sábado, 29 de junio de 2024

HABLEMOS DE LIBERTAD DE PRENSA

 

Por Germán Ayala Osorio

La polémica suscitada en redes sociales entre los defensores de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y sus detractores deviene profundamente ideologizada por estar de por medio varios rifirrafes entre el presidente de la República y periodistas, originados en tratamientos periodísticos que el mandatario no comparte por considerarlos tendenciosos. La confrontación creció aún más por el  trino del presidente Petro en el que señaló que la entidad defensora de la libertad de prensa responde a directrices de Francisco Santos Calderón, más conocido bajo el diminutivo de "Pachito", contradictor o enemigo del jefe del Estado. De acuerdo con el  vocero de la entidad en cuestión, el ex vicepresidente de Uribe nada tiene que ver con las taras de la Fundación. 

No haré referencia en esta columna a la defensa que de la FLIP hacen periodistas y columnistas. Eso sí, debo indicar que la operación de la Fundación durante este gobierno ha estado en función de defender a los periodistas y empresas mediáticas que de manera concertada y deliberada atacan al gobierno con el único objetivo de generar desazón, miedo e incertidumbres en las audiencias.  Han fustigado más los trinos de Petro y guardado silencio frente a notables tratamientos noticiosos que dejan ver la "mala leche"  y  la intención manifiesta de engañar a las audiencias. Baste con recordar que Ricardo Ospina, periodista de Blu radio, omitió decir que los hallazgos de corrupción de la Contraloría General de la República en la SAE tocaban  de manera directa la gestión del gobierno de Duque, el mismo que la emisora defiende de tiempo atrás, quizás porque su conductor, Néstor Morales es cuñado de Iván Duque Márquez.

El punto que quiero exponer en esta columna tiene que ver con el sentido y los alcances de la defensa de la libertad de prensa. Señalo  que no hay manera de defender la libertad de prensa cuando esta opera o está sujeta a los intereses corporativos de los agentes de poder económico que fungen como propietarios de las empresas mediáticas.

La libertad de prensa está atada al ejercicio del periodismo y por extensión está conectada al interés general de conocer la verdad por parte de unas audiencias "condenadas" a recibir únicamente la información y los análisis provenientes de medios hegemónicos. De igual manera, la libertad de prensa está ancorada al mandato constitucional que obliga a medios y periodistas a informar con veracidad, asumiendo responsabilidades sociales. Así las cosas, ni la FLIP ni otra instancia que se proponga crear podrá defender la libertad de prensa en los términos absolutos como se lo exigen a la Fundación para la Libertad de Prensa sus críticos. Es un imposible ético, procedimental, lingüístico, e institucional porque las dinámicas, las rutinas, lógicas y el lenguaje periodístico devendrán siempre amañados a lecturas subjetivas de quienes observan la realidad y deciden, muchas veces de manera caprichosa, qué hechos merecen elevarse al estatus de noticia.

Cuando se defiende la libertad de prensa, a sabiendas de que los periodistas y las empresas mediáticas operan y actúan bajo esas circunstancias, lo que terminan haciendo sus defensores es legitimar el conjunto de intereses y subjetividades que confluyen al momento de registrar una noticia. No hay manera de controlar los efectos y la incidencia de los puntos de vista de las fuentes consultadas y las interpretaciones que suelen hacer los periodistas de los hechos noticiables. Es más, los colegas saben que los editores suelen dar la instrucción de buscar fuentes "críticas" del gobierno cuando la intención de una nota sea justamente atacar a quienes representar el poder político en una administración.

Es importante que existan agentes como la FLIP para defender la libertad de prensa de actividades de censura promovidas por gobiernos o actores de facto. Pero poco o nada pueden hacer cuando los editores y periodistas acuerdan auto censurarse. La auto censura, en muchos casos, suele tener peores efectos políticos que las intentonas de censura por parte de gobiernos de mano dura. Omitir un dato, no pronunciarse sobre un hecho noticioso relevante de acuerdo con los manuales de periodismo, pero peligroso editorial y políticamente tanto para los propietarios, como para la empresa periodística. "Cuidar las relaciones con el contexto" es la frase que suelen exponer los censores institucionales cuando aparecen los dilemas éticos alrededor de una nota, fotografía o columna que está en manos de los "porteros" (editores). La comunicación de masas los llama gatekeepers.

Ahora bien, un lector atento se puede preguntar: ¿Se puede defender la libertad de prensa a pesar de esas circunstancias culturales y contextuales? En términos absolutos, no. Lo que se termina defendiendo no es la libertad de prensa como elemento universal, como bien societal con visos de una incontrastable universalidad. Lo que termina defendiéndose es la libertad de informar y de opinar bajo las particulares condiciones en las que un medio decide operar, de acuerdo con los intereses privados de sus propietarios.

Por fuera o más allá de las amenazas de agentes dictatoriales o censores de oficio, lo que se esperaría de medios y periodistas es que hicieran tratamientos periodísticos rigurosos, serios y apegados a la contrastación de fuentes. Eso se ha logrado y es posible mantenerlo como práctica periodística. Lo que sucede es que cuando los dueños de las empresas periodísticas y sus periodistas más obsecuentes asumen a un gobierno y en particular a un presidente de la República como su enemigo, la libertad de prensa se convierte en un derecho a mentir, tergiversar y ocultar, con el firme propósito de ahogar políticamente a ese enemigo. Para el caso, es claro que Gustavo Petro ha sido elevado a la condición de "enemigo" de parte de los agentes corporativos que están detrás de las empresas mediáticas que de manera decidida hostigan a diario al gobierno progresista. Esos agentes usan el poder de penetración que aún tienen sus medios, para deslegitimar a la actual administración.



Imagen tomada de Kienyke

BIDEN Y TRUMP: DOS VIEJOS REPRESENTANTES DEL IMPERIO

 

Por Germán Ayala Osorio

Con ocasión del televisado debate electoral entre Biden y Trump, las críticas recayeron sobre los ya casi octogenarios por representar, de acuerdo con sus críticos, la decadencia de la política bipartidista en el gran país del norte. Ambos políticos son longevos, pero la diferencia de tres años que le lleva el presidente de los Estados Unidos al candidato republicano parece multiplicarse por cuatro, justamente por la imagen cacreca que proyecta Biden. Trump se ve "más entero", quizás por su carácter belicoso, de macho cabrío y putero. 

Lo cierto es que Biden y Trump son perfectos para los americanos, para Occidente y los inmigrantes, en especial para los latinos que exponen disímiles razones en la defensa de cada uno. Incluso, diría que necesarios para esta parte del hemisferio que continúa viendo a USA como ejemplo de democracia, referente (in) moral y judicial, paraíso turístico y agente defensor de la doctrina Monroe frente a la "amenaza" que representan Rusia y  China. En particular esta última potencia que,  con sus nuevas rutas de la seda, desafía la hegemonía gringa sobre América Latina. Esas "nuevas rutas de la seda" no son otra cosa que formas de "imperialismo comunista" a los que Estados Unidos no ha sabido responder de manera adecuada, quizás por las luchas intestinas entre republicanos y demócratas y los cambios culturales e identitarios que llegan de la mano de  una migración ilegal que le representa millones de pesos al fisco de la Unión, de allí el interés de demócratas y republicanos de no regularizar la situación de millones de ilegales que pagan a pesar de todo, pagan impuestos y renuevan cada cierto tiempo sus licencias, sin contar a los gastan millones de dólares en abogados, buscando normalizar su estadía en territorio gringo. Es muy difícil consolidar una identidad nacional cuando quienes llegan a Estados Unidos lo hacen con crisis identitarias. Muchos hijos de inmigrantes terminan defendiendo a la Unión Americana en guerras "justas". Una forma cruel de dar las gracias por haberlos recibido y de construir identidad americana. 

A Biden y Trump, insisto, los necesita América y Occidente porque ambos fungen como homicidas universales. El apoyo militar, económico y político ofrecido por Biden a Israel en su proyecto genocida contra el pueblo palestino lo confirman. De igual manera, su estrategia de enfrentar a Rusia, usando el territorio ucraniano para  medir fuerzas directas con Putin e indirectamente con los chinos. Trump no es precisamente un pacifista. 

