viernes, 31 de mayo de 2024

DONALD TRUMP Y LA VULGARIZACIÓN DE LA POLÍTICA

Por Germán Ayala Osorio 

 

Resulta curioso y quizás aleccionante que, en medio de la xenofobia selectiva de Donald Trump, sea justo un juez de origen colombiano, Juan Merchán, quien haya liderado su enjuiciamiento y la declaración de culpabilidad por 34 delitos graves que la justicia americana le imputó de tiempo atrás.  

Por supuesto que las acciones legales emprendidas por Merchán contra el magnate americano terminarán por fortalecer al candidato republicano en su carrera por volver a la Casa Blanca para cumplir con su amenaza de echar a patadas a cientos de miles de latinos ilegales y terminar de construir el muro fronterizo con el que pretende evitar la llegada de más inmigrantes latinos que usan la porosa frontera con México para buscar el “sueño americano”.  

La globalización económica tiene en Donald Trump a la figura que mejor representa los efectos negativos de ese proceso histórico de empequeñecimiento del planeta por cuenta de la migración de millones de seres humanos venidos del sur empobrecido, para instalarse en un norte opulento que los empezó a ver como una amenaza étnico-racial y cultural. Ese señalamiento se dio en virtud de los perfiles de aquellos que lograron llegar a los Estados Unidos y países de Europa no con el ánimo de generar vínculos y echar raíces lingüísticas a través del aprendizaje de las lenguas nativas, sino de consolidar sucios y violentos güetos que sirvieron para que ciudadanos como Trump empezarán a criminalizar a quienes llegaron de un sur esquilmado por un norte desarrollado.  

La condena contra Donald Trump da cuenta de la lumpenización de la política americana, en la medida en que varios de los delitos por los que fue procesado y hallado culpable el expresidente americano no guardan relación directa con el ejercicio del poder político. Por el contrario, hacen parte, unos, de la racionalidad económica que domina el carácter del magnate y otros, de la crisis de masculinidad por los años que ya pesan sobre su piel envejecida, aunque anaranjada, que lo fueron convirtiendo en un viejo putero. Su similar en Colombia sería Rodolfo Hernández, otro anciano putero que apareció en un video departiendo en un yate con mujeres jóvenes, al parecer dedicadas a la prostitución costosa que solo unos pocos pueden costear. 

Esa vulgarización de la política naturaliza la violencia electoral y las ideas conservadoras más retardatarias de todo el ideario conservador que defiende Trump: sus seguidores se oponen al aborto, no ven con buenos ojos la llegada de las mujeres a cargos y empleos tradicionalmente desempeñados por hombres; creen ciegamente en que el poder seduce a las mujeres y se oponen a las manifestaciones de las comunidades LGTBIQ. 

La llegada a la política de hombres patanes, violentos y con perfiles de machos puteros o machistas tiene en Donald Trump en los Estados Unidos y en Colombia a Álvaro Uribe Vélez, Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández a sus más visibles ejemplos. 

El caso del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez se parece mucho al de Trump: está acusado de tres graves delitos y tiene señalamientos por delitos como paramilitarismo y crímenes de lesa humanidad por las masacres de La Granja y el Aro. Además de esas características, resultan operar como populistas de derecha y agitadores de las masas igualmente violentas, iletradas y poco dadas a dialogar y discutir con argumentos. Sus seguidores más fervientes suelen repetir el modelo y el perfil de macho cabrío que cada uno de estos políticos exhibe y ostenta sin pudor alguno.  

Es probable que Trump gane las próximas elecciones en la Unión Americana. Contradictoriamente, esa victoria estará soportada en el voto de aquellos latinos que lograron integrarse culturalmente a la vida americana, y que reconocen que a los Estados Unidos han ingresado cientos de miles de colombianos, mexicanos, venezolanos, brasileros, argentinos y centro americanos que afectaron las actividades desempeñadas, regalando el trabajo o dedicándose a prácticas ilegales.  

Esos latinos que votarán por Trump saben que el expresidente los odia, discrimina y persigue, terminarán dándole la razón al viejo putero porque ante todo están defendiendo su integración cultural y los beneficios de haberse adaptado a la vida americana. Bajo esas circunstancias, no es posible esperar que latinos defiendan a los otros latinos en la tierra del Tío Sam puesto que primero está la defensa del individualismo, bandera y único camino para alcanzar el deseado “sueño americano”. No hay tiempo para defender ideologías, compadrazgos, himnos, banderas y nacionalidades.  




Imagen tomada de las 2 Orillas


jueves, 30 de mayo de 2024

ABORTOS Y CORRIDAS DE TOROS

 Por Germán Ayala Osorio  

 

La reciente aprobación de la ley con la que se prohíbe en adelante las corridas de toros en el país despertó la indignación de aquellos ciudadanos que gozan como niños en piñata, del cruel asesinato de estos animales no humanos durante faenas transmitidas por los noticieros de televisión, investidas caprichosamente como un espectáculo o de una tradición cultural.  

