sábado, 30 de noviembre de 2024

NO DEJES DE MIRARME: PELÍCULA Y ESPEJO PARA COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

No dejes de mirarme es una película en la que confluyen de manera acertada elementos como la supremacía étnica en los tiempos del nazismo alemán y la pintura como “arma” política e ideológica capaz de develar secretos de las prácticas propias de la biopolítica con las que Hitler y sus agentes médicos pretendieron mantener la “pureza aria”. De igual manera, el lienzo y los bocetos tienen la facultad de provocar epifanías como la que le permitió al joven Kurt Barnert reencontrarse con su pasado y con su tía víctima del sistema disciplinar que se abría camino con el hospital psiquiátrico para todos aquellos que no “encajaran” en la “ejemplar” sociedad alemana.  

El Dr. Seeband, médico nazi sobre quien pesan abortos y asesinatos de ciudadanos considerados como “inservibles”, está atado a la niñez del joven pintor que sirvió a los intereses socialistas de la Alemania democrática, para luego huir y disfrutar del reconocimiento social y económico propio del capitalismo. Al hacer uso de esa tecnología del poder y al estar convencido de la necesidad de conservar la pureza de su sangre aria, el reconocido ginecólogo le provoca un legrado a su propia hija, que esperaba un hijo de Kurt, pintor visto como “impuro” y por lo tanto fuente de vergüenza para la familia.

El filme en mención es una hermosa e inquietante pieza audiovisual que bien puede servir para explicar esos viajes de superioridad moral y étnica en la que se embarcaron los alemanes que creyeron a pie juntillas en el proyecto universal-civilizatorio que emprendió Adolf Hitler a partir de los años 30 del siglo XX; viajes de superioridad moral vigentes hoy en el mundo y en esta Colombia mestiza, negra, campesina e indígena, que hacen pensar en la permanencia de una de las tantas taras civilizatorias de la sociedad humana, de la aviesa condición humana y en particular de la colombiana que se avergüenza de su mestizaje.

Así como los nazis apelaron a la biopolítica para convertir la vida en asuntos de gobierno (Esposito, R. 2005), agentes de la élite colombiana y otros que de manera advenediza se sumaron al rechazo a esa mezcla de sangre indígena, negra y española de la que venimos, siguen usando el lenguaje como arma con la que sucesivos gobiernos subvaloraron la vida de indígenas, negros y campesinos, así como la de millones de pobres y población desplazada. Eliminar al Otro apelando al lenguaje es una forma de biopoder en la medida en que la “muerte” no necesariamente se expresa a través de la desaparición física del cuerpo, sino del asesinato moral, étnico-cultural-identitario de aquellos vistos como indeseables o quizás como en la Alemania nazi, como “inservibles y costosos” para el erario.

No podemos olvidar cuando el fatuo presidente Iván Duque exhortó a los indígenas del Cauca a que se devolvieran a sus resguardos, en rechazo a su presencia en Cali y Bogotá en los tiempos del estallido social. O cuando un titular del noticiero Caracol daba cuenta del enfrentamiento entre “ciudadanos e indígenas”. Cómo olvidar la propuesta de la senadora Paloma Valencia de dividir el departamento del Cauca entre indígenas y mestizos. Sin duda alguna, su pasado feudal, su superioridad moral y de clase le permitieron lanzar su arbitraria propuesta.

El desprecio por la vida de los “impuros, indeseables e inservibles” en la Alemania nazi también hace presencia en Colombia. Los feminicidios de niñas pobres, mestizas e indígenas como Yuliana Samboní cometidos por hombres “blancos y ricos” parecen ser extrapolaciones de la superioridad racial del médico Seeband. O la manera despectiva con la que el General Mario Montoya Uribe se refirió a los soldados que asesinaron civiles (falsos positivos) para que luego el Ejército los presentara como “guerrilleros muertos en combate”. “La verdad es que los soldados que prestaban servicio militar eran de estrato 1 y 2, pues 'esos muchachos ni siquiera sabían cómo coger cubiertos ni cómo ir al baño', eran ignorantes que no tenían valores, que no entendieron la diferencia entre resultados y bajas, y por eso cometieron estos hechos”. Y siguiendo en esa misma línea de desprecio de la vida de los humildes, cómo olvidar lo dicho por el entonces presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, en referencia a los mismos muchachos víctimas de los “falsos positivos”: “esos muchachos no estarían recogiendo café”. Uribe Vélez sí que supo convertir la vida de los más pobres en un asunto de gobierno, desde la mirada de Esposito.

No dejes de mirarme también es un espejo en el que cada uno de nosotros deberíamos de mirarnos con la firme intención de revisar nuestra historia personal, sin abandonar que ésta siempre estará atada a ejercicios del poder. 


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viernes, 29 de noviembre de 2024

CORRUPCIÓN EN LA UNGRD Y EL SUEÑO DE LA PRENSA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El caso de corrupción en la UNGRD (Unidad de Gestión del Riesgo) es ya una mancha con la que deberá lidiar el progresismo y la izquierda en las elecciones de 2026. Mientras llega ese momento, la prensa hegemónica le está apostando, a través del periodismo de declaraciones y filtraciones de apartes de piezas procesales, convertir los hechos punibles que involucran a congresistas, exfuncionarios de esa entidad, altos consejeros del gobierno y ministros, en una especie de “nuevo” proceso 8.000 que permita invalidar ética y políticamente al presidente Gustavo Petro.

El cubrimiento periodístico que vienen haciendo las empresas mediáticas está en función de presionar a los involucrados en los actos de corrupción para que se atrevan a decir que “el presidente Petro sí sabía”. Recientemente el periodista Juan Diego Alvira, de la W sin carreta, intentó llevar a Sandra Ortiz, exconsejera presidencial para las regiones, a que dijera lo que él supone que sucedió. Es decir, Alvira ya prejuzgó y solo quería que Ortiz validara su hipótesis. Esto dijo el periodista: “¿nunca hubo una directriz (del presidente) en ese sentido, es decir, hay que comprar votos?”. La respuesta de la exfuncionaria y militante de la Alianza Verde fue contundente: “jamás el presidente haría eso, es un hombre correcto, honesto”.

Es decir, Alvira y otros colegas buscan reeditar lo sucedido con Fernando Botero, ministro de Defensa en el gobierno de Ernesto Samper Pizano, quien en una entrevista en televisión y en horario estelar confesó que el entonces presidente sí sabía de la entrada de los dineros del cartel de Cali a la campaña presidencial.

Hace unas horas, Noticias Caracol publicó apartes de las declaraciones que dio María Alejandra Benavides, exasesora y mano derecha del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, entrañable amigo del presidente Petro. En la misma nota se alude al exministro Luis Fernando Velasco.

De acuerdo con la versión filtrada, el ministro de Hacienda siempre estuvo al tanto de la entrega de millonarios contratos a congresistas y de los 3.000 millones de pesos que, de acuerdo con lo publicado por la prensa, recibieron Iván Name y Andrés Calle, presidente del Senado y la Cámara de Representantes, respectivamente.  La finalidad del gobierno era que Name y Calle, entre otros congresistas apoyaran las reformas presentadas por el gobierno al legislativo para que fueran debatidas y aprobadas.

El cubrimiento periodístico del caso de corrupción al interior de la UNGRD (o Unidad de Gestión del Riesgo) tiene parecidos con las maneras con las que los medios masivos cubrieron el proceso 8.000. El manual es el mismo: filtrar a cuentagotas declaraciones a la Fiscalía, buscar entrevistas en horario prime time con los exfuncionarios o funcionarios más cercanos al presidente de la República como Ricardo Bonilla y conectar los hechos punibles con la Casa de Nariño, para que las audiencias se pregunten cómo es posible que el presidente Petro no se diera cuenta de lo que estaban haciendo sus ministros con los recursos de la Unidad de Gestión del Riesgo.

Ya veremos en qué queda este espinoso caso de corrupción que sin duda alguna afectó y afecta aún la legitimidad del gobierno del cambio. Lo que sí es claro es que los periodistas y políticos de la derecha están cruzando los dedos y quizás estén soñando despiertos con ese momento en el que, al caer Bonilla y Velasco en manos de la justicia, uno de los dos o los dos, haga lo que hizo en su momento Fernando Botero: reconocer al aire que presidente sí sabía.

 



juan diego alvira y sandra ortiz - Búsqueda

 

CARACOL NOTICIAS, INVAMER Y EL CENTRO POLÍTICO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El canal Caracol y su noticiero Noticias Caracol le pagaron a la firma Invamer para que hiciera una encuesta que midiera las “preferencias” políticas de los encuestados a dos años de las próximas elecciones presidenciales en Colombia. Dentro del ramillete preseleccionado por Invamer y Caracol estaban el eterno candidato de la ultraderecha, el antipático y violento Germán Vargas Lleras, líder natural de uno de los partidos con más políticos procesados por corrupción: Cambio Radical. La “periodista-periodista”, Vicky Dávila, ficha de los clanes Gnecco y Gilinski, quien aspira a gobernar a Colombia con la lógica moralizante con la que ejerció el periodismo; la exalcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien se vende como de centro, pero su nicho natural es la derecha. No se descarta que termine aliada con el uribismo, en caso de que pase a una segunda vuelta.