Entre Trump y Biden, por supuesto que hay diferencias. El republicano no oculta su xenofobia y machismo; mientras que Biden se muestra menos machista y cercano a las luchas de las mujeres por sus derechos, incluido el de abortar;  frente a la crisis migratoria, Biden se muestra "más humanitario" que Trump, quien ve a los migrantes ilegales como un peligro para la seguridad nacional. Eso sí, estos dos políticos saben, así no lo reconozcan en público, que de muchas maneras es responsabilidad del coloso del Norte que millones de ciudadanos del sur empobrecido quieran llegar a territorio americano por las relaciones de dominación que generan históricamente republicanos  y demócratas con los países latinos de donde migran cada año cientos de miles de ciudadanos en busca del ya fantasmal "sueño Americano". Apoyan gobiernos corruptos y regímenes de mano dura siempre y cuando se mantengan alineados con la "causa" americana. 

Santos Discépolo describió el mundo como una porquería. Pues bien, Biden, Trump, Obama o de pronto un Kennedy siempre harán sus mejores esfuerzos para mantener vigente lo dicho por el músico y dramaturgo argentino. Para gobernar una potencia militar como los Estados Unidos se requiere de presidentes que sean capaces de presentarse como faros morales para el mundo, así sepan que esa condición está soportada sobre actos inmorales. Así es el poder y así opera el Imperio, en el sentido dado a este concepto por Toni Negri. Y funciona tanto para liderar a la China, a Rusia, a la India... 

A la hora de votar, a millones de americanos y latinos les importará muy poco que sobre Trump pesen 34 cargos penales. El caso del candidato republicano es muy parecido al de Álvaro Uribe Vélez en Colombia: está en etapa de juicio por delitos graves de manipulación de testigos y fraude procesal, pero ello no es óbice para que cientos de miles de ciudadanos, incluidos periodistas y políticos, lo llamen "Presidente", como reclamando su regreso. Aunque Uribe no puede ser candidato presidencial, hay millones de colombianos que aún legitiman su condición de gran elector, lo que les permite aspirar y soñar que en el 2026 vuelva a poner en la Casa de Nari al payaso de su predilección. Ya en el 2018 puso en el Solio de Bolívar al puppet Iván Duque Márquez.  Así como Biden y Trump son "perfectos" para los americanos y para Occidente, todos los que representan al uribismo son necesarios y perfectos para esa parte de la sociedad colombiana que deviene confundida moralmente y para una minoría que hizo de la inmoralidad y del ethos mafioso su modus operandi y vivendi. 

Eso sí, la decadencia de la política no es exclusivo de demócratas y republicanos. Los colombianos soportan de tiempo atrás esa circunstancia por cuenta de políticos como Germán Vargas Lleras, María Fernanda Cabal, César Gaviria Trujillo, Álvaro Uribe Vélez e Iván Duque Márquez. Todos admiradores obsecuentes de Donald Trump, a quien ven como un referente inmoral a seguir. 


  




 

Imagen tomada de la red

viernes, 28 de junio de 2024

PERIODISMO, LA FLIP Y LA ACADEMIA

 

Por Germán Ayala Osorio

Ante la sistemática arremetida político-informativa de las grandes medios de comunicación contra el gobierno de Gustavo Petro las facultades de periodismo y la FLIP guardan un aturdidor silencio, lo que las convierte en cómplices y amanuenses de los negativos efectos socioculturales y ético-políticos que viene dejando la consolidación de las empresas mediáticas como opositores políticos. Nunca en la historia reciente se vio semejante confluencia de intereses político-editoriales entre las empresas mediáticas para deslegitimar a un gobierno. Bastó con la llegada al poder del primer gobierno de izquierda, para que los agentes económicos que están detrás de los medios hegemónicos, pactaran jugar para debilitar al gobierno progresista.  

Ese pacto político-informativo se explica por el inocultable miedo que les genera la posibilidad de que el primer gobierno progresista amplíe de tal manera el número de seguidores y admiradores, que los lleve a perder nuevamente en el 2026 las elecciones. Eso les aterra a los empresarios colombianos, pero en particular a aquellos que tienen dentro de sus bienes a empresas mediáticas que aún tienen el poder de inocular en las audiencias narrativas que desfavorecen la imagen positiva que la izquierda pueda ganar en estos cuatro años de gobierno. 

Volvamos al mutismo de la FLIP y de las facultades de periodismo. El silencio de las segundas se explica porque las empresas mediáticas suelen ser receptoras de sus practicantes y egresados. Bajo esa circunstancia, la directriz parece ser "guardemos silencio" para no afectar las buenas relaciones universidades-medios masivos. Algunas facultades podrían ir más allá, lo que se traduce en otra directriz: evitemos al máximo que los cuestionamientos a la prensa tradicional hegemónica lleguen a las aulas, pues podría ser contraproducente para los estudiantes que llegan a sus aulas para formarse bien para ser presentadores (as), reporteros gráficos o periodistas. Eso podría ser causal de abandono de la carrera. Así las cosas, los docentes que osen criticar a las cadenas radiales y televisivas, así como a la prensa son catalogados como "profesores anti medios", mote que nadie quiere llevar en facultades en las que enseñan periodistas que trabajan aún en los medios comprometidos en el hostigamiento político e informativo del que participan reconocidas empresas informativas. 

En cuanto a la actitud timorata de la FLIP, hay que decir que sus directivas optaron por la salida más conveniente: llamarle la atención al presidente de la República por "hostigar a la prensa", cuando es claro que a diario Gustavo Petro sale en su cuenta de X a confrontar y desmentir  a colegas periodistas que informan de manera tendenciosa y calculada para afectar la imagen del gobierno. No puede ser que ante las constantes mentiras y tratamientos periodístico-noticiosos amañados, sesgados y tendenciosos de Semana y El Colombiano, para exponer tan solo dos ejemplos, la FLIP guarde silencio. Se esperaría, por lo menos, que convocara a las facultades de periodismo para organizar foros académicos e incluso, fomentar investigaciones cuyo objeto sea analizar esas prácticas periodísticas que rayan con el activismo político. El ex vice presidente Santos, enemigo de Petro, parece estar detrás de la FLIP, de acuerdo con trino del presidente Petro, lo que explicaría la actitud asumida por la señalada fundación. Aunque Santos fundó a la entidad, el vocero de la misma aseguró que el político uribista no tiene injerencia alguna en las decisiones y posturas asumidas por la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP. 

Es tan grave lo que está sucediendo en Colombia que los noticieros privados Caracol y RCN, los periódicos EL TIEMPO, EL PAÍS de Cali y El Colombiano, así como la revista Semana y los programas radiales La FM, La W y Blu Radio, dejaron de hacer periodismo y se convirtieron en actores políticos que usan los hechos noticiosos como arma política para desprestigiar y deslegitimar al actual gobierno.  

En lugar de salir a victimizarse por los cuestionamientos presidenciales, los periodistas comprometidos, la FLIP y la academia están en la obligación moral, ética e institucional de provocar encuentros para discutir, de cara al país, si la razón la tiene el jefe del Estado cuando cuestiona en su cuenta de X a periodistas y medios, o si por el contrario, los comunicadores cuestionados informaron apegados a los manuales de sus casas periodísticas y al "manual" universal que dice claramente cómo se hace  periodismo riguroso, serio y profesional.

Resultaría interesante que la opinión pública, calificada o no, tuviera la oportunidad de ver en un mismo escenario académico al presidente de la República confrontando las narrativas periodísticas y los periodistas defendiéndolas y explicándoles al país deontológica y políticamente el por qué de los tratamientos informativos y los hechos objetivos sobre los que se sostienen esas narrativas. 

Quedan dos años más de enfrentamientos entre Petro y los periodistas que, con agenda política en mano, dejaron el oficio para convertirse en activistas políticos y estafetas de sus patrones. Muy seguramente, si en el 2026 la derecha recupera el poder, entonces volverá el mismo ejercicio periodístico oficialista al que nos tenían acostumbrados. 