Hay ganaderos y latifundistas que quieren poner en evidencia un dilema moral y ético entre quienes defienden el derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo en las circunstancias que la Corte Constitucional (CC) avaló en su memorable sentencia y los que celebran la prohibición de las corridas de toros y, por ende, defienden la vida de los toros de lidia asesinados salvajemente durante el grotesco, violento y anacrónico espectáculo de las corridas de toros 

Entre aquellos ciudadanos que rechazan la aprobación de dicha norma está Juan José Lafaurie, hijo del ganadero y latifundista José Felix Lafaurie y la congresista María Fernanda Cabal. El vástago de las dos figuras políticas escribió esto en su cuenta de X: Vamos muy mal como sociedad cuando valoramos más la vida de un toro que la de un bebé en el vientre”. Por su parte, la señora Cabal en el Congreso afirmó que “no les importa desmembrar un bebé en el vientre, les da más pesar un toro de 1600 kilos con cachos”.

Vamos por partes, como diría Jack el Destripador. El primer error en el que incurre la señora Cabal está en subvalorar la vida del sintiente animal no humano en relación con la vida de una criatura que sobrevive aún en el vientre de una madre. Insiste el tuitero en la posición dominante del ser humano (también somos animales) y por ende se ubica ideológicamente en la defensa del antropocentrismo. Justamente, quienes impulsaron la ley que hoy tiene ad portas la proscripción de las corridas de toros se alejan de la defensa a ultranza de esa visión del mundo que hizo posible establecer unas relaciones tormentosas y violentas entre los seres humanos y las otras especies de animales no humanos.  

Al ubicarse en el vetusto y nefasto discurso antropocentrista, la Cabal y su hijo validan el asesinato cruel y público de los toros de lidia por cuanto el espectáculo deviene legitimado por la cultura dominante liderada, claramente, por todo tipo de Machos cabríos que ven a los toros y a otros animales como bestias irracionales cuyas vidas están sujetas a los delirios de grandeza y a las necesidades de entretenimiento. Que una parte de la sociedad haya asumido el castigo a los toros como una suerte de acto circense o espectáculo cultural, no significa que en este no haya dolor en quienes son sacrificados salvajemente. Esa fiesta brava que defiende este “pichón” de la élite conservadora y su madre es el correlato del machismo y de las múltiples violencias que sufren las mujeres en Colombia y en el mundo. Las violaciones que terminan en embarazos no deseados hacen parte de esas prácticas sistemáticas de la violencia de género.  

Al oponerse al aborto de bebés concebidos bajos esas violentas condiciones, Lafaurie termina por legitimar el machismo y las violencias basadas en género. Y es así porque está alineado (o quizás alienado) con la moral de la iglesia Católica responsable en gran medida de los largos procesos de dominación masculina sobre las mujeres y por supuesto, de la subvaloración de los animales no humanos por considerarlos inferiores.  

No acepta el joven tuitero que las mujeres puedan ejercer su derecho a ser madres cuando les dé la gana y no cuando sus parejas, la iglesia Católica, las familias o la sociedad se los indiquen. Es más, si no quieren tener hijos, eso también es un derecho que les asiste y que nadie debe atreverse a juzgar.  

No existe un dilema moral y ético en defender de un lado la vida de los toros de lidia y el derecho que le asiste a las mujeres a interrumpir cuando así lo deseen un embarazo que posiblemente les arruinará sus vidas, frenará sus expectativas de vida, pondrá en pausa proyectos personales e incluso, que ponga en riesgo su supervivencia y salud.  

Eso sí, lo dicho por el retoño Lafaurie-Cabal sirve para insistir en la necesidad que tenemos como sociedad de ir proscribiendo aquellas prácticas que, asociadas a la preponderancia del del Macho societal, nos “dio el derecho” de disponer del cuerpo de las mujeres para garantizar la procreación de la dañina especie humana. El triunfo del gran macho cabrío que suele vanagloriarse de su masculinidad por el solo hecho de “haber preñado” a la mujer o a varias, para someterlas a las labores domésticas y de crianza de los hijos o simplemente para anularlas profesionalmente, hace parte de todo lo que ha estado mal dentro de la sociedad colombiana.  

No más olé. Y en cuanto a los abortos, que sean las mujeres las que tomen la siempre difícil, pero respetable decisión. Y no olvide, joven tuitero, que Usted también es un animal. Le recomiendo que siga el consejo que su madre les dio a unos cuantos de sus críticos: !estudie (n) vago(s)! 


Imagen tomada de Infobae

FÚTBOL, PERIODISTAS OFICIALES Y PATRIOTERISMO

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