En el listado también aparecen María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Miguel Uribe Turbay, obedientes “hijos” del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez, que repiten como loros seguridad, seguridad y seguridad; y finalmente, Sergio Fajardo, uribista enclosetado y papeleta del GEA, es un político antioqueño que tiene mucho que explicar de los problemas técnicos que enfrentó en su momento la construcción  de la represa de hidroituango y aquel asunto de “donBernabilidad” cuando fungió como alcalde de Medellín en los tiempos en los que mandaba la Oficina de Envigado. En la señalada encuesta, Fajardo apareció punteando.

Lo primero que hay que advertir es que Noticias Caracol es un actor político que defiende los intereses del capitalismo y en particular las prácticas económicas, sociales y políticas asociadas al neoliberalismo. Es un agente del establecimiento colombiano, circunstancia que obliga a sus audiencias a tomar con pinzas todo lo que informan, pero sobre todo, lo que dejan de decir y lo que ocultan.

Nada de raro sería que Caracol Noticias, en medio del crispado ambiente político-electoral en el país y los enfrentamientos ideológicos entre la izquierda y la derecha, con este tipo de encuestas le esté apostando a posicionar el “centro político” como alternativa a la problemática dualidad petrismo-uribismo. Quizás estén pensando en que con figuras como Claudia López y Sergio Fajardo, lo puedan lograr. Eso sí, deberán hacer ingentes esfuerzos por borrar de la memoria política y social del país que Fajardo y López no son otra cosa que figuras que se sienten más cómodas haciéndole el juego a la derecha, que asumiendo posturas cercanas al progresismo.

Desde ese lugar de enunciación, el ejercicio informativo de Noticias Caracol apunta a que las audiencias de manera temprana vayan tomando partido, pero sobre todo que se vayan subiendo al “bus ganador”. Es decir, Caracol Noticias busca darle vida a lo que Elizabeth Von Neumann llamó la Espiral del Silencio, que no es otra cosa que el miedo de la gente a ser rechazada al exponer sus preferencias por candidatos que no van punteando en las encuestas o aquellos sobre los cuales ya la prensa hegemónica impuso lecturas negativas.   

Al hacerle oposición política al actual gobierno, las encuestas contratadas por Noticias Caracol arrastran una carga ideológica y política que no pueden ocultar con  mediciones de opinión aparentemente “asépticas”, cuando es claro que también devienen cargadas de emociones y lecturas ideologizadas.

Las encuestas y sondeos que las firmas demoscópicas hacen y que les publican sus socios los medios informativos hegemónicos van consolidando una opinión pública que arrastra varios problemas: 1. Se trata de meras y ligeras opiniones, cargadas de emociones y fruto de lecturas ideológicas. Al final, las firmas encuestadoras, como Invamer, lo que hacen es quitarle ese ropaje ideologizado y emocional, para hacerlas pasar como opiniones limpias, conseguidas en condiciones de “asepsia política”, cuando desde la misma selección de los precandidatos o candidatos ya hay una valoración que contamina el ejercicio.

2. Al obedecer a intereses de las empresas mediáticas que las mandan a hacer, los resultados de los sondeos y de las encuestas estarán siempre a la medida de las intenciones y lecturas políticas que hacen los editores e incluso, las que hacen los gerentes, siguiendo órdenes de los dueños.

Al final, todas las empresas demoscópicas terminan por generar estados de opinión pública ahistóricos, sin memoria y sostenidos en meras emociones, fruto de lecturas maniqueas no soportadas en análisis sistémicos. Por ser socios de los medios masivos, las firmas encuestadoras se aprovechan de los amañados tratamientos periodísticos realizados por las empresas mediáticas antes, durante y después de las encuestas.  




 invamer y la encuesta de ayer - Búsqueda

jueves, 28 de noviembre de 2024

MIGUEL POLO POLO: AHÍ TIENE SU HIJUEPUTA LISTA DE LOS FALSOS POSITIVOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Después del acto de bellaquería que protagonizó contra los familiares de los jóvenes asesinados por el Ejército nacional el insustancial Representante a la Cámara, Miguel Polo Polo, el presidente de la JEP, Alejandro Ramelli leyó uno a uno los nombres de los 1934 muchachos “fusilados” por agentes estatales, casos que se conocen como los “falsos positivos”.  “La pregunta no es la cifra, eso es una pregunta inmoral”, señaló el jurista y cabeza visible de ese Tribunal de Paz. Una vez terminen las investigaciones, ese tribunal de justicia transicional entregará el resto de las identidades, hasta completar las 6402. 

Huelga recordar que el señalado congresista recogió y botó a la basura las botas que representaban a los muchachos asesinados por el Ejército, a los que se las pusieron al revés. Además, Polo Polo exigió que a las adoloridas madres presentes en el Congreso y a los senadores y representantes que repudiaron su agraviante acto que le mostraran la lista de los jóvenes asesinados, identificados cada uno con su número de cédula. Hoy 28 de noviembre, más de ocho días después, la JEP le entregó la lista al país y de manera indirecta al insignificante e ignaro político uribista. 

El calificativo de inmoral que usa Ramelli debe extenderse y aplicarse para nombrar a quienes insisten a asumir posturas negacionistas para desconocer la desviación misional que sufrió el Ejército nacional durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez y los impúdicos resultados obtenidos: 6402 civiles asesinados de manera cobarde, ilegal y cruel.

Junto a ese homúnculo que ostenta la credencial de congresista, la ladina senadora María Fernanda Cabal se viene mofando también de las madres de Soacha y de otras cuyos hijos fueron ultimados por militares que, cumpliendo directrices emanadas de la política de defensa y seguridad democrática (2002-2010), los vistieron de guerrilleros, asesinaron y presentaron como “bajas en combate”. Durante esos ocho años de aplicación de la temida política de Seguridad Democrática la perfidia se convirtió en un valor castrense, defendido desde las huestes del uribismo.

El acto de desagravio organizado por la Justicia Especial para la Paz (JEP) es, en sí mismo, un episodio y un ejercicio de memoria histórica con el que se prueba la veracidad de los hechos criminales perpetrados por “héroes de la Patria” y se consolida la narrativa que indica que dentro de la derecha uribizada existen agentes políticos inmorales y crueles que, además de exhibir sin pudor alguno sus estultas actitudes negacionistas, se exponen como fieles seguidores de esa visión weberiana del Estado en la que se defiende a dentelladas la violencia legítima del Estado. La JEP de manera directa le envía al congresista Polo Polo este mensaje: ahí está su hijueputa lista de los falsos positivos.

Cabal y Polo Polo son negacionistas de los falsos positivos y de otras prácticas violatorias de los derechos humanos. Sus inmorales posturas las asumen porque están amparados, quizás sin saberlo, en aquella doctrina de Max Weber que esgrime que la violencia del Estado siempre devendrá legítima. Ya lo había hecho en su momento Paloma Valencia, otra agente del uribismo que cree a pie juntillas en que el Estado es la única estructura de poder que puede y debe violentarnos. Esto dijo a la revista Semana a propósito de los informes entregados por la Comisión de la Verdad: “En su narrativa, la Comisión de la Verdad equipara al Estado con los paramilitares y la guerrilla. Me parecen monstruosos los paramilitares y la guerrilla. El Estado, con total legitimidad, entregó la vida de muchísimos hombres y mujeres, por el bienestar de todos (...). Claro que el Estado cometió errores, pero no puede ser equiparado a la guerrilla y los paramilitares. Grupos ilegales jamás contaron con la legitimidad del Estado y sus fuerzas.

Estos tres agentes weberianos representan con honores a la derecha colombiana que defiende la inexistente legitimidad del Estado y por ese camino, las acciones ilegales de miembros de las fuerzas armadas que, a pesar del proceso de paz de La Habana, aún siguen plegados a la doctrina del enemigo interno, la misma que siguen extendiendo a todo lo que huela a progresismo y a izquierda.