Imagen tomada de Youtube.com

jueves, 27 de junio de 2024

CAYÓ EL "MAESTRO" CÉSAR RINCÓN EN DUITAMA

 

Por Germán Ayala Osorio

Con la aprobación de la ley que prohíbe las corridas de toros parece haberse desatado un inconveniente e innecesario revanchismo simbólico-cultural con todo lo que represente  odas a la tauromaquia. El derribo de la estatua del torero más grande que dio Colombia, César Rincón, expresa dos sentimientos: uno, el que produce la prohibición misma de esa práctica social y el segundo, el de la revancha que se desprende de ese logro socio-jurídico, legitimado por la creciente y sistemática desaprobación del grotesco espectáculo de sacrificar a los toros después de faenas tan aplaudidas como violentas. 

Una cosa es celebrar la prohibición de las corridas de toros y otra muy distinta es el revanchismo simbólico-cultural en el que quedó convertida la remoción del monumento del "maestro" César Rincón. A lo mejor el alcalde de Duitama (Boyacá), funcionario que dio la orden de tumbar a Rincón, pretendió darle a esa acción simbólica el impacto que en su momento generaron los derribos de las efigies de Cristóbal Colón en México (2021), la de Saddam Husein en el 2013, la de Lenin en Ucrania en 2014, o la de Sebastián de Belalcázar en Popayán y Cali, durante el estallido social. Cierto o no que fuera esa la pretensión de quien funge como la autoridad administrativa y política en Duitama, su decisión alcanzó la notoriedad que muy seguramente si se esperaba, a juzgar por los vitores que se escucharon una vez cayó la efigie. 

La escultura de Rincón pudo haberse removido de una manera distinta y evitar la polémica que llegó a los medios opositores al gobierno de Petro que promovió la iniciativa legislativa. Una vez instalado el hecho noticioso en cabinas de radio como la de la FM, el derribo de Rincón se convirtió en un innoble y sacrílego hecho político y cultural para esa parte de la sociedad que exige el derecho a seguir gozando del primitivo espectáculo de maltratar y asesinar a los toros, para su "goce estético".

O quizás, la estatua de Rincón debió quedarse a las afueras de la plaza para que una vez transformada en un espacio multipropósito, cobrara vida la narrativa antitaurina que diera cuenta de que en el pasado sus ciudadanos colmaban el recinto taurino para ver y aplaudir el asesinato de toros de lidia. Quizás el alcalde de la ciudad pensó en lo vergonzoso que sería reconocer que dentro de su municipio hubo gente que disfrutara de la anacrónica fiesta brava. 

El locutor y conductor de La FM, Luis Carlos Vélez, hijo del "doctor" Carlos Antonio Vélez, locutor deportivo, salió en defensa de César Rincón y por supuesto, de la llamada fiesta brava. En su cuenta de X dijo que "Cesar Rincón fue una estrella mundial de la tauromaquia. Su nombre, uno de los pocos, que en su momento nos hacía brillar. Al l alcalde de Duitama, lleno de odio y resentimiento, nadie lo recordará …"

Hagamos un alto aquí. La brillante y exitosa carrera del torero César Rincón estuvo asociada a la nación colombiana fruto de dos factores que, al unirse, explican la defensa que el señalado locutor hace de la memoria del insigne torero. Un primer factor tiene que ver con el momento cultural que vivía el país en aquella época, en la que la tauromaquia gozaba de un reconocimiento tácito, en virtud de la hegemonía mediática. Esta última constituye el segundo factor que hace posible que una minoría hoy esté molesta con la prohibición legal de las corridas de toros.

Por fortuna, esa sociedad que en el pasado apoyó las corridas de toros o a la que le daba lo mismo si había o no esos sacrificios investidos de cultura, cambió. Entonces, irrumpieron los defensores de los animales, al tiempo que la fiesta brava iba perdiendo adeptos. Deben reconocer los taurinos y amantes del sangriento espectáculo que han perdido hinchada, lo que debilitó la defensa de esa práctica en el Congreso de la República. Año tras año, la tauromaquia pasó de ser una práctica cultural universal, para convertirse en un capricho de una minoría que siempre usó las plazas de toros como vitrina para exhibir su inocultable clasismo. Tanto así, que a esas mismas plazas llegaron los traquetos a exhibir como "trofeos" a sus voluptuosas mujeres, "reparadas" en prestigiosas clínicas de la capital del Valle del Cauca. Lo vimos en Cali durante varios años: el cruel sacrificio de cientos de toros, mientras el machismo y el clasismo se consolidaban en las tribunas y se legitimaban a diario con el registro noticioso de los medios masivos.

Ya consumados los hechos, lo mejor es encerrar a César Rincón en la misma plaza de toros para que sus adoloridos admiradores puedan rendirle culto a quien con "maestría" asesinó toros de lidia en representación de la sociedad antropocentrista de la época. Pero también para que los antitaurinos bajen a verlo para dimensionar lo que lograron en el Congreso Esmeralda Hernández, entre otros congresistas. Otros muchos curiosos harán lo propio y preguntarán, quién fue ese tal César Rincón, que ni en la radio lo nombran?



Imagen tomada de RTVC.

miércoles, 26 de junio de 2024

PETRO Y LOS RIFIRRAFES CON OSPINA Y DUZÁN

 

Por Germán Ayala Osorio 

El presidente de la República  prácticamente sostiene, desde el 7 de agosto de 2022, un enfrentamiento discursivo y político con la prensa del Establecimiento. Y lo viene haciendo a través de su cuenta de X. Petro defiende su gobierno, confrontando a los periodistas que de manera deliberada mienten, tergiversan y ocultan datos claves para entender los hechos noticiosos. Sin duda alguna, los medios masivos tradicionales hoy fungen como actores políticos que usan la información y los hechos noticiosos para propósitos desestabilizadores o por lo menos, deslegitimadores de la gestión del actual gobierno.

En las últimas horas el jefe del Estado confrontó a dos periodistas: a Ricardo Ospina de Blu radio, reconocido por ser de las entrañas del uribismo y a la columnista María Jimena Duzán, quien a pesar de no militar en esa seudo doctrina, ha usado un par de veces su espacio periodístico para criticar al gobierno progresista. Entre los dos hay notables diferencias. El primero es un periodista obsecuente, obligado a informar con rigor, tarea que no cumple. Mientras que Duzán es una columnista reconocida por su rigurosidad y capacidad analítica. 

El rifirrafe entre Petro y Ospina se produce por el ejercicio amañado y tendencioso del periodista, quien  alude en un trino a un informe de la Contraloría General de la República (CGR) en el que sale mal parada la Sociedad de Activos Especiales (SAE) por actos de corrupción y problemas de ejecución. El reclamo del presidente se da porque el locutor de Blu radio evitó decir que la desaparición de bienes incautados y administrados por la SAE se dio durante el gobierno de Iván Duque Márquez, al que Blu radio insiste en proteger su imagen, a pesar de los notables desaciertos y actos probados de corrupción. Frente a la administración actual de esa entidad, el informe sugiere problemas de ejecución. Claramente Ospina oculta un dato clave con la clara intención de que los lectores y los oyentes asuman que los hallazgos de corrupción del ente de control obedecen a la actual administración. Ospina informa de manera tendenciosa. 

Ante la reacción del presidente de la República, el locutor uribista de inmediato se victimiza. Esto dijo en su cuenta de X:   "Usted debe garantizar la libertad de expresión y la tarea de los medios de comunicación. Su permanente hostigamiento a la prensa desdice de una persona que defiende los valores democráticos".

Hagamos un alto en lo dicho por Ospina. De manera temeraria el periodista crea la narrativa de que el gobierno de Petro no está garantizando la libertad de expresión. Eso es un duro y falaz señalamiento que confirma que lo que hace Ospina en Blu radio no es periodismo, sino Oposición política. Es curioso que el comunicador habla de libertad de expresión y no de libertad de prensa. La alusión a la primera la hace Ospina porque sabe que está opinando y no informando. Usa los hechos, en este caso un comunicado de la CGR, para emitir su tendenciosa opinión.

En la segunda parte, Ospina habla de "hostigamiento a la prensa". Se equivoca el colega. Lo que hace el jefe del Estado es defenderse de los permanentes ataques que salen desde Blu radio. No hay día en el que Néstor Morales y el propio Ospina, entre otros más, ataquen al gobierno, digan verdades a medias y expongan juicios de valor con el claro objetivo de deslegitimar al gobierno. Es al contrario, quienes están apelando al hostigamiento son los periodistas del señalado programa radial, que sigue un agenda de Oposición política.

