martes, 19 de marzo de 2024

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, SOSTENIBILIDAD, CRISIS CLIMÁTICA Y DERECHOS HUMANOS

 

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La consulta que los gobiernos de Chile y Colombia acaban de hacerle a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en materia de crisis climática y derechos humanos, abre el camino para que el alto tribunal y otras instancias internacionales de justicia tomen nota de los efectos psico sociales, económicos, culturales y ambientales  que viene dejando la crisis climática. La idea es que los examinen en perspectiva de derechos humanos, lo que implica ampliarlos, más allá del derecho a tener un ambiente sano.

Establecer esa relación jurídico-política entre los efectos que deja el modelo de desarrollo agro extractivo a nivel mundial y los derechos humanos complejiza el actuar de los Estados, y pone de presente que el discurso de la sostenibilidad debe superar los reduccionismos en los que viene cayendo por culpa de quienes lo promueven desde las perspectivas empresariales y/o corporativas, atadas exclusivamente a los ámbitos económicos. Esto es, una sostenibilidad más pensada desde la viabilidad de los negocios y del capitalismo, dejando por fuera la mirada sistémica con la que deben observarse los efectos del cambio climático. Se requiere, por el contrario, hablar de una sostenibilidad más centrada en una ética ecológica y en un biocentrismo. 

Los cancilleres de Colombia y Chile enviaron un documento al tribunal de justicia en el que sobresalen seis puntos, a saber: “1. Deberes de prevención y garantía en derechos humanos vinculadas frente a la emergencia climática. 2. Preservación del derecho a la vida y la sobrevivencia frente a la emergencia climática a la luz de lo establecido por la ciencia y los derechos humanos. 3. Obligaciones diferenciales de los Estados con respecto a los derechos de los/as niños/as y las nuevas generaciones frente a la emergencia climática. 4. Procedimientos de consulta y judiciales dada la emergencia climática. 5. Protección y prevención a las personas defensoras del ambiente y del territorio, así como las mujeres, los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes en el marco de la emergencia climática. 6. Responsabilidades compartidas y diferenciadas en derechos de los Estados frente a la emergencia climática”.

Si la consulta de los cancilleres la asume la CIDH como esperan los gobiernos de Chile y Colombia, estaremos ante la juridización de la crisis climática que es no es otra cosa que la revisión del papel Estado en materia económica, lo que debería, en un futuro cercano, legitimar intervenciones públicas alejadas de las lógicas del capitalismo, para llegar, finalmente, a la construcción de Estados ecológica y humanamente comprometidos en la mitigación de los efectos del cambio climático a través de un reordenamiento territorial que atienda circunstancias étnico-territoriales, pero también, que promueva la recuperación de especies claves (plantas y animales) para recuperar ecosistemas valiosos; igualmente, los Estados de América Latina deberán emprender, bajo una celosa vigilancia de la CIDH, ajustes al modelo económico y a la transformación de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza.

Si el tribunal de justicia tramita la consulta elevada por Chile y Colombia y redacta una declaración o incluso, determina acciones vinculantes para los Estados que están bajo su jurisdicción, las luchas políticas e ideológicas estarán en lo consecutivo atadas a la sostenibilidad, asumida esta como una apuesta educativa y de cambio cultural de los pueblos comprometidos en esta parte del hemisferio, así como de los políticos y de los líderes. Al final, humanizar la política y con esta la operación de los Estados serán las consecuencias que dejará el cambio climático, siempre y cuando este se asuma con la seriedad y la responsabilidad que acompañan la consulta de los cancilleres de Colombia, Álvaro Leyva y de Chile, Antonia Urrejola. Los próximos pronunciamientos y fallos que emita la Corte muy seguramente se podrán leer en clave de ecología política.

Ojalá la respuesta de la CIDH vaya encaminada, también, a contrarrestar la naturalización del posthumanismo y de la postnaturaleza, discursos estos que no solo miran de soslayo la crisis climática, sino que validan la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA), dispositivo con el que se cree que se superan los asuntos morales y éticos que confluyen en la crisis climática generada en y durante el Antropoceno.

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