Por Germán Ayala Osorio
Ventilar en alocuciones el sistemático manejo fraudulento de los recursos de la salud aleja a Gustavo Petro de la cofradía que de forma natural aparece entre los presidentes de la República que suelen cuidar la imagen del régimen de poder, lo que no es otra cosa que mantener ocultas las finas relaciones políticas que se tejen para garantizar la captura mafiosa de los recursos del Estado para el aprovechamiento de la élite cuyos intereses saben muy bien representar, mantener y extender en el tiempo los jefes de Estado.
Como presidente de la República, Petro toma temprana distancia del club de expresidentes que a pesar de contar con información privilegiada sobre cómo operan las disímiles mafias que manejan el Estado y sus recursos, jamás durante su ejercicio como mandatarios se atrevieron a contarle al país que la corrupción público-privada es un mal endémico en la sociedad colombiana. No les convenía poner en evidencia el pérfido sistema social, político y económico pues gracias a este alcanzaron el objetivo de "gobernar" a Colombia.
Al ser simples instrumentos del tenebroso Establecimiento, los presidentes en Colombia están obligados a guardar silencio y a ser cómplices de la enquistada corrupción público-privada. Para el caso de la salud, Petro rompió ese naturalizado pacto de caballeros -cacorraje nacional, diría Carolina Sanín- para exponer a los miembros de las juntas directivas de las EPS que, de acuerdo con lo denunciado por el presidente, se hicieron los de las gafas frente a la criminal y oprobiosa desviación de los recursos económicos girados al interior de un sistema de salud creado para garantizar el fraude y el enriquecimiento de agentes privados que encontraron en la Ley 100 del 93 el camino expedito para robar billonarios recursos y financiar campañas presidenciales y congresionales para mantener muy bien engrasado el sistema de corrupción.
El sistema de aseguramiento en salud en Colombia funcionó como una rueda de la fortuna para los agentes privados a los que jamás les interesó cuidar la salud de los pacientes, mientras que para los usuarios se convirtió en un karma y en suplicio que terminó en el agravamiento de enfermedades y en la muerte de cientos de miles por el tardío agenciamiento de citas y procedimientos quirúrgicos.
Hace bien el presidente Petro en denunciar en sus alocuciones lo que viene sucediendo con el perverso sistema de salud colombiano. Le corresponde a la Fiscalía, Contraloría y Procuraduría avanzar en sus investigaciones para dar con los responsables del desangre económico de las EPS (Empresas Para Saquear). Claro que no se puede esperar mucho de dichas entidades, permeadas por el clientelismo y la corrupción.
Ya veremos en el 2026 cuán efectivas resultaron la más reciente alocución y las anteriores en las que Petro expuso a los responsables de la naturalización de la corrupción al interior del sistema de salud. Se da por descontado que la prensa hegemónica guardará silencio frente a lo expuesto por el presidente de la República. La historia dirá que Petro "traicionó" el pacto que todos los presidentes firman una vez inician su mandato y que se extiende a la condición de expresidentes. “Las EPS seguirán quebrándose. No las voy a salvar” es la prueba de esa "traición". Otro motivo más para que la élite tradicional lo odie por haberse negado a mantener oculto esos vergonzantes "pecados".
Adenda: habrá cientos de pacientes víctimas de las EPS que seguirán creyendo el relato periodístico que indica que el sistema de salud colapsó por culpa de Petro. Esa misma narrativa señala que en gobiernos pasados jamás se instauraron tutelas contra las EPS y mucho menos hubo protestas y largas colas para reclamar medicamentos.
Nota: en una anterior alocución el presidente había denunciado la corrupción en las EPS: véase este video:
https://www.youtube.com/watch?v=LlNK_wPwkXA
No hay comentarios:
Publicar un comentario