Olvida Ospina que la prensa durante el gobierno de Uribe Vélez fue chuzada y perseguida. El olvido del locutor es explicable porque es afín a esa seudo doctrina llamada uribismo. Que se sepa, el gobierno de Petro no chuza a los periodistas y mucho menos, los irrespeta como sí lo hizo Uribe, en especial a quienes osaron criticar su gestión y su pasado. Otra cosa es que por tendencioso, Ospina tenga que lidiar con los petristas y las llamadas bodegas. Eso es más una consecuencia por hacer un ejercicio periodístico éticamente cuestionable, que el efecto de una directriz presidencial para que sea atacado.

En cuanto al rifirrafe con María Jimena Duzán, hay que decir que está cruzado por sentimientos mutuos de admiración y respeto. Las preguntas que hace la columnista en torno al hermano de Laura Sarabia, la mano derecha de Petro, motivaron la reacción presidencial. Los cuestionamientos que hace Duzán son legítimos periodística y legalmente a través de un derecho de petición que elevó para exigir respuestas sobre asuntos que tienen que ver con el posible aprovechamiento de Andrés Sarabia de las relaciones y del poder de su hermana.

Las preguntas de Duzán llegan en medio de hechos prepolíticos fundados en chismes, contradicciones, celos y malquerencias que hacen parte de lo que se conoce como "fuego amigo". El mismo que la primera Dama denunció ante la Fiscalía. Eso sí, Sarabia y el gobierno están en la obligación de responder el derecho de petición elevado por la columnista, así haga parte de un inocultable hostigamiento mediático hacia el presidente y su más cercano círculo de poder.

Estos dos rifirrafes, más lo que vendrán en el futuro, no pueden asumirse como actos de censura o de hostigamiento del presidente de la República hacia la prensa. Por el contrario, deben entenderse como un ejercicio de confrontación discursiva que obliga a la prensa a ser más responsable, al presidente más tolerante con los periodistas opositores, en particular con aquellos que siguen al pie de la letra una agenda política que sus jefes les han entregado para que ejecuten.

Un presidente tuitero es una circunstancia nueva para los periodistas y para los colombianos. Y se valida por el carácter del presidente Petro, acostumbrado a debatir y a confrontar a sus contradictores. Esa actitud del jefe del Estado resulta más democrática y de mejor recibo que usar el poder del Estado para chuzar, perseguir y calificar a los periodistas como "amigos del terrorismo" como lo hizo el inefable Álvaro Uribe Vélez entre 2002 y 2010.




Imagen tomada de la Silla Vacía.


martes, 25 de junio de 2024

JULIÁN ASSANGE, LIBRE: ¿VALIÓ LA PENA?

 

Por Germán Ayala Osorio


Con la puesta en libertad de Julián Assange, su caso debería de convertirse en un emblema para la humanidad porque logra conectar a dos actores de poder social y político que, en sus ejercicios diarios, se sirven el uno del otro para legitimarse y auto proclamarse como formas civilizadas que el ser humano creó para estar en el mundo. Eso sí, de ambos actores sabemos que guardan, al mismo tiempo, los más oscuros intereses de los seres humanos, así como las más sublimes acciones y deseos. Esos actores son el Estado y el periodismo. 

Lo que hizo Assange fue develar los siempre oscuros informes militares de Estados comprometidos en guerras internacionales, actividades de espionaje y mensajes cruzados entre embajadores, políticos y presidentes  de varias Repúblicas. Assange conmocionó al mundo con las revelaciones conocidas como Wikileaks porque expuso el poder político de los Estados Unidos, dejando clara la vileza del ejercicio del poder de la potencia militar. 

"Entre los documentos filtrados por WikiLeaks, se encuentran informes militares que detallan operaciones en las guerras de Irak y Afganistán, así como cables diplomáticos que revelan actividades de espionaje y política exterior de EEUU. Estos documentos expusieron operaciones secretas y tácticas cuestionables empleadas por el gobierno estadounidense. Además, se filtraron detalles sobre las condiciones de los prisioneros en Guantánamo, incluyendo prácticas de tortura y detenciones sin juicio. Estas revelaciones generaron una fuerte crítica internacional y demandas de reformas en la política de derechos humanos de EEUU". 

Más allá de los cables y de las interpretaciones y los efectos internos en los países comprometidos en la información que circuló ampliamente, lo que hizo Assange fue poner en la picota pública mundial a los Estados Unidos y por ese camino, dejó muy claro que el Estado como forma de dominación no puede jamás asumirse como un actor político moralmente superior a cualquier otra forma de consolidación del poder político, económico y militar dentro de un territorio nacional y mucho menos superior a sus asociados.  

No hay, ni habrá jamás un Estado en el mundo del que sea posible esperar acciones con niveles superlativos en lo moral y en lo ético porque su diseño y operación están atados a la siempre aviesa condición humana. Insisto en que el gran aporte de Assange es que logra conectar la operación de los Estados con el periodismo, otra actividad humana cargada de buenas intenciones como aquella de "buscar la verdad", pero también sujeta a la mezquindad de los propios periodistas y la de los propietarios de las empresas mediáticas que se sirven de estas para legitimar al Estado en el que "informan" de manera interesada. 

Assange es un defensor radical de la libertad de prensa. Es un hombre que creyó que con exponer las guarradas del poder político en los Estados Unidos el mundo podría ser mejor. Doce años pasó Julián Assange encerrado y perseguido por el poder político mundial comprometido en los hechos revelados en los Wikileaks. Siete de esos años, los pasó al interior de la embajada de Ecuador en Londres de donde fue sacado a la fuerza y cinco en una prisión en el Reino Unido. 

Ese poder, sucio y criminal que este defensor radical de la libertad de prensa le expuso sus vergüenzas al mundo, lo sometió hasta obligarlo a aceptar cargos. La pregunta es: ¿valió la pena el sacrificio cuando hay periodistas en todo el mundo que defienden a dentelladas al Estado bajo el que ejercitan el oficio, y que a diario lo legitiman como forma de dominación, a pesar de la inmoralidad de sus acciones? 

Quizás no haya actividad humana en la que haya más mezquindad y ruindad que en el oficio del periodismo. Bueno, la política le compiten en honores. Hay periodistas capaces de ofrecer sus vidas por defender al Estado y en particular a los gobiernos que los usan como estafetas y "cajas fuertes" en las que guardan secretos e intimidades de presidentes, empresarios, militares, embajadores y políticos. En Colombia, por ejemplo, hay un sinnúmero de reporteros, presentadores de televisión, directores de medios  y conductores de programas radiales a los que les encanta que agentes de poder económico y político los manoseen y los usen como mandaderos. A esos colegas les fascina ir a cocteles y reuniones para luego ufanarse de que están "bien relacionados", a pesar de saber que esos amigos poderosos actúan a diario bajo un inocultable ethos mafioso. 

También hay otros que evitaron la tarea de confrontar a estructuras guerrilleras y paramilitares por simpatías ideológicas, pero también, para obtener beneficios económicos. Unos y otros son periodistas indignos. Hay también columnistas que, amparados en la libertad de expresión, legitiman a diario a agentes del Establecimiento responsables de haber convertido a Colombia en un insufrible platanal con bandera.  

Aunque sectores de la opinión pública formada en criterio ya sabían de antemano de la presencia de estos periodistas-estafetas, con la llegada del primer presidente progresista a la Casa de Nariño, estos mismos colegas se encargaron de mostrarse al país tal cual son: defensores de los agentes de un Establecimiento criminal y mafioso que lleva operando el Estado más de 50 años. Sin vergüenza alguna estos "perros rabiosos de la democracia" mienten, tergiversan los hechos, esconden verdades y actúan como opositores políticos. Estos periodistas odian a Assange porque lo que hizo los confronta ética y moralmente.

La libertad que hoy obtiene Assange es demasiado costosa para él y para un mundo que jamás valorará el haber desafiado a semejante poder. Las mentiras y la ruindad del poder siempre tendrán al periodismo y al Estado como sus más insignes formas de dominación. 



Imagen tomada de El Mundo. 

