para tomar revancha de los cuatros años que dejaron de mandar en Colombia.

Esto dijo el envejecido y poco afable delfín: “Desde aquí también envío un mensaje clarísimo de unidad a todos los dirigentes que hoy se encuentran en la oposición o que comparten nuestras preocupaciones, tenemos que llegar unidos con una candidatura única a la Presidencia de la República… el que pique en punta debe ser rodeado por las decenas de candidatos. No podemos ir al mes de mayo divididos, no nos lo perdonaríamos si terminamos de entregar este país. La última frase es contundente y diciente: “si terminamos de entregar este país”. Que hoy esté gobernando Petro y lo que este representa ideológicamente, lo asume el ladino del Vargas Lleras como una pérdida porque jamás pensó que fuera posible que les "arrebataran" su bien más preciado, la Casa de Nariño, el fortín que por "tradición, honor y dignidad le pertenece a la derecha".

El pragmatismo de Vargas Lleras es, en sí mismo, una apuesta inmoral y éticamente cuestionable en la medida en que la tardía ratificación de las condenas contra las dos fichas del expresidente Uribe Vélez y el juicio que este último afrontará a partir de enero de 2025 por fraude procesal y manipulación de testigos, no constituyen impedimento alguno para unirse en el propósito político y electoral de derrotar al progresismo en las próximas elecciones.

Por el contrario, las condenas, señalamientos y los procesos judiciales vigentes en los que estén involucrados otros agentes políticos de ese espectro ideológico los asumen como hechos normales dentro de la función pública porque “siempre fueron cometidos buscando defender siempre los intereses superiores de la patria”. De esa idea fundante de la derecha colombiana se desprenden toda suerte de justificaciones y narrativas que minimizan la gravedad de los delitos cometidos. “Son funcionarios ejemplares, patriotas que jamás se robaron un peso” es la frase con la que se invalidan los procesos judiciales, el material probatorio y se legitiman el cohecho, la perfidia, interceptar las comunicaciones y la contratación indebida cuando de favorecer a poderosos agentes económicos y sociales de la sociedad civil se trata.

El pragmatismo de Germán Vargas Lleras también es la expresión de su desespero por alcanzar su sueño infantil de ser presidente de Colombia. En el fondo sabe que morirá sin llegar a la Casa de Nariño, razón por la que pide a gritos unión, así sea entre corruptos y políticos cuestionados para ver si por lo menos le dan juego burocrático en caso de que la derecha recupere la Casa de Nariño.

Claro que Vargas Lleras, el dueño de Cambio Radical, no es el único desesperado. El afán político y electoral lo vienen expresando otros agentes políticos y mediáticos de la derecha. A falta de dos años, el canal Caracol le está apostando de manera temprana a “desempolvar” a Sergio Fajardo, otro que como Vargas Lleras es un eterno candidato presidencial. El periodista uribista de la FM, de RCN, Juan Lozano aplaude y apoya la propuesta de Vargas Lleras porque sabe que allí encontrará quizás otro ministerio. Así entonces, el pragmatismo de la derecha es legitimado mediáticamente lo que confirma a las empresas mediáticas como actores políticos y ruedas de transmisión de los cuestionados valores de la derecha colombiana.

La ratificación de las condenas contra los amigos de Uribe, sus “buenos muchachos” y el desesperado llamado de Vargas Lleras son el termómetro con el que es posible medir la baja estatura moral de una derecha que en 30 años de neoliberalismo y 20 de uribismo convirtió a Colombia en uno de los países más corruptos y desiguales del mundo. ¡Qué viva el pragmatismo, ajúa! Se escucha gritar en los sótanos de la Casa de Nari por los que se paseó muy tieso y majo alias Job. 




VARGAS LLERAS, Y URIBE - Búsqueda Imágenes

lunes, 2 de diciembre de 2024

SERGIO FAJARDO: EL CANDIDATO PRESIDENCIAL DE NOTICIAS CARACOL E INVAMER

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Noticias Caracol y Blu radio asumieron dos tareas políticas complementarias: la primera, recuperar del cuarto de San Alejo a Sergio Fajardo Valderrama, sacudirlo e investirlo nuevamente de candidato presidencial; y la segunda, aportar a la consolidación del siempre fantasmal centro político.

Como actor político en oposición al gobierno de Petro, dicho noticiero privado cree que es posible, a punta de encuestas hechas por Invamer y entrevistas radiales y televisivas al candidato antioqueño, proponerle al país una “tercera vía” para hacerle el quite o superar la violenta crispación ideológica que hay entre izquierda y derecha, o mejor, entre el petrismo y el uribismo. Eso sí, esa apuesta la harán en medio de la inexistencia de un centro de pensamiento que explique muy bien qué es eso del centro en un país históricamente gobernado por una derecha mafiosa, neoliberal y retardataria frente a la que los candidatos que se autoproclaman de centro guardaron silencio cómplice o exhibieron simpatías en específicas coyunturas, como por ejemplo, durante la aplicación a raja tabla de la política de defensa y seguridad democrática que dio como resultado el asesinato de 6402 jóvenes presentados engañosamente por el Ejército como guerrilleros muertos en combate.

Después de 20 años de uribismo y cuatro de progresismo, Fajardo cree que llegó el tiempo de gobernar a la centroderecha o quizás a esa derecha de las “buenas maneras”, pero que en el fondo defiende los mismos intereses y apelaría a las mismas prácticas económicas, políticas y sociales con las que se identifica al uribismo y en general a la derecha neoliberal.

Es decir, un eventual gobierno de Sergio Fajardo le apostaría a marchitar los avances y proyectos que el gobierno de Petro haya dejado: parar la incipiente reforma agraria y si es posible reversar la entrega de predios en los que están comprometidos políticos y parapolíticos afectos a la “causa” fajardista. Detener el proceso de recuperación del campesinado y de las actividades agropecuarias que vienen creciendo a un ritmo del 10%. Volver a entregarle la SAE a los amigos de la derecha y del medroso centro y tratar de echar para atrás los avances en materia de salud, en particular en los controles a los dineros girados a las EPS. Los avances en la movilidad férrea no gustan mucho en los sectores de la derecha que dominan el transporte de carga en tractomulas y el de pasajeros en buses. Muy seguramente ese sector termine marchitándose en un eventual gobierno de Sergio Fajardo.

El país no puede olvidar que su desprecio por las ideas progresistas, llevaron a Fajardo a apoyar la campaña de Rodolfo Hernández a sabiendas de su proceso penal por corrupción, de su patanería y su condición de putero. 