 

Adenda: no sería raro que el hombrecillo del Polo Polo exija a la JEP los informes de balística y las fotografías de cada uno de los asesinados, con los orificios de entrada y de salida. De este tipo se puede esperar eso y mucho más. 



miguel polo polo y las botas de los falsos positivos - Búsqueda Imágenes

miércoles, 27 de noviembre de 2024

MAXIMALISMOS POLÍTICOS Y BAJA ESTATURA MORAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El cambio y la paz total son dos ideas y promesas con las que el Pacto Histórico y el entonces candidato presidencial Gustavo Petro Urrego lograron cautivar a millones de electores cercanos a la izquierda y al progresismo, pero también a cientos de ciudadanas y ciudadanos que, cansados de 20 años de uribismo consecutivos  y 30 de un voraz neoliberalismo, creyeron de verdad que era posible superar el clientelismo y la corrupción público-privada y por esa vía proscribir el ethos mafioso que entre 2002 y 2022 logró naturalizarse en Colombia hasta volverse paisaje.

El Todo Vale que dejó como legado el uribismo no se puede debilitar en cuatro años de gobierno. Esa parte del país que realmente comprende los daños que dejó esa manera de hacer las cosas y de conseguir los objetivos en los ámbitos privados y público sabe muy bien que se van a necesitar por lo menos 30 años para desterrar ese ethos mafioso que hoy guía la vida de empresarios, banqueros, medios de comunicación, periodistas, militares, policías, rectores de universidades privadas y públicas, profesores, médicos y taxistas, entre otros muchos más.

Así las cosas, el cambio y la paz total son ideas maximalistas que requieren de un pacto entre todos los agentes sociales, económicos y políticos de la sociedad civil con el fin de provocar una revolución cultural que lleve a Colombia y a su pueblo a un estadio civilizatorio en el que se proscriban todas las conductas y prácticas que confluyen en ese ethos mafioso que nos hace ver como una sociedad premoderna en la que se producen y reproducen la deshonestidad, disímiles maneras de violencia con las que se subvalora la vida y la operación de un Estado exclusivamente en función de los intereses de una clase privilegiada y formada en las mejores universidades privadas del país y del exterior para saquearlo y privatizar su operación. Al final, con un único objetivo: extender en el tiempo la concentración de la riqueza y de la tierra en pocas manos y evitar cumplir lo prescrito en la constitución de 1991 en materia de derechos.

Por devenir esas dos ideas o promesas electorales con ese carácter maximalista, a los opositores, detractores y enemigos del progresismo y de la izquierda les queda relativamente fácil consolidar la narrativa de que después de cuatro años del gobierno Petro, ni hubo cambio y mucho menos paz total. Eso sí, la facilidad para desnaturalizar esas dos importantes y valiosas búsquedas radican no tanto en errores políticos cometidos por el presidente Petro, sino en la mezquindad de los miembros del establecimiento colombiano que no están dispuestos a aceptar propuestas de cambio que los obliguen ética y moralmente a transformarse y liderar una revolución cultural que de todas maneras servirá de espejo en el cual podrán mirarse y reconocer su baja estatura moral y ética, así como la abyección con la que han dominado los asuntos públicos que nos interesan a todos.

El criticado y comentado aterrizaje de Armando Benedetti a la Casa de Nariño lo está aprovechando el uribismo y en general la derecha colombiana para descalificar una vez más la idea del cambio. Por haber sido uribista y santista, Benedetti es la más genuina imagen de esa Colombia que se resiste a cambiar. Parece una contradicción, pero no lo es por una sencilla razón: el mayor error del progresismo fue haberle vendido la idea del cambio con ese tono maximalista, a esa parte de la sociedad que es dueña de los medios de comunicación y que no desea cambiar, o que tiene dudas razonables alrededor de la pregunta para qué cambiar si así llevamos más de 200 años de República.

En reciente columna, Pascual Gaviria dice que a Benedetti “le gusta ayudar en las cosas importantes: “plata y votos”. De eso se tratan las campañas y el doctor sabe de reuniones y fiestas, de alianzas y negociaciones, de cocteles y tarimas”. Si leemos el regreso de Benedetti en clave electoral, Petro lo “reencaucha y protege” de la Corte Suprema de Justicia y de otras instancias que le tienen pisados los talones de tiempo atrás, porque el presidente está pensando en darle continuidad a su proyecto político para ver si en 8 años logra abrir la trocha de la revolución cultural que necesita Colombia para dejar de ser el país miserable y la sociedad premoderna, violenta y pacata que el uribismo consolidó en 20 años.

El editorial de El Espectador, titulado Con Benedetti, pierde estatura moral el Gobierno, el diario bogotano interpreta su llegada a la Casa de Nariño desde una perspectiva moral. Bajo ese prisma, dice que con el nombramiento del cuestionado exsenador “tal vez la Casa de Nariño espera ganar gobernabilidad, pero pierde estatura moral”. No creo tanto que Petro le esté apuntando a buscar la siempre gaseosa gobernabilidad. En cuanto a la “estatura moral”, quizás el presidente de la República entendió desde hace rato que al haber sido Benedetti uribista y santista ese asunto de la talla moral es lo de menos cuando de lo que se trata es de volver a derrotar al sector de poder más inmoral del país: el uribismo.



benedetti con uribe y santos - Búsqueda Imágenes

martes, 26 de noviembre de 2024

PETRO, VISAS DEL REINO UNIDO Y EL PRINCIPIO DE RECIPROCIDAD

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Más allá de las razones expuestas por el cuerpo diplomático del Reino Unido con las que se justificó la disposición de volver a exigir visa a los colombianos, dicha medida es hostil, antipática y arrogante.

Que unos cuantos colombianos hayan mentido en sus solicitudes de asilo no debió motivar la hostil decisión, en particular cuando no existe una amenaza a la seguridad del país por la llegada masiva de nacionales a ese territorio. Los connacionales que cometieron fraude para conseguir ese beneficio de protección deben ser procesados bajo las normas locales o por el contrario deportados a Colombia.

No se puede desconocer que internamente hay presiones sociales y políticas sobre el gobierno del Reino Unido para que frene la llegada de migrantes latinoamericanos. 

Al conocerse la nueva medida, de inmediato agentes de la derecha colombiana responsabilizaron al gobierno de Petro y a su equipo diplomático, por lo que consideraron como un “retroceso propio de un gobierno de izquierda”. Actores políticos del uribismo como Paloma Valencia y Vicky Dávila de Gnecco, entre otros, aprovecharon para lanzar pullas a la actual administración. Hablan de “retroceso” y evitan calificar la decisión como exagerada, fatua o enojosa porque Valencia y Dávila de Gnecco son aventajadas defensoras de las históricas relaciones de dominación entre el Norte opulento y un Sur pobre que, a pesar de todo, les provee recursos y productos que benefician las vidas resueltas de europeos y americanos.

El presidente Petro, en respuesta a la decisión del Reino Unido dijo en su cuenta de X que “bajo el principio de reciprocidad, el país también exigirá visas” a los ciudadanos irlandeses, ingleses, escoceses y galeses que viven en ese territorio que abriga cuatro nacionalidades. La casi inmediata respuesta del presidente Petro está cargada de dignidad y nacionalismo, cuestiones a las que el país no parece acostumbrado que sean exigidas por los jefes del Estado o siquiera mentarlas porque naturalizamos la subvaloración identitaria y los procesos de estigmatización que acompañan las exigencias de visados a los colombianos por parte del Reino Unido y los Estados Unidos, para nombrar tan solo dos destinos. A las autoridades de este último país la cancillería del actual gobierno progresista le solicitó formalmente estudiar la posibilidad del retiro del visado para los colombianos.

Ya deben estar los medios corporativos buscando a excancilleres y expertos en diplomacia para “analizar” la reacción presidencial. Como mínimo dirán que hubiese sido mejor que el anuncio no lo hubiera hecho el presidente Petro en su cuenta de X, sino a través de los canales diplomáticos establecidos. Y que hubiese sido preferible que dicha reacción fuera el fruto de una discusión amplia al interior de la Cancillería.

De cualquier manera, ojalá el anuncio de Petro no se quede en una bravuconada y que efectivamente se aplique el principio de reciprocidad, y que este se extienda a los americanos y a otras nacionalidades, en particular a los extranjeros hombres que vienen en planes de “turismo sexual”, lo que no es otra cosa que violar niñas y adolescentes colombianas. De la misma manera como las autoridades migratorias de esos y otros países miran con resquemores y sospechas las identidades y los perfiles de los colombianos que desean entrar, con esas mismas sospechas deben recibir los agentes de Migración Colombia a los puteros gringos y de otras nacionalidades que les encanta visitar a Medellín y Cartagena para violar menores de edad.

Que haya colombianos que se portan mal por fuera del país, que violan las normas de los países que visitan y que además participan de actividades ilegales, ello no puede justificar maltratos en aeropuertos y otros puntos de control migratorio. La ya exigencia de visados es una medida arrogante, antipática y grosera adoptada por países de un Norte opulento que presumen tener mejores procesos civilizatorios y de socialización ancorados a esa idea recreada del “primer mundo”, cuando en la actualidad y a lo largo de la historia quedó demostrado que en todas las latitudes hay vagos, ladrones, violadores, asesinos, drogadictos y políticos corruptos.