  

lunes, 24 de junio de 2024

OTTY PATIÑO Y LA MUERTE DE HERMES GUERRERO

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Dos golpes contundentes recibieron en las últimas horas las disidencias de Iván Mordisco y la Segunda Marquetalia. De la estructura del primero, conocida como EMC (Estado Mayor Central) fue abatido por miembros de las Fuerzas Especiales del Ejército nacional, alias Fito, mientras que del grupo que lidera Iván Márquez, cayó Hermes Guerrero. Entre los dos abatimientos hay diferencias sustanciales:  contra la organización que lidera Iván Mordisco se dispuso, por orden presidencial, de una fuerte contra ofensiva militar como respuesta a los últimos ataques terroristas y dinamiteros perpetrados en Jamundí y Robles(Valle del Cauca) y Timba (Cauca), así como en Taminango (Nariño), mientras que con los "marquetalianos", se inauguró recién la mesa de diálogo con miras a buscar una salida política negociada de quienes abandonaron el proceso de paz de La Habana, por los hechos que tienen que ver con los entrampamientos organizados por la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez Neira. 

Lo llamativo del asunto no está en los perfiles de los delincuentes "dados de baja", sino en la reacción del alto comisionado de paz, Otty Patiño ante la muerte de Hermes Guerrero. Patiño lamentó así el hecho político-militar: "Lamentar profundamente los acontecimientos de ayer, acontecimientos que no pueden llamarse incidentes porque es volverlos leves e insignificantes. Es algo fatídico y hemos maltratado la confianza que hemos ido creando desde febrero con la Segunda Marquetalia. Quiero darle un abrazo muy sincero por la capacidad de superar las crisis. Reciba mi abrazo de condolencia y confianza porque superada esta situación podremos avanzar con pie firme y mayor entendimiento".

La reacción de Patiño se entiende en el marco de las buenas intenciones y si se quiere de la diplomacia que surge cuando se emprenden procesos de negociación política entre el Estado y las "guerrillas". Eso sí, lo expresado por el alto comisionado de paz lo considero exagerado en la medida en que las operaciones militares vienen legitimadas por el clamor de los colombianos que sufren por la presencia de esos grupos al margen de la ley que imponen sus condiciones en zonas rurales en las que históricamente el Estado jamás se consolidó como un orden legítimo. 

Expresar las condolencias por la muerte de Hermes Guerrero, en un ambiente político e ideológico caldeado como el que atraviesa el país desde el 7 de agosto de 2022, constituye un desafío moral y ético-político. Patiño se sobreactuó en esta oportunidad. No importa si los militares usaron información privilegiada para dar el golpe. Así es la guerra. Señalar a los militares como enemigos del proceso resulta peligroso, aunque no se puede ocultar que históricamente siempre actuaron como una rueda suelta en los procesos de paz adelantados. 

Hay que recordarle a Otty Patiño que durante las negociaciones de paz entre el Estado y las entonces Farc-Ep en Cuba, fue abatido Alfonso Cano. Las condiciones en las fue ultimado el líder fariano y el deceso mismo no pusieron en vilo las conversaciones de paz. El país no olvida que Cano fue abatido en condiciones de indefensión. Por el contrario, se continuó adelante pues se consideró que el operativo hacía parte de las confrontaciones militares que se llevaban a cabo, pues no se había pactado aún un cese bilateral del fuego. 

Calificar como "fatídico" el suceso y de "maltratar la confianza" tiene un efecto político-mediático que Patiño pudo evitar, matizando su reacción: de inmediato, lo dicho por el alto comisionado de paz fue usado por la Oposición como arma ideológica para tratar de indisponer a los militares que desarrollan las operaciones, con el gobierno nacional. Parece olvidar Otty Patiño que una buena parte de la sociedad colombiana sigue sin aceptar que hoy el presidente de la República es un exguerrillero. Es más, al compartir Patiño su pasado en armas con Petro, su reacción va a servir para que los enemigos del gobierno insistan en la narrativa que señala que el jefe del Estado está "debilitando la moral de la tropa con la salida de más de 65 generales y que tiene amarrados a los militares".

Si de verdad la Segunda Marquetalia tiene voluntad de paz, la muerte de Guerrero debe asumirse como parte de la naturaleza de un conflicto armado en el que cada bando está dispuesto a asestarle golpes contundentes a su contraparte. El ambiente de confianza se consolidará cuando en la mesa se pacte el cese bilateral de hostilidades y se dé inicio a las negociaciones de una agenda que no puede ser distinta a la que en el pasado reciente Iván Márquez aceptó cuando hizo parte de la delegación de paz de las Farc-Ep que firmaron el armisticio en Cuba. 

Si, se perdió una vida y eso es lamentable, pero a diario perecen soldados, policías y civiles, hechos que Patiño tendría que haber lamentado de igual manera como hoy lo hizo con la muerte de Hermes Guerrero. 



Imagen tomada de W radio. 


domingo, 23 de junio de 2024

LA ESCALADA TERRORISTA Y LA UNIÓN ENTRE ILEGALES Y AGENTES DEL ESTABLECIMIENTO

 

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Si para algo ha servido el conflicto armado interno es para consolidar el poder político y económico de Señores de la Guerra regionales, que al ser cercanos a agentes del Establecimiento colombiano, usan las dinámicas de la guerra interna como elemento de presión política contra el gobierno de Gustavo Petro, con el claro objetivo de deslegitimarlo y desacreditar su gestión en específicas zonas rurales. Al ver que las variables macroeconómicas están controladas, al viejo establecimiento no le queda otro camino que apalancarse en los problemas de orden público y tratar de golpear políticamente al actual gobierno; de igual manera, las dinámicas del irregular conflicto han servido para naturalizar  la corrupción al interior de las fuerzas armadas por cuenta de miembros que le venden municiones y pertrechos a las guerrillas. A pesar de la purga a la que ha sido sometido el Ejército desde el 7 de agosto de 2022, lo más probable es que aún existan reductos de oficiales y suboficiales que negocian armas y municiones con grupos al margen de la ley; todo lo anterior sirve, además, para  vender la idea de que el Estado jamás podrá tener el control del territorio, lo que supone la sobrevivencia territorial de los grupos armados al margen de la ley y sus economías ilícitas, situación que asegura que esos negociados continúen en el tiempo. 

Con las últimas arremetidas dinamiteras y terroristas en Nariño,  Cauca y el sur del Valle del Cauca, surge la inquietud alrededor de qué habrá detrás de esas acciones contra la población civil de Toribío, Suárez y Timba (Cauca) y de Robles y Jamundí, en el Valle del Cauca. El gobierno dice que se trata de retaliaciones por los sistemáticos golpes que la fuerza pública viene asestándoles a las "guerrillas" que delinquen en el Cauca y el Valle del Cauca, corredor estratégico para sacar cargamentos de cocaína y marihuana hacia el Pacífico, a través del Naya. Propongo la siguiente hipótesis explicativa:

La estrategia del gobierno de afectar las finanzas de las disidencias de Iván Mordisco y de las otras organizaciones al margen de la ley despertó la furia de agentes políticos y económicos legales que se benefician de la producción y venta de la cocaína. No se puede negar que hay sectores formales e informales de la economía colombiana que sirven para lavar las millonarias sumas de dinero que produce y mueve el mercado del narcotráfico. Bajo esas circunstancias, lo que está sucediendo en esos tres departamentos es la expresión clara de la confluencia de intereses de sectores políticos y económicos de la derecha colombiana, con los propios de las disidencias farianas e incluso, con los de una nueva generación de paramilitares que estarían esperando  a que finalice el periodo presidencial de Petro para iniciar la contraofensiva militar de cara a frenar los avances de la reforma agraria que viene implementando el actual gobierno. 

La lucha frontal que Petro viene liderando en contra de las finanzas de los narcotraficantes que sostienen la operación de las estructuras de las disidencias de las Farc-Ep, las de otros grupos ilegales y los negocios legales de actores económicos formales de la sociedad civil, permitió que agentes económicos y políticos legales se unan para contrarrestar esos efectos negativos, con la única forma que les queda: los ataques terroristas contra la población civil, con el objetivo de minar la legitimidad y el apoyo popular que el gobierno de Petro viene tratando de acumular con sus políticas agrarias y de apoyo al campesinado.  