Fajardo Valderrama arrastra el haber simpatizado y apoyado las maneras de gobernar y de operar el Estado durante los tenebrosos 20 años de uribismo. De igual manera, su imagen está atada a los intereses del GEA y a los de un empresariado que le apostó a la concentración de la riqueza y de la tierra en pocas manos, lo que produjo en 20 años de uribismo y 30 de neoliberalismo el crecimiento sostenido de la pobreza y la informalidad laboral. Ese mismo empresariado que niega la crisis climática y sus efectos económicos, ecológicos y socioambientales apoyaría a Fajardo en su nueva aventura electoral, porque saben que encuentran en él a un político de “buenas maneras”, tibio, obsecuente y alejado de las ideas progresistas. No es gratuito que cientos de miles de ciudadanos digan que es un “uribista enclosetado”, incapaz de tomar distancia del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. La tibieza que se le endilga al exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín está atada al miedo que le produce Uribe Vélez y quizás a un hecho político sobre el que Fajardo aún debe darle explicaciones al país: la conocida “donBernabilidad”.

En el portal La Silla Vacía se lee lo siguiente: “la historia de la ‘donbernabilidad’ se remonta a la segunda mitad de los años 90 cuando la Oficina de Envigado controlaba las bandas delincuenciales de Medellín a través de una oficina de cobro. Cuando Sergio Fajardo llega a la alcaldía de Medellín en 2004, encuentra este poder que ya ejercía la oficina de Envigado en las comunas. Fajardo no auspició nada, pero tampoco se le opuso y sí le sacó provecho a los resultados con eso de ‘Del miedo a la esperanza’”, dice Fernando Quijano.

Cansados de la polarización entre petristas y uribistas, los propietarios de Noticias Caracol le van a apostar duro, política, económica y mediáticamente, a recuperar a una figura como Sergio Fajardo que bien puede parecerse a Iván Duque Márquez. Fajardo sería el mandadero de los empresarios neoliberales que a pesar de ser cercanos a Uribe Vélez y de agradecerle por los buenos servicios prestados a la causa neoliberal durante 20 años, entienden que su mala imagen y el juicio que enfrentará a partir de 2025 son suficientes razones para apostarle a crear, únicamente para la coyuntura electoral de 2026, un centro político, así a los pocos meses el país descubra que se trata de una mera fachada de la derecha rentista y neoliberal de siempre.




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domingo, 1 de diciembre de 2024

LAS VERGONZANTES ALBORADAS EN CALI Y MEDELLÍN

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las alboradas en Cali y Medellín representan los efectos perniciosos que dejaron las prácticas de los carteles de la droga que hicieron famosas a estas urbes. Una vez aceptados social y políticamente los mafiosos, quemar pólvora se asoció desde entonces con el poder económico de los traquetos y matones que trabajaron para los Rodríguez Orejuela y Pablo Emilio Escobar Gaviria. Esa demostración venía atada socialmente al carácter escandaloso, vulgar e indecoroso de las rutinas de esos machitos armados que se acostumbraron en esas dos ciudades a hacer lo que les diera la gana con la anuencia de las autoridades.

Darle “la bienvenida al mes de diciembre” es el falaz argumento o la disculpa de un sinnúmero de ciudadanos que son felices imponiendo su voluntad y deseos sobre los demás. Esa conducta es insociable y deviene violenta en tanto que a ella se suma el consumo de licor, lo que hace imposible cualquier diálogo en la búsqueda de disminuir el impacto de la pólvora. Imagino que a estos “ejemplares ciudadanos” (en su mayoría machitos con exceso de testosterona) no les atrae usar pólvora insonora porque de alguna manera desean, en el fondo, recrear las vidas bulliciosas, las jaranas y las algazaras que armaban los antiguos capos y que hoy a los pequeños e invisibles traquetos no les alcanza para imitar. Por supuesto que hay mucho de esnobismo en aquellos que les parece el gran plan “reunirse para darle la bienvenida al mes de diciembre”.

En las alboradas de Medellín y Cali se nota a leguas que a las autoridades les quedó grande controlar el expendio de la pólvora. El Estado fracasó en la tarea de poner en cintura a los fabricantes y comercializadores de dicha mercancía.

Las alboradas hacen parte de los graves problemas culturales que arrastramos como sociedad. Diría que estas obedecen a una de las tantas taras que sobrellevamos en la medida en que hacen parte natural de nuestros truncos o fallidos procesos civilizatorios. Es así de claro y de preocupante pues ya en Jamundí acogieron la misma estúpida práctica de tirar cohetes, petacas y culebras, entre otros artefactos que, al explotar, afectan a animales domésticos y en general a la fauna circundante. Además, perturban la tranquilidad de menores de edad y ancianos.

“Hacer lo que nos da la gana” al momento de celebrar cualquier cosa, como la llegada del mes de diciembre, hace parte de la premodernidad en la que estamos instalados como sociedad. Cada individuo eufórico en Colombia es un potencial criminal al que solo le basta estar acompañado para salir a festejar sin límites porque llegó diciembre. “Llegó diciembre con su alegría” o “desde septiembre se siente que llegó diciembre” son viejas cuñas radiales que para cientos de miles de ciudadanos se convierten en la patente de corso para joderle la vida a los demás tirando pólvora a diestra y siniestra.

Telepacífico Noticias reportó en su cuenta de X que “Cali registró un total de 62 animales afectados por la pólvora, marcando así un incremento de 26 casos más en comparación con el año pasado. Entre los reportes recibidos, se encontraron 41 animales desorientados, 18 extraviados, 3 con episodios de estrés en sus hogares y 1 perro aparentemente atropellado. Hasta el momento, solo dos de estos animales han logrado regresar a sus hogares. Cabe resaltar que las comunas 6, 8, 19, 7 y 2 fueron donde hubo mayor reporte de casos”.

Adenda: los quemados hacen parte de la estupidez de aquellos que insisten en quemar pólvora porque "llegó diciembre". Lo peor de todo es que para la estupidez aún no hay vacuna. Quedan 30 días más para que la estulticia se siga tomando ciudades y pueblos de Colombia. 


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sábado, 30 de noviembre de 2024

NO DEJES DE MIRARME: PELÍCULA Y ESPEJO PARA COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

No dejes de mirarme es una película en la que confluyen de manera acertada elementos como la supremacía étnica en los tiempos del nazismo alemán y la pintura como “arma” política e ideológica capaz de develar secretos de las prácticas propias de la biopolítica con las que Hitler y sus agentes médicos pretendieron mantener la “pureza aria”. De igual manera, el lienzo y los bocetos tienen la facultad de provocar epifanías como la que le permitió al joven Kurt Barnert reencontrarse con su pasado y con su tía víctima del sistema disciplinar que se abría camino con el hospital psiquiátrico para todos aquellos que no “encajaran” en la “ejemplar” sociedad alemana.  