Petro dice que exigirá visa a los ciudadanos del Reino Unido - Búsqueda Imágenes

lunes, 25 de noviembre de 2024

BENEDETTI, PETRO Y LEALTADES IMPÚDICAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La política y el narcotráfico en Colombia son actividades en las que la lealtad es un valor exigido por todos los que participan de las redes de compromisos, complicidades y amistades que se generan en todas las transacciones que se derivan de esas dos actividades humanas. Se suman también la devoción y el agradecimiento entre quienes lideran las acciones y decisiones políticas y aquellos que cumplen los roles de gregarios, bien sea dentro de un proyecto o partido político o al interior de carteles y otras organizaciones criminales.

Por estar atado a la condición humana, la lealtad siempre se moverá pendularmente entre lo moral y lo inmoral, de allí que el carácter público de la política y la política misma se tornen impúdicas para la sociedad. Cada individuo, con toda su capacidad natural para actuar bajo condiciones inmorales depone su ética o la ajusta a esas condiciones que impone el colectivo, haciendo que la búsqueda del bien común se asuma como una utopía.

El caso colombiano resulta paradigmático en materia de inmoralidad y de una eticidad que histórica y culturalmente viene ajustándose a esas condiciones en las que tanto la impudicia como la lealtad son dos caras de una misma moneda. El nombramiento de Armando Benedetti como asesor del presidente Petro se puede leer a la luz de la anterior disquisición en la medida en que de esa relación política entre el presidente de la República y Benedetti afloran la devoción, el agradecimiento, la complicidad y la amistad, esto es, lealtades que ya son juzgadas como grotescas y obscenas por los detractores de la izquierda, por específicos agentes de la derecha que también en el pasado consolidaron el mismo tipo de lealtades e incluso por quienes dentro del mismo progresismo creen aún en el cambio en las maneras de hacer política, lo que no es otra cosa que el abandono de ese tipo de relaciones.  

Benedetti está investigado por presunta compra de votos y tiene otros procesos abiertos en la Corte Suprema de Justicia. Como político es una veleta ideológica:  fue uribista, santista y ahora petrista. Y muy seguramente mañana será “vickycista”. Esos giros ideológicos y políticos le permitieron en el tiempo consolidar amistades y lealtades en las que el silencio se convirtió siempre en un factor transaccional. Aunque no ha sido condenado, su imagen negativa acrecienta el rechazo social y político de su nombramiento. Además, siendo embajador ante la FAO fue denunciado por su propia esposa por violencia machista, proceso que sigue abierto tanto en España, como dentro de la Cancillería colombiana, entidad que está en mora de informar el resultado de la investigación disciplinaria que le abrió al entonces embajador. Y justo en el día internacional contra la violencia hacia las mujeres lo nombran asesor del presidente. 

Frente a todo lo anterior, en un país de borrachos y viciosos de clase alta su adicción al alcohol y a las drogas queda reducida a un problema menor por tratarse de una dependencia en la que cualquier ser humano puede caer. El asunto problemático está atado a la relación con Gustavo Petro, líder político que prometió un cambio en las costumbres políticas y que ha querido empoderar a las mujeres y por esa vía erosionar el sistema patriarcal vigente en Colombia. Dice el periodista Félix de Bedout que “Benedetti sabe más que Pegasus”, en alusión al escándalo aquel de la financiación de la campaña Petro presidente en el que el exsenador “dejó salir medias verdades de lo ocurrido con la entrada de dineros de dudosa procedencia”, en una señal clara de que lo que estaba exigiendo en ese momento era condiciones para conservar su lealtad hacia el presidente de la República.



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domingo, 24 de noviembre de 2024

PETRO EL PROVOCADOR

 

Por Germán Ayala Osorio

Definitivamente el presidente Gustavo Petro es un polemista profesional. Desde su cuenta de X se cruzó duros mensajes con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, a quien calificó de genocida; también con el presidente de la Argentina, Javier Milei, a quien tildó de fascista. En el plano local, las confrontaciones y rifirrafes con políticos y periodistas que le hacen oposición están a la orden del día.

Así como el presidente de la República defiende a dentelladas sus ideas políticas, hace lo mismo con sus leales servidores y amigos. Su reciente defensa del padre Francisco de Roux es una prueba de su admiración y respeto por el sacerdote, señalado de encubrir prácticas de pederastia perpetradas por el cura Darío Chavarriaga, quien le habría confesado a de Roux que había violado menores de edad por allá en los años 70, de acuerdo con la versión del periodista Daniel Coronell. Los delitos por los que la Fiscalía investiga al padre Francisco de Roux son favorecimiento y omisión de denuncia. Huelga recordar que el defendido de Petro le dio trámite a los hechos confesados por Chavarriaga dentro de los protocolos y caminos del derecho canónico.

La polémica que despertó el jefe del Estado se explica por la notoria sensibilidad social y política que despierta de tiempo atrás la pederastia, debido a las constantes denuncias contra miembros de la iglesia católica comprometidos en la comisión de este delito. Petro, en su cuenta de X, escribió: “Debo decir que lo que siento del padre Francisco de Roux es que es un hombre íntegro al que con agrado condecoraría por su labor de vida al lado de los humildes de Colombia”. Por supuesto que no se hicieron esperar las reacciones de las ciento de miles de víctimas de curas pederastas en el país. Sienten que el presidente las está revictimizando al salir en defensa del padre de Roux, por no haber denunciado en la justicia ordinaria los hechos que conoció de primera mano.

Está bien que Petro defienda al cura de Roux, pero al decir que con “agrado lo condecoraría” resulta una clara provocación que es aprovechada de inmediato por sus detractores, enemigos y críticos. En ese punto el presidente se equivoca en grado sumo, al tiempo que confirma su perfil provocador.

No es posible negar que en buena medida el carácter confrontacional, alborotador y provocador del presidente Petro es el elemento que usan sus opositores para descalificarlo, haciéndole creer al país que jamás hubo en la Casa de Nariño un jefe del Estado con esa personalidad, asumida como “atípica y nociva”. Olvidan que Álvaro Uribe Vélez durante sus ochos años de administración actuó de manera similar, pero con efectos diametralmente distintos a los que dejan las "provocaciones" de Petro. Uribe confrontó de manera violenta, pendenciera, belicosa, agresiva, camorrera y estigmatizante a periodistas y defensores de los derechos humanos y de la naturaleza. Por supuesto que entre esas dos personalidades, uno pendenciero y el otro provocador, existen  diferencias de fondo: la primera, que en los tiempos de Uribe la prensa se hincó ante su poder intimidante, lo que hizo que su carácter belicoso pasara a un segundo plano o se validara; en los de Petro, esa misma prensa funge como una rabiosa opositora a todo lo que diga y haga el presidente de la República. Y la segunda, que de los rifirrafes con Petro no se derivan persecuciones y chuzadas y mucho menos que los periodistas con los que ha discutido en la red X deban salir a pedirle medidas cautelares a la CIDH como sucedió con Holman Morris, calificado por Uribe "amigo del terrorismo". 

Lo más probable es que el caso del padre Francisco de Roux se cierre rápidamente. Eso sí, sus detractores lograron afectar en algo su imagen de hombre de paz y misericordioso. Y Petro, por salir en su defensa, de la manera como lo hizo, terminó dándole “papaya” a los medios y periodistas que en silencio cómplice celebran lo que gritan en estadios y movilizaciones: ¡Fuera Petro!

Los siguientes titulares confirman que la prensa uribizada jamás aceptará que alguien diferente a Uribe, pueda, desde la Casa de Nariño, defender sus ideas, amigos, ministros, obra de gobierno y mucho menos expresar admiración por personajes como el padre de Roux, visto con ojeriza por los sectores societales que rechazaron su trabajo al frente de la Comisión de la Verdad.

RCN radio, por ejemplo, tituló: <<Petro asegura que "condecoraría" a padre Francisco de Roux, a pesar de denuncias de encubrimiento>>. El Tiempo, otro medio anti-Petro, hizo lo propio en estos términos: <<Presidente Petro sale en defensa del padre Francisco de Roux ante nuevas revelaciones sobre caso del cura Darío Chavarriaga, señalado de violencia sexual>>.