Las violentas acciones perpetradas en Nariño, Cauca y Valle del Cauca son aprovechadas por la derecha uribizada para construir la narrativa que señala que el Estado central perdió definitivamente el control de esos departamentos. Sin duda alguna, un relato que les sirve política y socialmente para intentar reconquistar la Casa de Nariño en el 2026, vendiendo la idea de que el país, sí o sí, necesita el regreso de la Seguridad Democrática, la temida política de seguridad que implementó el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. 

Eso sí, la unión de esfuerzos entre los viejos agentes del Establecimiento y los grupos ilegales no tendría la pretensión de generar el caos y la crisis institucional que produjo en su momento la escalada terrorista del criminal Pablo Emilio Escobar Gaviria, que terminó con el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). No. Estaría prohibido poner bombas en centros comerciales de ciudades capitales, porque bajo esas circunstancias le estarían dando al presidente de la República elementos de juicio para insistir en que el país necesita convocar a una ANC. Generar zozobra, miedo y terror en centros poblados y en municipios pequeños por ahora sería suficiente para esta unión temporal de intereses legales e ilegales con la que se busca afectar la imagen del actual gobierno. 

Le corresponde a la contrainteligencia militar examinar la consistencia y la existencia objetiva del entramado criminal que supone la hipótesis aquí planteada. Lo cierto es que el negocio de la guerra le va ganando la partida a la paz, como negocio y como forma de estar en los territorios. 



Imagen tomada de EL TIEMPO.COM 

sábado, 22 de junio de 2024

¿EXISTE EL CENTRO POLÍTICO EN COLOMBIA?

 

Por Germán Ayala Osorio 

La discusión sobre la existencia o no de un centro político en Colombia no cesa. Su vigencia se mantiene gracias a que la narrativa de la "polarización política" entre izquierda y derecha parece triunfar en un país históricamente gobernado por la derecha y que apenas ahora está aprendiendo a reconocer qué es eso de la izquierda democrática y del progresismo. Creo que es importante matizar aquella narrativa, diciendo que lo que hay realmente de fondo es una lucha entre dos caminos: uno, que le apuesta a que Colombia siga atada a las maneras de una derecha corrupta y el otro, el que ofrece el progresismo que, con todo y errores, propone un orden más justo social, económica, política y ambientalmente. 

En medio de la discusión sobre el espinoso asunto hay que reconocer que resulta mucho más fácil ubicarse o alinearse a la derecha, bien sea por conveniencia económica y política o por miedo a ser violentado o rechazado al momento de reconocer que se simpatiza con las ideas de una izquierda demonizada por la presencia otoñal y equivocada de las guerrillas. Hay que decir que estas últimas se auto denominaron de izquierda, pero que al revisar sus relaciones con los civiles en los territorios dominados, parecían más cercanos al ideario conservador. Baste con recodar las "reglas" que impusieron las Farc-Ep en los pueblos y veredas que quedaron bajo su mando cuando el irresponsable presidente Pastrana les entregó 42 mil kilómetros cuadrados sin verificación internacional y nacional, para entender que de liberales muy poco tuvieron los señores farianos. 

El columnista Juan Carlos Botero hace una defensa del centro y lo hace exponiendo las cosas que deberían defender quienes señalen públicamente simpatizar con el aún difuso espectro ideológico en un país godo, violento y manejado por una derecha mafiosa, criminal y apegada a ideas retrógradas en lo social, indebidas en lo político e insostenibles en lo ambiental-ecológico. 

Dice Botero en su columna Una defensa del centro que los del centro defienden "la Constitución y el Estado de derecho, la necesidad de jueces y entes de control autónomos, medios independientes que no estén sujetos a los abusos del poder o de grupos económicos. Y jamás rechazar unos crímenes mientras se toleran o disculpan otros". Al revisar las circunstancias institucionales y culturales de la historia reciente del país, incluso, a partir de la promulgación de la Carta Política de 1991, lo dicho por el columnista termina por anular la posibilidad de que el centro, como realidad política, pueda aparecer en el quehacer de sus propios políticos profesionales. 

Por tradición, los entes de control han estado al servicio de clanes políticos regionales guiados por un evidente e insuperable ethos mafioso. El ejemplo más claro es la gestión de la actual procuradora Margarita Cabello Blanco, quien opera como defensora de oficio de la derecha y en particular, del clan Char. Otro ejemplo más de la captura clientelista y de la operación ideologizada de la Procuraduría General de la Nación fue el entonces procurador y quemador de libros, Alejandro Ordóñez Maldonado, una especie de Torquemada moderno. Y ni para qué hablar de la Contraloría General de la República, otro fortín clientelista. 

En la ya referida columna, Botero insiste en decir que el centro es la salida que le queda al país en medio de la "polarización política" "porque  es la mejor opción para el país en este momento, la más incluyente y sensata, no basada en el odio y el rechazo sino en la tolerancia del otro y en la aceptación de nuestra identidad compartida. Incluso por encima de nuestras diferencias". 

Los argumentos de Botero son claros. La pregunta que surge es: ¿Quiénes son las figuras políticas capaces de actuar bajo las premisas y las ideas que el columnista propone y reconoce para ser considerado y actuar desde el Centro? 

Se equivoca si está pensando en políticos como Claudia López Hernández, Sergio Fajardo e incluso, los hijos de Galán. Muy seguramente la exalcaldesa se presentará a las elecciones de 2026 como una opción de centro. Se tratará, claro está, de un estratagema para engañar votantes ingenuos o cansados de la "polarización". Entre tanto, el exgobernador de Antioquia insistirá en que él representa el centro político, apalancado más en las "buenas maneras" de su discurso, que en realidades políticas fruto de sus decisiones cuando manejó los destinos de Antioquia y Medellín. La cercanía de López y Fajardo al uribismo los inhabilita y les impide presentarse como políticos de centro. 

En cuando a los hijos de Galán hay que decir que son funcionales a la derecha por decisión propia. El peso del legado de su padre lo llevan y lo sienten como un enorme piano de cola. Por eso, optaron por la salida más fácil: estar con la derecha, en la medida en que no están obligados a pensar y actuar como su padre y mucho menos lo están para defender su ideas liberales. 

Ojalá aparezcan figuras que defiendan un centro político que le apunte a cambiar las formas en las que se hace política en Colombia. Por ahora, el centro seguirá siendo espectral y el sueño de aquellos que se cansaron de la derecha mafiosa y de otros que, un tanto desanimados por los resultados parciales del primer gobierno progresista, creen que es posible trasegar por un camino alternativo. 


Imagen tomada de Razón Pública

viernes, 21 de junio de 2024

JESÚS BENDIGA LA COPA AMÉRICA

 

Por Germán Ayala Osorio


En la inauguración de la Copa América la organización del evento deportivo permitió que un par de pastores leyeran, en inglés y español, una corta pero emotiva alusión a Dios o al Señor Jesús. Con frases como "Dios bendiga a América" y el "mensaje de Cristo es de paz y perdón" los enviados de dios en la tierra sorprendieron a más de uno con la invitación a creer y a confiar en la palabra divina. 

Desconozco si los periodistas deportivos colombianos que exigen a sus colegas no meterle política al deporte, hicieron algún comentario a lo sucedido durante la ceremonia de apertura del torneo continental que en esta oportunidad se realiza en territorio de los Estados Unidos de América. Imagino que no, porque muy seguramente la FIFA o las cadenas radiales y televisivas previamente les hicieron la "recomendación" de guardar silencio ante la piadosa inclusión (o intromisión) de la Fe en un evento que presenciaron millones de seres humanos en el continente americano y otros tantos millones en el resto del mundo. Una ceremonia deportiva que se da en medio del genocidio en Gaza contra el pueblo palestino, perpetrado por el ejército sionista del Estado de Israel. El fútbol debe servir para ocultar la barbarie y la estupidez humana a gran escala, parece ser el mensaje. 