El Dr. Seeband, médico nazi sobre quien pesan abortos y asesinatos de ciudadanos considerados como “inservibles”, está atado a la niñez del joven pintor que sirvió a los intereses socialistas de la Alemania democrática, para luego huir y disfrutar del reconocimiento social y económico propio del capitalismo. Al hacer uso de esa tecnología del poder y al estar convencido de la necesidad de conservar la pureza de su sangre aria, el reconocido ginecólogo le provoca un legrado a su propia hija, que esperaba un hijo de Kurt, pintor visto como “impuro” y por lo tanto fuente de vergüenza para la familia.

El filme en mención es una hermosa e inquietante pieza audiovisual que bien puede servir para explicar esos viajes de superioridad moral y étnica en la que se embarcaron los alemanes que creyeron a pie juntillas en el proyecto universal-civilizatorio que emprendió Adolf Hitler a partir de los años 30 del siglo XX; viajes de superioridad moral vigentes hoy en el mundo y en esta Colombia mestiza, negra, campesina e indígena, que hacen pensar en la permanencia de una de las tantas taras civilizatorias de la sociedad humana, de la aviesa condición humana y en particular de la colombiana que se avergüenza de su mestizaje.

Así como los nazis apelaron a la biopolítica para convertir la vida en asuntos de gobierno (Esposito, R. 2005), agentes de la élite colombiana y otros que de manera advenediza se sumaron al rechazo a esa mezcla de sangre indígena, negra y española de la que venimos, siguen usando el lenguaje como arma con la que sucesivos gobiernos subvaloraron la vida de indígenas, negros y campesinos, así como la de millones de pobres y población desplazada. Eliminar al Otro apelando al lenguaje es una forma de biopoder en la medida en que la “muerte” no necesariamente se expresa a través de la desaparición física del cuerpo, sino del asesinato moral, étnico-cultural-identitario de aquellos vistos como indeseables o quizás como en la Alemania nazi, como “inservibles y costosos” para el erario.

No podemos olvidar cuando el fatuo presidente Iván Duque exhortó a los indígenas del Cauca a que se devolvieran a sus resguardos, en rechazo a su presencia en Cali y Bogotá en los tiempos del estallido social. O cuando un titular del noticiero Caracol daba cuenta del enfrentamiento entre “ciudadanos e indígenas”. Cómo olvidar la propuesta de la senadora Paloma Valencia de dividir el departamento del Cauca entre indígenas y mestizos. Sin duda alguna, su pasado feudal, su superioridad moral y de clase le permitieron lanzar su arbitraria propuesta.

El desprecio por la vida de los “impuros, indeseables e inservibles” en la Alemania nazi también hace presencia en Colombia. Los feminicidios de niñas pobres, mestizas e indígenas como Yuliana Samboní cometidos por hombres “blancos y ricos” parecen ser extrapolaciones de la superioridad racial del médico Seeband. O la manera despectiva con la que el General Mario Montoya Uribe se refirió a los soldados que asesinaron civiles (falsos positivos) para que luego el Ejército los presentara como “guerrilleros muertos en combate”. “La verdad es que los soldados que prestaban servicio militar eran de estrato 1 y 2, pues 'esos muchachos ni siquiera sabían cómo coger cubiertos ni cómo ir al baño', eran ignorantes que no tenían valores, que no entendieron la diferencia entre resultados y bajas, y por eso cometieron estos hechos”. Y siguiendo en esa misma línea de desprecio de la vida de los humildes, cómo olvidar lo dicho por el entonces presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, en referencia a los mismos muchachos víctimas de los “falsos positivos”: “esos muchachos no estarían recogiendo café”. Uribe Vélez sí que supo convertir la vida de los más pobres en un asunto de gobierno, desde la mirada de Esposito.

No dejes de mirarme también es un espejo en el que cada uno de nosotros deberíamos de mirarnos con la firme intención de revisar nuestra historia personal, sin abandonar que ésta siempre estará atada a ejercicios del poder. 


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viernes, 29 de noviembre de 2024

CORRUPCIÓN EN LA UNGRD Y EL SUEÑO DE LA PRENSA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El caso de corrupción en la UNGRD (Unidad de Gestión del Riesgo) es ya una mancha con la que deberá lidiar el progresismo y la izquierda en las elecciones de 2026. Mientras llega ese momento, la prensa hegemónica le está apostando, a través del periodismo de declaraciones y filtraciones de apartes de piezas procesales, convertir los hechos punibles que involucran a congresistas, exfuncionarios de esa entidad, altos consejeros del gobierno y ministros, en una especie de “nuevo” proceso 8.000 que permita invalidar ética y políticamente al presidente Gustavo Petro.

El cubrimiento periodístico que vienen haciendo las empresas mediáticas está en función de presionar a los involucrados en los actos de corrupción para que se atrevan a decir que “el presidente Petro sí sabía”. Recientemente el periodista Juan Diego Alvira, de la W sin carreta, intentó llevar a Sandra Ortiz, exconsejera presidencial para las regiones, a que dijera lo que él supone que sucedió. Es decir, Alvira ya prejuzgó y solo quería que Ortiz validara su hipótesis. Esto dijo el periodista: “¿nunca hubo una directriz (del presidente) en ese sentido, es decir, hay que comprar votos?”. La respuesta de la exfuncionaria y militante de la Alianza Verde fue contundente: “jamás el presidente haría eso, es un hombre correcto, honesto”.

Es decir, Alvira y otros colegas buscan reeditar lo sucedido con Fernando Botero, ministro de Defensa en el gobierno de Ernesto Samper Pizano, quien en una entrevista en televisión y en horario estelar confesó que el entonces presidente sí sabía de la entrada de los dineros del cartel de Cali a la campaña presidencial.

Hace unas horas, Noticias Caracol publicó apartes de las declaraciones que dio María Alejandra Benavides, exasesora y mano derecha del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, entrañable amigo del presidente Petro. En la misma nota se alude al exministro Luis Fernando Velasco.