Adenda: una curiosidad lingüística. Pederastia, Pedófilos, Pendencieros, Presidente, Periodistas, Papaya, “Pelaos”, Patrón, Probidad, Perjudicar, Prestigio, Peleador, Proteger, Prestidigitador, Paramilitares y Provocar se escriben con P de Petro. 



petro salio en defensa del cura de Roux - Búsqueda

PERIODISMO Y EL USO DEL VOCABLO PRESUNTO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El uso de los términos “polémico empresario” y “presunto” en el discurso periodístico-noticioso para referirse a delincuentes de cuello blanco y a toda suerte de criminales y corruptos sin linaje, bien puede obedecer a simpatías ideológicas con los procesados, sindicados o acusados. O quizás puede obedecer a una estrategia jurídica de las empresas mediáticas para cuidarse de demandas o solicitudes de retractación directa de parte de los involucrados o también puede entenderse como un acto de responsabilidad social frente a quienes, por cuenta de las autoridades, llámese policía o fiscalía, entre otras, terminan señalados de delitos que jamás cometieron. Procesos estos que terminan legitimados por la prensa que suele exponer al escarnio público a los señalados o sindicados de delitos infundados.

Eso sí, en ocasiones los editores exageran en el uso del vocablo, pues a pesar de que el sindicado o procesado acepta los cargos que le fueron imputados, se continúa hablando de la “presunta” responsabilidad o culpabilidad. Una vez el sospechoso acepta la comisión del delito, no se trata de un supuesto, o de una conjetura periodística.  Hay un hecho probado sobre la base de que ya el individuo aceptó la responsabilidad, se allanó a los cargos o le fue aceptado un acuerdo con la Fiscalía.

El caso del expresidente Álvaro Uribe resulta paradigmático en lo que tiene que ver con el uso particular del vocablo “presunto”. Veamos algunas diferencias en los tratamientos periodísticos que varios medios hicieron y que hacen pensar en que algunos de estos, por decisión editorial, optan por seguir cuidando la imagen, aunque ya maltrecha, del poderoso político antioqueño. En el portal Infobae se lee lo siguiente: “En la tarde del 23 de mayo de 2023, la jueza Laura Estella Barrera decidió continuar con el juicio en contra del expresidente Álvaro Uribe por el delito de soborno”.

En la página web de La W se puede leer lo siguiente: “La juez 44 Penal del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá, Sandra Heredia, terminó el decreto probatorio de las evidencias que serán presentadas en el juicio contra el exsenador Álvaro Uribe Vélez, por presunta manipulación de testigos”.

Entre tanto, El Universal registró así el hecho jurídico-político: “la jueza 44 de conocimiento de Bogotá, durante la audiencia que se realizó este miércoles 20 de noviembre de 2024, decidió avalar como prueba técnica las interceptaciones telefónicas ordenadas por la Corte Suprema de Justicia en 2018, en las que se registraron conversaciones entre el expresidente Álvaro Uribe Vélez y el abogado Diego Cadena. Esta decisión llega en medio del juicio que se lleva a cabo contra Uribe, quien es acusado por manipulación y presión a testigos”.

RCN, casa periodística afecta al expresidente y hoy acusado, registra de esta manera la decisión de la operadora judicial: “La juez 44 Penal del Circuito con Función de Conocimiento, encargada del caso del expresidente Uribe, definió las pruebas que serán tenidas en cuenta durante el juicio contra el exmandatario por supuesto soborno a testigos y fraude procesal”.

El diario EL PAÍS de Cali, en manos hoy del clan Gilinski expuso en la bajada de la nota periodística del 20 de noviembre que “el proceso judicial que enfrenta el expresidente, acusado de fraude procesal y soborno a testigos, avanzó este 20 de noviembre”.

El diario bogotano El Espectador dijo el 22 de noviembre que “durante la audiencia preparatoria del pasado 20 de noviembre en el caso en contra de Álvaro Uribe Vélez por presunto soborno a testigos y fraude procesal, la juez 44 Penal del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá, Sandra Liliana Heredia, definió la lista de los nuevos testigos que declararán en el juicio en contra del expresidente de Colombia”.

Por aquello de la presunción de inocencia y hasta que la jueza que lleva el juicio contra Uribe no falle en derecho, las empresas mediáticas afectas al Señor Acusado o al Gran Acusado seguirán hablando de su presunta responsabilidad a pesar de que el material probatorio conocido públicamente indicaría otra cosa.

sábado, 23 de noviembre de 2024

FRACASO ROTUNDO DE LAS MARCHAS URIBISTAS DEL 23N

 

Por Germán Ayala Osorio

Las marchas convocadas por la oposición hoy sábado 23N no fueron tan multitudinarias como esperaban los líderes de la derecha que las convocaron. Se puede hablar de un rotundo fracaso, que bien se puede atribuir a varias razones a saber: la primera y quizás la más sólida es que hay un evidente cansancio de los ciudadanos que no necesariamente están conectados con los políticos, periodistas y activistas de la derecha, pero que en anteriores manifestaciones salieron a expresar su descontento con el gobierno de Gustavo Petro. Eso sí, esos insatisfechos podrían haber sido víctimas de la desinformación, noticias falsas, exageraciones y la mala leche de medios como Blu Radio, La FM, La W, El Tiempo, Semana, El Colombiano, El País de Cali y los noticieros privados de RCN y Caracol

La segunda razón puede estar atada a una fractura entre los dirigentes más visibles de la oposición y aquellos que desde el siempre fantasmal “centro” están pensando seriamente en “desmarcarse” de la derecha radical que insiste en el ya manido discurso de que hay que “salvar a Colombia” porque “nos vamos a convertir en Venezuela y que al país llegó para quedarse el castrochavismo”. Ese distanciamiento está mediado por la coyuntura electoral que se avecina en el 2026 y que ya arrancó con los “foros-reinados” del uribismo y la candidatura de Vicky Dávila, apoyada y patrocinada por los clanes Gnecco y Gilinski.

Es posible también que las débiles manifestaciones del 23N estén asociadas al trabajo informativo que viene adelantando el sistema de medios públicos (RTVC), con el que logran desmentir a los medios hegemónicos. Dedicarse también a mostrar las ejecutorias del gobierno en particular en materia de reforma agraria, control de la inflación y de los precios de la canasta familiar puede estar dando resultados positivos en las audiencias.

Es posible también pensar que el trabajo de los activistas progobierno (Youtuber e influencer) está impactando positivamente a los sectores de la opinión pública que antes seguían a pie juntillas a las empresas mediáticas tradicionales e incluso, a los propios activistas de la oposición.

Eso sí, el fracaso de las movilizaciones del 23N no pueden asumirse como un triunfo electoral y político, que haga pensar en que hay una total comunión con lo hecho hasta el momento por la actual administración y las audiencias. No se puede desestimar el poder que aún mantienen los medios hegemónicos. Las elecciones de 2026 demostrarán a unos y otros qué tan buenos y efectivos en sus tareas. Veremos si quienes le apostaron a desinformar y generar miedo fueron lo suficientemente convincentes; y sabremos si los activistas petristas fueron realmente eficientes y eficaces a la hora de contrarrestar a las empresas mediáticas que se la jugaron por hacer oposición política, usando el espectro electromagnético del Estado. 


Adenda: según el gobierno, en Medellín salieron 15 mil personas. Fue la más concurrida. En Cali y Bogotá, unas 4000. La movilización en la capital antioqueña se explica por la pugnacidad entre el expresidente Uribe y el presidente Petro. El fracaso en Bogotá fue enorme, por ser la capital y escenario en el que en una anterior marcha, la derecha uribista logró una multitudinaria participación. 


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viernes, 22 de noviembre de 2024

MARIO MONTOYA URIBE: EL GENERAL SIN GLORIA, SIN HONOR Y SIN VISA AMERICANA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El departamento de Estado de la Unión Americana le canceló la visa al general Mario Montoya Uribe por sus responsabilidades operacionales en la comisión de crímenes de lesa humanidad conocidos en Colombia como “falsos positivos”. Así registró la decisión política, diplomática y administrativa El Espectador: “Estados Unidos prohibió la entrada al país al excomandante del Ejército colombiano, Mario Montoya Uribe, general retirado y acusado de ser uno de los autores de los llamados “falsos positivos”, por “graves violaciones” a los derechos humanos. También, les niega la entrada a sus familiares directos”.

La decisión constituye un espaldarazo moral a las madres de los jóvenes asesinados por militares, maltratadas recientemente por el anodino representante a la Cámara, Miguel Abraham Polo Polo, uribista pura sangre. De igual manera, se entiende como un nuevo acto de legitimación de la JEP y del proceso de paz por parte de los Estados Unidos. El retiro de la visa a Montoya Uribe también tiene un significado político en la medida en que el expresidente, expresidiario y hoy acusado de graves delitos, Álvaro Uribe Vélez sigue considerando al general (R) como “héroe de la Patria”. El país no olvida que los “falsos positivos” fueron el resultado de la aplicación sin límites éticos y morales de la temida política de defensa y seguridad democrática del gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010).