A pesar de la llamativa presencia de los mensajeros de Cristo, no se puede negar que el fútbol está atravesado como ningún otro deporte espectáculo por la política y la religión. La FIFA, en su ejercicio como órgano rector del fútbol mundial es un poderoso actor político capaz de incidir en decisiones al interior de los Estados miembros, en particular aquellas decisiones que intenten minar el poder de ese monstruo extraterritorial, adoptadas por jueces, mandatarios locales y por supuesto, por los presidentes de la República. En consecuencia, el balompié está inexorablemente atado al poder político. 

Son muchas las figuras de ese deporte que agradecen a "Dios" por haberles dado la gracia de hacer goles, ganar partidos, de permitirles jugar o por haberse recuperado de una lesión, entre otras tantas "razones" atadas a la fe individual y colectiva. En las entrevistas, los jugadores suelen decirlo sin ninguna prevención: "primero, gracias a Dios..." repiten sin cesar los más creyentes. Otros se persignan antes de entrar a la cancha. Otros miran al cielo en señal de agradecimiento y admiración. De igual manera los hinchas se encomiendan a su santo de devoción o de manera directa al Señor para que les ayude a conquistar un título. Todas esas expresiones y demostraciones de la fe individual arrastran la intención de universalizar (imponer) una idea única de Dios. No hay lugar al politeísmo y mucho menos se puede permitir creer en otra deidad. Por supuesto que el derecho a no creer o a dudar está proscrito.  

La presencia de los dos pastores en la inauguración de la Copa América podría atarse a los intereses de los sectores más conservadores de los Estados Unidos, interesados en mostrarse como una nación piadosa, creyente y sobre todo, que promueve la paz en el mundo tal y como lo predicó Jesús, según la narrativa de la iglesia Católica, una multinacional tan poderosa como la propia FIFA. Claro, se trata de una paz sepulcral, resultado del genocidio que el propio gobierno de Biden patrocina al brindarle todo el apoyo político, económico y militar a su socio Israel, el Estado que está detrás del objetivo de borrar de la faz de la tierra al pueblo palestino. 

El mensaje de los dos pastores era para el resto del mundo y no tanto como una forma de bendecir al fútbol, a los jugadores, técnicos y las selecciones. Lo sucedido ayer se compara, en la intención de universalizar una única verdad, cuando después de los ataques del 9/11 en territorio americano, de inmediato el presidente Bush lanzó una "cruzada contra el terrorismo". Así, entonces, en la inauguración de la Copa América se usó el fútbol y ese especial momento, para universalizar la existencia de un Dios para Occidente. Un Dios que se opone a Alá y a cualesquiera otra deidad que un pueblo en el mundo se atreva a exponer como guía espiritual. Esa decisión es política y es al mismo tiempo, un acto de Fe. Y todos sabemos que ante la Fe no hay la posibilidad de razonar,  pues la razón misma se torna débil. 

Como invención humana, cualquier idea que se tenga de Dios siempre estará conectada con la política, el poder,  y por supuesto, con la Fe, como hilo conductor; y qué mejor si se usa un deporte de masas como el fútbol, para invocar la presencia  de esa deidad y garantizar su existencia a través de un único relato universal y universalizante que representa al siempre piadoso y bienintencionado Occidente. 

Adenda: imagino que los problemas con el sonido que se presentaron durante el show del artista colombiano no fueron cosas de Dios, sino de un inolvidable error técnico.  


Imagen tomada de Youtube.com

jueves, 20 de junio de 2024

TRES ESCENARIOS DE FUTURO PARA SUPERAR EL URIBISMO

 

Por Germán Ayala Osorio

La llegada del primer gobierno progresista debería de servir de punto de quiebre ético-político con el que sea posible superar, culturalmente, ese conjunto de prácticas y valores atados a un evidente ethos mafioso que llamamos uribismo. El país fue testigo de su aparición y naturalización entre el 2002 y el 2010 durante la administración del inefable Álvaro Uribe Vélez. 

Más allá de las promesas de cambio del gobierno de Petro, hay una evidente toma de conciencia colectiva alrededor de los responsables de los graves problemas sociales que afronta el país, fruto de la aplicación a raja tabla de recetas neoliberales aplicadas por los gobiernos de César Gaviria, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque. 

Esa toma de conciencia colectiva que permitió identificar a los políticos responsables de la extrema pobreza, la inequidad, el hambre y un desarrollo a todas luces insostenible tuvo en el estallido social a su punto más alto de inflexión y consolidación. Sin embargo y a pesar de que hay sectores societales que actúan cada vez más en función de sus derechos, es urgente que Colombia supere el uribismo como forma de hacer política, de gobernar, de relacionarse y vincular las fuerzas privadas y públicas. Se necesita de un quiebre cultural, casi que de una reinvención de aquello de ser ciudadano o simplemente, de actuar bajo principios universales de humanidad. 

Para poder que ese parte aguas cultural se dé en el país se requerirán de escenarios posibles en los que de manera explícita quede proscrito ese ethos mafioso que se asocia al ismo que mayores daños produjo tanto al ejercicio de la política, como en el actuar ciudadano. Vislumbro tres escenarios de futuro en los que podría quedar superada esa narrativa violenta, conservadora, ética y moralmente perturbadora y ecológica y ambientalmente insostenible que se asocia y representa el uribismo. 

Al primer escenario de futuro que se requerirá para lograr ese objetivo lo llamo la Refundación cultural del sentido de lo público y de lo privado. Los empresarios y en general la clase política debe entender que un Estado sometido a los intereses de unos cuantos particulares resulta inviable por varias razones. El Estado, como forma de dominación territorial debe ser para los ciudadanos asociados a su territorio un referente de eficiencia, eficacia y de construcción de humanidad, a partir del cumplimiento de sus funciones constitucionales. Su operación bajo la égida de contratistas, empresarios y banqueros a los que lo único que les interesa es saquear sus finanzas solo sirve para generar todo tipo de formas de violencia social, económica y política. Justamente bajo esas circunstancias fue que Uribe logró consolidar su pérfida manera de asumir el Estado y la función pública. 

Para que este primer escenario de futuro sea posible no es necesario convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. No. Bastaría con que todos los agentes económicos se sentaran a revisar sus prácticas, en particular aquellas dolosas y mafiosas que les permitieron debilitar el Estado, para someterlo a sus mezquindades y vanidades.  

El segundo escenario de futuro lo llamo la Proscripción pública del ethos mafioso. Los agentes más representativos de todas las esferas de la sociedad civil cercanas al uribismo deben hacer un acto de contrición público en el que reconozcan que de manera directa o indirecta se beneficiaron y aplaudieron políticas y decisiones adoptadas durante los 8 años de Uribe y los 4 de Iván Duque que resultaron contrarias a un deber ser moral y éticamente superior. Dicho reconocimiento no podrá asumirse como una confesión extrajudicial susceptible de ser reconocida por los jueces como violación a las leyes y concomitante a la comisión de delitos. El valor de la Proscripción pública del ethos mafioso es en sí mismo un acto de verdad y de reconciliación, en particular con las víctimas visibles e invisibles por la aplicación diaria de ese malicioso ethos que los colombianos, de la mano de la Gran Prensa bogotana, naturalizaron. 

Y un tercer y último escenario de futuro tiene que ver con el surgimiento de un nuevo periodismo. A este escenario lo llamo Hacia la construcción de un periodismo ciudadano, resuelto a modificar sustancialmente la lógica noticiosa atada a los intereses de las corporaciones que hoy sostienen a las empresas mediáticas. Los daños que la prensa corporativa le hizo a las audiencias son incomensurables por cuanto terminaron por invertir los valores y las realidades, en su afán de consolidar narrativas contrarias al bien común y otras, para matizar y esconder delitos cometidos por quienes deberían de ser referentes morales en una sociedad como la colombiana que deviene confundida moralmente y con claros indicios de practicar una ética acomodaticia. 

Quedó demostrado que la corporativización del periodismo le hizo y le hace daño al ejercicio periodístico. Uno de sus primeros efectos negativos es que convirtió a los medios masivos en actores políticos y a muchos de sus periodistas, en particular a los más obedientes, en estafetas de un régimen oprobioso y violento. 

Si como sociedad no logramos proscribir el uribismo, seguiremos con los mismos estándares de violencia e inmoralidad. Quizás no colapse el Estado, pero nos mantendremos alejados de la modernidad y de los criterios que definen a una sociedad como civilizada y preparada para discutir, dialogar y pensar en libertad y sin miedo a ser perseguida y asesinada por pensar diferente o por criticar al gobierno. 