De acuerdo con la versión filtrada, el ministro de Hacienda siempre estuvo al tanto de la entrega de millonarios contratos a congresistas y de los 3.000 millones de pesos que, de acuerdo con lo publicado por la prensa, recibieron Iván Name y Andrés Calle, presidente del Senado y la Cámara de Representantes, respectivamente.  La finalidad del gobierno era que Name y Calle, entre otros congresistas apoyaran las reformas presentadas por el gobierno al legislativo para que fueran debatidas y aprobadas.

El cubrimiento periodístico del caso de corrupción al interior de la UNGRD (o Unidad de Gestión del Riesgo) tiene parecidos con las maneras con las que los medios masivos cubrieron el proceso 8.000. El manual es el mismo: filtrar a cuentagotas declaraciones a la Fiscalía, buscar entrevistas en horario prime time con los exfuncionarios o funcionarios más cercanos al presidente de la República como Ricardo Bonilla y conectar los hechos punibles con la Casa de Nariño, para que las audiencias se pregunten cómo es posible que el presidente Petro no se diera cuenta de lo que estaban haciendo sus ministros con los recursos de la Unidad de Gestión del Riesgo.

Ya veremos en qué queda este espinoso caso de corrupción que sin duda alguna afectó y afecta aún la legitimidad del gobierno del cambio. Lo que sí es claro es que los periodistas y políticos de la derecha están cruzando los dedos y quizás estén soñando despiertos con ese momento en el que, al caer Bonilla y Velasco en manos de la justicia, uno de los dos o los dos, haga lo que hizo en su momento Fernando Botero: reconocer al aire que presidente sí sabía.

 



juan diego alvira y sandra ortiz - Búsqueda

 

CARACOL NOTICIAS, INVAMER Y EL CENTRO POLÍTICO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El canal Caracol y su noticiero Noticias Caracol le pagaron a la firma Invamer para que hiciera una encuesta que midiera las “preferencias” políticas de los encuestados a dos años de las próximas elecciones presidenciales en Colombia. Dentro del ramillete preseleccionado por Invamer y Caracol estaban el eterno candidato de la ultraderecha, el antipático y violento Germán Vargas Lleras, líder natural de uno de los partidos con más políticos procesados por corrupción: Cambio Radical. La “periodista-periodista”, Vicky Dávila, ficha de los clanes Gnecco y Gilinski, quien aspira a gobernar a Colombia con la lógica moralizante con la que ejerció el periodismo; la exalcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien se vende como de centro, pero su nicho natural es la derecha. No se descarta que termine aliada con el uribismo, en caso de que pase a una segunda vuelta.

En el listado también aparecen María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Miguel Uribe Turbay, obedientes “hijos” del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez, que repiten como loros seguridad, seguridad y seguridad; y finalmente, Sergio Fajardo, uribista enclosetado y papeleta del GEA, es un político antioqueño que tiene mucho que explicar de los problemas técnicos que enfrentó en su momento la construcción  de la represa de hidroituango y aquel asunto de “donBernabilidad” cuando fungió como alcalde de Medellín en los tiempos en los que mandaba la Oficina de Envigado. En la señalada encuesta, Fajardo apareció punteando.

Lo primero que hay que advertir es que Noticias Caracol es un actor político que defiende los intereses del capitalismo y en particular las prácticas económicas, sociales y políticas asociadas al neoliberalismo. Es un agente del establecimiento colombiano, circunstancia que obliga a sus audiencias a tomar con pinzas todo lo que informan, pero sobre todo, lo que dejan de decir y lo que ocultan.

Nada de raro sería que Caracol Noticias, en medio del crispado ambiente político-electoral en el país y los enfrentamientos ideológicos entre la izquierda y la derecha, con este tipo de encuestas le esté apostando a posicionar el “centro político” como alternativa a la problemática dualidad petrismo-uribismo. Quizás estén pensando en que con figuras como Claudia López y Sergio Fajardo, lo puedan lograr. Eso sí, deberán hacer ingentes esfuerzos por borrar de la memoria política y social del país que Fajardo y López no son otra cosa que figuras que se sienten más cómodas haciéndole el juego a la derecha, que asumiendo posturas cercanas al progresismo.

Desde ese lugar de enunciación, el ejercicio informativo de Noticias Caracol apunta a que las audiencias de manera temprana vayan tomando partido, pero sobre todo que se vayan subiendo al “bus ganador”. Es decir, Caracol Noticias busca darle vida a lo que Elizabeth Von Neumann llamó la Espiral del Silencio, que no es otra cosa que el miedo de la gente a ser rechazada al exponer sus preferencias por candidatos que no van punteando en las encuestas o aquellos sobre los cuales ya la prensa hegemónica impuso lecturas negativas.   

Al hacerle oposición política al actual gobierno, las encuestas contratadas por Noticias Caracol arrastran una carga ideológica y política que no pueden ocultar con  mediciones de opinión aparentemente “asépticas”, cuando es claro que también devienen cargadas de emociones y lecturas ideologizadas.

Las encuestas y sondeos que las firmas demoscópicas hacen y que les publican sus socios los medios informativos hegemónicos van consolidando una opinión pública que arrastra varios problemas: 1. Se trata de meras y ligeras opiniones, cargadas de emociones y fruto de lecturas ideológicas. Al final, las firmas encuestadoras, como Invamer, lo que hacen es quitarle ese ropaje ideologizado y emocional, para hacerlas pasar como opiniones limpias, conseguidas en condiciones de “asepsia política”, cuando desde la misma selección de los precandidatos o candidatos ya hay una valoración que contamina el ejercicio.

2. Al obedecer a intereses de las empresas mediáticas que las mandan a hacer, los resultados de los sondeos y de las encuestas estarán siempre a la medida de las intenciones y lecturas políticas que hacen los editores e incluso, las que hacen los gerentes, siguiendo órdenes de los dueños.

Al final, todas las empresas demoscópicas terminan por generar estados de opinión pública ahistóricos, sin memoria y sostenidos en meras emociones, fruto de lecturas maniqueas no soportadas en análisis sistémicos. Por ser socios de los medios masivos, las firmas encuestadoras se aprovechan de los amañados tratamientos periodísticos realizados por las empresas mediáticas antes, durante y después de las encuestas.  




 invamer y la encuesta de ayer - Búsqueda

jueves, 28 de noviembre de 2024

MIGUEL POLO POLO: AHÍ TIENE SU HIJUEPUTA LISTA DE LOS FALSOS POSITIVOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Después del acto de bellaquería que protagonizó contra los familiares de los jóvenes asesinados por el Ejército nacional el insustancial Representante a la Cámara, Miguel Polo Polo, el presidente de la JEP, Alejandro Ramelli leyó uno a uno los nombres de los 1934 muchachos “fusilados” por agentes estatales, casos que se conocen como los “falsos positivos”.  “La pregunta no es la cifra, eso es una pregunta inmoral”, señaló el jurista y cabeza visible de ese Tribunal de Paz. Una vez terminen las investigaciones, ese tribunal de justicia transicional entregará el resto de las identidades, hasta completar las 6402. 