A otros oficiales en uso de buen retiro se les había aplicado la misma medida restrictiva para ingresar a territorio americano. Se trata de los generales Arias Cabrales e Iván Ramírez Quintero y a los coroneles Publio Hernán Mejía Gutiérrez (de las entrañas del uribismo) y Juan Carlos Figueroa Sánchez. El caso del también coronel Plazas Vega, absuelto en Colombia por los hechos criminales en la retoma del Palacio de Justicia, las autoridades americanas estarían revisando su residencia permanente por el caso del asesinato del magistrado Horacio Urán.  

Esas medidas llaman la atención porque contar con la visa de entrada a los Estados Unidos está asociada a una idea de estatus derivada de su obtención y uso, pero también al  reconocimiento de funcionarios y exfuncionarios colombianos sobre los que la DEA, el FBI y el propio Departamento de Estado tienen información privilegiada, bien de actividades ilegales o de pronunciamientos y posturas políticas asumidas por los gringos como “retadoras, inaceptables, ilegales o de clara enemistad”, que les permite “castigarlos” moral y políticamente con la cancelación de los visados. El retiro de la visa al entonces presidente en ejercicio, Ernesto Samper Pizano resulta paradigmático para entender la injerencia de los gringos en los asuntos internos de Colombia y el sigilo con el que suelen usar la información que reúnen de presidentes, congresistas, gobernadores y militares de alta graduación. Estoy seguro de que los gringos tienen información clasificada que serviría a los procesos judiciales a los que están vinculados los señores generales y coroneles retirados para aclarar aún más sus actuaciones y responsabilidades en la comisión de los graves delitos por los cuales están siendo procesados. Pero lo gringos prefieren callar y afectarles la imagen retirándoles las visas.

Eso sí, la cancelación de los visados no es más que un triunfo moral para las víctimas de estos exoficiales que hicieron parte cada uno de ellos en disímiles momentos históricos, de la aplicación de la doctrina del enemigo interno que terminó por legitimar al interior de las fuerzas armadas la violación de los derechos humanos.

La vida del general Montoya Uribe terminará entonces sin visa, sin honor y sin gloria, pero con el respaldo (in) moral del expresidente Uribe Vélez que enfrenta un juicio por manipulación de testigos y fraude procesal. Lo curioso es que para agentes económicos, sociales y políticos de la sociedad colombiana el expresidente y el exgeneral siguen siendo “héroes y faros morales”. De ese tamaño es la confusión moral de esos sectores de poder.



Foto tomada de EL ESPECTADOR

Estados Unidos prohibió la entrada al país a Mario Montoya Uribe, un excomandante del Ejército colombiano acusado de falsos positivos | EL ESPECTADOR

 

ÁREA METROPOLITANA DEL SUR0CCIDENTE: ¿LEGALIZAR LA DE FACTO Y EXTENDER SUS EFECTOS NEGATIVOS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El proyecto de crear el Área Metropolitana del Suroccidente (AMSO) genera, como era de esperarse, polémicas alrededor de los impactos que traería para los municipios que cercanos a Cali ya sufren los impactos de un área metropolitana que de facto opera de tiempo atrás, de la mano de procesos de conurbación que exhiben una apuesta incontrastable de urbanización con todo y lo que ello significa en materia ambiental, ecológica, paisajística y en el encarecimiento de la tierra en la medida en que la especulación viene de la mano de la construcción de las unidades residenciales.  Municipios como Jamundí y Palmira son testigos mudos de los efectos positivos y negativos que generan esos procesos forzados de “integración” urbanística. 

La AMSO en cuestión haría posible la agrupación de Cali, Palmira, Jamundí, Candelaria, Dagua, Villa Rica y Puerto Tejada, municipios que comparten realidades socioambientales complejas, especialmente los dos entes territoriales del norte del Cauca, en virtud de la presencia hegemónica del monocultivo de la caña de azúcar y por supuesto los municipios de Palmira y Candelaria, cercado por la extensión incontrolada de la gramínea. Curioso que no incluyan a Yumbo dentro de la propuesta de área metropolitana cuando este municipio ya sufre los efectos de la conurbación impulsada desde Cali. 

Quienes defienden la creación de la AMSO e invitan a votar Sí a la consulta popular de este 24 de noviembre no han resuelto las dudas y cuestionamientos que se han hecho alrededor de cuáles serían las líneas gruesas del tipo de desarrollo socio económico que se impulsaría a través de esa figura y mucho menos cuáles son los planes de protección ecológica y ambiental de los ecosistemas comprometidos y violentados por un feroz desarrollo agro extractivo.

El arquitecto Benjamín Barney Caldas, en Razón Pública,  se pregunta: “cómo ordenar un área metropolitana — constituida o de hecho — cuando, como es evidente en el caso de Cali, está asentada sobre tres cabeceras municipales — Cali, Yumbo y Jamundí — y sobre áreas que pertenecen a otros cinco municipios: Palmira, Candelaria, Florida, Puerto Tejada y Santander de Quilichao.  Estos dos últimos pertenecen al departamento del Cauca. Aunque la ciudad de Cali no tenga jurisdicción sobre todos estos municipios, su área de influencia configura en realidad una misma ciudad extendida: no se trata de un perímetro adyacente o de una región inmediata. De otro lado, cómo pretender controlar el uso del suelo urbano y suburbano — en su gran mayoría de propiedad privada — si no se aplica decididamente el impuesto de plusvalía, ignorando el mandato constitucional sobre la función social de la propiedad privada”.

Los asuntos problemáticos que rodean la posible creación de la AMSO superan los miedos de los alcaldes por aquello de perder autonomía como efecto de quedar subsumidos por el poder político y económico de Cali.

El valle geográfico del río Cauca, incluido el norte del Cauca y parte de Risaralda son el mejor ejemplo del proceso de reordenamiento de ese territorio sin escuchar las lógicas productivas y las relaciones consustanciales con la tierra que ya tenían comunidades afros e indígenas antes de la llegada del disruptivo monocultivo de la caña de azúcar. El avasallamiento étnico-ecológico y socio ambiental de la gramínea se dio a través de la captura clientelar y corporativa de las autoridades ambientales comprometidas en las jurisdicciones de los tres departamentos. Ejemplo de ello, la CVC y la CRC, entidades que le hicieron el juego a los cañicultores. Los planes de desarrollo de varios municipios del norte del Cauca y del Valle fueron instrumentos con los que se legitimó la extensión de la caña de azúcar ¿Por qué decirle Sí a la AMSO cuando existen esos antecedentes y la operación de facto de un área metropolitana sostenida exclusivamente por intereses privados?

Hay que pensar un proceso de regionalización que bajo un enfoque sistémico permita la discusión sobre el tipo de desarrollo económico con todos lo actores y agentes comprometidos, incluidas, por supuesto, las lecturas mágicas de aquellas comunidades que asumen la vida dentro de su territorio por fuera de las lógicas viales y de urbanización que guían a quienes están apoyando la AMSO.

Cuando las ciudades crecen mucho — como Bogotá — o crecen muy rápidamente — como Barranquilla, Medellín y muy especialmente Cali — se configuran conurbaciones amorfas, caóticas e incontroladas con los municipios vecinos”. ¿No será mejor poner atención a esa realidad, aprender de esos errores, antes de pensar en seguir extendiéndoles bajo la fuerza del marco legal que ampararía la creación de la AMSO?





foto de cali y caña de azúcar - Búsqueda Imágenes


jueves, 21 de noviembre de 2024

SELECCIÓN COLOMBIA: ¿ESTÁ OBLIGADA A GANAR TÍTULOS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las tres derrotas consecutivas de la mimada Selección Colombia en el marco de las eliminatorias al Mundial de 2026 le sirven al periodismo deportivo local para lanzar todo tipo de lecturas y explicaciones sobre lo acontecido, así como para cuestionar a los jugadores, en particular a los que erraron “goles cantados” que hubiesen revertido los resultados adversos.

En el rifirrafe entre periodistas y jugadores, varios de estos últimos reaccionaron desde la arrogancia y la sobradez de quienes a pesar de que no ganaron nada aún, se sienten “estrellas intocables” justamente porque la misma prensa local los pone en ese pedestal desde el que bajan levitando y mirando por encima del hombro a los responsables en buena medida de la fama de la que hoy gozan. Pero más allá de las respuestas un tanto jactanciosas de Jader Durán y Richard Ríos, los periodistas deportivos podrían hacerse una pregunta, intentar ellos mismos respuestas o buscarlas en técnicos y en los propios jugadores de la Selección: ¿Están obligados estos últimos a ganar títulos? La respuesta más común y esperada sería un sí. Veamos.

La supremacía de los argentinos y brasileros en el hemisferio, en cuanto a la consecución de títulos mundiales, anula la pregunta porque la misma historia obliga a gauchos y cariocas a reventarse en las canchas para mantener la hegemonía continental. Ello podría explicar la actitud siempre ganadora de aquellos que saltan a las canchas con esas camisetas a las que defienden como si estuvieran en campos de batalla, representando a sus naciones. Con un elemento clave: buscan reconocimiento, fama y que los aplaudan, por encima de hacerse ricos jugando al fútbol.

