Por Germán Ayala Osorio
Después de que el presidente Petro participara de un mitin a favor de la causa palestina e instara a los soldados gringos a desobedecer a Trump, el Departamento de Estado de los Estados Unidos le revocó la visa al mandatario de los colombianos.
La embajada americana en Bogotá informó a través de su cuenta de X que "hoy, el presidente colombiano @petrogustavo se paró en una calle de Nueva York e instó a los soldados estadounidenses a desobedecer órdenes e incitar a la violencia. Le revocaremos la visa a Petro por sus acciones imprudentes e incendiarias".
Se trata de una decisión política que la prensa colombiana afecta a los intereses del país del norte y proclive a hincarse ante la figura del Tío Sam, de inmediato la asume como una especie de grave sanción moral con la que ponen a Petro en el mismo nivel de inmoralidad en el que pusieron al entonces presidente Ernesto Samper Pizano cuando le revocaron la visa por el Proceso 8.000. En ese entonces, Samper apeló a su fino humor cachaco y les dijo: "no necesito visa para venir a Chaparral (Tolima)". ¿Con qué saldrá Petro? El Espectador recogió la respuesta dada por el presidente de la República después de conocerse la decisión de las autoridades migratorias de los Estados Unidos: “No la necesito para ir a Ibagué”: los pasos que llevaron a EE.UU. a retirar visa de Petro.
Daniel Quintero, precandidato por el Pacto Histórico dijo en su cuenta de X que es "mejor la vida que una visa". Entre tanto, la uribista y pro gringa periodista y precandidata presidencial Vicky Dávila espetó "que Estados Unidos le canceló la visa a Petro. Con toda la razón. No sé qué haría este Gobierno si el presidente Donald Trump viniera a Colombia a decirles a las Fuerzas Armadas que no obedezcan a Petro. Abusivo, atrevido. Lo hizo a propósito, irresponsable. Qué vergüenza internacional. Petro recorriendo el camino de Samper. Yo apoyo decisión de Estados Unidos, Petro NO nos representa a los colombianos".
La reacción de Dávila se explica porque ella, al igual que otros políticos y periodistas colombianos asumen la visa americana como un símbolo de reconocimiento social y político, esto es, una suerte de privilegio de clase que exalta las cualidades humanas de aquellos que pueden ir a visitar a Mickey Mouse.
Entre tanto, Armando Benedetti, fiel escudero de Petro reaccionó así a la decisión del gobierno de Trump: "Al único que tenían que quitarle la visa era a Netanyahu y ya por unanimidad se la quitó la ONU hoy como ciudadano indigno del mundo. Pero como el imperio lo protege, la coge con el único presidente que fue capaz de decirle la verdad en su cara".
Elegir a un presidente que sí tenga visa gringa o que la merezca se convierte a partir de este momento en un asunto político-electoral en la campaña de 2026. "Recuperar las relaciones con USA" será el estribillo con el que la derecha colombiana insistirá en naturalizar la indignidad en las sempiternas relaciones entre la Casa de Nariño y la Casa Blanca. Y por esa vía aplaudir la innoble, deshonrosa, abyecta, felona y ultrajante postura pro gringa y pro israelí del uribismo.
Lo cierto es que Petro sí se excedió en el momento en que exhortó a los soldados gringos a desconocer la autoridad de Trump. La diatriba en contra de Europa, la ONU, Israel y los propios Estados Unidos se entiende y se aplaude porque se dio en el marco de la Asamblea del organismo multilateral, pero al participar del mitin en pleno Manhattan constituye una innecesaria provocación que termina por favorecer a la derecha uribizada que lleva años mirando de rodillas hacia el norte para naturalizar la injerencia de los gringos en los asuntos internos de Colombia.
No se puede desconocer que Petro tiene ya ganado un lugar en el mundo como un vocero y líder de asuntos como el cambio climático y la transición energética, así como en temas como la defensa de los derechos humanos de los migrantes y por supuesto la generalizada oposición al genocidio en Gaza. Pero el presidente colombiano traspasó unas líneas rojas que su propia condición de jefe del Estado le trazó para su ejercicio político por fuera de Colombia. El papel de agitador callejero no es compatible con la condición de líder mundial.
Imagen tomada de El Espectador.com
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