Por Germán Ayala Osorio
Lo más probable es que el
proyecto de ley con el que se propone bajar el salario de los congresistas sufra
la misma suerte de la reforma laboral: que se hunda. Hay varias circunstancias -o
quizás son razones- que garantizarán el voto negativo a dicha iniciativa.
La primera es que muchas de las curules-
por no decir todas- devienen atadas a pactos económicos y políticos entre los
candidatos y los mecenas que les patrocinan las campañas. Una vez alcanzada la
curul, en Senado o en Cámara, el beneficiado deberá destinar un porcentaje de
los 50 millones de pesos a pagarle el favor a los bienhechores que les
regalaron el puesto en el legislativo. O lo hacen de manera directa comprometiendo
una parte de la jugosa asignación salarial o gestionando millonarios contratos
para los contratistas, empresas o lobistas que financiaron las campañas. Esto último
es “ley”. Y punto.
Convertirse en congresista, a sabiendas
de que deberá legislar a favor de los empresarios que lo patrocinan y muchas
veces en contra del pueblo al que supuestamente representa, constituye una
forma de prostitución política no muy alejada de las prácticas y de lo
que se vive en las “casas de putas” de ciudades y pueblos. Los acuerdos al
interior del Congreso no se hacen necesariamente en las noches o madrugadas y
bajo el bombillo rojo muy propio de las casas de citas.
La segunda es que ser congresista
es una forma de escalar socialmente en una sociedad clasista y arribista como
la colombiana en la que el estatus, el reconocimiento y el tener dinero suelen valer
más que formarse académicamente para ejercer una profesión o de servir al
prójimo. “Hacer cuatro senados y cuatro cámaras para luego irse a una playa
paradisíaca” es una aspiración generalizada en muchos de los congresistas.
De esa manera, garantizan su futuro. Otros se quedan más tiempo y consolidan sagas
familiares a través de las cuales las curules se heredan o se traspasan entre
hijos, sobrinos, tíos o amigos. Así operan los Clanes y por esa vía el ethos
mafioso se naturaliza en el país y también la prostitución de la política.
Y de cara a las próximas
elecciones al Congreso, quienes desde ya están pensando en llegar por primera
vez o de regresar a dicha corporación deben estar haciendo fuerza y quizás
presión a los legisladores para que hundan la propuesta, a todas luces inconvenientes
para los intereses corporativos, individuales y de clase que los anima para
intentar “coronar” una curul. De aprobarse la disminución de los salarios no
tendría sentido intentar llegar al Congreso en el 2026.
En el fondo hay una crisis cultural
y civilizatoria en la operación del Congreso y en las maneras regladas para
llegar al Legislativo. Pluricrisis que no se superará rebajándole el salario a
los HP (Honorables Parlamentarios), aunque la iniciativa resulta popularmente
atractiva. De aprobarse dicho proyecto, ya buscarán las maneras de devolverle el
dinero a los empresarios que les “regalaron” las curules y de sacar provecho de
ser congresista en un país como
Colombia.
congresistas de colombia ganan 50 millones de pesos - Búsqueda Imágenes
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