Aparece entonces el primer elemento que hace posible responder con un No rotundo al interrogante que da vida al título de esta columna: la historia. La Selección Colombia no ganado nada a nivel continental, por lo tanto, no ha hecho historia. Por ese camino, jugadores como Durán, James, Lucho Díaz, Ríos y Portilla, entre otros más, a lo único que están obligados es a garantizar su futuro económico y el de sus familias. Lo de jugar bien y clasificar se da por descontado por tratarse, supuestamente, de jugadores profesionales. Y en eso andan, pues no creo que realmente estén enfocados en el objetivo de mediano plazo de clasificar al Mundial, llegar a la final y salir campeones. Eso requiere de un trabajo que lleva tiempo, seriedad y consistencia y que supera la metodología aplicada por el actual cuerpo técnico.

La actitud ganadora además de venir atada a la historia deviene ancorada a un trabajo de convencimiento fruto de la madurez mental y futbolística que les permita conseguir los resultados que la prensa y la hinchada les están exigiendo, muchas veces sin entender y sin saber lo que realmente está pensando cada uno de los jugadores que convoca el técnico argentino.

Es común escuchar decir de hinchas y periodistas que “a X jugadores les pesa la camiseta de la Selección”. No. Lo que quizás les esté pesando es la realidad del fútbol colombiano y en particular la de la Selección Colombia: no han ganado nada, esto es, no tienen historia. Como no les toca arrastrar el pesado background de títulos que sí les toca y saben sobrellevar los argentinos y brasileros, los jugadores colombianos saltan a las canchas livianos, esto es, sin las presiones legítimas que reciben las selecciones albiceleste y la canarinha de parte de la prensa y sus “torcidas”. Las presiones de la prensa deportiva y de los hinchas colombianos a los integrantes del seleccionado nacional de fútbol deberían de estar acordes con los deseos de cada uno de los jugadores y la seguridad de que están compitiendo porque quieren ganar algo importante y no seguir viviendo de esos tratamientos periodísticos que devienen exageradamente empalagosos y melifluos.

Por ahora estaría bien que ir a un Mundial se les vuelva costumbre y no una tortura de cada cuatro años. Una vez resuelto ese asunto, entonces sí prepararse no para pasar de la primera ronda o llegar a cuartos de final. Llegar a la final, teniendo resuelta la vida desde una perspectiva económica requiere de unas inconmensurables ganas de triunfar y de alcanzar la gloria deportiva. Y en ese aspecto, se nota a leguas que al interior del seleccionado hay que seguir trabajando. Allí hay un asunto cultural  que hay que entrar a descifrar.



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miércoles, 20 de noviembre de 2024

A PABLO BELTRAN, DEL ELN, LE QUEDARON GRANDE LA VIDA CIVIL Y LA PAZ

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En el argot militar solía escucharse, por allá en los años 80, la frase “te quedó grande la civil” para indicar con ella que dentro del Ejército había suboficiales y oficiales que seguían portando el uniforme más por miedo o incapacidad de enfrentarse y sobrevivir en la vida civil, que por mística y complacencia de mantenerse dentro de las filas. La sentencia tiene sentido si se revisan las garantías y beneficios laborales con los que cuentan oficiales y suboficiales de las instituciones armadas. Debe haber muchos que permanecen en el mundo castrense convencidos de que están aportando al país a través de su incondicional amor a la Patria.

Esa misma locución podría aplicarse a los señores del ELN y a los de las disidencias farianas. A estos les quedó grande la vida civil porque solo aprendieron a echar bala, a “traquetiar” con droga y a sentirse importantes cada que se instalan mesas de diálogo o la prensa registra atentados y secuestros de los que son protagonistas y responsables. Hacer la paz también les quedó grande justamente por la comodidad que les asegura a sus comandantes dar órdenes, convencidos de que están haciendo patria asesinando soldados y maltratando a la población civil. A los guerrilleros rasos también les debió asustar enfrentarse a la vida civil al crecer en condiciones de pobreza y marginalidad. Quizás el enunciado no se pueda aplicar a quienes llegaron al ELN por vía del reclutamiento forzado.

A Pablo Beltrán, el envejecido líder del Comando Central (Coce) del ELN, le quedó grande la vida civil y hacer la paz por su megalomanía y por creerse el cuento de que su organización tiene la capacidad, pero sobre todo la legitimidad de “liberar” a los colombianos del “yugo capitalista”. Después de aplazar la firma del armisticio hasta el próximo gobierno o hasta dentro de 10 mil muertos, el presidente Petro le contestó: “La verdad, no creo que haya próximo gobierno que haga la paz con el ELN. La historia es un flujo permanente y no se repite. Todos y todos los combatientes del ELN saben hoy, precisamente porque la historia es un río con muchas derivas, que deben escoger el camino del padre Camilo Torres, quien ofreció su vida por los demás, o el camino de Pablo Escobar. El pueblo colombiano los quiere en el camino del padre. Esto mismo me lo dijo personalmente Pablo Beltrán y lo escuché también del comandante Pizarro”.

Beltrán envejeció y lo más seguro es que morirá al frente del ELN sin haber firmado la paz y sin haberse tomado el poder a tiros. Qué manera de desperdiciar la vida por unos ideales que sus mismas órdenes y camaradas se encargaron de deslegitimar y manchar con sus ignominiosas acciones militares y prepolíticas.  Lo único que habrá logrado en su desperdiciada vida en la guerra es un lugar en la historia política del conflicto armado interno. Una historia que solo leen académicos y uno que otro ciudadano. A Pablo Beltrán y a Antonio García, entre otros, les quedó grande la vida civil y la paz por las garantías económicas que siempre les ofrecieron las economías ilegales en las que metieron a toda la organización. 



pablo beltran y los dialogos de paz con Petro - Búsqueda Imágenes

martes, 19 de noviembre de 2024

ANIMALES DOMÉSTICOS: ¿MASCOTAS, HIJOS O CACHORROS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En ocasiones y sin que percatarse, cientos de miles de ciudadanos asumen la defensa de la cultura dominante, cuyas expresiones más visibles están atadas al antropocentrismo, al sistema patriarcal y a su correlato el machismo. De un tiempo para acá la relación con las mascotas (perros y gatos) viene siendo cuestionada en redes sociales y en reuniones familiares por lo que consideran sus críticos y detractores una dañina o enfermiza “humanización” de esos animales. A lo mejor lo que están haciendo las personas que conviven con perros y gatos, para hablar de los más comunes animales de compañía, es dar pasos hacia un proceso de “animalización”, que nos haga recordar que nosotros también somos animales, lo que implicaría empezar a cuestionar esa odiosa visión antropocéntrica que asume como insignificantes e insustanciales las vidas de las mascotas y como lo mejor que se posó en la Tierra a la dañina y asombrosa especie humana.

Les parece ridículo, por ejemplo, que hombres y mujeres paseen en coches diseñados para bebés humanos, a perros y gatos. Les molesta que los tenedores de perros y gatos los asuman como sus “hijos”, vocablo que a pesar de venir asociado a la condición de mamíferos que los seres humanos comparten con ballenas, perros y gatos, animales no humanos, parece destinada a ser aplicada exclusivamente a los seres paridos por una mujer.

El lenguaje humano y la capacidad de crear cultura nos permiten diferenciarnos de los animales no humanos. Y justamente, esa capacidad para nombrar cosas, seres y fenómenos es usada para llamar cachorros, pichones o polluelos, entre otros más, a los “hijos” de perras, pájaras, águilas y gallinas. La férrea defensa y cuidado que suelen hacer de sus crías las perras, gatas, águilas y gallinas, entre otros animales, se parece mucho al actuar de las madres humanas cuando se ven forzadas a defender a sus hijos o hijas de depredadores sexuales o en otras circunstancias en las que sus vidas o bienestar están en peligro. Por todo lo anterior, no entiendo la molestia y hasta la rabia de aquellos que, ubicados en el siempre odioso y jactancioso antropocentrismo, invalidan y descalifican las relaciones entre tenedores y animales porque los primeros se atreven a llamar “hijos o hijas” a gatas y perros.

A lo mejor y sin darnos cuenta lo que realmente hay detrás de esos procesos de “humanización” de animales domésticos es la aceptación de la crisis de la familia humana de la que se tratan de huir los tenedores, estableciendo relaciones afectuosas y amorosas con perros y gatos. No es gratuito escuchar que los “perros adoptados son muy agradecidos”, idea a la que se contrapone la queja de cientos de padres de familia porque sus hijos, además de malagradecidos, son groseros y ejercen todo tipo de violencias en la sacralizada relación padre-hijos o madre-hijos.