Huelga recordar que el señalado congresista recogió y botó a la basura las botas que representaban a los muchachos asesinados por el Ejército, a los que se las pusieron al revés. Además, Polo Polo exigió que a las adoloridas madres presentes en el Congreso y a los senadores y representantes que repudiaron su agraviante acto que le mostraran la lista de los jóvenes asesinados, identificados cada uno con su número de cédula. Hoy 28 de noviembre, más de ocho días después, la JEP le entregó la lista al país y de manera indirecta al insignificante e ignaro político uribista. 

El calificativo de inmoral que usa Ramelli debe extenderse y aplicarse para nombrar a quienes insisten a asumir posturas negacionistas para desconocer la desviación misional que sufrió el Ejército nacional durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez y los impúdicos resultados obtenidos: 6402 civiles asesinados de manera cobarde, ilegal y cruel.

Junto a ese homúnculo que ostenta la credencial de congresista, la ladina senadora María Fernanda Cabal se viene mofando también de las madres de Soacha y de otras cuyos hijos fueron ultimados por militares que, cumpliendo directrices emanadas de la política de defensa y seguridad democrática (2002-2010), los vistieron de guerrilleros, asesinaron y presentaron como “bajas en combate”. Durante esos ocho años de aplicación de la temida política de Seguridad Democrática la perfidia se convirtió en un valor castrense, defendido desde las huestes del uribismo.

El acto de desagravio organizado por la Justicia Especial para la Paz (JEP) es, en sí mismo, un episodio y un ejercicio de memoria histórica con el que se prueba la veracidad de los hechos criminales perpetrados por “héroes de la Patria” y se consolida la narrativa que indica que dentro de la derecha uribizada existen agentes políticos inmorales y crueles que, además de exhibir sin pudor alguno sus estultas actitudes negacionistas, se exponen como fieles seguidores de esa visión weberiana del Estado en la que se defiende a dentelladas la violencia legítima del Estado. La JEP de manera directa le envía al congresista Polo Polo este mensaje: ahí está su hijueputa lista de los falsos positivos.

Cabal y Polo Polo son negacionistas de los falsos positivos y de otras prácticas violatorias de los derechos humanos. Sus inmorales posturas las asumen porque están amparados, quizás sin saberlo, en aquella doctrina de Max Weber que esgrime que la violencia del Estado siempre devendrá legítima. Ya lo había hecho en su momento Paloma Valencia, otra agente del uribismo que cree a pie juntillas en que el Estado es la única estructura de poder que puede y debe violentarnos. Esto dijo a la revista Semana a propósito de los informes entregados por la Comisión de la Verdad: “En su narrativa, la Comisión de la Verdad equipara al Estado con los paramilitares y la guerrilla. Me parecen monstruosos los paramilitares y la guerrilla. El Estado, con total legitimidad, entregó la vida de muchísimos hombres y mujeres, por el bienestar de todos (...). Claro que el Estado cometió errores, pero no puede ser equiparado a la guerrilla y los paramilitares. Grupos ilegales jamás contaron con la legitimidad del Estado y sus fuerzas.

Estos tres agentes weberianos representan con honores a la derecha colombiana que defiende la inexistente legitimidad del Estado y por ese camino, las acciones ilegales de miembros de las fuerzas armadas que, a pesar del proceso de paz de La Habana, aún siguen plegados a la doctrina del enemigo interno, la misma que siguen extendiendo a todo lo que huela a progresismo y a izquierda.

 

Adenda: no sería raro que el hombrecillo del Polo Polo exija a la JEP los informes de balística y las fotografías de cada uno de los asesinados, con los orificios de entrada y de salida. De este tipo se puede esperar eso y mucho más. 



miguel polo polo y las botas de los falsos positivos - Búsqueda Imágenes

miércoles, 27 de noviembre de 2024

MAXIMALISMOS POLÍTICOS Y BAJA ESTATURA MORAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El cambio y la paz total son dos ideas y promesas con las que el Pacto Histórico y el entonces candidato presidencial Gustavo Petro Urrego lograron cautivar a millones de electores cercanos a la izquierda y al progresismo, pero también a cientos de ciudadanas y ciudadanos que, cansados de 20 años de uribismo consecutivos  y 30 de un voraz neoliberalismo, creyeron de verdad que era posible superar el clientelismo y la corrupción público-privada y por esa vía proscribir el ethos mafioso que entre 2002 y 2022 logró naturalizarse en Colombia hasta volverse paisaje.

El Todo Vale que dejó como legado el uribismo no se puede debilitar en cuatro años de gobierno. Esa parte del país que realmente comprende los daños que dejó esa manera de hacer las cosas y de conseguir los objetivos en los ámbitos privados y público sabe muy bien que se van a necesitar por lo menos 30 años para desterrar ese ethos mafioso que hoy guía la vida de empresarios, banqueros, medios de comunicación, periodistas, militares, policías, rectores de universidades privadas y públicas, profesores, médicos y taxistas, entre otros muchos más.

Así las cosas, el cambio y la paz total son ideas maximalistas que requieren de un pacto entre todos los agentes sociales, económicos y políticos de la sociedad civil con el fin de provocar una revolución cultural que lleve a Colombia y a su pueblo a un estadio civilizatorio en el que se proscriban todas las conductas y prácticas que confluyen en ese ethos mafioso que nos hace ver como una sociedad premoderna en la que se producen y reproducen la deshonestidad, disímiles maneras de violencia con las que se subvalora la vida y la operación de un Estado exclusivamente en función de los intereses de una clase privilegiada y formada en las mejores universidades privadas del país y del exterior para saquearlo y privatizar su operación. Al final, con un único objetivo: extender en el tiempo la concentración de la riqueza y de la tierra en pocas manos y evitar cumplir lo prescrito en la constitución de 1991 en materia de derechos.

