Por Germán Ayala Osorio
Las encuestas son instrumentos técnicos
y políticos que suelen usarse para manipular a la opinión pública, especialmente
en escenarios electorales en los que las emociones afloran en un electorado mal
informado y en muchas ocasiones poco formado para debatir con rigor las ideas y
los proyectos políticos circulantes. Las encuestas aportan a la consolidación de
estados de opinión que generan las condiciones propicias para que se dé lo que se
conoce la Espiral
del Silencio.
Las empresas demoscópicas, entonces,
fungen, al igual que los medios masivos que las contratan y divulgan sus
resultados, como actores políticos que pocos se atreven a confrontar. Solo los
expertos en estadística pueden develar los problemas técnicos en el diseño de
las preguntas, el número de encuestados y en particular los criterios bajo los
cuales se eligen los candidatos sobre los cuales se medirán sus niveles de
aceptación o rechazo.
Por estos días circulan los
resultados de una encuesta aplicada por Invamer- Gallup en la que aparecen las
figuras de Gustavo Bolívar, con un 11,8% en la intención de voto, Sergio Fajardo
con un 9,5%, Vicky Dávila de Gnecco con un 8,3% y Juan Manuel Galán con un
7,8%. Esta “fotografía” ha sido leída con sospechas por sectores de la opinión.
En la red social X varios
simpatizantes del petrismo prendieron las alarmas porque consideran que la
inclusión de Bolívar en la encuesta tiene un propósito político y electoral de
parte de la firma encuestadora: afectar los intereses del progresismo. El
objetivo es inflar a quien sería el candidato más débil del progresismo y
por lo tanto el más fácil de derrotar por parte de los candidatos de la derecha
que lo acompañan en la medición. Curiosamente, en esta y otras encuestas el
nombre de Carolina Corcho no se registra quizás por el mismo pérfido propósito.
De acuerdo con quienes ven con sospecha la inclusión de Gustavo Bolívar en las encuestas lo más recomendable es que el fiel escudero de Petro no se lance como candidato presidencial. En la pasada elección en Bogotá, Bolívar aparecía punteando en las encuestas y al final quien llegó a la Alcaldía fue Carlos Fernando Galán con el apoyo del uribismo, Peñalosa y Claudia López. Bolívar no tiene el carisma y la experiencia suficientes para recoger las banderas del petrismo y el progresismo. Es un buen funcionario, honrado y diligente, pero son virtudes insuficientes para dar continuidad al proyecto progresista.
Ahora bien, más allá de si la inserción
de Bolívar dentro del ramillete de candidatos con posibilidades de ser votado, hay
que señalar que la candidata uribista y ficha de los clanes Gilinski y Gnecco,
Vicky Dávila parece que llegó a su máximo techo. Más claro: su candidatura no
despega a pesar de haber sido la primera en lanzarse al ruedo. Poco a poco va
dejando ver sus debilidades discursivas que se reflejan en su incapacidad para
ofrecer un proyecto político alternativo. La periodista-candidata anda
desesperada buscando likes. Y para lograrlo, apela a prácticas que
manejó muy bien cuando fungió como periodista: el amarillismo y la porno
miseria.
Mientras se decanta el panorama
político y electoral, las firmas encuestadoras privadas afectas a la derecha seguirán
con su objetivo de invisibilizar posibles candidatos del progresismo y vender
como alternativas de cambio a candidatos como Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán
y Vicky Dávila, agentes del viejo Establecimiento colombiano.
El tiempo pasa y el progresismo y
la izquierda no acuerdan aún quién será la fórmula presidencial para el 2026. Ojalá
no olviden que la derecha no tiene ningún problema para hacer acuerdos
políticos para enfrentar a quienes defenderán el proyecto político del
presidente Petro.
Sorpresivos resultados de encuesta Invamer deja a Bolívar y Fajardo en la cima
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