Sería recomendable bajarnos de ese estadio de superioridad en el que nos ubicamos por cuenta del siempre presuntuoso antropocentrismo, para empezar a comprender a quienes hoy decidieron reconectarse con aquellos maravillosos seres sintientes que no merecen ser llamados mascotas. Quizás si desde pequeños nos hubieran dicho que los perros y los gatos eran nuestros primos, o hermanas, muy seguramente pocos se atreverían a cuestionar a quienes los asumen como hijos o simplemente como un miembro más de la familia. La familia multiespecie existe, así se opongan la iglesia católica, que odia a los animales no humanos y defiende a curas pedófilos y pederastas, y los ciegos defensores de la cultura dominante.

Adenda: hasta el momento no se registró la reunión de tres o más perros o de tres o más gatos, para perpetrar una masacre o atacar en gavilla un centro comercial. Dirán que los perros ferales o los lobos son ejemplos de “violencia colectiva”. Aquí la única peligrosa y dañina especie es la humana.




 

lunes, 18 de noviembre de 2024

PLEBISCITO POR LA PAZ Y EL TRATADO DE LA HABANA, OCHO AÑOS DESPUÉS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Se conmemoran por estos días los 8 años de la firma del tratado de paz que le puso fin al conflicto armado entre el Estado y la entonces guerrilla de las Farc-Ep. No haré un balance del proceso de implementación de lo acordado en La Habana. Dedicaré esta columna al plebiscito por la paz convocado de manera innecesaria por el presidente Juan Manuel Santos con el objetivo aparente de que el “pueblo” fuera a las urnas a refrendar lo firmado entre las partes.

El proceso de paz, pero específicamente el contenido de ese tratado de paz fue una concesión que específicos agentes del establecimiento le hicieron a Juan Manuel Santos de cara a dos objetivos estratégicos: el primero, consolidar la narrativa alrededor de la idea de que el país por fin viviría en las mieles de la paz, lo que atraería inversión extranjera, turismo y la reconciliación nacional después de 50 años de guerra interna; también, la posibilidad de que después de que las Farc abandonaran los territorios selváticos en los que permanecieron por largo tiempo, esas tierras quedaran en manos de ganaderos, terratenientes y narcotraficantes; y el segundo, facilitarle el camino diplomático y político para que en virtud de esa paz firmada, Santos se hiciera merecedor  del Nobel de Paz, tal como finalmente aconteció.

Está claro que la entrega de ese galardón constituye un acto político alejado de consideraciones y criterios humanitarios capaces de evaluar con rigor las circunstancias bajo las cuales el premio se “solicita”, se ofrece y se entrega. En los casos de Kissinger (1973), la Madre Teresa de Calcuta (1979) y Obama (2009), por ejemplo, quedó claro que no se examinaron a fondo las decisiones políticas adoptadas y las responsabilidades que debieron asumir los dos americanos durante las administraciones bajo las cuales el primero fue secretario de Estado y el segundo, presidente de la Unión Americana; y en el caso de la religiosa, las versiones que daban cuenta de un lado oscuro en la vida de la famosa monja.

Aceptarle a Santos la idea del plebiscito a pesar de los riesgos que implicaba que terceros civiles (empresarios ricos) pudieran ser procesados por apoyar o financiar a grupos paramilitares, tal y como quedó escrito en el primer acuerdo de paz, fue una decisión política precipitada que solo podía ser revertida permitiendo que los voceros del No, con el concurso de los medios masivos, hicieran una campaña sucia y mentirosa, pero eficaz, frente a la deficiente campaña por el Sí.

La desaprobación de la gestión de Santos para el 2016 era de un 72%, elemento que resultó decisivo para millones de colombianos al momento de votar en el plebiscito. Aunque se aceptó la idea de que hubo una excesiva confianza de Santos alrededor de que  la victoria del Sí estaba prácticamente garantizada por tratarse de  un bien moral y ético como la paz, en perspectiva histórica creo que la pedagogía academicista que se desarrolló en universidades privadas y públicas, a lo que se sumó la falta de creatividad del gobierno para usar códigos cívicos en la televisión nacional y otras maneras discursivas para contrarrestar la andanada de mentiras que construyó el uribismo alrededor de lo firmado en La Habana, obedecieron a una consciente y muy bien pensada decisión política de Santos de facilitarle las cosas a los del No y de esa manera garantizarle a sus amigos del establecimiento la renegociación de ese primer Acuerdo de Paz. El país sabe que la segunda versión de dicho tratado de paz eliminó la posibilidad de que terceros civiles terminarán compareciendo ante la JEP por haber financiado o cohonestado con los grupos paramilitares.

Tenga o no asidero la anterior hipótesis, lo cierto es que el tratado de paz de La Habana, pero en particular el plebiscito por la paz fracturó y escindió aún más a la sociedad colombiana. O como canta Morat, en su canción Las cometas siempre vuelan en agosto, El Sí y el No partieron a las víctimas en dos



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domingo, 17 de noviembre de 2024

OCHO AÑOS DE LA FIRMA DEL TRATADO DE PAZ DE LA HABANA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Se cumplen 8 años de la firma del Acuerdo Final de Paz de La Habana, en su versión postplebiscito. Más allá de los problemas que afronta el proceso de implementación y la reincorporación a la vida social, económica y política de buena parte de los exguerrilleros que hicieron dejación de las armas, el asesinato de más de 400 firmantes de paz y la aparición de las disidencias farianas, esa firma deja múltiples enseñanzas y retos para la sociedad y el propio Estado. Estas pueden ser vistas desde las formas discursivas y persuasivas que rodearon el proceso de paz y las que circularon en las redes sociales y los medios masivos. Aludiré en esta columna al ethos, pathos y logos para describir las disputas retóricas que se dieron entre los amigos de la paz y aquellos que asumieron la firma del acuerdo y la noción de paz derivada como un agravio imperdonable.  

El factor ético fue un elemento clave para la aceptación social de lo acordado entre el Estado y las entonces Farc-Ep, en la medida en que apoyar las negociaciones, apagar la máquina de producir más víctimas por cuenta de los enfrentamientos entre esa guerrilla y la fuerza pública y aceptar, así fuera a regañadientes el modelo de justicia restaurativa, fue dándole visibilidad al rostro de un ethos que la sociedad colombiana apenas estaba experimentando bajo las condiciones que poco a poco iban imponiendo las nuevas formas de asumir la civilidad y los conflictos.

Las actividades académicas desplegadas en varias universidades privadas y públicas encaminadas a hacer pedagogía de cada uno de los puntos acordados bajo la premisa “nada está acordado, hasta que todo esté acordado”, dieron vida a procesos sociales de sensibilización que permitieron el florecimiento de sentimientos (pathos) con los que fue posible que una parte importante de la sociedad se abriera al perdón individual y colectivo, en particular los sectores societales víctimas de las acciones criminales de las Farc-Ep.

Pero así como la firma del acuerdo de paz en su versión final liberó un ethos y un pathos cercanos a la defensa de la vida, lo firmado en el teatro Colón de Bogotá también dejó salir un ethos y un pathos atados a la muerte y a la exaltación de la justicia vindicativa. Los grupos sociales que se identificaron con la venganza y la necesidad aparente de mantener encendida la máquina de producir víctimas tuvieron en el plebiscito por la paz la oportunidad de hacer un uso perverso de la información que terminó tergiversando el sentido del tratado de paz y por esa vía legitimando votar por el No. El triunfo, aunque pírrico del No, logró su cometido: desplazar el logos por la fuerza de la sinrazón, del odio y la de la inquina de unos agentes sociales, políticos y económicos que dejaron ver sus simpatías por la guerra.

La firma del acuerdo de paz con el que se puso final al conflicto armado entre el Estado y las entonces Farc-Ep sirvió para poner a prueba la credibilidad de los actores que se sentaron a negociar las condiciones de una paz imperfecta, pero también la de los propios medios de comunicación, pues varios de ellos se prestaron para validar las mentiras de quienes diseñaron la campaña por el No. De igual manera, el apretón de manos entre el presidente Santos y Rodrigo Londoño, alias Timochenko fue un gesto que desató las más disímiles emociones dentro de una sociedad que arrastra una historia de conflictos no resueltos que terminaron agitando los ánimos hasta convertir la firma de la paz en motivo de una confrontación que ocho años después, no termina. Las lógicas de la paz y de la guerra se enfrentaron durante la jornada electoral del plebiscito y persisten hoy día porque devienen contaminadas por las pasiones políticas alimentadas estas por nociones de autoridad sobre las que recaen toda suerte de desconfianzas.

Adenda: la firma del tratado de paz entre el Estado y las Farc-Ep es un hecho político que terminó por deslegitimar la lucha armada que aún mantiene el ELN. La insistencia de los elenos en la guerra los hace ver anacrónicos e incongruentes.



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