Imagen tomada de 

https://prensarural.org/spip/spip.php?article26632



BETTY, LA FEA: EL REGRESO

 Por Germán Ayala Osorio


La producción televisiva suele estar atada a la cultura dominante, de allí que su objetivo estratégico sea aportar a su mantenimiento como única forma de estar en el mundo, en un territorio, afianzar relaciones entre los seres humanos y entre estos y la naturaleza. Las novelas en particular llevan la batuta en esa intención de los canales privados de televisión e incluso, de los públicos, de promover los valores de esa cultura dominante, sin que importe que con estos se consoliden símbolos y prácticas como el machismo, el racismo y el ethos mafioso.

Betty La Fea fue una novela exitosa no solo por las actuaciones memorables de varios de sus protagonistas (hombres y mujeres), sino porque gran parte de la sociedad colombiana se vio  representada y retratada en cada uno de los capítulos. El regreso al aire de dicha novela, al parecer con nuevos actores, bien puede entenderse como un esfuerzo de RCN por insistir en la supervivencia de los valores (in) morales y la acomodaticia ética individual que está en el ADN de los personajes y del nicho en el que cada uno actúa y en la historia misma, que convirtieron a la novela en una exaltación de todo lo perverso que como sociedad arrastramos: la trampa, la codicia, la explotación laboral, el acoso sexual, la violencia de género y el clasismo, entre otras más. Y claro, la intención de recuperar el rating que el canal RCN ha venido perdiendo sistemáticamente por haberle apostado de tiempo atrás a ser auspiciador de lo que se conoce como el uribismo y desde el 7 de agosto de 2022, como el canal oficial de la Oposición política contra el gobierno de Gustavo Petro. 

La referida novela no es otra cosa que una oda al machismo estructural sobre el que camina cómoda gran parte de la sociedad colombiana. El "cuartel de las feas" recoge con claridad esa forma de dominación del Macho sobre las mujeres, a las que se les exige, sin atenuantes, ser bellas, esbeltas y jóvenes. Mujeres viejas, gordas y poco agraciadas son el hazmerreír de una sociedad que históricamente subvaloró a las mujeres, a las que les entregó el rol de reproductoras de la especie, metidas en la cocina y en las noches, como dóciles damas en función de atender a los maridos. Hace parte de ese "cuartel de las feas" la mujer soltera y un tanto "resbaladiza" en su actuar cotidiano frente a los hombres, a los que desea con un frenesí que no le sirve para consagrarse como una mujer liberal, sino como mujer "fácil". Como dijo alguna vez Jaime Garzón: "el hombre que sale con muchas mujeres es el putas; y la mujer que tiene varios hombres, una puta". 

Ojalá la nueva versión de Betty La Fea modifique en algo ese perverso ADN que le dio tanto éxito en los años 90. Aunque hemos cambiado en algo, la sociedad colombiana sigue siendo altamente machista y sobre todo, violenta, física y simbólicamente, con las mujeres. 

El asunto estético es quizás la forma de violencia más naturalizada. A las empresas deben de ir maquilladas, peinadas, es decir, hacer el esfuerzo por verse hermosas ante la mirada escrutadora de jefes y compañeros. Envejecer para ellas constituye una doble amenaza: los hombres ya nos las desean y el resto de la sociedad las juzga sin piedad. Para ellas, envejecer sigue siendo una pesadilla, en particular para aquellas reconocidas socialmente como íconos de la belleza nacional. Ejemplo de ese martirio es Margarita Rosa de Francisco quien reconoció haberlo sufrido: "Pues yo empecé a tener crisis de vejez como desde los 45. Empezó a preocuparme que se me marcaban las arrugas y no tanto en el cuerpo, pero sí en la cara, y alcancé a caer en las soluciones de emergencia. Me puse bótox en todas partes, me puse relleno en los labios también, porque esa es otra cosa de la vejez, que se empiezan a adelgazar los labios, como a meterse para adentro...Creo que he sido consciente ya como mujer adulta de que esa fue una decisión que tomé, pero no fue que hubiera dicho "voy a ocuparme de ser bella", porque además me ocupé de otras cosas, no solamente de ser bonita. La belleza era muy importante para mí, era una prioridad, pero también me preparé como profesional"(Tomado de la BBC mundo). 

Esperemos a ver qué tan Fea será esta versión de la novela Betty La Fea. Y también habrá que esperar que las nuevas audiencias se sienten a pensar sobre lo que la novela quiere naturalizar en una sociedad machista y violenta como la colombiana. 

Sus defensores dirán que se trata de una representación y no de una realidad objetiva. Pero al mirar el día a día, ese tipo de novelas suelen convertirse en espejos en donde nos podemos mirar, siempre y cuando tengamos la intención de hacerlo. Para hacerlo, hay que saber separar el producto que entretiene, de aquel que insiste en que sigamos como estamos. 



Imagen tomada de Youtube.com



miércoles, 19 de junio de 2024

‘Para-justice’ or vigilante justice in Colombia

 The citizens’ weariness with street thieves naturalised revenge and punishment as instruments of a kind of dangerously vindictive “para-justice”.

 

German Ayala Osorio*

 

Every day, videos are posted on social media showing citizens, particularly men, subjecting thieves to violent punishments they call “paloterapia” (lynching), cognitive recalibration, therapeutic massages (punching the thief), brain resetting or brain reprogramming“.

All of them are striking euphemisms that produce hilarity and at times distract us from their real meaning and the impact they have on the rest of society: they are primitive reactions of those who, in a gang and in a cowardly manner, savagely beat the rascals.

This legitimises revenge, vigilante justice and, in many cases, the murder of the “owners of other people’s property”.

These cowardly and primitive reactions take place before the arrival and intervention of the police. Even when the perpetrators are already in the hands of the police, the punishment continues with the consent of the uniformed officers who are outnumbered by the horde of savages who are present at the scene to participate in the massive and public “lynching”.

We hear cries of “hit him hard, in the head, kill him, kill that rat bastard”. All adjectives and tenebrous harangues that clearly seek to strip the thugs of their human condition, to give them the precise place with which to facilitate “cognitive recalibration” and their death: they are a “filthy rat” and therefore do not deserve to live.

Despite calls from the authorities themselves for people not to take the law into their own hands, the violent spectacles continue. On account of the “therapeutic massages”, the street and the public space become spaces where people fight for survival, in a jungle where the most violent, the most macho will always triumph. On the side of the muggers, their lives are in danger because they know that if they fall into the hands of the “furtive and violent judges”, they can suffer serious injuries and die. And on the side of the permanent street users, they know that the value of their lives depends, basically, on the high commercial value of the watch, bracelet, ring or mobile phone they carry and on what the bandits who have also become “judges” receive from them, whose decisions are based on the thieves’ reason: “I am hungry and you have plenty of money”.

Victims and perpetrators are children of the same society and of the same cultural, political, social and economic systems that reproduce the problems and virtues of a community that has become accustomed to the absence of the state as a moral reference point for an order that has not yet been consolidated.

Vigilante justice is justified because kleptomaniacs regain their freedom a few hours or days after committing their crimes. The police explain that they comply with bringing them before judges, but in the face of a minor crime and prison overcrowding, the rogues are then ordered to be released and return to the streets to make a living, even if it means exposing their own lives and determining which of their victims they do not murder.

Under these circumstances, then, the “right to take justice into one’s own hands” comes to life. The sum of this right allows the violent public spectacles called “paloterapia” (stick beatings; lynching) to be legitimised by the inaction of congressmen and judges who walk these same streets protected by the accumulated rage of hundreds of thousands of citizens who know that public space in Colombia is the place where everything is at stake.

Those who participate in the cruel “lynchings” should know that by their actions they end up resembling petty thieves. The contempt for the lives of the thieves does not make them better citizens. On the contrary, it puts them on the same level of immorality that the crooks have long since settled into.

*German Ayala Osorio: Journalist, writer and political scientist, with a Ph D in Sustainable Regions. Author of the blog La otra tribuna.

 

 (Translated by Cristina Popa – Email: gcpopa83@gmail.com) – Photos: Pixabay


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