Por devenir esas dos ideas o promesas electorales con ese carácter maximalista, a los opositores, detractores y enemigos del progresismo y de la izquierda les queda relativamente fácil consolidar la narrativa de que después de cuatro años del gobierno Petro, ni hubo cambio y mucho menos paz total. Eso sí, la facilidad para desnaturalizar esas dos importantes y valiosas búsquedas radican no tanto en errores políticos cometidos por el presidente Petro, sino en la mezquindad de los miembros del establecimiento colombiano que no están dispuestos a aceptar propuestas de cambio que los obliguen ética y moralmente a transformarse y liderar una revolución cultural que de todas maneras servirá de espejo en el cual podrán mirarse y reconocer su baja estatura moral y ética, así como la abyección con la que han dominado los asuntos públicos que nos interesan a todos.

El criticado y comentado aterrizaje de Armando Benedetti a la Casa de Nariño lo está aprovechando el uribismo y en general la derecha colombiana para descalificar una vez más la idea del cambio. Por haber sido uribista y santista, Benedetti es la más genuina imagen de esa Colombia que se resiste a cambiar. Parece una contradicción, pero no lo es por una sencilla razón: el mayor error del progresismo fue haberle vendido la idea del cambio con ese tono maximalista, a esa parte de la sociedad que es dueña de los medios de comunicación y que no desea cambiar, o que tiene dudas razonables alrededor de la pregunta para qué cambiar si así llevamos más de 200 años de República.

En reciente columna, Pascual Gaviria dice que a Benedetti “le gusta ayudar en las cosas importantes: “plata y votos”. De eso se tratan las campañas y el doctor sabe de reuniones y fiestas, de alianzas y negociaciones, de cocteles y tarimas”. Si leemos el regreso de Benedetti en clave electoral, Petro lo “reencaucha y protege” de la Corte Suprema de Justicia y de otras instancias que le tienen pisados los talones de tiempo atrás, porque el presidente está pensando en darle continuidad a su proyecto político para ver si en 8 años logra abrir la trocha de la revolución cultural que necesita Colombia para dejar de ser el país miserable y la sociedad premoderna, violenta y pacata que el uribismo consolidó en 20 años.

El editorial de El Espectador, titulado Con Benedetti, pierde estatura moral el Gobierno, el diario bogotano interpreta su llegada a la Casa de Nariño desde una perspectiva moral. Bajo ese prisma, dice que con el nombramiento del cuestionado exsenador “tal vez la Casa de Nariño espera ganar gobernabilidad, pero pierde estatura moral”. No creo tanto que Petro le esté apuntando a buscar la siempre gaseosa gobernabilidad. En cuanto a la “estatura moral”, quizás el presidente de la República entendió desde hace rato que al haber sido Benedetti uribista y santista ese asunto de la talla moral es lo de menos cuando de lo que se trata es de volver a derrotar al sector de poder más inmoral del país: el uribismo.



benedetti con uribe y santos - Búsqueda Imágenes

martes, 26 de noviembre de 2024

PETRO, VISAS DEL REINO UNIDO Y EL PRINCIPIO DE RECIPROCIDAD

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Más allá de las razones expuestas por el cuerpo diplomático del Reino Unido con las que se justificó la disposición de volver a exigir visa a los colombianos, dicha medida es hostil, antipática y arrogante.

Que unos cuantos colombianos hayan mentido en sus solicitudes de asilo no debió motivar la hostil decisión, en particular cuando no existe una amenaza a la seguridad del país por la llegada masiva de nacionales a ese territorio. Los connacionales que cometieron fraude para conseguir ese beneficio de protección deben ser procesados bajo las normas locales o por el contrario deportados a Colombia.

No se puede desconocer que internamente hay presiones sociales y políticas sobre el gobierno del Reino Unido para que frene la llegada de migrantes latinoamericanos. 

Al conocerse la nueva medida, de inmediato agentes de la derecha colombiana responsabilizaron al gobierno de Petro y a su equipo diplomático, por lo que consideraron como un “retroceso propio de un gobierno de izquierda”. Actores políticos del uribismo como Paloma Valencia y Vicky Dávila de Gnecco, entre otros, aprovecharon para lanzar pullas a la actual administración. Hablan de “retroceso” y evitan calificar la decisión como exagerada, fatua o enojosa porque Valencia y Dávila de Gnecco son aventajadas defensoras de las históricas relaciones de dominación entre el Norte opulento y un Sur pobre que, a pesar de todo, les provee recursos y productos que benefician las vidas resueltas de europeos y americanos.

El presidente Petro, en respuesta a la decisión del Reino Unido dijo en su cuenta de X que “bajo el principio de reciprocidad, el país también exigirá visas” a los ciudadanos irlandeses, ingleses, escoceses y galeses que viven en ese territorio que abriga cuatro nacionalidades. La casi inmediata respuesta del presidente Petro está cargada de dignidad y nacionalismo, cuestiones a las que el país no parece acostumbrado que sean exigidas por los jefes del Estado o siquiera mentarlas porque naturalizamos la subvaloración identitaria y los procesos de estigmatización que acompañan las exigencias de visados a los colombianos por parte del Reino Unido y los Estados Unidos, para nombrar tan solo dos destinos. A las autoridades de este último país la cancillería del actual gobierno progresista le solicitó formalmente estudiar la posibilidad del retiro del visado para los colombianos.

Ya deben estar los medios corporativos buscando a excancilleres y expertos en diplomacia para “analizar” la reacción presidencial. Como mínimo dirán que hubiese sido mejor que el anuncio no lo hubiera hecho el presidente Petro en su cuenta de X, sino a través de los canales diplomáticos establecidos. Y que hubiese sido preferible que dicha reacción fuera el fruto de una discusión amplia al interior de la Cancillería.

De cualquier manera, ojalá el anuncio de Petro no se quede en una bravuconada y que efectivamente se aplique el principio de reciprocidad, y que este se extienda a los americanos y a otras nacionalidades, en particular a los extranjeros hombres que vienen en planes de “turismo sexual”, lo que no es otra cosa que violar niñas y adolescentes colombianas. De la misma manera como las autoridades migratorias de esos y otros países miran con resquemores y sospechas las identidades y los perfiles de los colombianos que desean entrar, con esas mismas sospechas deben recibir los agentes de Migración Colombia a los puteros gringos y de otras nacionalidades que les encanta visitar a Medellín y Cartagena para violar menores de edad.

Que haya colombianos que se portan mal por fuera del país, que violan las normas de los países que visitan y que además participan de actividades ilegales, ello no puede justificar maltratos en aeropuertos y otros puntos de control migratorio. La ya exigencia de visados es una medida arrogante, antipática y grosera adoptada por países de un Norte opulento que presumen tener mejores procesos civilizatorios y de socialización ancorados a esa idea recreada del “primer mundo”, cuando en la actualidad y a lo largo de la historia quedó demostrado que en todas las latitudes hay vagos, ladrones, violadores, asesinos, drogadictos y políticos corruptos.




Petro dice que exigirá visa a los ciudadanos del Reino Unido - Búsqueda Imágenes

lunes, 25 de noviembre de 2024

BENEDETTI, PETRO Y LEALTADES IMPÚDICAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La política y el narcotráfico en Colombia son actividades en las que la lealtad es un valor exigido por todos los que participan de las redes de compromisos, complicidades y amistades que se generan en todas las transacciones que se derivan de esas dos actividades humanas. Se suman también la devoción y el agradecimiento entre quienes lideran las acciones y decisiones políticas y aquellos que cumplen los roles de gregarios, bien sea dentro de un proyecto o partido político o al interior de carteles y otras organizaciones criminales.

Por estar atado a la condición humana, la lealtad siempre se moverá pendularmente entre lo moral y lo inmoral, de allí que el carácter público de la política y la política misma se tornen impúdicas para la sociedad. Cada individuo, con toda su capacidad natural para actuar bajo condiciones inmorales depone su ética o la ajusta a esas condiciones que impone el colectivo, haciendo que la búsqueda del bien común se asuma como una utopía.

El caso colombiano resulta paradigmático en materia de inmoralidad y de una eticidad que histórica y culturalmente viene ajustándose a esas condiciones en las que tanto la impudicia como la lealtad son dos caras de una misma moneda. El nombramiento de Armando Benedetti como asesor del presidente Petro se puede leer a la luz de la anterior disquisición en la medida en que de esa relación política entre el presidente de la República y Benedetti afloran la devoción, el agradecimiento, la complicidad y la amistad, esto es, lealtades que ya son juzgadas como grotescas y obscenas por los detractores de la izquierda, por específicos agentes de la derecha que también en el pasado consolidaron el mismo tipo de lealtades e incluso por quienes dentro del mismo progresismo creen aún en el cambio en las maneras de hacer política, lo que no es otra cosa que el abandono de ese tipo de relaciones.  

Benedetti está investigado por presunta compra de votos y tiene otros procesos abiertos en la Corte Suprema de Justicia. Como político es una veleta ideológica:  fue uribista, santista y ahora petrista. Y muy seguramente mañana será “vickycista”. Esos giros ideológicos y políticos le permitieron en el tiempo consolidar amistades y lealtades en las que el silencio se convirtió siempre en un factor transaccional. Aunque no ha sido condenado, su imagen negativa acrecienta el rechazo social y político de su nombramiento. Además, siendo embajador ante la FAO fue denunciado por su propia esposa por violencia machista, proceso que sigue abierto tanto en España, como dentro de la Cancillería colombiana, entidad que está en mora de informar el resultado de la investigación disciplinaria que le abrió al entonces embajador. Y justo en el día internacional contra la violencia hacia las mujeres lo nombran asesor del presidente. 

Frente a todo lo anterior, en un país de borrachos y viciosos de clase alta su adicción al alcohol y a las drogas queda reducida a un problema menor por tratarse de una dependencia en la que cualquier ser humano puede caer. El asunto problemático está atado a la relación con Gustavo Petro, líder político que prometió un cambio en las costumbres políticas y que ha querido empoderar a las mujeres y por esa vía erosionar el sistema patriarcal vigente en Colombia. Dice el periodista Félix de Bedout que “Benedetti sabe más que Pegasus”, en alusión al escándalo aquel de la financiación de la campaña Petro presidente en el que el exsenador “dejó salir medias verdades de lo ocurrido con la entrada de dineros de dudosa procedencia”, en una señal clara de que lo que estaba exigiendo en ese momento era condiciones para conservar su lealtad hacia el presidente de la República.



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domingo, 24 de noviembre de 2024

PETRO EL PROVOCADOR

 

Por Germán Ayala Osorio

Definitivamente el presidente Gustavo Petro es un polemista profesional. Desde su cuenta de X se cruzó duros mensajes con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, a quien calificó de genocida; también con el presidente de la Argentina, Javier Milei, a quien tildó de fascista. En el plano local, las confrontaciones y rifirrafes con políticos y periodistas que le hacen oposición están a la orden del día.

Así como el presidente de la República defiende a dentelladas sus ideas políticas, hace lo mismo con sus leales servidores y amigos. Su reciente defensa del padre Francisco de Roux es una prueba de su admiración y respeto por el sacerdote, señalado de encubrir prácticas de pederastia perpetradas por el cura Darío Chavarriaga, quien le habría confesado a de Roux que había violado menores de edad por allá en los años 70, de acuerdo con la versión del periodista Daniel Coronell. Los delitos por los que la Fiscalía investiga al padre Francisco de Roux son favorecimiento y omisión de denuncia. Huelga recordar que el defendido de Petro le dio trámite a los hechos confesados por Chavarriaga dentro de los protocolos y caminos del derecho canónico.

La polémica que despertó el jefe del Estado se explica por la notoria sensibilidad social y política que despierta de tiempo atrás la pederastia, debido a las constantes denuncias contra miembros de la iglesia católica comprometidos en la comisión de este delito. Petro, en su cuenta de X, escribió: “Debo decir que lo que siento del padre Francisco de Roux es que es un hombre íntegro al que con agrado condecoraría por su labor de vida al lado de los humildes de Colombia”. Por supuesto que no se hicieron esperar las reacciones de las ciento de miles de víctimas de curas pederastas en el país. Sienten que el presidente las está revictimizando al salir en defensa del padre de Roux, por no haber denunciado en la justicia ordinaria los hechos que conoció de primera mano.

Está bien que Petro defienda al cura de Roux, pero al decir que con “agrado lo condecoraría” resulta una clara provocación que es aprovechada de inmediato por sus detractores, enemigos y críticos. En ese punto el presidente se equivoca en grado sumo, al tiempo que confirma su perfil provocador.

No es posible negar que en buena medida el carácter confrontacional, alborotador y provocador del presidente Petro es el elemento que usan sus opositores para descalificarlo, haciéndole creer al país que jamás hubo en la Casa de Nariño un jefe del Estado con esa personalidad, asumida como “atípica y nociva”. Olvidan que Álvaro Uribe Vélez durante sus ochos años de administración actuó de manera similar, pero con efectos diametralmente distintos a los que dejan las "provocaciones" de Petro. Uribe confrontó de manera violenta, pendenciera, belicosa, agresiva, camorrera y estigmatizante a periodistas y defensores de los derechos humanos y de la naturaleza. Por supuesto que entre esas dos personalidades, uno pendenciero y el otro provocador, existen  diferencias de fondo: la primera, que en los tiempos de Uribe la prensa se hincó ante su poder intimidante, lo que hizo que su carácter belicoso pasara a un segundo plano o se validara; en los de Petro, esa misma prensa funge como una rabiosa opositora a todo lo que diga y haga el presidente de la República. Y la segunda, que de los rifirrafes con Petro no se derivan persecuciones y chuzadas y mucho menos que los periodistas con los que ha discutido en la red X deban salir a pedirle medidas cautelares a la CIDH como sucedió con Holman Morris, calificado por Uribe "amigo del terrorismo". 

Lo más probable es que el caso del padre Francisco de Roux se cierre rápidamente. Eso sí, sus detractores lograron afectar en algo su imagen de hombre de paz y misericordioso. Y Petro, por salir en su defensa, de la manera como lo hizo, terminó dándole “papaya” a los medios y periodistas que en silencio cómplice celebran lo que gritan en estadios y movilizaciones: ¡Fuera Petro!

Los siguientes titulares confirman que la prensa uribizada jamás aceptará que alguien diferente a Uribe, pueda, desde la Casa de Nariño, defender sus ideas, amigos, ministros, obra de gobierno y mucho menos expresar admiración por personajes como el padre de Roux, visto con ojeriza por los sectores societales que rechazaron su trabajo al frente de la Comisión de la Verdad.

RCN radio, por ejemplo, tituló: <<Petro asegura que "condecoraría" a padre Francisco de Roux, a pesar de denuncias de encubrimiento>>. El Tiempo, otro medio anti-Petro, hizo lo propio en estos términos: <<Presidente Petro sale en defensa del padre Francisco de Roux ante nuevas revelaciones sobre caso del cura Darío Chavarriaga, señalado de violencia sexual>>.

Adenda: una curiosidad lingüística. Pederastia, Pedófilos, Pendencieros, Presidente, Periodistas, Papaya, “Pelaos”, Patrón, Probidad, Perjudicar, Prestigio, Peleador, Proteger, Prestidigitador, Paramilitares y Provocar se escriben con P de Petro. 



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PERIODISMO Y EL USO DEL VOCABLO PRESUNTO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El uso de los términos “polémico empresario” y “presunto” en el discurso periodístico-noticioso para referirse a delincuentes de cuello blanco y a toda suerte de criminales y corruptos sin linaje, bien puede obedecer a simpatías ideológicas con los procesados, sindicados o acusados. O quizás puede obedecer a una estrategia jurídica de las empresas mediáticas para cuidarse de demandas o solicitudes de retractación directa de parte de los involucrados o también puede entenderse como un acto de responsabilidad social frente a quienes, por cuenta de las autoridades, llámese policía o fiscalía, entre otras, terminan señalados de delitos que jamás cometieron. Procesos estos que terminan legitimados por la prensa que suele exponer al escarnio público a los señalados o sindicados de delitos infundados.

Eso sí, en ocasiones los editores exageran en el uso del vocablo, pues a pesar de que el sindicado o procesado acepta los cargos que le fueron imputados, se continúa hablando de la “presunta” responsabilidad o culpabilidad. Una vez el sospechoso acepta la comisión del delito, no se trata de un supuesto, o de una conjetura periodística.  Hay un hecho probado sobre la base de que ya el individuo aceptó la responsabilidad, se allanó a los cargos o le fue aceptado un acuerdo con la Fiscalía.

El caso del expresidente Álvaro Uribe resulta paradigmático en lo que tiene que ver con el uso particular del vocablo “presunto”. Veamos algunas diferencias en los tratamientos periodísticos que varios medios hicieron y que hacen pensar en que algunos de estos, por decisión editorial, optan por seguir cuidando la imagen, aunque ya maltrecha, del poderoso político antioqueño. En el portal Infobae se lee lo siguiente: “En la tarde del 23 de mayo de 2023, la jueza Laura Estella Barrera decidió continuar con el juicio en contra del expresidente Álvaro Uribe por el delito de soborno”.

En la página web de La W se puede leer lo siguiente: “La juez 44 Penal del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá, Sandra Heredia, terminó el decreto probatorio de las evidencias que serán presentadas en el juicio contra el exsenador Álvaro Uribe Vélez, por presunta manipulación de testigos”.

Entre tanto, El Universal registró así el hecho jurídico-político: “la jueza 44 de conocimiento de Bogotá, durante la audiencia que se realizó este miércoles 20 de noviembre de 2024, decidió avalar como prueba técnica las interceptaciones telefónicas ordenadas por la Corte Suprema de Justicia en 2018, en las que se registraron conversaciones entre el expresidente Álvaro Uribe Vélez y el abogado Diego Cadena. Esta decisión llega en medio del juicio que se lleva a cabo contra Uribe, quien es acusado por manipulación y presión a testigos”.

RCN, casa periodística afecta al expresidente y hoy acusado, registra de esta manera la decisión de la operadora judicial: “La juez 44 Penal del Circuito con Función de Conocimiento, encargada del caso del expresidente Uribe, definió las pruebas que serán tenidas en cuenta durante el juicio contra el exmandatario por supuesto soborno a testigos y fraude procesal”.

El diario EL PAÍS de Cali, en manos hoy del clan Gilinski expuso en la bajada de la nota periodística del 20 de noviembre que “el proceso judicial que enfrenta el expresidente, acusado de fraude procesal y soborno a testigos, avanzó este 20 de noviembre”.

El diario bogotano El Espectador dijo el 22 de noviembre que “durante la audiencia preparatoria del pasado 20 de noviembre en el caso en contra de Álvaro Uribe Vélez por presunto soborno a testigos y fraude procesal, la juez 44 Penal del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá, Sandra Liliana Heredia, definió la lista de los nuevos testigos que declararán en el juicio en contra del expresidente de Colombia”.

Por aquello de la presunción de inocencia y hasta que la jueza que lleva el juicio contra Uribe no falle en derecho, las empresas mediáticas afectas al Señor Acusado o al Gran Acusado seguirán hablando de su presunta responsabilidad a pesar de que el material probatorio conocido públicamente indicaría otra cosa.

BAJÓ LA NATALIDAD EN COLOMBIA POR “CULPA DE PETRO”

  Por Germán Ayala Osorio   Los periodistas uribizados, Luis Carlos Vélez y Juan Lozano culparon al presidente Petro de la disminución e...